La escasez y dificultades que afrontaron Cuba, durante
el periodo especial, y Nicaragua, durante la guerra contrarrevolucionaria,
fueron más graves que la actual situación de Venezuela. Pero tanto en Cuba como
en Nicaragua no hubo saqueos y tampoco los barrios populares acabaron dominados
por delincuentes. La ineficiencia productiva es común en las revoluciones
marxistas; sin embargo, tienen gran capacidad para enfrentarse a momentos
difíciles, organizar a la gente y distribuir de forma eficiente lo escaso. Con
la autollamada Revolución bolivariana,Caracas se convirtió en la
ciudad más violenta del mundo, en tiempos de abundancia se perdían toneladas de
alimentos y ahora con la escasez ocurren hasta tres saqueos por día.
Cuando se juzga al régimen
venezolano desde la democracia y el mercado, los vacíos son evidentes. En las
actuales circunstancias resulta útil analizarlo desde su propia definición como
revolución. No hubo en Venezuela una revuelta popular, ni derrumbe ni refundación
de las instituciones preexistentes. El chavismo combinó tres factores:
caudillo, votos y dinero. El carisma del caudillo atrajo los votos y la
abundancia de dinero hizo el resto. Una mayoría electoral prolongada por los
precios del petróleo y los errores de la oposición le permitieron al régimen
controlar las instituciones. No existe revolución, sino Gobiernos electos como
en el resto del continente.
El dinero ha sido el principal factor de cohesión del
régimen venezolano; en vez de un partido revolucionario construido con
voluntarios unidos por la mística, el espíritu de sacrificio, la ideología y la
capacidad de organización, los chavistas son una fuerza política que mezcla
radicales ideológicos con personas que buscan enriquecerse. La inexistencia de
un partido revolucionario es la razón por la cual la situación es más dramática
que en los casos de Cuba y Nicaragua.
Todas las revoluciones marxistas han generado escasez,
emigración y mercado negro. La diferencia es que en Venezuela gran parte del
mercado negro y de las actividades criminales que afectan a la población son
controladas por los propios colectivos chavistas con policías y guardias
bolivarianos. Esta situación de miseria abajo coincide con opulencia en las
elites dirigentes bolivarianas. El dinero como factor de cohesión
“revolucionaria” derivó en un oportunismo de características más delictivas que
políticas dentro del propio partido. Por ello, los Comités Locales de
Abastecimiento y Producción (CLAP) que Maduro presentó como solución fracasaron
rápidamente. Ahora ha anunciado la “Gran Misión Abastecimiento Seguro”, que
será manejada por los militares. Pero los generales venezolanos padecen el
mismo mal del partido de mucho dinero y poco esfuerzo.
Para resolver la crisis humanitaria,
Maduro necesitaría recuperar la confianza del mercado después de haber
expropiado más de 1.200 empresas
Los chavistas se compraron la idea de que eran una
revolución y otros les hicieron creer que así era. Ahora el régimen está
atrapado entre esa supuesta revolución que, según ellos, les da derecho de
permanencia en el poder, y la pérdida de la mayoría electoral, que los obliga a
dejar el Gobierno. El Gobierno de Maduro no puede ni atender ni resolver la
emergencia humanitaria. Para atenderla necesitaría un partido con disciplina,
en vez de colectivos fuertemente contaminados por delincuentes. Para resolverla
necesitaría recuperar la confianza del mercado después de haber expropiado más
de 1.200 empresas. Sin ser revolución ni democracia no hay ninguna posibilidad
de que Maduro atenúe la crisis. Lo seguro es que Venezuela seguirá empeorando
con graves resultados para los venezolanos, para Latinoamérica e incluso para
el futuro político del partido chavista.
En Cuba, donde sí hubo revolución y no ha habido elecciones
en medio siglo, la posibilidad de un cambio ordenado y pacífico descansa, en
última instancia, en el control que tiene el régimen y en la inexistencia de
una oposición fuerte. Allí, para lograr una liberalización política es
necesario primero liberalizar la economía. En Venezuela, por el contrario, ha
habido 19 elecciones en 17 años, existen partidos políticos y la oposición es
ahora mayoría. Allí, para reactivar la economía es indispensable primero un
cambio político. Las guerras de Centroamérica, las crisis de Perú y Argentina
en el 2000 y muchos otros conflictos o preconflictos en el mundo acabaron en
elecciones. Es por lo tanto elemental, la salida más ordenada y pacífica a la
crisis de Venezuela es realizar un referéndum revocatorio a la mayor brevedad
posible, tal como establece su Constitución.
Joaquín Villalobos fue guerrillero salvadoreño y es consultor para la
resolución de conflictos internacionales.
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