domingo, 28 de mayo de 2017

¿Revivir la experiencia de la Junta Patriótica del año 1957?



Nelson Acosta Espinoza
Amigos lectores, la actual honda represiva lejos de reducirse se ha expandido. Alfredo Romero, director del Foro Penal Venezolano, ha contabilizado las detenciones en la cifra de 2.815 en el lapso de los 50 días de protestas que lleva la ciudadanía en las calles. Hasta el 26 de mayo se han reportado 65 personas fallecidas como consecuencia de la represión a estas manifestaciones.

Por otro lado, este clima autoritario ha alcanzado a los alcaldes de la oposición. La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia aprobó una demanda hecha por habitantes de municipios de Caracas y Mérida (cinco mirandinos y tres merideños) de acuerdo a la cual estos burgomaestres podrán ser detenidos si no garantizan el libre tránsito en sus municipios.

Todos estos acontecimientos corren paralelo a la convocatoria de la Asamblea Constituyente y sirven de soporte a la astucia discursiva elaborada por el gobierno: Constituyente o violencia. Es obvio que en la estructura narrativa desplegada por el oficialismo se requería de la incentivación de actos de violencia en las calles de las principales ciudades del país. Es, exactamente, lo que ha venido sucediendo. En este aspecto hay que reconocer que el gobierno ha incentivado directa o indirectamente los actos de violencia de estas últimas semanas. Esta suerte de terrorismo gubernamental encaja en la coartada elaborada por sus expertos para iniciar la convocatoria de esta Constituyente corporativa.

Ahora bien, reflexionemos sobre el hecho que esta iniciativa se concrete en los próximos días. En principio, se hace evidente que el sector democrático se encontraría en un escenario totalmente distinto al acostumbrado. Y, desde luego, en la necesidad de elaborar una estrategia diferente a la implementada a lo largo de estos años de socialismo del siglo XXI. En lo inmediato, seria licito suponer que lo poco que queda de la institucionalidad democrática desaparecería (Asamblea Nacional, Fiscalía General de la Republica, Gobernaciones y Alcaldías entre otras instituciones).

Ante esta circunstancia han surgido varias ideas a través de las cuales oponerse a esta nueva arremetida contra la institucionalidad democrática. El referéndum consultivo, promovido principalmente por Voluntad Popular, es una de ellas. Tiene la virtud de permitir a la oposición democrática retomar la iniciativa política y dar un nuevo sentido estratégico a la lucha en las calles (véase en este blog el artículo del Dr. Asdrúbal Romero M.). Otra de las iniciativas es la organización de un Frente en Defensa de la Constitución y la Democracia. Organización esta que aglutinaría a los partidos que conforman la MUD e instituciones de la sociedad civil. Ambas ideas se refuerzan mutuamente y, de ser aceptada por los partidos políticos que conforman esta agrupación, daría un nuevo sentido estratégico a la lucha por la restitución democrática en el país.

Me voy a permitir resaltar este último punto. La MUD es una organización de naturaleza electoral. Nació con ese propósito y, en un cierto sentido, es lícito asumir que se encuentra desorientada en el marco de las circunstancias por venir. Las próximas tareas políticas son de otro tenor. Y se requerirá, en consecuencia, un tipo de estructura política distinta a la que ha prevalecido hasta el momento.

La historia del nacimiento de la democracia puede ayudar en la comprensión de esta idea. La etapa final de la lucha contra la dictadura de general Marcos Pérez Jiménez, la llevó a cabo una organización con el nombre de Junta Patriótica. Esta instancia estuvo compuesta por los principales partidos, Acción Democrática (AD), COPEI, Unión Republicana Democrática (URD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV).

En agosto de 1957, esta instancia hizo circular su primer manifiesto. En el manifiesto se decía que diversos sectores se habían agrupado con el nombre de Junta Patriótica para luchar por el respeto a los derechos y libertades establecidos en la Constitución de Venezuela de 1953 incluyendo el respeto al sufragio y la libertad de postular candidatos en las elecciones.

Como sabemos su accionar político fue exitoso. Su triunfo, entre otras circunstancias, se debió al espíritu amplio y unitario que desplegaron las organizaciones políticas de esa época y a la intervención decida de la sociedad civil (iglesia, prensa, organizaciones empresariales, etc.).

Guardando las distancias, el país se enfrenta a una coyuntura parecida. Hay que retomar el espíritu que prevaleció en esa época y formular una nueva estrategia que dé cuenta de las actuales  circunstancias históricas.

Sin ánimo de ser dramático, siento honestamente que estamos frente a la crisis final de este régimen. Depende de la inteligencia política del liderazgo democrático acelerar este proceso y abrirnos definitivamente al siglo XXI.

Sin la menor duda, la política es así.

Sobre el Referéndum Consultivo propuesto por la AN. Así lo veo: una sagaz decisión de la AN


Asdrúbal Romero M.

Estoy de acuerdo con la decisión tomada por la Asamblea Nacional (AN) de solicitar la celebración de un referéndum consultivo, mediante el cual los ciudadanos podamos manifestar nuestra preferencia con relación al dilema: “Cambio de Constitución versus Cambio de Gobierno”. Fijo mi posición de entrada, sin mayor cuido por el uso de anestesia. Me siento obligado a hacerlo, habiendo visto el rechazo visceral que tal decisión ha tenido de parte de muchos opositores en los chats que participo y redes sociales. Esta reacción me ha reforzado la creciente impresión que cobijo en mi interior desde hace algún tiempo, en cuanto a visualizar al mundo opositor como una torre de Babel en la cual se hace cada vez más complejo unificar posiciones y alinearnos hacia la consecución de un objetivo compartido.

Cabe la aclaratoria que cuando me refiero al mundo opositor, lo hago en el sentido más amplio: comprende a los factores políticos que hacen vida cercana a la Mesa de la Unidad Democrática y los que hacen política opositora fuera de ella. Se podría hablar de una torre de Babel intraMUD, donde ya es bastante difícil concertar estrategias, y una más abigarrada aún que incluye sectores, sectorcitos, personajes, etc. que pululan al exterior de la MUD. La progresiva edificación de esta torre de doble pared se debe, entre otras razones, a los errores cometidos por la MUD en el pasado, que los ha cometido, y la no conformación en el tiempo, consecuencia de lo anterior, de un liderazgo con la suficiente fortaleza como para lograr una óptima alineación opositora de cara al magnífico desafío que debemos enfrentar. Tratando de ser optimista, creo que varios de los diputados más jóvenes – Freddy Guevara, Miguel Pizarro, por citar algunos-, están trabajando aceleradamente para cambiar esta preocupante realidad.

