sábado, 17 de diciembre de 2016

¿Es electoral la salida a la actual crisis política?



Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigos lectores, finaliza el año 2016. Vale la pena destacar que su inicio estuvo preñado de un franco optimismo de naturaleza política. La población votó el 6D mayoritariamente  contra el gobierno. Hizo este ejercicio de esperanza a través de la tarjeta de la unidad democrática. En otras palabras, otorgó a esta agrupación electoral un voto de confianza. Desafortunadamente se cierra este año con un signo contrario al que caracterizó su estreno. Dos fracasos, uno electoral y, otro de naturaleza política, marcan el fin del 2016.  Primero, la cancelación del referéndum revocatorio y, segundo, el fiasco de la mesa de negociación política.

Me parece apropiado reflexionar sobre estos acontecimientos. Es imperativo desentrañar su lógica interna en orden de ubicar las causas que pudieran dar respuestas a las interrogantes que se derivan de estos reveses. Cavilar en sentido crítico sobre estos hechos es una obligación moral y política. El país, a la luz de los últimos acontecimientos, lleva  rumbo hacia la definitiva instauración de un régimen de naturaleza totalitaria. 

La cancelación de RR y la suspensión de la mesa de negociación constituyen signos inequívocos que telegrafían la posibilidad de un cierre definitivo de  salidas políticas a la actual crisis.

Parece apropiado, entonces, formular un conjunto de interrogantes. ¿Ante esta posibilidad cual ha de ser la conducta de la oposición? ¿Debe este sector revisar las claves a través de las cuales analiza la coyuntura política? En otras palabras, ¿su narrativa es la apropiada para este momento político? ¿Será sensato, asentar el peso de su estrategia en las venideras elecciones de gobernaciones? ¿Es electoral la salida a la actual crisis política?

Es indudable que son múltiples las variables que inciden sobre los temas implícitos en estas preguntas. Sin embargo, hay un aspecto de fondo que vale la pena considerar. Me refiero a la narrativa a través de la cual sectores de la oposición interpretan la problemática política del país. Tengo la impresión que estos actores  asumen el presente con las claves discursivas del pasado y, en consecuencia, su percepción estratégica es errónea.

En otras palabras,  su conducta  se encuentra orientada dentro de los viejos parámetros que caracterizaron la gestión política en el periodo democrático. Hábitos difíciles de erradicar y que conforma la marca de identidad de una manera obsoleta de asumir la conducción de los asuntos públicos. Un ejemplo de esta práctica fue el frenazo que se le dio al movimiento ascendente de protesta popular a cambio de unas “negociaciones” que no condujeron a nada concreto y positivo.

Parece adecuado, entonces, iniciar una interpretación sobre qué es lo que se está agotando en la vida pública del país. Y, a partir de esa constatación, iniciar el diseño estratégico para el futuro.

La muerte de Juan Vicente Gómez el 17 de Diciembre de 1935, por ejemplo, dio inicio al siglo XX venezolano y a la insurgencia de nuevos actores y narrativas políticas. Un grupo de jóvenes (generación del año 28) interpretaron su realidad lejos de las claves de la Venezuela de los caudillos. Tuvieron éxito porque rompieron con los hábitos políticos del pasado. No cayeron en la tentación restauradora. Sin embargo, hubo intentos de signo caudillista: la expedición armada del “Falke”, ocurrida en Cumana el 11 de agosto de 1929. Ensayo que se llevó a cabo en términos de los viejos hábitos restauradores.

Bien pudiéramos hipostasiar, por ejemplo,  que la reciente “muerte” del billete de cien bolívares constituye el símbolo del fin de una época histórica. Sin ánimo de exagerar se están abriendo las compuertas de la historia. Se requiere, entonces, de nuevos actores y discursos que interpreten el momento actual y comiencen a diseñar un futuro que marque distancia con el pasado de la IV y V república y sorteen con éxito la tentación restauradora.

Los fracasos recientes muestran que las viejas prácticas de la IV república no son útiles en la actualidad.

El año que viene se encuentra preñado de incertidumbre e interrogantes. Esperemos que la oposición democrática las asuma dentro de una nueva visión que permita desbrozar el camino hacia un nuevo arreglo político, económico y cultural.

