domingo, 30 de agosto de 2015

Maduro ¿atrapado sin salida?

Nelson Acosta Espinoza

Bien, amigos lectores, la semana que finaliza se ha caracterizado por su carácter noticioso. A los problemas crónicos que enfrentamos los venezolanos: caída abrupta del valor de exportación del petróleo, inmensas colas en los supermercados, escasez de productos básicos, inflación creciente, inseguridad, en fin, deterioro profundo de la calidad de vida, debemos agregarle la situación creada con el vecino país de Colombia.

Pareciera que el rosario de calamidades descritas explica la “huida hacia adelante” que ha realizado el presidente Maduro. Sin lugar a dudas, esta “fuga” forma parte de las medidas que recomienda el manual que guía a los regímenes autoritarios: buscarse un “enemigo” externo para desviar la atención pública sobre los problemas internos e intentar estimular un cierto sentimiento nacionalista que apuntale el deterioro del gobierno.

Es posible identificar algunos rasgos que definen la situación calamitosa a la que intenta enfrentarse el presidente Maduro y, que explica, la irracionalidad presente en el cierre de la frontera y el conflicto con Colombia.

Destaquemos, en primer lugar, el grado de desaprobación que presenta su gestión, Casi la totalidad de los estudios de opinión (Datanálisis, Venebarómetro, Hinterlaces, Ivad) registran una evaluación negativa de la situación que confrontan los venezolanos. Un 86% de los consultados expresan una visión pesimista y negativa del país. Este porcentaje, se puede vincular con un creciente deterioro de la identidad política chavista y partidista. Los estudios mencionados ubican en tan solo un 22 por ciento los entrevistados que asumen ambas identidades. Esta crisis se manifiesta en la intención de voto que registran estos estudios. La brecha, a favor de la oposición, oscila entre un 15 y  20 por ciento de acuerdo a los estudios de opinión llevados a cabo por las firmas antes  mencionadas.

Pareciera que este gobierno socialista confronta una situación que pudiera describirse con el título de la célebre película dirigida por Milos Forman: “Atrapado sin salida”. Por un lado, como lo señalamos, la campaña electoral arrancará con una brecha superior a los 20 puntos en contra del oficialismo. En segundo lugar, las acciones económicas de corte populista no podrán revertir la actual situación. La profundidad de la crisis es descomunal y un aumento de gasto público (política repetitiva de este régimen) solo aumentaría la presión inflacionaria y la escasez. En consecuencia, su impacto electoral no sería significativo.

Al igual que al protagonista del film de Forman, Maduro intenta practicarnos una suerte de “lobotomía política” como una forma de reconstruir su base política y abortar la catástrofe electoral que se le avecina. Es aquí donde entra el cierre de la frontera. Pretende responsabilizar a contrabandistas y  bachaqueros de los graves problemas de desabastecimiento que confronta la población. A ello hay que agregar la construcción de un “enemigo externo”. Esta peregrina idea es la que explica el tema de la deportación y destrucción de viviendas de los habitantes colombianos del lado venezolano de la frontera.

Maduro está atrapado y sin salida. Esa es la razón por la que intenta refugiarse en un discurso nacionalista y en un exacerbado chauvinismo. El mensaje que intenta enviar es claro: vamos a proteger a la población evitando que otros se lleven la comida subsidiada. Desde luego, es errado este mensaje. Solo la desesperación lo lleva atribuir la escasez al contrabando de la frontera. Su agonía lo conduce a elaborar la idea del enemigo externo y atribuirse la condición del defensor de la soberanía.

Lo cierto que las cartas de la economía están en contra de este régimen. Sin embargo, se requiere de una oposición que pueda transformar estas realidades objetivas en subjetivas. Operar eficientemente para generar las identidades políticas y electorales que conduzcan hacia el triunfo en el venidero mes de diciembre.

