lunes, 27 de agosto de 2012

La tragedia de Amuay



Nota: en la madrugada del sábado 25 de agosto, una enorme explosión sacudió al complejo refinador situado en la península de Paraguaná, estado Falcón. Grandes llamas redujeron a cenizas parte del parque industrial de la refinería de Amuay, que conforma este complejo, uno de los centros de procesamiento de petróleo más grandes del continente americano.

Por segunda semana consecutiva tenemos que reportar hechos lamentables sucedidos en Venezuela. Ayer fue la caída de un importante puente sobre el río Cúpira que une a la capital, Caracas, con el oriente del país.

Esta vez, un accidente con consecuencias gravísimas: pérdida de numerosas vidas humanas (cercanas a las 50, según cifras oficiales) y una gran cantidad de personas heridas, algunas con terribles quemaduras. Lamentamos este suceso, que ha entristecido a toda la nación, sea cual sea su color político. Nuestras condolencias a todos quienes han sufrido las consecuencias de este terrible accidente. Nuestras palabras de aliento a quienes han sobrevivido y tienen ahora la difícil tarea de abordar un incierto día-a-día. A las familias que han perdido sus viviendas, sus enseres, sus seres queridos, ánimo, ya vendrán tiempos mejores. A los comerciantes que por causa de esta tragedia ven reducidos a escombros sus negocios, calma: ya vendrán nuevas oportunidades. Llorar lo perdido no les hará recuperarlo. Trabajar para un futuro mejor, eso si les podrá ayudar.

Sabemos lo duro que será aceptar los hechos. Que se culpará a tal o cual persona por el accidente. Que la recuperación, tanto psíquica y moral como material, será larga y complicada. Aunque no sirva de ejemplo, por aquello de "mal de muchos, consuelo de tontos", pensemos por unos instantes la terrible situación en que se encuentran nuestros hermanos en Siria: un país acogotado por la guerra, por la insania de un gobernante y su equipo, que ha llevado a ese hermoso y hospitalario país a la perdición, la ruina y la desgracia. Donde cientos de personas mueren -o peor aún, sobreviven con dolorosas heridas, mutilaciones y enfermedades- cada semana, sin que el mundo parezca, hasta el momento, compadecerse y ayudar parar de una vez esta locura de poder.

Pronto, más pronto de lo que imaginamos, los sucesos de Paraguaná serán parte de un pasado triste y doloroso. Entre tanto, les damos a nuestros conciudadanos lo único que podemos darles: ánimo para continuar en la lucha por la vida, calor humano a quienes tanto han perdido, comprensión por su dolor y sus pérdidas. A todo el pueblo de Venezuela, en especial al de Paraguaná, nuestras palabras de apoyo ante tan terribles circunstancias.

Finalmente, unimos nuestra voz a las que han solicitado una investigación seria sobre lo ocurrido que establezca causas y responsabilidades y proponga las medidas necesarias para que un suceso de esta naturaleza no vuelva a ocurrir.

Los otros accidentes

La explosión del sábado es el peor accidente ocurrido en la industria petrolera venezolana en los últimos 30 años y el séptimo de una serie de incidentes ocurridos en el Centro Refinador de Paraguaná. En enero, se incendió un sector de la Unidad de Destilación 1 y días más tarde, un desperfecto en la planta PVAY-2 provocó una paralización temporal. En febrero, hubo otro incendio en la refinería de Cardón. En marzo, se produjo una explosión en la unidad de hidroprocesos número de Amuay y en Cardón, una falla en una línea de aire. Y en mayo, el complejo entero se paralizó a causa de una falla eléctrica.