Sin duda, la política es así.

Felices pascuas y mis mejores deseos para el año 2017.

















sábado, 10 de diciembre de 2016

Cátedra Rectoral sobre Descentralización y Federalismo Dr Ramón J. Velásquez



Fue propuesta por la rectora y es coordinada por el ex rector de la UC, Gustavo Hidalgo V, y el profesor Nelson Acosta. La misma tiene por finalidad analizar y proponer reformas institucionales que permitan, en un futuro próximo, profundizar la democracia venezolana 

                  
Antonella Fischietto.

Los aportes del doctor Ramón J. Velásquez a la democracia y al estudio de la historia de Venezuela formarán parte de la reflexión académica sobre los problemas que confronta el país, que se incentivará desde la Cátedra Rectoral sobre Descentralización y Federalismo que lleva su nombre y que recién creó el Consejo Universitario de la Universidad de Carabobo.

Dicha decisión fue aprobada en sesión extraordinaria del CU celebrada el 28 de noviembre de 2016 por iniciativa de la rectora de la UC y presidenta de esa instancia, Jessy Divo de Romero. La cátedra es coordinada por el ex rector de la UC, Gustavo Hidalgo V; y el profesor Nelson Acosta.

Esta iniciativa forma parte de la programación diseñada para la celebración del Año Jubilar de la UC y se tomó considerando que el pasado 28 de noviembre se cumplió el primer centenario del natalicio de Ramón J. Velásquez.

El ex Presidente Ramón J. Velásquez era nativo de San Juan de Colón, estado Táchira, y destacó en la vida pública como abogado, político, periodista, historiador y presidente de un gobierno de transición. Falleció en Caracas el 24 de junio de 2014.

El CU basó su resolución considerando que el doctor Velásquez fue electo el 05 de junio de 1993 por el Congreso Nacional como Presidente de la República para el período 1993-1994.

Entre otros considerandos del CU, está el hecho de que en 1985 la Universidad de Carabobo le otorga el Doctorado Honoris Causa Ramón J. Velásquez de la mano de su rector para entonces, Gustavo Hidalgo y “con este conferimiento esta “Casa de Estudios reconoció la contribución de este ilustre venezolano a la indagación de los problemas de la Nación, e hizo observaciones sobre el papel más relevante que desempeñan las provincias en nuestro país, en particular sus universidades”.

La creación de la cátedra fue anunciada por Divo en el Despacho Rectoral en presencia de los coordinadores de la misma, el ex rector Gustavo Hidalgo V. y el profesor Nelson Acosta, quienes, en esa condición, designarán los coordinadores a futuro.
 
De acuerdo con lo señalado en la reunión, entre las actividades más inmediatas que harán como coordinadores de la cátedra está la convocatoria en el primer trimestre de 2017 al II Simposio Nacional sobre la Reforma del Estado.

Un primer evento de esta naturaleza se efectuó en el año 1985 auspiciado por el propio Ramón J. Velásquez y quien era rector de la UC para ese entonces, Gustavo Hidalgo V.

Para lograr incentivar la reflexión académica desde esta cátedra, sus coordinadores aspiran solicitar el apoyo y la participación del talento existente en las universidades nacionales.

Esta participación, según los coordinadores, es “con la finalidad de analizar y proponer reformas institucionales que permitan, en un futuro próximo, profundizar la democracia venezolana, en especial lo atinente a temas como descentralizar y federalizar las estructuras de poder de la nación”.

El ex rector Gustavo Hidalgo expresó que la principal característica del doctor Velásquez era su humildad y que de él aprendió a serlo.

Nelson Acosta añadió que, con esta iniciativa, la UC “se pone a la vanguardia de los cambios que inexorablemente se sucederán en un futuro”.

Por su parte, la rectora mencionó el carácter itinerante que tendrá esta cátedra, la cual funcionará en distintos espacios de la UC, tales como el Centro de Patrimonio Histórico, auditorio de la Facultad de Ciencias de la Educación, Fundacid o cualquier otro que dispongan.

                                                                                                                                           

¿Tiene la oposición democrática capacidad para generar una crisis que obligue al gobierno a dimitir?



Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigos lectores, voy a iniciar esta columna con una afirmación que probablemente no será del gusto de muchas de las personas que tienen a bien leer a este escribidor. Es probable, tal como se están desarrollando los acontecimientos políticos, que el Presidente Maduro pueda arribar al término de su período presidencial. Y, ello pudiera ser así, debido a una errónea concepción estratégica esgrimida por sectores de la dirigencia opositora. ¿Cómo interpretar esta afirmación? ¿Qué significado atribuirle en el marco de los últimos acontecimientos políticos? ¿Es la MUD, de ser cierta esta apreciación, la única responsable?


Bien voy a intentar dar respuestas a estas interrogantes. Una advertencia. Me guía la sana intención de contribuir, en lo posible, a despejar el horizonte político y agregar unas reflexiones que puedan ser útiles para el debate político en ciernes.


Una primera hipótesis, pudiera ser ésta: la muerte de Chávez traería como consecuencia la caída del chavismo y, con ello, se facilitaría el desplazamiento o salida del poder del socialismo del siglo XXI. Esta idea inspiró algunas de las propuestas diseñadas por la oposición, en particular, la denominada “la salida”. Se esperaba que la combinación de crisis económica y ausencia de liderazgo gubernamental fueran ingredientes suficientes para provocar un movimiento de masas que subvirtiera las bases del régimen. A pesar de las protestas en las principales ciudades del país los objetivos planteados no pudieron alcanzarse. Conspiró contra esta táctica la falta de unidad, su poco engarce con sectores populares y la ausencia de apoyo institucional de la MUD.


La otra alternativa diseñada por un parte de la oposición fue la del referéndum revocatorio. Esta “salida”, de índole institucional, se encuentra consagrada en la actual constitución. Es importante resaltar, lo que a su inicio fue una iniciativa partidista, posteriormente se transformó en un sentimiento ciudadano que abarcó a todos los sectores de la población. Desafortunadamente la dirigencia opositora no supo o no pudo defender esta opción en la calle. El gobierno, por su parte, diseño su apuesta política en dos fases. Primero, anuló el referéndum con una sentencia de naturaleza penal asumida por el CNE y, segundo, mediante una estrategia “transformista”, cooptó parte de la dirigencia opositora en una mesa de negociación que, hasta el día de hoy, no ha producido mayores resultados.


Bien, es el momento de formular una pregunta de naturaleza estratégica. ¿Tiene la oposición democrática capacidad para generar una crisis que obligue al gobierno a dimitir? No es tarea fácil dar respuesta a esta interrogante. En el mundo político lo imprevisible siempre está a la orden del día. En este sentido esta opción se encuentra dentro de las posibilidades a corto plazo. Sin embargo, de permanecer invariable las actuales circunstancias políticas resulta improbable. Se requeriría, de parte de la dirección política opositora, la formulación de una estrategia discursiva diseñada para engarzar con los sentimientos y necesidades de la población. Y, desafortunadamente esta opción, por ahora, no ha sido formulada.


Queda, entonces, la agenda electoral regional y municipal. La MUD, en consecuencia,  está en la obligación de reorganizarse para enfrentar estos retos electorales. Es importante, entonces, dotar a estos comicios de una significación nacional. Suerte de plebiscito donde se juzgaría al chavismo y sus políticas. Para lograr este cometido es vital sortear la desviación electoralista carente de propuestas políticas.


Hasta aquí este apretado y esquemático resumen de algunas de las opciones políticas que se  encuentran a la mano de la oposición. Desde luego, todas ellas han de requerir de un arduo trabajo político con la gente. Un compromiso que trascienda a los militantes y que esté en capacidad de interpretar las necesidades de la población. El tema no es exclusivamente electoral, es político y, en consecuencia, es imperativo del diseño de una propuesta que permita ir al encuentro de los venezolanos y sus necesidades.


En relación a la interrogante inicial: ¿tiene la oposición capacidad para generar una crisis que obligue al gobierno a dimitir? Salvo que se produzcan situaciones de naturaleza extraordinaria, la respuesta es negativa.


En cualquier caso, la política es así.