Sobre actual situación en la zona fronteriza Colombo-Venezolana


“…He visto la aflicción de mi pueblo y he oído su clamor” Éxodo 3,7 


Alto a los atropellos en las deportaciones. Los derechos humanos son los mismos para todos 

1.- La Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Venezuela, atenta a todo lo que tiene que ver con los derechos humanos, se encuentra profundamente preocupada por diversas denuncias sobre graves violaciones a los derechos humanos en el marco del Decreto de suspensión de garantías constitucionales en varios municipios de la frontera, pues es una situación que afecta a todos los que vivimos en Venezuela, dado que es inmensa la presencia de colombianos en nuestra tierra, y son más los vínculos de fraternidad y cooperación existentes. Más allá de diferencias o de situaciones irregulares, priva el respeto a la vida y a un trato cordial. No se puede estigmatizar a todo un colectivo de presuntos delitos sin el debido proceso y el derecho a la defensa. 


2.-La Comisión ha estado monitoreando y recabando información sobre los acontecimientos que se han registrado en la frontera colombo/venezolana en los últimos días, y ante las graves denuncias sobre masivas deportaciones de ciudadanos de nacionalidad colombiana, que sin ningún tipo de procedimiento previo, no se les ha garantizado un debido proceso establecido en nuestra Constitución y en tratados internacionales de Derechos Humanos debidamente suscritos y ratificados por Venezuela. 

3.- Hemos tenido conocimiento que muchas de estas personas han sido obligadas a salir de manera abrupta, sin enseres, sin alimentos, muchos de ellos solo con la ropa que llevan puesta, sus casas allanadas sin ninguna orden judicial y destruidas; en algunos casos fueron robadas las pertenencias de aquellos pobres moradores. 

4.- A ello se une el drama de ver familias separadas, especialmente madres y padres que han sido obligadas a dejar a sus hijos menores en territorio venezolano, y más grave aún resulta de enorme preocupación la utilización del poder punitivo del Estado para criminalizar a estos ciudadanos de origen colombianos como miembros de grupos irregulares. 

5.- Condenamos cualquier actuación de esta naturaleza y hacemos un llamado a las autoridades venezolanas a aplicar todas aquellas medidas destinadas a garantizar el debido proceso y la integridad física de las personas, con especial énfasis en el derecho a la vida y lo propuesto en nuestra Constitución y leyes. 

6.- Expresamos nuestra preocupación porque persisten las denuncias sobre un uso excesivo y desproporcionado de la fuerza por parte de agentes de seguridad del Estado, encargada de realizar dicho operativo. En un estado democrático de derecho y de justicia, no es posible aceptar que en aras de la defensa nacional, la seguridad y la soberanía, se hagan procedimientos militares de alta peligrosidad contra la población civil. 

7.- Hacemos un llamado a las autoridades garantes de los Derechos Humanos de ambos países para que este problema que nos afecta a todos, tenga una rápida solución y que no se convierta en un problema político o ideológico, ni en una ocasión para promover la xenofobia o el desprecio de ningún ciudadano por razón de su origen. 

8.- Nos solidarizamos con los millones de colombianos que han hecho vida en nuestra patria y nos han enriquecido con sus virtudes y capacidades. No hay familia venezolana que no tenga vínculos consanguíneos, de afinidad, de trabajo o de cualquier otra índole con nuestros hermanos colombianos lo que nos ha permitido vivir en fraternidad. A todos los familiares de las víctimas, les expresamos nuestra solidaridad y oración en estos momentos de tristeza y dolor. Pedimos a todos orar intensamente y colaborar con nuestros hermanos evitando cualquier estigmatización. 

9.- En estos dolorosos momentos hacemos un llamado a la sensatez y a la calma. Que la condición de cristianos de la inmensa mayoría mueva las fibras de la solidaridad, de la misericordia, del perdón, y desterremos todo lo que nos lleve al desprecio, a la violencia, o a la guerra. Pedimos perdón porque los hechos y dichos sobre nuestros hermanos colombianos no representan el sentir de nuestro pueblo. 

