domingo, 30 de septiembre de 2012

Henrique Capriles Radonski



Simón Alberto Consalvi - El Nacional, 30 de septiembre de 2012

El 7 de octubre será el día que nos liberaremos de la anarquía como política de Estado y del Estado como instrumento de dominio personal. Un día que, con el esfuerzo de cada uno, rescataremos a Venezuela y volveremos a tener un país, a tener derechos y deberes, a partir de ahora con una conciencia que antes no tuvimos.

Fortuna grande le deparó el destino a Henrique Capriles Radonski. No recuerdo ningún caso en la historia republicana de Venezuela en que un hombre haya logrado, como él, representar de manera tan cabal las expectativas de libertad, equidad y democracia de toda la nación.

Henrique Capriles Radonski ha llevado a cabo una campaña electoral muy poco común en Venezuela. En un tiempo de mentiras, no ha mentido. En un tiempo de agresiones, no ha agredido. En un tiempo de aniquilación del adversario, ha apelado a la tolerancia. En un tiempo en que desde el poder se reparten fusiles Kalashnikov, ha promovido la convivencia. En un tiempo en que se prometen seis años más de odio y de rencor, él ha postulado la concordia. En un tiempo en que la gran promesa es la prolongación de la hegemonía personal, él propicia la alternabilidad. En un tiempo de pensamiento único, aboga por la pluralidad y la diversidad. En un tiempo en que se enajena el territorio a una potencia extranjera como China, país al que se le entregó la realización del mapa minero de Venezuela, él promete resguardar la soberanía. Ha comprendido con lucidez lo que queremos los venezolanos.

Entendemos la democracia como una forma de vida que exige ir más allá de las formalidades. Una sociedad democrática implica como condición primordial una equitativa distribución del ingreso, salud, empleo, vivienda, educación, para toda la población. Que no haya hambre, ni excluidos ni minorías privilegiadas. No obstante, al hablar de una equitativa distribución del ingreso, el postulado debe ser complementado con la lógica de la naturaleza de las cosas: para distribuir hay que crear riqueza, porque de lo contrario la sociedad caería en la maldición gitana de que “el hambre es lo único que repartido entre más toca a más”.

Una sociedad democrática se define por su capacidad de promover el ejercicio de las libertades al tiempo que impulsa la justicia social propia de una sociedad de iguales. Contra la democracia así concebida se contrapone la revolución autocrática. Esta revolución significa presidencia vitalicia, gendarme necesario, sumisión de los poderes del Estado, desaparición de los partidos y organizaciones de trabajadores, aniquilación de los derechos humanos, muerte de la libertad de expresión, resurrección del caudillismo y reinado del gendarme necesario.

Pero más allá de todo eso, revolución significa pobreza. En la Edad Media se les daba un trozo de pan a los pobres para que siguieran siéndolo. Los subsidios de ahora cumplen el mismo papel que tuvo aquel mendrugo de pan. Los pobres seguirán siendo cada vez más pobres porque la revolución los necesita pobres.

En el oscuro tiempo que vivimos, el petróleo se convirtió en arma antidemocrática, como en los tiempos de Juan Vicente Gómez. Podríamos concluir que Venezuela es un rehén de su propia riqueza. Mientras más petróleo, mayor desigualdad, mayor dependencia, mayor antidemocracia. Frente a un Estado todopoderoso, autocrático y despótico, una sociedad civil opone sus convicciones de pluralidad y tolerancia.

Vale la pena observar cómo en Venezuela se ha pretendido marchar contra la historia. Veamos: el jefe de la revolución y del “socialismo del siglo XXI” proclamó, una y otra vez, que la “revolución llegó para quedarse”. Que “es una revolución pacífica, pero armada”. Un mensaje intimidatorio y cobarde.

Queremos un sistema de libertad y tolerancia, orientado al combate contra la desigualdad. Un sistema que garantice transparencia en el manejo de los recursos públicos, rendición de cuentas, equilibrio e independencia de los poderes. Respeto a la propiedad. Una política internacional de Estado.

Aboguemos, en fin, por un país donde se respeten los derechos humanos, donde se produzca riqueza con eficiencia y se distribuya con equidad. Un Estado que sepa establecer los límites y preservar a la sociedad de la permisividad de los poderosos. Que desarrolle políticas sociales compatibles con la modernidad y procure la integración de Venezuela en condiciones equitativas con los países de América Latina, y no la dependencia ideológica o económica.

Fortuna grande le deparó el destino a Henrique Capriles Radonski. Ser depositario de la confianza nacional en un momento clave de la historia es un privilegio singular. También es una inmensa responsabilidad asumir el gobierno en un momento en que las estructuras del Estado han sido alteradas, destruidas las instituciones y comprometido el crédito de la República.