Lo cierto es que la publicación el primero de abril de las sentencias del TSJ identificadas con los números 155 y 156, nos ha involucrado a todos en un peligroso viaje sin retorno. O emergemos de él con la muy compleja responsabilidad de reconstruir al país de las cenizas que van quedando de la acción de los DESTRUCTORES. O nos terminamos de hundir en un abismo de miseria, violencia y estado fallido por quién sabe cuántos años. El tramo de la historia que vivimos es decisivo. Por ende, ante la carencia de una poderosa fuente de alineación externa, no queda otra que contribuir cada uno de los que hacemos opinión, y casi todos a nuestra manera hacemos opinión, tratando de someter nuestros ímpetus y pasiones con la vitamina para la alineación interna.

Antes de abalanzarnos a destruir las decisiones que se anuncian: tratar de informarnos mejor; analizar a mayor profundidad el contexto; hacer un sereno estudio de los pro y los contra y, lo más importante, utilizar más eficazmente la aduana de las palabras. Si lo hacemos, es bastante posible que aun cuando no compartamos en todas sus facetas la decisión tomada por quienes están en la posición de hacerlo, podremos encontrar en ella aspectos fundamentales que nos aporten la motivación interna para alinearnos con lo propuesto. Que conste que quien esto escribe, ha sido en el pasado un severo crítico de algunas de las decisiones tomadas por la MUD, pero el escenario ha cambiado y vaya que nos lo han cambiado, dramáticamente, y sin la opción de poder no aceptar los guantes del desafío. Quizás esta vitamina para la alineación interna no sea otra cosa que el ejercicio de la virtud cívica de la templanza, como tan bien lo expone en sus escritos el Dr. Frank López.

Retornando a la decisión de la AN: ¿Por qué la considero acertada? No sin antes decir que una correcta decisión en principio puede ser dañada en la fase de ejecución. El riesgo y la incertidumbre están presentes. Los acontecimientos se precipitan a vertiginosa velocidad. El escenario es tan complejo y cambiante, que demanda el mayor cuido en toda la cadena de decisiones pertinentes al emprendimiento de cualquier acometida estratégica. En el caso que nos ocupa, el referéndum consultivo cuya organización se plantea la AN tiene la virtud de permitirle a los factores democráticos retomar la iniciativa. Desde el punto de vista táctico, constituye una movida muy válida en el tablero de ajedrez. Como tal, ella no puede ser analizada aisladamente, sino como parte de una continuidad dentro del proceso secuencial de toma de decisiones frente a las del adversario.

El Régimen, sacado ya del cuadrilátero de la institucionalidad y la legalidad, en su desesperada huida hacia adelante propone una constituyente y le genera todo un marco discursivo para venderla como una opción de paz y diálogo frente a la violencia. Acto seguido, propicia toda la violencia que les permite, apoyados en su hegemonía comunicacional, tratar de imprimirle verosimilitud a su mil millones de veces reiterada tesis principal: constituyente vs guerra civil. No creo que la mayoría del pueblo se la haya comprado. Han perdido credibilidad. Pero una cosa es cierta, han logrado distraer a los actores políticos del tema que debiera ser principalísimo: ¡la CRISIS! Y todo pareciera girar ahora alrededor del debate sobre su constituyente. Discursivamente: una vez más se salieron con la suya imponiendo la agenda del debate político nacional.

Esta verdad no puede ser subestimada. Ha generado preocupación hacia el interior de la MUD. Algunos factores allí adentro han planteado, muy a sotto voce, si no habría sido conveniente salirle al paso a la iniciativa del Régimen con una contrapropuesta. Un “sí a la constituyente pero no así”. Lo cual no deja de tener su lógica si miramos hacia atrás. Recordemos que la oposición institucional habló de cuatro opciones para la salida del Régimen: renuncia; enmienda constitucional; referéndum revocatorio y constituyente. No se quiso en aquel momento agotar la discusión en aras de decantar las opciones verdaderamente válidas y se prefirió complacer peticiones. Si la opción constituyente se hubiese discutido en esa oportunidad hasta sus tuétanos, se habría descartado. Una constituyente auténtica, legítima, no puede ser planteada para sacar del juego político a unos en beneficio de otros. Cualquier experto internacional en constitucionalismo nos diría que una constituyente debe, como proceso, emerger de un clima nacional de serenidad y convicción consensuada de la necesidad de cambiar el gran pacto social para la convivencia ciudadana. Muy contrario al enrarecido clima que por años hemos vivido en Venezuela. Esta verdad de Perogrullo también la reconoce la mayoría de nuestros constitucionalistas nacionales. Pero, en aras de no herir susceptibilidades, la movida fue dejar la opción constituyentista como una de las cuatro vías. Y digo movida para endilgarle la connotación de ser una jugada que se ejecutó de esa manera en el pasado, asociándola al metafórico tablero de ajedrez donde se despliegan las acciones.

Dicho lo anterior, no debe extrañar que el Régimen sacara un nuevo conejo de su tragimágico sombrero: ¿No querían constituyente? Pues bien, aquí tenemos nuestra propuesta, vamos a sentarnos a discutir. Lo cual no deja de ser un score válido que se anotó el Régimen, en el sentido de aportarle algo de credibilidad a su propuesta, -al menos ante el pueblo madurista y ciertos ámbitos extra nacionales-. He sido testigo de intensos debates en algunos chats y reuniones no virtuales de por qué no se le tomaba la palabra al Régimen para, teniendo la mayoría, usar, y hasta abusar añadiría yo, de la opción constituyente como una vía expedita para salir del Régimen. Debates coloreados de mucha ingenuidad en mi opinión, porque nadie, en su sano juicio, podría llegar a pensar que ellos, sentados en su tan acariciada mesa de diálogo, iban a acceder a hacer otra cosa que no fuera una constituyente cortada a la justa medida de sus necesidades. Tal cual como la que se han atrevido a presentarle al país.

Adicionalmente, el sentarse a discutir con una contrapropuesta de constituyente en mano, significaba recrear una mesa de diálogo y negociación. Después del incumplimiento del Régimen de los compromisos convenidos en el fallido Diálogo I y las nefastas consecuencias que de él se derivaron, el costo político para quienes asomaran la tesis política de tomarle la palabra al Régimen iba a ser inmenso. Así que la preocupación y la desazón –una especie de complejo- que les generaba la audaz jugada del Régimen a algunos factores ubicables en la torre de Babel intraMUD no pasó de ser un casi inaudible murmullo. Pero eran reales y gravitaban en la creación de un ánimo dubitativo en el accionar opositor. La decisión de la AN encierra todas esas dudas en un cajón clausurado, preserva la Unidad –extremadamente importante- y abre nuevos horizontes para la lucha.