Exigimos Que se restituya la normalidad cuanto antes, pues son más las penurias y zozobras que viven quienes habitan a ambos lados de la frontera, y no sólo a ellos, sino a toda la población de los dos países que siguen con estupor el desarrollo de los acontecimientos, a todas luces, denigrantes de la condición de seres civilizados y hermanos. Devolución de bienes: muchas de las personas deportadas no han podido llevarse sus pertenencias que han quedado en el territorio venezolano, es de justicia devolver a quienes pertenecen los bienes inmuebles y de demás rubros; es urgente que la familia se reunifique en la totalidad de sus miembros para evitar una crisis humanitaria por deportaciones masivas, para ello deseamos como venezolanos ver la respuesta del Poder Moral en pleno, no justificando acciones, sino trabajando para que se respeten los Derechos Humanos de todos los ciudadanos, sean Venezolanos o Colombianos. Sabemos de los dolores y tristeza en tantas personas que han sufrido y siguen sufriendo por estas acciones. Expresamos nuestra solidaridad y esperanza en estos momentos de angustia. Los ciudadanos venezolanos nos sentimos hermanos del vecino país, nunca han sido extraños, sino que tenemos una historia común. Estas acciones efectistas deben ponernos a reflexionar sobre el futuro de nuestro país, sobre las responsabilidades de la dirigencia política y militar en la conducción de nuestra nación, sobre la paz interna y lo que queremos y anhelamos los venezolanos. 

EL ESTADO TIENE LA OBLIGACIÓN DE GARANTIZAR LOS DERECHOS HUMANOS DE TODOS SUS CIUDADANOS INCLUYENDO LOS EXTRANJEROS BAJO SU JURISDICCION 


En Caracas, a los 28 días del mes de Agosto del 2015 Mons. Roberto Lückert León + 

domingo, 23 de agosto de 2015

La rebelión es cultural o no es rebelión.


NelsonAcosta Espinoza
“La rebelión es cultural o no es rebelión”. La frase se la escuche a unos “grafiteros” en el marco de una tertulia sobre aspectos de la cultura urbana y sus implicaciones políticas. La expresión, sin duda, posee un contenido radical y comporta una verdad de corte antropológico. Dicho en cristiano,  los cambios políticos cuando han sido sustantivos, son precedidos por transformaciones de naturaleza cultural.

Me voy a permitir ilustrar esta idea con algunos ejemplos de corte histórico. El rock and roll, expresión musical que en sus orígenes enunciaba  una américa pobre y deprimida, paulatinamente fue ascendiendo culturalmente y se transformó en la banda sonora que simbolizó una transformación profunda en el orden cultural y político en los EE.UU en la década de los sesenta.

El relato cultural que prevaleció en esa época sirvió de fundamento a innovaciones políticas radicales en el periodo de la presidencia de Lyndon Johnson. Por ejemplo, la aprobación de la Ley de los derechos civiles, el desarrollo de las políticas sociales por medio del proyecto de La Gran Sociedad, la ley sobre el derecho al voto de 1965, que permitió frenar los esfuerzos de los estados del Sur para apartar a la población negra de las urnas, fueron algunas de las iniciativas políticas que marcaron para siempre la sociedad estadounidense. Estas decisiones estaban ancladas, por así decirlo, en una profunda transformación de naturaleza cultural. Lo peculiar de esa época fue la articulación entre formas culturales de avanzada y reformas políticas progresistas.

Amigos lectores, esta breve introducción tiene como propósito resaltar la relevancia de  referentes culturales para la elaboración de una alternativa con vocación de poder en el país. En otras palabras, sin la escenificación de estos referentes la política estaría apresada en los estrechos márgenes que impone la contienda electoral. Me voy a permitir formular algunas preguntas. Por ejemplo, ¿existe en el sector democrático inclinación hacia la subversión cultural? ¿Se estarán colocando las esperanzas del cambio político exclusivamente en la esfera económica?