En Guayana la clase obrera no fue al paraiso



No hay duda: salieron respondones los obreros de las industrias básicas de Guayana. Un acto organizado  en una zona de seguridad y alejada  de los  centros poblados, (Caruachi), fuertemente custodiada a la cual solo tuvieron acceso los trabajadores seleccionados por las autoridades escenificó la ruptura del comandante con la fuerza laboral de la región. Una reseña periodística describe lo allí sucedido: “No pocos trabajadores gritando y pidiendo contratos colectivos, abandonaban el acto, mucho antes del “corte” de la cadena. Las cámaras evitaban enfocarlos. Maduro los regañaba a gritos. El personal de seguridad les advertía que “el que salga no entra de nuevo”. Demasiado tiempo aguantando y demasiados motivos de reclamo. Se hizo incontenible.
Esta actitud rebelde tiene sus antecedentes. Mencionemos dos: la derrota que los trabajadores de Ferrominera le propinaron al gobierno y el extraordinario acto popular organizado por Henrique Capriles en Ciudad Bolívar.
Definitivamente, el socialismo del Siglo XXI no cuenta con el respaldo de los trabajadores de las industrias básicas de Guayana. El incumplimiento de las promesas, aunado a la orden presidencial de prohibir los contratos colectivos; la pretensión de eliminar conquistas como los HCM, subsidios escolares, aportes a viviendas y la descalificación de los trabajadores al llamarlos “privilegiados que quieren vivir como los ricos” selló el distanciamiento de este núcleo  con el llamado socialismo del Siglo XXI.
En 1971, Elio Pietri dirigió una excelente película denominada “La classe operaia va in paradiso”. Protagonizada por  Gian Maria Volontè. La narración transcurre en una fábrica e intenta analizar las relaciones que se establecen entre el hombre y la máquina, el sindicato y la nueva izquierda, las protestas estudiantiles y las luchas obreras. El desenlace final es altamente alegórico: el protagonista Lulu (Gian María Volontè) delira con la existencia de un muro que debe derribar, detrás del cual se encuentra el paraíso de la clase obrera.
Bien: tomemos esta última metáfora. Así pues, en Guayana se inició el derrumbe del muro socialista del siglo XXI. Su desplome abre camino al proceso democratizador de las estructuras de poder del sindicalismo guayanés y del país.
En Caruachi, en la Guayana venezolana, en el corazón del mayor centro obrero del país, se demostró que el socialismo de Siglo XXI no conduce a los trabajadores al paraíso.

Chávez durante la cadena nacional suspendida en Guayana

sábado, 25 de agosto de 2012

¿Cual derecha? ¿Cual izquierda?



Plinio Apuleyo Mendoza
El Tiempo, Bogotá, 16/08/2012

Izquierda es una palabra que luce como una flor en la solapa. Y derecha, un rótulo sombrío que nos endilgan a quienes nos permitimos recordar unas cuantas verdades de Perogrullo.

¿Qué duda cabe? Izquierda es un bonito sello ideológico. Cobija a personalidades tan emblemáticas de esta tendencia como Ernesto Samper, Piedad Córdoba o Navarro Wolff, a un buen número de columnistas y a los dirigentes del Partido Liberal, de Cambio Radical, del Partido Verde y desde luego del Partido Comunista y del Polo Democrático, así como a buena parte del Partido de la U y ahora a quienes se congregaron en Medellín en busca de una alternativa nueva y distinta del uribismo y el santismo.

¿Qué los une? Propuestas tan atractivas para los estratos populares como la lucha contra la pobreza, el incremento del gasto social, servicios públicos a bajo costo, reformas agrarias encaminadas a quebrar latifundios y una política fiscal y una planificación económica que permitan una real redistribución de la riqueza. Todo ello, claro está, a cargo del Estado.

Sin embargo, tan ambiciosos proyectos suelen encubrir dos posiciones ideológicas opuestas: la que se identifica con la socialdemocracia y la que ahora anda tras el llamado Socialismo del Siglo XXI. La primera agrupa al liberalismo, Cambio Radical y otros partidos cercanos al Gobierno. La segunda al comunismo, al Polo Democrático y, aunque difieran en sus medios de lucha, a las Farc y al Eln.

El rasgo distintivo de todos cuantos en Colombia se consideran de izquierda es la satanización de quienes no compartimos sus concepciones imponiéndonos el rótulo de derecha o de extrema derecha y presentándonos como cavernícolas, amigos de los privilegios y enemigos de las reivindicaciones populares.

Así quedamos catalogados, por cierto, los voceros de un pensamiento liberal (no el de doña Piedad, sino el de Adan Smith, Von Misses, Hayeck o Jean François Revel). De poco valen que los liberales de Hispanoamérica intentemos demostrar cosas que deberían resultarle a todo el mundo obvias. Así, como nosotros, debieron sentirse los discípulos de Galileo cuando era vista como una herejía su meridiana verdad de que la Tierra era redonda.