Todos estos intríngulis que he relatado, muy posiblemente eran desconocidos para quienes se han abalanzado rabiosamente en contra de la decisión de la AN. Ojalá, este texto pueda servir para una mejor comprensión de la jugada. Frente a la audacia del Régimen, la sagacidad de los factores democráticos. Sí, es una movida sagaz, nos resuelve un problema que nos había creado una errada jugada anterior. Pero más allá del valor táctico estratégico, lo acordado por la Asamblea Nacional se encuadra, perfectamente, en el marco de sus competencias porque de lo que se trata es de garantizarle el derecho del pueblo a decidir. No se puede desconocer la realidad que Maduro avanza, aparentemente, imparable hacia la realización de su constituyente. No es admisible pretender ignorar esa realidad, hay que combatirla. ¿Cuál dardo puede ser más certero que el que apunta hacia la principal causa de deslegitimación de ese proceso fraudulento cual es la prescindencia de la consulta popular?

Por otra parte, nadie ha hablado de abandonar la calle. Todo lo contrario, la decisión de la AN aporta un renovado contenido político a la “Calle”: el refrescamiento de los objetivos por los qué luchar. Basta con escuchar el audio de Cipriano Heredia –les animo a que lo busquen en las redes sociales-, para visualizar el prediseño de un proceso que le da forma y sentido político al esquivo 350 de la Constitución. ¿Cómo se come eso? –han preguntado algunos-. Pues bien, con el pueblo en la calle, protegido y cobijado en el contexto de una gran marcha nacional sostenida hasta que todos podamos votar si queremos cambio de la Constitución o si queremos cambio de Gobierno.

Son esas dos preguntas las que se han preasomado. Ya existe una densa discusión sobre la primera pregunta. No voy a entrar a analizar con detalle los argumentos de esa discusión, ameritaría otro maxi artículo como este. Lo que sí es importante de destacar es que el diseño de las dos preguntas se adapta, fantásticamente, al nuevo “framing” discursivo que propone el Dr. Nelson Acosta Espinoza en su artículo: “Cambiar de Constitución o Cambiar de Gobierno”. ¿Qué quiere el pueblo? ¿Cómo conectamos ese dilema casi existencial a la ¡CRISIS!, tictac tictac tic tac…, que sigue avanzando, sin clemencia, que es el principal factor de vulnerabilidad de este régimen asesino y ellos bien lo saben? A algunos políticos, particularmente a los muy juristas, parece olvidárseles la necesidad de, constantemente, hacer ese ejercicio discursivo de conexión.

Termino invitándolos, para mejores detalles en el último asunto tratado, a leer el referido artículo publicado en el blog del Observatorio Venezolano de las Autonomías (http://autonomiaspoliticas.blogspot.com/2017/05/cambiar-de-constitucion-o-cambiar-de.html ).

domingo, 21 de mayo de 2017

Cambiar de constitución o cambiar de gobierno


Nelson Acosta Espinoza
La represión adquiere cada día nuevos ribetes. Recientemente los pasaportes de Cesar Miguel Rondón y Henrique Capriles fueron anulados. Bajo la excusa que estos documentos estaban reportados como vencidos fueron retenidos por las autoridades portuarias. Ambos personajes, tenían intenciones de viajar a la ciudad de Nueva York a cumplir compromisos previamente adquiridos.

En fin, el cerco a los líderes opositores se estrecha cada día más. Es de suponer que esta medida se extenderá a otros dirigentes del campo democrático que intenten viajar al exterior a exponer la grave situación política y económica que confronta el país.

Por otro lado, en las calles la voluntad opositora se presenta como indoblegable. Las marchas pacíficas continúan sucediéndose en las principales ciudades del país. A pesar de la fuerte represión (hasta el día de hoy se contabilizan 51 personas fallecidas por heridas de bombas lacrimógenas y de balas, más de 900 lesionados y casi 2.300 arrestos) la presión ciudadana se intensifica. No hay miedo. La voluntad de salir del gobierno se sobrepone a los riesgos y peligros derivados de esta violencia ejercida por las fuerzas policiales y los para militares.

En este contexto el gobierno ha diseñado una suerte de “trampa jaula” jurídica: la convocatoria a una asamblea nacional constituyente. Ya hemos opinado sobre lo restrictivo de esta convocatoria de naturaleza corporativa. La misma, a mi juicio, responde a la necesidad de buscar una salida desesperada a la actual coyuntura. Y, desde luego, intentar hegemonizar y desviar el debate político nacional.

Me parece apropiado resaltar que esta idea constituyente ha sido asumida por algunos sectores de la oposición democrática. Con una buena dosis de ingenuidad, algunos juristas y políticos ven en esta convocatoria una oportunidad para intentar organizar una verdadera constituyente. Soy de la opinión que iniciativas de esta naturaleza no tienen cabida en el actual contexto político. En un cierto sentido, la sola discusión pública de este tema reforzaría discursivamente la iniciativa gubernamental y, desde luego, no sería aceptada por la población que ha venido manifestándose a lo largo de mes y medio en las calles de las principales ciudades del país.

¿Cambiar de constitución o cambiar de gobierno? Me parece que esta interrogante resume apropiadamente el dilema dentro del cual se debate la opinión pública del país. En otras palabras, las graves distorsiones económicas, políticas y culturales que caracterizan el momento actual no serán corregidas a través de instrumentos de naturaleza jurídica. No lo fueron en el pasado, no lo serán en el futuro.

Estamos presenciando el quiebre definitivo de un modelo y visión del país. La población se encuentra en la calle demandando un cambio de gobierno. Un nuevo gobierno que diseñe políticas que estén a la altura de las necesidades de la población y los problemas del país. Demandan un nuevo gobierno, no una nueva constitución. Con el actual ordenamiento jurídico se puede dar respuestas a estas demandas y encauzar democráticamente al país.

Soy de la opinión que estamos en presencia del cierre de un periodo histórico. El país se encamina por una senda que implica una ruptura con el pasado de la IV y V república. La población que se encuentra en las calles, con su heroísmo y militancia, está sembrando futuro. Bajo ninguna circunstancia puede ser defraudada. Es imprescindible acompañarla y prestar todo el apoyo que la naturaleza de esta lucha requiere.