Me temo que el eje central del proyecto político opositor es el programa económico. Así fue en la pasada elección presidencial, Y, me atrevería a decir, que estamos en camino de repetir esa senda de reflexión. Por ejemplo, unos de los referentes donde se ancla la dirección política opositora es el escrito elaborado por 60 economistas venezolanos donde explican nuestras grandes dificultades económicas, de donde provienen y como deben ser enfrentadas. Desde luego esta reflexión es vital y debe ser punto de partida para una orientación en ese ámbito de la realidad. Sin embargo, me atrevo a formular la siguiente interrogante: ¿es suficiente? Me parece que la respuesta es negativa.

Se requeriría acortar la distancia entre la “Venezuela oficial” y la “Venezuela vital” (Ortega y Gasset dixit). Asumir un razonable grado de desconfianza ante las soluciones simples a problemas complicados. En esta Venezuela en crisis existe una vitalidad cultural que no ha sido procesada por el discurso político opositor. Su narrativa no ha podido “descubrir” los parámetros fundantes de la cultura urbana que arropa con su sentido a más del setenta por ciento de la población del país.

Las raperas Mestiza & Neblinna, por ejemplo,  expresan con fuerza los sentimientos de esa  “Venezuela vital”. Estas exponentes del hip-hop combinan sus letras con fuertes imágenes de las protestas que se han realizado en el país “Venezuela Está Candela” trasmite con más fuerza la situación del país que la mayoría de las declaraciones huecas de algunos dirigentes opositores.

En fin, es indispensable anclar la política alternativa en la rebeldía cultural. Como lo señalamos al inicio de este breve escrito, la insurgencia es cultural o no es insurgencia.

Sin duda, la política es así.

La unidad superior

Simón García
La vía electoral es decisiva para comenzar a combatir la crisis. Aunque se resistan a admitirlo sus resultados le proporcionarán al Psuv un aviso suficientemente  contundente y claro para ponerle fin a sus erradas políticas. Es también el mejor escenario para la oposición porque le permite avanzar en los grandes virajes que exigen los ciudadanos. Y para el país, porque asegura paz y el mayor grado posible de estabilidad institucional y social.

En lo que respecta a la oposición, su gran desafío es cómo ganar y defender ese triunfo. Le toca arreciar las acciones dirigidas a reducir el ventajismo de Estado, elevar la presión por la presencia de la observación internacional, evitar las trampillas que el CNE ha incorporado a su catálogo de ilegalidades y trabajar el descontento como la materia prima de una conciencia de cambio. Hay que cosechar el voto castigo. 

Pero los objetivos electorales a pesar de ser prioritarios y exigir la mayor concentración de esfuerzos, son temporales. La derrota contundente del oficialismo abrirá nuevos cursos. Lo que obliga a iniciar desde ahora las conexiones entre la victoria electoral y la exigencia general de enfrentar la crisis con otro modelo y otras políticas públicas. 

El Gobierno debe abandonar su línea de amenazas, de acusaciones fabricadas y de provocaciones que alteren la realización normal del proceso electoral. Un gobierno con una menguante base de apoyo y  responsable de la peor crisis que haya vivido el país debería comprender que entró en declinación.  

Todas las tendencias apuntan hacia una situación de transición inevitable. A la oposición le corresponde actuar en representación de la mayoría y ofrecer al oficialismo la disposición al diálogo y a los acuerdos favorables a solucionar las calamidades que estamos soportando.  

Ni a la oposición ni al país, incluida la base popular que apoya al Gobierno le interesa que la crisis se siga manejando como un instrumento de control y un medio de remachar la servidumbre de los ciudadanos al Estado. La crisis une a seguidores del Gobierno y de la oposición que están reclamando juntos que se adopten ya las medidas para compensar los estragos de la escasez, de la inflación, de la inseguridad y para ponerle fin a su propia corrupción.

No se trata de una lucha para transformar radicalmente la estructura de la sociedad, sino para tener un país donde el precio de un kilo de caraotas no sea equivalente a tres días de trabajo, la mensualidad de un colegio superior al ingreso de 80% de los venezolanos, o pensar diferente sea tratado como un delito. 