¿Cuál es nuestra herejía? Decir, por ejemplo, que la pobreza se derrota mediante un modelo liberal como el de Chile o de los 'tigres asiáticos'; modelo que se apoya en el esfuerzo privado, el ahorro, las inversiones, el adelgazamiento del Estado, la supresión de sus asfixiantes trámites y regulaciones y de los monopolios estatales, empresariales y sindicales y, sobre todo, a fin de dar paso a una verdadera economía de mercado, la búsqueda de una educación de alto nivel como la que puso a Singapur en el primer mundo. Decimos también que entre nosotros el Estado, manirroto, pésimo administrador, mal empresario, genera burocracia y clientelismo y una cultura del trámite. No cumple, en cambio, las funciones que son de su exclusiva incumbencia, como el orden público y la administración de justicia, dejándonos expuestos a la inseguridad y a la violencia.

De modo que nuestro Estado no es, como cree la izquierda, el remedio para combatir la pobreza sino parte del mal. Su único y real beneficiario entre nosotros es la clase política. En sus predios, monopolios y servicios pasta una profusa burocracia, que eleva el gasto público y es entorpecedora, deficiente. "Adelgazar al Estado -dice Mario Vargas Llosa- es la mejor manera de modernizarlo y moralizarlo. Se trata, sobre todo, de poner fin al reglamentarismo kafkiano y a los controles paralizantes y al régimen de subsidios y de concesiones monopólicas, de prendas y dádivas".

Todo esto para nuestra izquierda son herejías de derecha. Los rótulos son su arma de guerra. Izquierda es una palabra que luce como una flor en la solapa. Y derecha, un rótulo sombrío que nos endilgan a quienes nos permitimos recordar unas cuantas verdades de Perogrullo.

domingo, 19 de agosto de 2012

El de Cúpira no es de película


Nota: El miercoles 15 de agosto se cayó un puente sobre el rio Cúpira, estado Miranda, en la vía que comunica a Caracas con el oriente del país. Barlovento y toda la región oriental han quedado así aisladas y la única vía de acceso es a través de la carretera por los llanos, en muy mal estado. Cabe señalar que el presidente del Centro de Ingenieros del estado Anzoategui (uno de los estados afectados por la rotura del puente), Fredy López, indicó que el puente estaba deteriorado desde 2008 y que en 2010 el CIV realizó un análisis de todos los puentes e hizo un informe con recomendaciones para corregir anomalías pero el gobierno nunca lo tomó en cuenta y de ahí el desplome de varios puentes en el país. "La culpa de este nuevo colapso es la irresponsabilidad del Ejecutivo nacional por no tener política para preservar en buen estado estas instalaciones que unen a los estados", consideró. 

Los puentes han sido usados como metáforas en películas prestigiosas. David Lean (1957), Richad Attenboroug (1974) y Clint Eastwood (1995) respectivamente dirigieron tres extraordinarios film donde esta imagen juega un papel importante. El puente sobre el Río Kway, es quizás, la más impactante. Protagonizada por Sir Alec Guinness y William Holden narra el ego desorbitado y los delirios de grandeza de dos oficiales de las potencias imperiales en contienda. Emociones desbordadas en torno a la obstinada construcción de un puente sobre este río. “En un puente muy lejano” se describe la tozudez de una operación militar destinada a tomar el de Arnhen (Holanda). Al igual, que en la fabula de la zorra y las uvas, este fracaso bélico es racionalizado con la frase, título de la película, “intentábamos tomar un puente demasiado lejano”. Finalmente en “Los puentes de Madison” el amor maduro y apasionado emerge de la profundidad de una soledad encarcelada en la rutina de una vida familiar ejemplar. Tres films, donde esta imagen juega un rol tangencial.