Capriles Radonski no compite con otro candidato en igualdad de condiciones, como solía suceder en la imperfecta democracia. Compite con el Estado venezolano y con su fuerza económica sin control, compite con el gobierno y con su vicioso sistema oficial de comunicación. Compite con todo lo que ha puesto en peligro a la nación, a su soberanía y a su independencia. En suma, un desafío de dimensiones históricas

Hacia un compromiso histórico



Nelson Acosta Espinoza
Estamos a seis días de las elecciones presidenciales. Un escenario previsible apunta en dirección a una victoria del candidato de la oposición Henrique Capriles Radonski. Las razones que sustentan esta afirmación la explicamos en un artículo anterior (Capriles: rodilla en tierra).

Resulta interesante abordar, en esta ocasión, algunos aspectos relacionados con su futuro ejercicio del poder. En esta área existen temas de naturaleza táctica y estratégica. En el primer orden, destaca la necesidad de producir acuerdos y alianzas que proporcionen sustentabilidad y gobernabilidad a su desempeño. A tal efecto, requerirá de una gran dosis de realismo y sentido práctico. En otras palabras, se hace indispensable suscitar un acuerdo nacional que contenga a la totalidad de los actores políticos, incluyendo, desde luego, a los partidarios del chavismo. Es imperativo derrotar la lógica amigo-enemigo, propia de un régimen autoritario, y sustituirla por la del juego político entre adversarios, propia de la sociedad civil, para que se reconozcan mutuamente. Es en este marco de acuerdos y desacuerdos donde se produce la legitimidad del ejercicio democrático.

Por lo demás, la realidad parece demandar la necesidad de este compromiso histórico. En 14 años, ninguno de los dos grupos en pugna ha podido hegemonizar el ámbito político. Situación esta que bien podría describirse como “empate hegemónico”. Es decir, a lo largo de mas de dos décadas no se ha generado una dirección política que ejerza a plenitud la orientación política y moral de la sociedad. Vale decir, que produzca y ejerza la hegemonía. Ninguno de los grupos en pugna ha podido hacer coincidir su proyecto con los intereses de toda la sociedad. En otras palabras, estamos embarcados en una “crisis de sentido”. No existe una conciencia nacional compartida por todos los ciudadanos del país. Esta carencia de “sentido”, a mi juicio, hace obligante la necesidad de construir acuerdos que subsanen esta insuficiencia.

El aspecto de orden estratégico implica la construcción de un discurso y léxico político que sustituya al que ha prevalecido a lo largo del siglo pasado y hasta el presente. Esta apuesta es la que podrá impedir la tentación “gatopardiana”; es decir cambiar para que todo siga igual. Bueno es recordar que esta pulsión siempre se encuentra presente en los procesos de transición política. En este orden de ideas, primero, habría que sentar las bases para la superación del orden democrático tradicional. Y este punto de partida lo proporciona el artículo cuarto de la constitución: “La República Bolivariana de Venezuela es un Estado federal descentralizado…”

El segundo orden de prioridad, sería iniciar una transformación de léxico que refleje la voluntad política de ir hacia una nueva distribución del poder en el país. Términos como pacto fiscal, federalismo fiscal, vecinos, autonomía financiera, alegría, estatuto de autonomías, hacienda pública estadal, apostar por la diversidad, preservar la unidad, hoja de ruta hacia el estado federal, entre otros, deberían formar parte del nuevo discurso político en torno al cual se puede iniciar la construcción de la nueva hegemonía que el país político y nacional demanda.

Para finalizar, Carabobo ha sido pionero en el ejercicio de construir un nuevo léxico político. En este sentido, ha marcado pauta hacia dónde ir. No en balde, recordemos, que fue en este estado donde nació Venezuela.

Un olvido inexcusable


Miguel A. Megias Ascanio
Esta semana tuvimos el privilegio de asistir a la reinauguración de la sala de Cine Arte Patio Trigal. Allí concurrimos muchos de los amantes del cine: autoridades, profesores, estudiantes, empleados y público interesado. Se proyectó una magnífica película, que reseñamos la semana pasada, Tiempos de dictadura, creación del cineasta venezolano Carlos Oteyza, también presente en el acto.

Como no podía ser de otro modo, la rectora de la Universidad de Carabobo, nos dio en su presentación las palabras iniciales acerca de su compromiso, y el de todas las autoridades electas, en reabrir esta importante ventana de la cultura y el entretenimiento que es el séptimo arte. Seguidamente, se proyectó la película que despertó, en varias ocasiones, los aplausos. Al concluir, un público emocionado repetía para si y para los más cercanos: nunca más un gobierno autócrata; nunca más un militar presidente.