La oposición está preparada para demostrar que es posible hacer compatibles la justicia social y el combate a las desigualdades con una economía de mercado. La gente quiere paz, seguridad, trabajo, ingresos, oportunidades equitativas, ascenso social, salud, educación y todo eso se puede obtener si generamos un nuevo modelo de desarrollo, una nuevo sistema político y sobretodo, una nueva cultura ciudadana.

Llegó el tiempo de mostrar que una nueva mayoría puede ser ejercida sin aplastar a nadie. Esa mayoría social se transformará en una mayoría electoral de origen diverso, integrada también por votantes que vienen de apoyar al Gobierno. Ese encuentro es la base de la unidad superior para rehacer juntos el país que nos merecemos.

La unidad superior es integradora, democrática, plural. Una nueva identidad que sea algo más que la de los partidos que la integren y abierta a un proyecto común que pueda ser manejado también por los ciudadanos.

La cultura del “bachaqueo (1)



Definición de “bachaqueo”: acto de bachaquear, acción ilegal que busca aprovecharse de recursos o subsidios del Estado para beneficio personal. Actividad de un grupo de vivos que se benefician ilícitamente de la necesidad de otros. Y pronto habrá que agregar: rasgo distintivo de la cultura del venezolano.
Ya se ha hecho costumbre el imputar la acción de “bachaquear” sólo a quienes se aprovechan de los productos regulados o del subsidio a los combustibles, con el fin de obtener una ganancia exorbitante o sencillamente sobrevivir en medio de la crisis.
Si sólo vemos el fenómeno desde esa óptica, sólo estamos viendo una parte del tema. Ya el “bachaquear” dejó de ser un simple problema y hasta chiste popular, para convertirse en una enorme dificultad, la cual por cierto de no atenderse se convertirá en otra falla estructural de la cultura venezolana.
El “bachaqueo” ya es parte del oficio de muchas personas, no sólo indígenas, sin importar su clase social o poder adquisitivo. Ya no sólo bachaquea el pobre, sino que también bachaquea el profesional y el empresario.
¿Se ha detenido usted a pensar que la compra y venta de cupos Cadivi, por ejemplo, también es “bachaquear”?
Por supuesto que lo es. Cuando un indígena compra un paquete de harina precocida para venderlo más caro, se está aprovechando de un producto regulado y de pronto hasta de un subsidio que el Estado eroga, que es dinero de todos y que además fue concebido para beneficiar a los venezolanos.
Cuando un ciudadano vende su cupo viajero o electrónico, también está aprovechándose de un “producto regulado” y que implica usar alegremente los recursos del Estado o sea de todos los venezolanos. Quien vende su cupo Cadivi, está bachaqueando.
Asimismo, quien compra cupos Cadivi no es más o menos mafioso que aquel que compra productos regulados o subsidiados en Venezuela, alimentos o combustible, para venderlos a mayor precio en Colombia y obtener una ganancia abultada. Quien compra también está “bachaqueando”.
Ya se ha hecho célebre esa frase que busca captar vendedores de cupos: “No seas pendejo, le vas a dejar esos dólares al Gobierno”.
Ambos son mafiosos. Ambos son “bachaqueros”. Ambos son parte de una cultura de lo ilícito que gana terreno en Venezuela, que nos atropella y que permite a estos “bachaqueros”, hasta con cierta sorna, intentar burlarse del Gobierno.
¿Quién promueve el “bachaqueo” de dólares? Sin duda que el Gobierno por ese empeño en restringir el acceso a las divisas tan necesarias sobre todo para el sector productivo.
No se trata de hacer daño al Gobierno actual. No importa si fue Chávez y ahora es Maduro. El “bachaqueo” está atentando contra Venezuela. Los gobiernos pasan, pero el país con sus distorsiones sigue. Y esa distorsión es peligrosa, porque cada vez se deforma más el concepto y la práctica de ciudadanía.
No se trata de ser más vivo que el Gobierno, porque éste y todos los gobiernos son temporales, pero la cultura, la moral, la honestidad y el sentido de ciudadanía activa y proactiva deben preservarse. No podemos seguir en una loca carrera por entrar en una anomia colectiva y sin retorno.
¿Es culpa del Gobierno? Si ¿Es culpa de todos los ciudadanos? También ¿De quién es la culpa? De todos los que de alguna manera han tenido y tienen funciones de gobierno, legislativas, judiciales, educativas y ciudadanas.
En esta reflexión tomamos el ejemplo de quien compra y vende cupos de dólares preferenciales, pero lastimosamente son muchos los ejemplos que podemos conseguir en la sociedad del “como vaya viniendo, vamos viendo” como parafraseaba aquel personaje de telenovelas.
O todos nos ponemos de acuerdo y trabajamos para enfrentar las distorsiones sociales y culturales, o a la larga todos seremos “bachaqueros” en un momento determinado y será común conjugar: tu bachaqueas, yo bachaqueo, ellos bachaquean, nosotros bachaqueamos…Venezuela bachaquea.