El que estaba situado sobre el río Cúpira no es símbolo o alegoría de alguna ficción relatada en algunas de las películas producidas por la industria nacional del cine. Tareck El Aissami (Ministro del Poder Popular para las Relaciones Interiores y Justicia), Elías Jaua (Vicepresidente Ejecutivo de la República Bolivariana de Venezuela) y Juan Garcia Toussaintt (Ministro de Transporte Terrestre) no son actores ni quieren emular las ya mencionadas estrellas de estas películas donde los puentes forman parte de la historia. Son protagonistas de reparto de otro relato: la ruina que conlleva el proyecto del socialismo del siglo XXI.

El puente caído de Cúpira es un símbolo de este fracaso. Vale la pena recordar que este no es el único desastre vial de esta administración. El 19 de Marzo del 2007 el Viaducto No. 1 de la autopista Caracas-La Guaira colapsó, con tremendas consecuencias para el país. 
El viaducto Nº 1 antes de que colapsara

En ambos casos los funcionarios hicieron oídos sordos a las advertencias de los distintos entes de la sociedad civil involucrados en estos temas. Por ejemplo, el Colegio de Ingenieros de Venezuela.

Lo que quedó del Viaducto Nº 1


No vamos a insistir sobre el nivel de ingresos que ha obtenido esta gestión de gobierno (los más altos de nuestra historia republicana). Diversos analistas han mostrado como el ingreso petrolero no genera bienestar. Por el contrario, cuando no es subordinado a una estrategia de progreso, es causante de la enfermedad fiscal “holandesa”: inflación, sobrevaluación, crisis fiscal, corrupción, entre otros síntomas. El puente de Cúpira y el Viaducto No. 1, entre otros ejemplos, atestiguan esta virulencia.

Es otro el significado que podemos otorgar a estas tragedias viales. Los puentes que conectaban el chavismo con la sensibilidad popular, al igual que el de Cúpira, se encuentran resquebrajados. En consecuencia, hay espacio para derrotar política y electoralmente al chavismo. La acción mancomunada de todos abrirá el camino hacia la victoria.

No tenemos duda: los puentes para acceder al poder no están lejanos.

Gana quien cuente la mejor historia



Prof. Asdrúbal Romero M.

Hace aproximadamente un mes se colgó en YouTube el video La Historia de Inés. Al día de hoy lo han visto 351 personas. Un esfuerzo aparentemente perdido a la luz de las expectativas de quienes participamos en su producción. ¿Qué fue lo que nos motivó? Creo que bien vale la pena documentar para la microhistoria de esta campaña, la respuesta a esta interrogante; y esa es la razón de estas líneas.



La Historia de Inés es un vídeo de casi dos minutos que apela al uso del “storytelling” (cuentacuentos) como herramienta de marketing político. Como reiteradamente lo dice mi buen amigo, Nelson Acosta, unas elecciones las gana quien cuente el mejor relato. Si revisamos la historia política de este país en las dos últimas décadas, Chávez es el actor político que ha venido contando el mejor relato. De hecho, se las ha ingeniado para envolver a una mayoría de venezolanos con él. Y aunque en esta campaña su poder encantador luce debilitado –aún no nos atrevemos a predecir en cuánto-, todavía sus asesores de campaña siguen apelando al storytelling.



Quizás el mejor ejemplo sea el del video en el que su personaje central, y voz narradora, Andrés Antonio Ospino nos habla de su pobre vida “hasta que llegó el bolívar este” y aparece la foto de Chávez. Luego, nos enseña su paraíso, un apartamento muy bien equipado, logro de la Misión Vivienda, para finalizar, acompañado de una catajarria de hijos, diciéndonos que después de Dios, está su “Comandante”. Este sencillo video tuvo un significativo impacto comunicacional, a juzgar por la cantidad de gente que lo comentaba y la difusión que obtuvo el mensaje central: "Después de Dios…" –no lo voy a repetir no vaya a ser que me lo termine creyendo…

El vídeo en cuestión es una magnífica lección de buen storytelling. Por supuesto, un receptor de ese mensaje con mediana formación se dará cuenta de la implícita manipulación que él conlleva. Se nos habla de una especie de Kino: por cada familia objeto de un premio casi setenta familias seguirán viviendo el drama de no tener una vivienda digna. Supongo que eso poco importa a los productores del video promocional de su candidato, su objetivo es seguir alimentando la esperanza en esos pobres de que el Comandante algún día los pondrá a vivir en un apartamento tan bonito como ese. Con él fuera de la Presidencia, ya no habrá posibilidad. Cuando la verdad es que, de seguir en la Presidencia, la relación entre los que no obtienen el premio y los pocos que sí lo obtienen se irá incrementando a un ritmo escandaloso. Pero, como dice el refrán: de esperanzas también se vive. Y ese tipo de vídeo sigue surtiendo su efecto, a juzgar por lo que me dicen jóvenes activistas que se han abocado a trabajar en las zonas más humildes. 