La rebelión ciudadana está en el orden del día. Soy militante en la idea de la insurrección de naturaleza cultural. Dotar a la protesta política de contenidos de naturaleza simbólicos que desafíen el ordenamiento político y cultural vigente. De esta forma se estaría echando la simiente del nuevo mundo por nacer.

La historia enseña que la cultural precede a la rebelión política.

No lo olvidemos, la política es así.

Maduro baila sobre ataúdes


Gloria M. Bastidas *
Un grupo de mujeres carga la urna de Geraldine Moreno. Sí: mujeres. Una de ellas, ajena a todo protocolo funerario, lleva puesto un short. La hoja de vida de Geraldine habla de una rara avis: futbolista estrella y estudiante de quinto semestre de Citotecnología. La noche del 19 de febrero de 2014, después de patear un rato el balón en la urbanización donde vive, se para frente a su casa a observar una protesta. De pronto, llegan 10 efectivos de la Guardia Nacional de Venezuela.

Todos corren. Geraldine, también. Sabe correr: es futbolista. Pero se cae. Cae herida. Y un sargento de la GNB no la perdona: le descarga un cartucho de perdigones en el rostro. A quemarropa. Geraldine pasa tres días en una clínica. Su cerebro está perforado. Muere el 22 de febrero. Y al día siguiente se celebra su entierro. La madre la llora. El país la llora. Nicolás Maduro le lanza un insulto post mortem: el mismo día en que sus compañeras futbolistas cargan su ataúd, Maduro baila en el Palacio de Miraflores. El Presidente monta lo que en Venezuela se llama un bonche. El festín es transmitido en cadena nacional. Una abuela rapera canta y Maduro, en su populismo musical, le agarra las manos. Danza con ella. Luego baila con Cilia Flores, su esposa. Bailan música cañonera, un género típicamente caraqueño.

Cuando Maduro baila, ya han caído varios manifestantes. El asesinato de la ex reina de belleza Génesis Carmona, también de 23 años, es de los que más conmueven: en una foto se ve cómo la modelo, gravemente herida, es trasladada en una moto a una clínica. Su larga cabellera flota. Parece una diosa que enfrenta una emergencia terrenal.

Las protestas del 2014 se apagaron. Pero el hachazo que el régimen le ha dado recientemente a la Asamblea Nacional ha vuelto a encender las calles. La resistencia frente al déspota es una suerte de Ave Fénix. Ya van 41 muertos, entre ellos una bebé de dos meses que se asfixió con gases lacrimógenos. Y van más de mil heridos. En medio de este pandemónium, Maduro vuelve a su hábito aeróbico: baila.

La postal se repite. Es el mismo patrón. En una esquina: un presidente que baila. En la otra: un adolescente de 17 años que cae fulminado en medio de la lluvia de perdigones y lacrimógenas. Ni Fidel llegó tan lejos. Nadie lo vio celebrando en público sus fusilamientos. No hemos visto a Bachar el Asad festejar después de gasear al pueblo sirio. Maduro es impúdico. Maduro se atreve.

Ese 3 de mayo quien recibe el proyectil es Armando Cañizales, uno de los chicos de Gustavo Dudamel. Pertenecía a la Sinfónica Juvenil. Tocaba la viola. Viene del mismo sistema que formó al actual director de la Filarmónica de Los Ángeles. Hijo de una pediatra, este año iba a comenzar sus estudios de Medicina. El proyectil que perforó su cuello rebotó en el corazón de Dudamel. Eso bastó: el músico le compuso un réquiem al gobierno.

También el mismo día en que asesinan a Armando Cañizales, un tanque de la Guardia Nacional embiste a varios estudiantes en la urbanización Altamira de Caracas. Es un acto atroz. Ante la arremetida de los manifestantes, el rinoceronte, como le llaman, retrocede. Hace el amago de una retirada. Y, en segundos, acelera. Maduro ya no se conforma con sembrar el miedo en sus adversarios. Ha subido al escalón más alto de la cadena represiva: necesita el terror para desmovilizar a la gran masa que se ha tirado a las calles. Resulta curioso el anverso y el reverso del presidente venezolano. Una de sus caras lo muestra como un dictador implacable, capaz de llevarse por delante a todo el mundo, incluida una bebé de dos meses. Y la otra cara, lo muestra en algo tan ligero como un baile. Como si la muerte fuese algo frívolo. Él siempre ha sido así. La crueldad forma parte del libreto de la revolución.

* (Caracas, 1963) Analista política. Periodista egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV).



Costos, represión y paz.



Simón García.

El 21 de diciembre, Nicolás Ceacescu, en una concentración de apoyo, anunció aumento de salarios y pensiones, mejoras en el servicio de calefacción y blablablá. Pero, los rumanos ni le creían ni soportaban más la crisis.

Tres días después, con una protesta creciendo desde Timisoara a Bucarest, la seguridad presidencial llamó para evacuar al presidente. La respuesta del piloto del helicóptero, un Coronel, fue: “díganle que lo siento, pero él está sólo. Afuera hay un pueblo en rebeldía”.

Acudo a la anécdota para indicar que el llamado costo de salida no es idéntico para todos los altos funcionarios. En esos episodios, el Ministro de la Defensa no se aferró al poder y devolvió los militares a los cuarteles. Paró una mortandad que segó 162 vidas en una semana. Supo percibir a tiempo que su costo de salida no era infinito.

Los venezolanos han protagonizado una admirable gesta de protesta, mucho más numerosa, extendida y sostenida que la que hizo huir al anterior dictador, Marcos Pérez Jiménez. Las muertes en enero de 1958 estuvieron muy distantes de la represión genocida que una cúpula escala día tras día.

La nación está en estado de rebeldía pacífica contra una camarilla que actúa fuera de la Constitución, viola los derechos humanos y desconoce a la comunidad internacional. Maduro no puede invocar una Constitución que apuñala y pretende sustituir por un texto que proporcione impunidad y perpetuidad a una dictadura militar civil.
La rebeldía ante un poder ilegal e ilegítimo busca restablecer la Constitución de 1999, rechazar una Constituyente sin voto universal y convocada no por el soberano sino por un acto de usurpación de Maduro.

El odio, la división, la discriminación y la persecución llevada a cabo durante años explica algunos hechos violentos, aislados y que pueden ser usados para confundir sobre la ventaja moral de librar una lucha con las banderas de la paz y la democracia. Responder a la violencia armada, ejecutada por militares y colectivos paramilitares con radicalismos extremos, carece de sentido y eficacia.
 