(1) Este editorial fue publicado en exclusiva por Verdades y Rumores el pasado 22 de julio de 2013. Hoy más que nunca tiene vigencia ante los graves problemas que afectan a los venezolanos.
El “bachaqueo” no sólo es un problema que apuntala la escasez que tiene su origen en las políticas de “exterminio” de la producción nacional, sino que se ha convertido en el “oficio” de mayor crecimiento en la Venezuela en crisis.

Lo publicamos de nuevo, para que usted pueda profundizar su análisis sobre el “bachaqueo” como actividad de muchos venezolanos y no sólo de los zulianos. 

domingo, 16 de agosto de 2015

¿Carecen los demócratas de referentes culturales?

Nelson Acosta Espinoza
Buenas noticias. La oposición se ubica  23% por encima del oficialismo en preferencias electorales y se ha mantenido relativamente estable como la primera opción electoral durante el año en curso. Sin embargo, es vital tomar nota, que el gobierno del presidente Nicolás Maduro sigue teniendo un piso político sólido a pesar de la evaluación negativa que suscita  el desabastecimiento, inseguridad personal y alto costo de la vida. El respaldo a su gestión alcanza un 24,3%. Estos datos se desprenden del último estudio llevado a cabo por la empresa Datanálisis.

Estas cifras, desde luego, son alentadoras desde el punto de vista electoral. Sin embargo, se vienen a mi mente las siguientes preguntas. ¿Expresan estos resultados una disidencia de índole cultural? ¿Ese malestar, por ejemplo,  envuelve un rechazo a la cultura política que ha prevalecido en el país? ¿Existen los nutrientes que puedan alimentar la elaboración de una narrativa cultural y política alternativa? ¿En fin, es de naturaleza exclusivamente electoral el cambio que se procura? Bien amigo lector, entiendo que son interrogantes complejas que requieren, igualmente, respuestas densas. En este corto espacio, desde luego,  no será posible dilucidarlas a plenitud. Sin embargo, intentemos trazar algunas líneas de reflexión en torno a estos puntos. Veámoslo, como una modesta contribución a este debate que recién se inicia en el país.

Me parece que los demócratas venezolanos requieren construir lo que el antropólogo Benedict Anderson definió como una “comunidad política imaginada”. Lo de imaginada se refiere al hecho que los miembros de la comunidad no  conocerán jamás a la mayoría de sus miembros y, la idea de comunidad, apunta a un concepto de fraternidad e identidad en el plano cultural y simbólico. Esta comunidad es una “persona” con un pasado y un futuro que nos trasciende como individuos. Posee historia y propósito.

Desde luego esta última referencia no lleva a preguntarnos sobre los referentes culturales a partir de los cuales sería posible crear este sentimiento de pertenencia y activismo político. Ilustremos este punto con un ejemplo de nuestro pasado reciente. Es indudable que el partido político Acción Democrática logró conformar una “comunidad política imaginada”. A partir de referencias rurales (Juan Bimba) y con la intervención de un número importante de intelectuales elaboro un relato político exitoso que hegemonizó  cultural y políticamente a la sociedad venezolana hasta finales de la década del setenta del siglo pasado. Esa narrativa se agotó.