Me contaba una señora, toda consternada, que un anciano en la Plaza Bolívar de un pueblo del occidente de Carabobo, le reafirmaba que volvería a votar por Chávez a pesar de reconocer que las cosas no iban bien en el país. Después de su esfuerzo argumental por varios minutos, el viejito le insistía que él sabía que Chávez le daría su casita. Él también quiere ser protagonista de una de “esas tantas historias con final feliz” –así termina el video de Andrés Ospino.

¿Cómo contrarrestar mediáticamente ese tipo de mensajes vendedores de esperanzas? Esta fue la discusión que se planteó a nivel del Grupo de Comunicación Política del Comando Venezuela en Carabobo. Nos instalamos como una comisión más de las múltiples que fueron integradas a objeto de analizar y carabobeñizar el programa de gobierno de Henrique Capriles, un esfuerzo coordinado por el ex rector Ricardo Maldonado y Manuel Barreto. Pero nuestro objetivo fue elegido por nosotros mismos y era un tanto heterodoxo: analizar la campaña comunicacional, tratar de enriquecerla con un toque de diversidad local y, de ser posible, canalizar sugerencias hacia el Comando Central.

Una conclusión inicial fue que la campaña de Capriles se basaba más en lo racional que en lo emocional, al centrarse en la presentación de propuestas programáticas. No bastaba con eso, había que llegarle al corazón de la gente. El storytelling no estaba siendo usado con efectividad. Habían aparecido en televisión algunos videos en los que madres procesadoras de alimentos de una institución educativa en el estado Miranda en uno, jóvenes también mirandinos capacitándose para la microconstrucción en otro, etc., pretendían competir con Andrés Ospino vendiendo historias con final feliz.

Nuestra lectura: Capriles, partiendo de su experiencia como gobernador de estado, deseaba ponerse a la misma altura de Chávez en una competencia de éxitos vs éxitos. En opinión de varios de los miembros del grupo: ¡esto era, según ellos, un craso error!

Siempre ha resultado efectivo y, perfectamente legítimo que en la confrontación electoral donde una opción política pretende desalojar a otra que detenta el poder, la primera se aproveche de los fracasos en la gestión de gobierno de la segunda. Recordemos aquel video, un clásico de la comunicación política, en el que Luis Herrera Campins (1978) cierra con las preguntas: ¿Es esto lo que tú quieres que continúe? ¿Es esto correcto? En el inicio se presentaba a la recordada Carlota Flores con Aleida Josefina colgando de su brazo refiriéndose al engaño de Caucagüita. Aquel video resultó ser un revulsivo de esa campaña (que el después electo Presidente iba perdiendo). La Carlota fue una narradora efectiva, al igual que Ospino, pero de una historia del fracaso. Presentamos a continuación ese vídeo (tiene algunos defectos de sonido, pero igual sirve para ilustrar nuestro punto de vista). Tómese en cuenta que este vídeo fue publicado en 1978, hace ya 32 años.




Siendo éste un gobierno que lo ha hecho tan requetemal ¿Cómo es que una campaña comunicacional del candidato de la oposición no va a tratar de desmontar ese storytelling de la felicidad? ¿Acaso no existen infinitas anécdotas de la cotidianidad que vive el venezolano para integrar a nuestra campaña un cuento del estruendoso fracaso de este régimen? He aquí la tesis principal que sustentó nuestra idea de hacer un video piloto que ilustrara el “storytelling del fracaso”. Se plantearon varias ideas: un vídeo sobre el fracaso de la centralización del puerto de Puerto Cabello, pero su alcance era muy regional y requería de más recursos de producción; otro sobre la corrupción desmedida en los Consejos Comunales, Al final nos decantamos por uno que estuviera más articulado al relato del progreso que es el eje principal de la campaña de Capriles.