La represión de Maduro y Padrino es propia de un ejército de ocupación. Levanta el trapo rojo de que el país se encamina a una guerra civil para intimidar a los que protestan y brindar justificación a considerar a los ciudadanos como enemigos a exterminar físicamente.

La mayoría de los venezolanos, con la participación de seguidores actuales del gobierno, va a conquistar la paz. Sólo hay que restablecer la vigencia de la Constitución de 1999, devolverle sus atribuciones al poder legislativo, abrir el canal humanitario , liberar a los presos políticos y establecer un cronograma electoral sobre las elecciones pendientes y la anticipación de las presidenciales.

La calle obligará a una negociación que será un final en paz del régimen, sin rendición, venganzas o impunidad. Tiempos de libertad, justicia y reunificación

sábado, 13 de mayo de 2017

La rebelión cultural precede a la rebelión política

Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigos lectores, en el transcurso de las últimas semanas hemos sido testigos de una intensa movilización ciudadana en las principales capitales del país. Estas marchas o plantones han estado imbuidos de un espíritu cívico, pacífico y democrático. En mi opinión, las situaciones de violencia acaecidas han sido mayoritariamente inducidas por agentes provocadores y/o `por la represión de las fuerzas de orden público que han impedido el desplazamiento (garantizado por la Constitución de la Republica) de estas marchas ciudadanas. En fin, en estos últimos cuarenta días la resistencia cívica se ha hecho sentir y ha mostrado su indoblegable voluntad de persistir en las calles hasta que se restituya el ordenamiento constitucional.

Hay un aspecto sobre el cual quiero detenerme. Me refiero al tema conocido como “climas culturales”. Es indudable que cada coyuntura tiene su espíritu; ciertos climas, pocas veces formalizados, pero de gran influencia en nuestra manera de pensar y hacer política. Y, desde luego, tienden a deteriorarse con el paso del tiempo.

El mundo de vida, por ejemplo, que el chavismo intento vender a la población se encuentra agotado y en franco proceso de devaluación simbólica. En otras palabras, su construcción política de la realidad está depreciada y, en consecuencia, su capacidad de llegar a la población se ha reducido dramáticamente. Se ha enturbiado el clima cultural socialista que se intentó imponer en esta década y media de control de los aparatos del Estado. Las quemas de la imagen de Chávez, la destrucción de sus esculturas en algunas ciudades del país expresan el cambio que se está operando en el ámbito cultural en el país.

Ahora bien, los sectores democráticos en su actividad diaria están desarrollando un nuevo clima cultural en sustitución del socialista. Esta gestación, la mayoría de las veces, no es consciente y sobrepasa la idea tradicional de cultura política que prevalece en la mayoría de los actores dentro de la oposición democrática.

Voy a intentar explicar esta idea con algunos ejemplos del acontecer político reciente. Para tal fin me voy a valer de algunas imágenes icónicas producidas al calor de las marchas acaecidas en nuestras ciudades. 

El joven desnudo que se aproxima y escala la tanqueta de la Guardia Nacional; la señora de la tercera edad que intenta detener el desplazamiento de una tanqueta; las jóvenes que muestran su senos al descubierto; los peloteros de las grandes ligas que abogan por la paz y cese de la represión; los jóvenes músicos que marchan ejecutando sus instrumentos, son algunos de los ejemplos que ilustran el nacimiento de un nuevo clima cultural que proporciona sostén y mayor credibilidad a las justas reivindicaciones políticas de la población. En un cierto sentido, estas imágenes enseñan que la manera icónica de contar la realidad es crucial para llegar con efectividad a la población y contestar, en el ámbito de lo simbólico, al decadente socialismo del siglo XXI.

Parece apropiado, entonces, incentivar la contestación cultural al régimen. Impregnar las marchas con contenidos de resistencia simbólica que acompañen y refuercen los de naturaleza política. Me atrevo a sugerir la posibilidad de transformar las marchas en una suerte de happening cultural y político. Solicitar la colaboración de grupos culturales, teatro, artistas plásticos etc. Su participación permitiría empapar a los plantones de un nuevo contenido simbólico. En otras palabras, se pretende que la presencia de la gente en las calles anuncie el nacimiento de un nuevo clima cultural que sustituya el socialista y proporcione sostén a la nueva democracia en gestación.

No tengo dudas. La rebelión cultural precede a la rebelión política y constituye un fuerte obstáculo a la posibilidad de la restauración del caduco clima cultural del pasado.

En la actual coyuntura, la política es así.





MADURO CONTRA EL ABATE SIEYÈS


Orlando Arciniegas D.
Como sabemos, el lunes 1 de mayo del corriente, Nicolás Maduro, en su condición de presidente de la República, y en posesión de supuestas facultades constitucionales señaló: “Con el pueblo, con la clase obrera, convoco al poder constituyente originario del pueblo”; y, por la noche, procedió a firmar el decreto de convocatoria para “reformar el Estado y redactar una nueva Constitución”. Aristóbulo Istúriz, hace poco vicepresidente y ahora el ministro para las Comunas, respondió a una periodista que Nicolás Maduro “tiene el derecho a convocar dicho proceso de acuerdo al artículo 347 (de la Constitución)”. A otro periodista, otrora constituyente, el ministro había respondido que no habría referendo de consulta al pueblo, el titular de la soberanía y del poder constituyente, según la teoría constitucional, pues “la Asamblea Nacional Constituyente ya está establecida en la Constitución”. Declaración rotunda.

Estas afirmaciones, por otra parte, han sido respondidas por constitucionalistas y opositores políticos como interpretaciones equivocadas, o hasta malintencionadas, del texto constitucional correspondiente a los artículos 347 y 348, los artículos que remiten directamente al tema en controversia. A la par que se examinan los propósitos hasta ahora ocultos de tendría la nueva Constituyente. Razones que justifican que cada quien lea los artículos constitucionales de marras y saque sus propias conclusiones. Antes de transcribirlos, conviene señalar que la interpretación jurídica asigna a las normas constitucionales una determinación mínima del Derecho, lo cual se fundamente en la posibilidad de asignarles un significado literal como guía de soluciones interpretativas. Una especie de advertencia para evitar cualquier “sobrevuelo” hermeneútico. Al grano:

“Artículo 347. El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”.