Más no todo fue celebración y aplausos. Algunos de los asistentes sentimos tristeza por la ausencia, la gran ausencia de quien durante casi 40 años fuera el promotor, el ideólogo del cine como expresión de arte en Carabobo. Sentimos la no presencia de quien se dedicó con pasión al quehacer del cine de arte como una entrega cotidiana; de quien luchó durante años por un presupuesto justo. De quien logró convencer al Congreso Nacional para que se le asignaran los recursos para adquirir el local donde ha funcionado desde 1991. De quien fue el gestor, el propulsor, el hacedor del cinearte en nuestra ciudad de Valencia. El gran ausente, amigos, fue el ingeniero profesor Daniel Labarca. No tanto porque no concurriera al acto sino porque no se le nombró. Se ignoró su nombre y su trayectoria, no sabemos si adrede o por error. Se ignoró que el verdadero padre del cinearte en la Universidad de Carabobo fue él, principalmente, y que la labor de las autoridades que para el momento le apoyaron en el proyecto fueron meramente acompañantes, figuras de reparto, de tan magnífico proyecto.

El cinearte en Valencia tiene una historia. Y esa historia tiene un actor principal: Daniel Labarca, quien la protagonizó durante cuatro largas décadas. Porque antes de que existiera la sala de este cine, en Patio Trigal, hubo proyecciones en diversos puntos de la ciudad. Recuerdo con nostalgia, el cine Díaz Moreno, donde vi plasmados sus primeros esfuerzos por crear un club de cine selecto, como se le llamaba entonces. Y después en otras salas: la de la placita del Viñedo, la del teatro Guaparo, la del Cinema Alfa… La sala de cine en el centro comercial Patio Trigal fue la concreción final de un proyecto de larga data.

¿Cómo pudo pasarse por alto su nombre, su trayectoria, su andadura en el cine? Para nosotros, es algo inexplicable. Me dijo una autoridad, cuyo nombre omito por cortesía, “Esto se arreglará, ese error se corregirá, tu verás”. Y me pregunto, ¿cómo puede esto corregirse? ¿Será que se repetirá el acto? Cosas veredes, Sancho…

Como desagravio, proponemos que de aquí en adelante, oficialmente, la sala de cine sea conocida no como Cine Arte Patio Trigal sino como “Sala de Cine Arte Daniel Labarca”. A quienes compete adelantar esta idea, si la acogen, les felicitaré. Y si no, como se suele decir en todos los actos oficiales, “se los demandaré”.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Capriles "rodilla en tierra"



Nelson Acosta Espinoza

El tablero electoral se encuentra colocado y los jugadores  ubicados en sus respectivos puestos. El resultado final de esta contienda  se revelará el día 7 del venidero mes de octubre. Resta, ahora, especular sobre las probabilidades de triunfo de los dos candidatos principales en esta competencia. En esa dirección se deslizan estas breves reflexiones. Se sigue una línea de argumentación referida a los discursos de los aspirantes y sus respectivas estrategias diseñadas para conectar efectivamente con los electores. Obviamos, en esta ocasión,  referencia a los resultados de las diversas encuestas que han estado circulando en las últimas semanas.

Henrique Capriles Radonski. 

En sus inicios la estrategia electoral tuvo como finalidad darse a conocer a la totalidad del electorado. Con especial atención en los sectores populares del interior del país. Recordemos que su figura no gozaba del reconocimiento que disfrutaba su adversario. Lo original de esta táctica fue la “invasión” física del territorio chavista. Capriles ha recorrido intensamente poblaciones que, en procesos electorales anteriores, votaban mayoritariamente por la opción oficialista. Esta “invasión”, repito, ha generado ganancias concretas. En principio, esta irrupción constituye un testimonio y demostración de poseer una férrea voluntad de poder.  Reta al adversario en su terreno y, al hacerlo, provoca un demoledor efecto demostración que ejerce un poder movilizador sobre los denominados "indecisos".

Por otra parte, si bien al inicio de la campaña su propuesta se veía débil y carente de una fuerte emotividad, en la actualidad comienza a ser percibida como el encuentro emocional entre lo que representa su figura y la realidad que lo circunda. Capriles ha colocado su  “rodilla en tierra” y  apunta con precisión  hacia los problemas reales que angustian a la población (seguridad, primer empleo, petróleo para todos, programa hambre cero, etc.).