En La Historia de Inés se trata de cómo las posibilidades de progreso individual se han venido extinguiendo en este país. Se basa en una historia de Nelson Acosta, a la cual yo le imprimí el toque narrativo para convertirla en guión. Luego, la Lic. Rosalecia Pascazi, asumió la preparación del guión técnico y la producción del video, contando con el apoyo detrás de cámara de Ricardo Caputo. Mucha otra gente colaboró pero no los voy a mencionar para no hacerme cansón, excepto a nuestra improvisada actriz, Eucaris, que lo hizo muy bien para ser su primera experiencia. Estamos conscientes que el video tiene detalles de producción y de casting que pudieron ser mejorados, consecuencia de la rapidez y escasez de recursos con los que trabajamos. Después de todo, lo que pretendíamos era producir un video piloto que ilustrara en vivo la tesis que queríamos trasmitir. También es cierto que el video tiene más pegada con espectadores de clase media, porque la protagonista, siendo de origen humilde, ya logró posicionarse como un miembro de clase media que nos habla de cómo su historia de progreso, sus hijos, con mejor acceso a educación y recursos económicos, ya no podrán repetir. Esta es una crítica valedera que aceptamos. Al parecer es verdad que a vastos sectores de este país le es totalmente indiferente lo que padezcan los “riquitos” de clase media. Así nos han dividido. 

En todo caso: la posibilidad de hacer un storytelling dirigida a los sectores populares es perfectamente factible, sólo requiere de una efectiva investigación de campo. Ya no creemos que se haga, pues el tiempo se agota. Afortunadamente, la campaña de Capriles ha dado un giro muy positivo. Su penetración casa por casa, en el patio del otro, se ha convertido en un fenómeno mediático que bien compensa la ausencia de storytelling en su campaña y de entusiasmo y creatividad en el ámbito de muchos comandos regionales.

¿Podrá mantenerse en la cresta de la ola sólo con eso o requerirá de un mayor giro emocional hacia el final de su campaña?

Como punto final de este análisis sobre el storytelling, volvemos a colocar el excelente corto sobre las "pastillas para el dolor ajeno", que publicáramos hace dos semanas.


martes, 14 de agosto de 2012

El teatrero



La visión del Presidente tocando la guitarra me remitió a otras imágenes almacenadas en mi memoria: los conciertos al aire libre de la décadas de los sesenta y setenta. Desde luego, este espectácul de Chávez carecía del tono rebelde y contestarlo que caracterizó la cultura pop de la época. Hugo no es Bob Dylan y el PSUV no expresa la desobediencia que caracterizó  la  cultura y  política de esos maravillosos años.
Este acto electoral, por el contrario,  forma parte de una visión trivial y banal de la política.  Chávez llora, insulta, ríe, cuenta chistes, canta, recita poesía, en fin, actúa y dramatiza su ejercicio del poder. Desde luego, no es el único personaje público  que ha hecho uso de estos ejercicios teatrales. La puesta en escena ha sido siempre un arma poderosa. Mussolini, por ejemplo,  lo entendió mejor que nadie. En América latina este paradigma lo ejemplifica el General Juan Domingo Perón y su Evita. Esos personajes, en especial esta última- Evita Perón- mezclaron con eficacia la oratoria, el fervor y la teatralidad. Esta combinación dio como resultado  el populismo.
Nos encontramos a un mes y medio del final de la campaña electoral. No es fácil, entonces, sustraerse de la lógica del espectáculo. Después de todo, como lo hemos señalado,  la política tiene un alto contenido teatral y  es necesario establecer vínculos con el electorado. Pero cuidado. Estos imperativos no deben permitir que la imagen sustituya a la idea. Por el contrario, lo que caracteriza  la apuesta de la oposición es, precisamente, sustituir la frivolidad del “revolucionario” por la sustancia programática del demócrata.
En fin, es necesario usar los medios y su lógica comunicacional. Pero su utilización debe inscribirse dentro de una “gramática” que permita, por un lado diferenciarse de la del gobierno, y por el otro,  seducir al mayor número de electores. Una gramática que no apueste a lo efímero teatral y se ancle en lo sustancial de la cultura popular y democrática del venezolano.