Decir “el pueblo de Venezuela”, huelga decirlo, es el conjunto de los ciudadanos, gracias al concepto de ciudadanía universal (todos ciudadanos, sin más limitaciones que las legales), al que hemos llegado después de vencer conceptos como el del “sufragio censitario o restringido”, y de haberse conseguido, en el s. XX, los derechos políticos plenos para la mujer. El conjunto de los ciudadanos, no es otra cosa que la “nación venezolana”. La Nación, advertimos, es un concepto fundamental de la teoría política y de la constitucional. Gracias sobre todo a Sieyès. Emmanuel-Joseph Sieyès (1748-1836), sacerdote y brillante político francés, a quien se llamara “el Descartes de la política”.

Lo que tal vez exige una mayor atención es el concepto de “poder constituyente originario”. Para allá vamos, pero antes volvamos a la Nación. La “Nación”, siempre siguiendo a Sieyès, denota la colectividad real, el conjunto histórico-concreto de los habitantes de un país que trabajan y comercian, y que deciden dotarse de un Estado para garantizar la prosperidad económica, no la pobreza, así como para asegurar su libertad y sus derechos, y ponerlos a salvo de la precariedad del estado de naturaleza. Sieyès es también un teórico contractualista.

De este modo, la Nación es en un primer momento para Sieyès la comunidad anterior al Estado, el “aún no ser del Estado”, y de la que parte la voluntad soberana de establecer el poder político, pero no para alienarse sus derechos naturales, ni para escapar de un homo homini lupus (Hobbes), ni mucho menos para abandonar la soberanía nacional previa al Estado, pues la dicha soberanía se actualiza y realiza en el poder constituyente, permaneciendo en potencia que no en acto, en “la generalidad de los ciudadanos”.

Así que no cuesta mucho darse cuenta de las influencias que pesaron en la ocasión de la Constituyente de 1999 --y en anteriores--, en cuanto a la redacción del artículo 347:

“El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”.

Ergo, parafraseando a Sieyès, el poder constituyente (originario, porque funda y re-funda a la Nación) corresponde al pueblo de Venezuela en virtud de ser el titular de una soberanía que le viene del estado de naturaleza, la cual se actualiza y realiza en el poder constituyente, cada vez que sea necesario “transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”. En conclusión: el único que sí puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente es el pueblo de Venezuela. Al que habría que necesariamente consultar para conocer su voluntad. En consecuencia, lo que ha hecho Maduro al decir: “convoco al poder constituyente originario del pueblo”, sin haberlo consultado previamente, es un acto inconstitucional, una violación más de la Carta Magna, al arrogarse, nada más y nada menos, que la atribución propia del titular de la soberanía y del poder constituyente, el pueblo de Venezuela.

El contrabando que el oficialismo pretende introducir parte de una mala lectura del artículo 348 constitucional:

“La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrá hacerla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros; la Asamblea Nacional, mediante acuerdo de las dos terceras partes de sus integrantes; los Consejos Municipales en cabildos, mediante el voto de las dos terceras partes de los mismos; y el quince por ciento de los electores inscritos o electoras en el registro electoral”.

Como se puede apreciar, a lo que se refiere el artículo es al señalamiento de los factores que pudieran tomar la INICIATIVA de convocatoria. Cosa que ya vimos en la ocasión de la anterior Asamblea Constituyente, la de 1999, cuando la iniciativa correspondió al entonces presidente constitucional, Hugo Chávez Frías, lo que conllevó la realización de un referéndum consultivo al único titular de la soberanía y del poder constituyente, el pueblo de Venezuela, es decir, al universo total de los ciudadanos que aparecemos en el padrón electoral de esta nación.

Así que Maduro, prevalido del poder armado, como otras veces, intenta saltarse un importantísimo precepto constitucional, el 347, pretendiendo a la vez desconocer, para nuestra vergüenza, la inmensa contribución del abate Sieyès a la civilización, los conceptos de Nación soberana y poder constituyente. La política, el derecho y los ciudadanos venezolanos se lo sabrán demandar.


DE LA CRISIS CONSTITUIDA, AL PODER CONSTITUYENTE.


Rafael Grooscors Caballero
Fueron tres ángeles del mal los que hipócrita y perversamente mancharon el siglo 20: en el octubre ruso, en 1917, Vladimir Ilich Uliánov (Lenin), con su Revolución Bolchevique; en 1922, cinco años después, Benito Andrea Mussolini y sus “Camisas Negras”, en nombre del Fascismo, “Estado Corporativo”, en Roma y más de una década posterior, en el Reichstag, Parlamento alemán, en 1933, Adolfo Hitler y su “Mein Kampf” (Mi Lucha) encargados de llevar al mundo a la más grande desviación del proceso evolutivo del hombre sobre La Tierra.

Comunismo, fascismo, nacionalsocialismo o “nazismo”, todos consagrando al Estado por encima de la sociedad y del valor del individuo, en nombre de un “pueblo” que tenía que estar inscrito a su lado. “Dentro del Estado, todo; fuera del Estado, nada”. Teorías falsas que la historia se encargó de rebatir, sin que por ello se hubiese impedido que, de vez en cuando, en países de débil cultura política, volviesen sus ideas a encandilar “colectivos”, ingenuamente convencidos de su “bondad”.

Es el caso nuestro, en el día de hoy, con un “pueblo” cuyo tamaño, desfigurado, inexistente, se presenta como fundamento de un régimen, sin orden, ni concierto, temerariamente encaminado a destruir a Venezuela, “por las buenas, o por las malas”.

Un régimen, cuya errática gestión ha “constituido” una crisis de “pronóstico reservado”, hambre, miseria, desolación, persecución y castigo para las grandes mayorías, para concluir proponiendo una “constituyente”, a modo de señalar una vía para desandar su atropello.

No es la primera vez que se da el caso. Los que no aciertan y se aproximan al filo del abismo, en su desespero, se traicionan y mencionan los títulos de la sanción que merecen, a través de la cual debe ser redimido su pecado. La ilegitimidad y la carencia de virtudes, ante la crisis “constituida”, hacen que el régimen demuestre que sabe que no puede llegar hasta el final. Y por eso propone una “constituyente” para obviar lo “constituido” y ¡volver a empezar! Más fascismo que comunismo; más camisas negras que boinas rojas; nazismo puro y los “arios”, armados, abarrotando los linderos comunales falsificados.

Pensamos que la misma Constitución de origen “chavista”, concebida, quizás, para otra época, tiene los indicativos, las herramientas indispensables, para “sacar de quicio” a los intrusos, adueñados ilegalmente del Poder. Y para, de una vez, corregir las debilidades estructurales de una República, a la que deben dársele las llaves para que abra, sin demoras, las puertas del futuro.