Finalmente, en esta última etapa de la campaña, el “flaco” ha comenzado “ocupar” el espacio discursivo del chavismo. Capriles se ha montado, desde el punto de vista comunicacional, en la estrategia del adversario para ganarle y comunicar a los sectores populares que se pueden hacer  mejor las cosas  a pesar que  representa un modelo político opuesto al dominante.

Hugo Chávez Frias

Por su parte, la campaña del candidato presidente, ha estado anclada en la idea de significar emoción: “Chávez corazón de la patria”. Sus spots publicitarios, (por cierto, muy bien diseñados), contrastan con la agresividad que muestra el candidato en sus apariciones públicas. Esta disonancia resta efectividad a esta campaña publicitaria. Por lo demás, en estas últimas semanas su estrategia muestra signos evidentes de cansancio; luce inconexa, burocrática y carente de entusiasmo.

El balance de este breve análisis es obvio. Capriles Radonski tendría la primera opción para acceder a la Presidencia de la República. Su triunfo será el resultado de la estrategia descrita y el “alud” de votos que la misma provocará el 7 de octubre. Parafraseando al Ministro de Comunicación e Información de la República Bolivariana de Venezuela, Andrés Izarra, “esto es lo que hay”. La política es así.



El 7 de octubre y el día después



"El día antes". Con este encabezado escribió Luís Ugalde, rector de la UCAB, un significativo texto en el diario El Nacional que le mereció el premio Fundación Henrique Otero Vizcarrondo como el mejor artículo de opinión. Advertía sobre los peligros que acechan el futuro de la democracia, si las venideras elecciones se transformaban en “peleas de gatos encerrados en sacos de ambiciones sin visión política” y, en consecuencia, solicitaba que prevaleciera “el mejor candidato para la mejor gestión y no el sectarismo partidista, ni el dedo del caudillo omnipotente, ni las ambiciones personales y familiares de tal o cual candidato”.

A tono con esta advertencia y conscientes que ha prevalecido “el mejor candidato para la mejor gestión”, Tren Venezuela (Talleres de Reconstrucción Nacional) y un conjunto de organizaciones de la sociedad civil han organizado este taller con la finalidad de posar atención en los escenarios previsibles para “el día después” del 7 de octubre. A tal efecto se ha convocado a un conjunto de personalidades para abordar temas de interés nacional. A continuación el programa del taller.


8:00   Registro de Participantes
8:45   El TREN y el futuro del país Nelson Acosta Espinoza
9:15    La Paz y la Unidad Nacional Werner Corrales
9:45   La Infraestructura del País José Toro Hardy
10:15  Receso

10:45 EL DÍA DESPUÉS:

Chávez Presidente           Carlos Tablante
                                            Luis Emilio Rondón

Capriles Presidente          Ramón Guillermo Aveledo
                                             Rubén Pérez Silva

11:45 LO QUE DICEN LAS ENCUESTAS 
 José Antonio Gil Yepes


Fecha: Miércoles 26 de septiembre de 2012
Lugar: WTC-Hesperia Valencia, Valencia

Patrocinantes:

UC - Fedecámaras - Cámara de Industriales del Estado Carabobo - Cámara de Comercio de Valencia - Asociación de Ejecutivos - Observatorio Venezolano de las Autonomías.

Ya no "hay "felicidad" en el lenguaje político


Xavier Peytibi           

En enero de 2011, los científicos sociales Michel, Kui Shen, Presser, Veres, Gray, Picket, Hoiberg, Clancy, Norvig, Pinker y Novak, junto al equipo de Google Books, publicaron un interesantísimo artículo de investigación en común en la revista Science, titulado “Quantitative Analysis of Culture Using Millions of Digitized Books.