La de Chávez es una oferta electoral de teatrero  de crucero.

"Burundanga" para Fidel

Soledad Cales

Fidel Castro cumple hoy 86 años, y está de suerte. Por primera vez desde hace decenas de años podrá escuchar en la radio algunos clásicos de la música cubana que hasta hace poco han estado vetados en ese medio. Músicos de la envergadura del pianista Bebo Valdés, el saxofonista Paquito D’Rivera y los cantantes Celia Cruz, Gloria Estefan o Willy Chirino no se podían programar, ni en radio ni en televisión. No llegaron a estar nunca oficialmente prohibidos, pero todo el mundo sabía que existía una lista negra —se dice que figuraban unos 50 artistas— que más valía ignorar, como si los incluidos ahí no existieran. Las autoridades han comunicado por fin que sí, que adelante. Lo han dicho a su manera: del mismo modo que los censuraron, ahora los permiten. Nunca de manera pública.

Sea como sea, Fidel y el resto de los cubanos podrán escuchar ya sin ninguna amenaza, por ejemplo, el chorro de voz de Celia Cruz. Que le radien al jefe supremo Burundanga, uno de sus éxitos, seguro que le hace gracia: “Songo le dio a Borondongo, / Borondongo le dio a Bernabé, / Bernabé le pegó a muchilanga, le echó a burundanga / les hinchan los pies…”. Los tiempos cambian y seguro que Fidel entiende ya que una letra de tanta virulencia contrarrevolucionaria no tiene ya poder para torcer el destino de su régimen. Incluso, y puesto que siempre lleva el chándal, que se ponga a bailar y que lo disfrute. ¡Feliz cumpleaños!

Ya desde muy pronto la revolución empezó a mirar torcido a cuanto supusiera un motivo de placer o entretenimiento que influyera negativamente en la construcción del socialismo. Nada de distracciones, la nueva sociedad exigía seriedad y compromiso. Fue célebre el caso de un cortometraje que Castro prohibió en 1961. Se titulaba P. M., contaba la manera de divertirse de un grupo de habaneros y lo rodaron Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera. Fue aquella censura la que terminó condenando al exilio al hermano de este último, Guillermo Cabrera Infante.

Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada”. En la fórmula de Fidel no entraban los músicos que, por el simple hecho de vivir fuera (y al margen de sus ideologías), cuestionaban los logros del régimen comunista. Terminar con la lista negra es una buena señal: disfrutar con los de fuera deja de ser una opción política.


El País 13/Agosto 2012

¿Es Chávez de izquierda?

Humberto García Larralde
 Es ésta una pregunta que le he estado sacando el cuerpo, no por complicada, sino por la convicción de que para la mayoría de las personas carece de interés. En fin, si Chávez se define de izquierda, descalifica a sus adversarios con un lenguaje de izquierda, se alinea con Fidel Castro, figura emblemática de la “izquierda dura”, comunista. ¿Para qué preguntar si es de “izquierda”? Con los horrores que hoy conocemos del comunismo, ¡Si Chávez quiere ahorcarse en ese palo, allá él!

domingo, 5 de agosto de 2012

Capriles federaliza su campaña



No hay duda. La candidatura de Henrique Capriles ha levantado vuelo. Su estrategia de ir de la periferia hacia el centro e “invadir” física y discursivamente el territorio “chavista” está rindiendo frutos electorales y políticos. Los íconos y símbolos que la expresan se posicionan con éxito en el mercado electoral del país. El rostro y figura del “flaco” comienzan a gozar de amplio reconocimiento y aceptación nacional. En este ámbito, el del marketing político, su candidatura muestra una trayectoria ascendente que está siendo reflejada en diversos sondeos de opinión pública.

Progresivamente ha estado asociando a su aspiración presidencial símbolos de la cultura popular venezolana. Esta relación le ha permitido construir un nexo emocional y fomentar un sentimiento de pertenencia alrededor de su figura. Sus visitas a los santuarios de la Virgen del Valle y el Nazareno de Achaguas, por ejemplo, expresan esta disposición de asumir los valores de nuestra religiosidad popular y anclar su campaña en un terreno poco explorado por la oposición en campañas anteriores.