Otra Constituyente, pero de verdad, prevista para que sea convocada, en propiedad, por el Poder Originario, por el soberano, en ejercicio electoral genuinamente democrático, mediante votación universal, directa y secreta, sin sectores privilegiados que valgan unos más que otros, sino instrumentando el único modelo posible en democracia: “un hombre, un voto”.

Y para ello, ya hay una organización respetable trabajando, en la recolección del 15% de las firmas de los integrantes del patrón electoral –tres millones, aproximadamente— para ir a fondo a poner orden en un país con una pesada carga de desorden: la Asociación Nacional Constituyente. Todo lo que hay que hacer, como se hizo en 1999, es confeccionar una pregunta y tramitarla, vía referendo, para que la legítima expresión del soberano recupere para Venezuela, la fortuna perdida.

Sugerimos un texto, basados en nuestra experiencia y nuestro conocimiento del medio ambiente humano nacional:

“¿Está Ud. de acuerdo en convocar, en base a lo dispuesto por la Constitución vigente y como representante del Poder Originario del soberano, a una Asamblea Constituyente, fundamentalmente para perfeccionar a la actual Constitución, en cuanto a la organización de la República democrática de Venezuela, incluida la descentralización y la autonomía plena de los Estados y para establecer sanciones, tanto a funcionarios públicos, cualquiera que fuere su rango, como a todo aquel que aparezca incurso en actos violatorios de su texto y de su espíritu, así como de los derechos humanos universales, expresamente los referidos a la libertad y a la justicia? SI____ NO____”


sábado, 6 de mayo de 2017

¿Se está fraguando en las calles una nueva versión de la democracia?


Nelson Acosta Espinoza.
La semana que concluye ha sido escenario de un sin número de actos violentos de distintos signos. Por un lado, la represión policial ha escalado y hasta el momento 32 jóvenes venezolanos han perdido la vida y más de 700 han resultado lesionados. Desde luego estas estadísticas son las oficiales. Es lógico presumir que las bajas, heridos y detenidos alcanzan cifras por encima de las reportadas por agencias gubernamentales. Por otro lado, se han producidos saqueos sin que las fuerzas de seguridad hayan intervenidos para impedir su realización. En fin, la situación política y social del país tiende a deteriorarse a pasos acelerados.

En marco de estas circunstancias, el gobierno ha diseñado una repuesta política que supone le permitiría un “reencuadre” de su narrativa para ajustarla a las circunstancias de este momento político. Me refiero a su propuesta de convocar a una constituyente y utilizarla como una alternativa a la violencia que se supone promueve los sectores democráticos. Voy a detenerme en este punto e intentar explicar las debilidades jurídicas y narrativas de esta iniciativa del oficialismo.

En principio, como ha sido advertido por reconocidos constitucionalistas, esta decisión adolece de los requisitos para poder ser considerada como una oferta de naturaleza constituyente. En principio, el Presidente puede tomar la iniciativa de convocatoria a la Asamblea Constituyente. Sin embargo, el único que puede convocar a una constituyente es el pueblo y, en consecuencia, habría que someter a referendo la propuesta para que sea el poder originario (pueblo) el que decida si apoya la instalación de la Constituyente. Y este requisito es el que precisamente quiere evitar el gobierno. De ahí el carácter comunal de esta espuria convocatoria.

Esta Constituyente “comunal” estaría integrada por organizaciones sociales controladas por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). De sus 500 miembros, la mitad sería designada por obreros, estudiante, campesinos y otros sectores, quienes escogerían entre ellos sus representantes. En un artículo publicado en el portal Prodavinci, el abogado José Ignacio Hernández razonó sobre este particular en los términos siguientes: “Esa selección podrá ser ‘directa’, pero en modo alguno es una elección consecuencia del derecho constitucional al voto, ni mucho menos, consecuencia del derecho de todo ciudadano a optar a cargos de elección popular”. En fin, el gobierno orienta sus pasos hacia la instauración de un régimen de naturaleza corporativa a la usanza del fascismo italiano de la década de los años veinte.

Esta iniciativa va acompañada, igualmente, con el diseño de una narrativa que intenta escindir el ámbito de la política en opciones mutuamente excluyentes: constituyente o violencia. El oficialismo, desde luego, intenta revivir un esquema narrativo que en el pasado tuvo un relativo éxito. Sin embargo este ensayo, a mi juicio, se encuentra agotado.

La comunicación política tiene una expresión que conceptualiza este desgaste y su pérdida de capacidad explicativa y aglutinadora de identidades: cronificacion. ¿Qué implica esta característica? En términos sencillos significa que el relato muta hacia una retórica habitada solo por repeticiones y estereotipos, reiterando fórmulas que se transforman en etiquetas y que pierden conexión con la realidad mutante de la política.

El discurso bolivariano, sin lugar a dudas, se ha rutinizado y perdido la potencialidad interpelativa que lo caracterizaba en el pasado. La propuesta constituyente es una narrativa que intenta superar estas carencias y salir al paso a una situación política y social adversa al gobierno.

Por otro lado, esta situación permite la emergencia de “contrarrelatos”. A mi juicio, el punto de partida de esta nueva narrativa debería ser la épica y heroicidad mostrada por la población en las distintas marchas acaecidas a lo largo de estos últimos treinta días.

Los sectores democráticos tienen ante sí una oportunidad histórica para desplazar la narrativa bolivariana y remplazarla por una democrática y constitucionalista. La épica ciudadana debería ser su punto de partida.

En fin, en las “calles” se está fraguando una nueva versión de la democracia.

No tengo dudas, la política es así.













Ajedrez en tiempos de gesta

Carlos Rojas Malpica

A juega una partida de ajedrez con B, quien lo ha puesto en jaque. Haga lo que haga estará en jaque mate en tres jugadas. A decide que de aquí en adelante moverá los alfiles como caballos y viceversa, además le roba (le mata) cuatro peones a B, quien no acepta esas nuevas normas y reclama al árbitro. Pero el árbitro le da la razón a A. B decide retirarse del juego. A lo amenaza con un martillazo si no acepta perder ¿Quién ganó el Juego?