En su trabajo analizaron gracias a ordenadores un corpus de textos digitalizados que contiene 5,2 millones de libros, aproximadamente el 4% de todos los libros impresos en la historia de la humanidad. El análisis de este corpus permite investigar las tendencias culturales cuantitativamente, centrándose en los fenómenos lingüísticos y culturales que se reflejan en el idioma Inglés entre los años 1800 y 2000. Se muestra cómo este método puede proporcionar información sobre campos tan diversos como la lexicografía, la evolución de la gramática, la memoria colectiva, la adopción de la tecnología, la búsqueda de la fama, la censura y la epidemiología histórica.
Analizaron 500 millones de palabras (361 millones en inglés), y de su estudio emanan interesantes resultados, de los que destacaría:- Hay palabras muy usadas que luego desaparecen. Un ejemplo es “esclavitud”, ampliamente usada en libros del siglo XIX, especialmente durante la guerra civil norteamericana (igual que las palabras norte y sur –ahora se usa más “el enemigo”).
- Palabras que se usaban comúnmente, como “la gran guerra” ahora se dicen diferente: “1ª guerra mundial”.
- Se han añadido 8.500 palabras nuevas al año solo los últimos 50 años.
- Han desaparecido por obsoletas 2.220 palabras, por ejemplo “alcalescente”, que se usaba en el siglo XIX
- Entre las personas famosas, cada vez se habla de ellos más pronto, pero dura poco el efecto. Se ha calculado que en el s. XIX, llegaban a ser famosos, de media, a los 43 años de edad. En la actualidad, a los 29 años. Sin embargo, se habla de ellos solo durante 3 o 4 años, cuando antes era 8 años de duración. En la actualidad, la gente se puede hacer famosa antes que nunca, pero también desaparecen antes que nunca de los libros.
- Los políticos llegan a ser famosos hacia sus 50 años de vida. De las personas de las que más se habla es de actores, escritores y de políticos.
- La política de cada época hace que muchas personas desaparezcan notoriamente de la historia. Por ejemplo, Marc Chagall (artista judío) desapareció de casi todos los libros alemanes entre 1936 y 1945. En cambio, se siguió hablando de él en libros en inglés. Otros ejemplos son Trotsky en Rusia, Tiananmen en China o
los 10 de Hollywood en Estados Unidos.

Este estudio me ha hecho preguntarme como ha cambiado el lenguaje político a lo largo de los años. El auge de la televisión y de la prensa de 24 horas, además, ha producido un importante efecto en el lenguaje, ya que a menudo, no importa el contenido del mensaje, sino que los políticos son conscientes de que el discurso cuidadosamente hilado y dotado de múltiples recursos argumentales no tiene una traslación efectiva al público una vez ha sido filtrado por los medios. El periodista no es ya quien busca las noticias, sino el que las selecciona, por lo que buscará la frase que resuma lo que se quiere decir.

Sin embargo, el lenguaje debe de seguir cuidándose, y adaptándose a cada público. Un buen ejemplo [malo] lo tenemos en España en 1999, cuando el candidato Joaquín Almunia, criticó las stock options de Telefónica, sin caer en la cuenta que entonces absolutamente nadie sabía qué eran. Otro ejemplo, en Uruguay, se ha dado al calcular el tamaño de las frases de su legislación. Se ha demostrado que lo que escriben los legisladores no tiene nada que ver con lo que hablan las personas normales y corrientes. El número de palabras que debe contener una frase no debería superar las 20, para que el mensaje sea más directo y concreto. Descartes llegó a 74 y Proust a 39, lo que en la actualidad se consideraría farragoso. En los textos legales de Uruguay, las frases son cada vez más largas y han llegado a detectar una con nada menos que 127 palabras, como para no perder el hilo. Ya lo decía Frank Luntz, lo importante no es lo que tú dices, sino lo que ellos entienden.

Por lo que se refiere a las palabras usadas en política en España, Miguel Ángel Rebollo publicó un gran estudio al respecto, analizando textos políticos desde el siglo XVIII hasta la actualidad, y se pueden ir señalando cuáles son las palabras que sirven de referencia en cada período. En la Ilustración (1700-1808) imperan términos como luz, ilustrar, nación, felicidad, sociedad y libertad, que eran comprendidos por las gentes de la época. Libertad aun la usamos, pero como indica el autor, “luz” y “felicidad” las hemos desterrado del discurso político.

A partir de 1833 se empiezan a usar diferenciaciones del tipo “izquierda” y “derecha” apoyadas en algo tan claro como la situación física de las facciones políticas en la Asamblea francesa. También se empieza a hablar de “nación”, “estado” y “gobierno”. En la segunda república (1931) se usan términos como fascismo, y durante el franquismo: movimiento, cruzada y democracia orgánica. En los años 70, tecnocraciaEn la actualidad, estamos ante un abandono de términos clásicos como “izquierda” y “derecha”, y cada vez se habla más de “centro”. También hay palabras que se repiten de manera constante: renovación y nuevo (-a), cargadas de un significado muy difuso. Lo que se quiere expresar es la idea de que el partido va a tomar un rumbo diferente

Como indica Rebollo, “el léxico político es un reflejo de la sociedad. La presencia de unos determinados términos nos proporcionan datos de lo que es una sociedad, y, lo que es más importante, la ausencia de ciertas palabras es tan significativa como su aparición”. Hoy en día ya no se habla de búsqueda de felicidad. No sé si los políticos actuales volverán a buscarla, pero, como indicaba el primer estudio, cada vez tienen menos años para hacerse conocidos por haberla buscado para sus ciudadanos.