En su recorridos casa por casa por el país, nuestra diversidad cultural y política ha obtenido un reconocimiento tácito. En este ámbito, Capriles ha podido articular armoniosamente la dialéctica de lo uno y lo diverso: por un lado, el concepto unitario de su iconografía; por el otro, el reconocimiento de la diversidad simbólica que expresa lo nacional. En otras palabras, gradualmente ha federalizado su mercadeo electoral y esta circunstancia comienza a ser registrada positivamente por sondeos y estudios de opinión pública.

Sin embargo, este culto a la diversidad, en nuestra opinión, no siempre cuenta con aceptación por el comando Venezuela que dirige su campaña. Existe, según parece, una resistencia a experimentar formas distintas a las tradicionales de relacionarse con el electorado. Parafraseando a Carlos Blanco, pudiéramos decir que hay un nivel de intolerancia en “núcleos de la oposición que no quieren el debate, ni ideas diferentes a las del grupo inexpugnable que diseña, junto al candidato, su política”.
Es tiempo de abrirse al debate. El pensamiento único y la unanimidad acrítica no son buenas consejeras. Es vital mostrar desde el inicio el carácter alternativo de este proyecto político. El esfuerzo inicial realizado por la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) debería ser recompensado con más democracia y tolerancia en los comandos de campaña nacionales y regionales.

Capriles lo está haciendo bien, muy bien. Con su esfuerzo ha agitado un país olvidado por el chavismo y ha restablecido la conexión con los sectores populares. En cierto sentido, la oposición se ha “federalizado” en esta diversidad que desempolva en sus recorridos.

Disentir y debatir es consustancial con su proyecto político y por esa razón su candidatura se encuentra a la ofensiva mostrando una firme voluntad de triunfo.

¡Ponte tu cachucha!



En los últimos días, los medios de comunicación venezolanos han reportado una decisión del árbitro electoral en relación al uso de los colores de la bandera nacional en la gorra (popularmente llamada en Venezuela: la cachucha) que utiliza el candidato presidencial Henrique Capriles Radonski.

No entraremos a discutir la banalidad de los argumentos expuestos por funcionarios de Consejo Nacional Electoral (CNE) que rige las campañas. Sin embargo, nos parece que hay una oportunidad de que el diseño de la campaña tome un novedoso giro: usar la cachucha, en forma masiva, como fórmula de desobediencia civil a la decisión de impedir que el candidato use en este popular atuendo los colores de la bandera nacional.

"Ponte tu cachucha" pudiera ser un nuevo eslogan del candidato Capriles. Eso, acompañado por la producción y distribución de  millares de cachuchas estampadas con el tricolor, que en las cabezas de los ciudadanos que las usen, simbolice la expresión de apoyo a una nueva alternativa política en el país.

Una elección crítica



Carmen Beatriz Fernandez

Con frecuencia se afirma en las contiendas electorales que “estamos ante un momento histórico de singular im-portancia”, como argumento que pretende insuflar entusiasmo a los electores y motivar al voto. Ocurre que en esta elección la sentencia es cierta y va más allá del mero argumento seductor de la campaña. En esta contienda se definirá si el proyecto revolucionario que lidera Hugo Chávez desde 1998 se afianza o dará paso a una alternativa democrática asentada sobre un cambio generacional.

Pastillas contra el dolor ajeno


Esta semana hemos recibido de un amigo y colaborador, un mensaje que aunque se aleja un tanto de los temas que habitualmente tratamos en este blog, creemos vale la pena divulgar entre nuestros lectores.

Se trata de una exitosa campaña, creada y llevada a cabo en España, titulada "pastillas contra el dolor ajeno". Una campaña que gira alrededor de un relato protagonizado por el el conocido guionista y director de cine Don Luis Berlanga, recientemente fallecido. Narración muy convincente y que llega a lo más profundo del ser.

Pastillas para el dolor ajeno es un buen ejemplo de lo que hemos estado predicando en los últimos meses. Relatos que en muy corto tiempo (30 segundos en el caso que nos ocupa), apelen a la emotividad del lector y le deje una imagen imborrable. Véase La historia de Inés.

A continuación, presentamos el vídeo.