La oposición reclama libertad de los presos políticos, restitución del orden constitucional, reconocimiento de la Asamblea Nacional elegida por el pueblo en legítimos comicios el 6 de diciembre de 2015, y celebración de elecciones pendientes de acuerdo con la Constitución. El TSJ decide confiscar los poderes de la Asamblea Nacional, por una decisión inconstitucional. La Fiscal General de la Nación denuncia la inconstitucionalidad de la decisión. La Comunidad Internacional (OEA, Parlamento Europeo, Mercosur, Alto Comisionado de la ONU) apoya las peticiones de la oposición. Maduro no cede. SEIS MILLONES de venezolanos se vuelcan a protestar en las calles de todo el país por la ruptura del orden constitucional el 19 de abril de 2017. Maduro concentra unos cuantos miles en la Avenida Bolívar de Caracas. Su popularidad está en el suelo, una encuestadora calcula su apoyo en cerca de 10% de la población. Está contra las cuerdas. Entonces decide convocar una “Constituyente Comunal” por un mecanismo y unas reglas que no están previstas en la Constitución. La oposición y la Comunidad Internacional consideran que la propuesta es un fraude constitucional. La Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica expresa nítidamente que esa es una propuesta inconstitucional y da su respaldo a las luchas del pueblo en las calles. Sin embargo, las FAN/TSJ y CNE respaldan la propuesta sobrevenida de Maduro ¿Quién gana el juego?

Aunque algunos piensen lo contrario, la propuesta de Maduro/FAN/TSJ/CNE representa un gran estado de debilidad y también que no tiene respuesta dentro del marco constitucional ante una oposición cada vez más fortalecida por su estrategia pacífica, constitucional, democrática y electoral y sus justas reclamaciones. Se trata de una estrategia que ha obligado al gobierno a salir del marco regulatorio de la constitución para conservar el poder. El gobierno es A y la oposición es B. A abandona las reglas porque se ve perdido y débil contra B. Como ha perdido toda su estructura argumental, debe inventar nuevas normas para ganar el juego.

Cada vez hay mayores evidencias de la debilidad del gobierno: Escasa capacidad de convocatoria, reducción brutal de su base de apoyo popular y graves fisuras internas de su organización y estructura política. La Fiscal General de la Nación ya no lo acompaña más y ha establecido una definición institucional de sus acciones. Intelectuales de alta significación (entre los que cuento un amigo al que respeto mucho) tampoco quieren seguir sus arbitrariedades. Algunos que fueron ministros de Chávez han expresado su rechazo a la eliminación de la Constitución de 1999 porque lo consideran una deslealtad con Chávez y su legado (Clíver Alcalá, Rodriguez Torres, Maripili Hernández, entre otros). Incluso han propuesto un Frente de Defensa de la Constitución. Aunque las FAN aparentan una imagen monolítica, Capriles informa de 85 militares detenidos. No se trata de “militares golpistas”. Muchos de ellos simplemente han pedido la baja o han expresado alguna opinión que molesta al régimen. No sólo son signos de debilidad, también de desmoralización.

Hay además, daños colaterales: la carta de Dudamel pidiendo el fin de la represión, la de Servando Primera, la del hijo de Tarek que de nuevo exige a su padre rectificar su comportamiento, el airado reclamo moral de los familiares de Padrino López, la manifestación de un equipo de fútbol venezolano antes de iniciar un juego y los jóvenes de la Orquesta Sinfónica Nacional despidiendo a un compañero caído en las luchas recientes, no son hechos aislados y deben ser justamente valorados. Son incluso, conmovedores. La tradicional separación entre el “este rico”, y por lo tanto “malo”, y el “oeste pobre” y “bueno” de Caracas, se ha desdibujado y han salido a marchar juntos en las últimas concentraciones. Lo mismo ha ocurrido entre el norte y el sur de Valencia, que el 19 de Abril y el 1 de mayo de 2017 marcharon juntos. Allí oímos gritar una novedosa consigna "Somos el sur……y no tenemos miedo". Al gobierno se le mueve el piso por todos lados. No sólo pierde apoyo social, sino que estamos presenciando una devastación de su capital simbólico. Hay desmoralización interna y fuerte repudio en vastos sectores de su tradicional base de sustentación. Además, internacionalmente está cada vez más aislado. La izquierda democrática latinoamericana ya no lo acompaña. Aunque haga trampas como A, sigue perdiendo el juego y está muy débil.

Esta nota, con la que no pretendo convencer a nadie, pero sí compartir opiniones entre los que ya estamos de acuerdo, no quedaría completa sin un comentario sobre el vídeo de Diosdado y Leopoldo López. Todo indica que está trucado, pero es bueno remontarse a los antecedentes. Cuando Chávez concurrió a su último certamen electoral, dijo que ni se acordaba del cáncer “de la pelvis” del que fue operado. O sea, ocultó la gravedad de su padecimiento. Luego de su traslado a la Habana para tratamiento médico, el gobierno se mantuvo ocultando la información sobre su estado de salud casi hasta su muerte. Incluso llegaron a leer una carta “suya” para UNASUR cuando ya estaba casi agónico. Creo que la fecha de la muerte aceptada por Maduro y su gente es la cierta, pero no porque lo digan ellos, sino porque lo dijo Bocaranda en sus runrunes. Además, nadie ha visto el Certificado de Defunción ¿Por qué lo ocultan? O sea, que el gobierno no tiene problemas en ocultar o manipular información si lo considera necesario o conveniente. Diosdado mostró como “prueba” la foto de unas armas de un “general golpista” que luego el periodista de CNN, Fernando Del Rincón, pudo encontrar en internet. Lo que dijo Mario Silva de Diosdado en su famosa grabación, no abona nada a la credibilidad del hombre del mazo ¿Por qué habríamos de creer en la veracidad de ese vídeo? Algo oculta con esa grabación. La falta de transparencia es otro indicador de debilidad. Las condiciones de reclusión de Leopoldo López son despiadadas. Cuando Chávez estuvo preso recibía muchos visitantes, tenía libros, televisión y teléfono. José Vicente Rangel le hizo una entrevista y entró con cámaras de televisión para grabarla. A Leopoldo López sólo le han permitido la visita de su esposa, la madre, los hijos y su abogado. Más nadie puede visitarlo. Ese es otro indicador de debilidad del gobierno. Demuestra que le teme a Leopoldo López. Tiene razón la familia de solicitar el auxilio de la Cruz Roja Internacional.

Esta es mi opinión y mi balance. No pretendo que sea “la verdad”, pero para mí el gobierno está débil, la oposición está fuerte, y debe seguir insistiendo en su línea pacífica, constitucional, democrática y electoral. Vivimos tiempos de gesta. Los resultados están a la vista…