El chavismo, por su parte,  ha intentado revivir el núcleo fundante de esa narrativa (la idea de pueblo) y le ha incorporado elementos litúrgicos extraídos de una visión parcializada de nuestra historia militar. Este relato, igualmente, se ha cronificado y ha disminuido su capacidad de interpelar a sus destinatarios.

La oposición democrática, hasta el momento, carece de referentes culturales que proporcionen un horizonte nuevo de significados a su propuesta política. Tengo la sensación que una porción importante de su dirigencia milita en un pragmatismo despojado de códigos alternativos a los dominantes ya agotados.

El tema es complejo y el espacio corto. Lo que intento señalar es que es necesario dotar de referentes culturales urbanos (música, poesía, literatura, refranero popular, cinematografía, etc.) a las propuestas políticas. Lo electivo es necesario, pero desprovisto de la dimensión cultural no forja la idea de un proyecto con ambiciones hegemónicas.

Una situación histórica que ayuda a ilustrar esta idea es la transición política española. Este cambio fue cultural y político. En ese orden. El ámbito de lo cultural se constituyó en un campo de batalla. Construyeron referentes distintos a los que caracterizaron las generaciones anteriores. Por ejemplo, la música fue uno de esos referentes de la transición. La “movida madrileña” ejemplificó y retrato la profundidad de los cambios que sustentaron la transición política española.

“Guayaquileño, madera de guerrero”, otro ejemplo,  fue la canción que entonaron los manifestantes que tomaron  esta ciudad ecuatoriana el jueves 25 de julio.

En este orden de ideas, el Observatorio Venezolano de las Autonomías (OVA), + Ciudadanos y el Centro Cultural Tadjú van a respaldar un proyecto destinado a indagar sobre referentes culturales que soporten la puesta en escena de una propuesta democrática. La idea es investigar sobre los vínculos que puedan construirse entre unas expresiones culturales latentes en la población  y la formulación de un proyecto político alternativo. Es nuestra intención incorporar a otras instituciones que militen en la idea que la subversión primero, es de naturaleza cultural y, después,  política.

Definitivamente, lo electoral debe tener un sentido cultural y político. Y ese “sentido” debe obedecer a una narrativa que se superponga a los hechos históricos.

En fin, de lo que se trata es de crear una “comunidad política imaginada”

Esperemos, que así sea la política por venir.


Raíces narrativas de la política pública



– En la última Cumbre de las Américas, realizada en Panamá, el presidente de Cuba, Raúl Castro, optó por romper con el protocolo establecido. En lugar de hablar durante ocho minutos, tardó seis veces más en presentar una interpretación bastante libre de la historia política de su país. ¿Por qué?
Como economista de profesión, mis estudios me enseñaron a mirar el mundo desde la perspectiva del filósofo inglés Jeremy Bentham, para quien el propósito de la política pública es crear la mayor felicidad para el mayor número de personas. Las políticas que no se atengan a alguna de las variantes de este principio utilitarista (por ejemplo, las de John Rawls o las de Amartya Sen) ciertamente serán ineficientes o injustas.  
Sin embargo, descubrimientos recientes en psicología y neurociencia pueden sugerir que si queremos comprender la conducta social y política, o mejorar las políticas, deberíamos leer a Hegel más que a Bentham. Esto puede parecer extraño ya que Hegel era un filósofo idealista y jamás hubiera esperado que la neurociencia - una realidad material independiente del geist(generalmente traducido como espíritu o mente) - fuera pertinente a su ámbito de estudio.
Según Antonio Damasio en su libro Self Comes to Mind [El yo viene a la mente], el cerebro crea una percepción autobiográfica del propio ser, y este ser creado es el que percibe, recuerda y aspira, que posee telos (o propósito), y en cuyo nombre se toman decisiones.
Es este ser autobiográfico el que, a través de la narrativa que crea sobre sí mismo, también hace de la vida algo más que "una maldita cosa tras otra" como la describió el escritor, artista y filósofo estadounidense Elbert Hubbard. Y nuestro cerebro funciona de tal modo que puede entender lo que piensan y sienten otros seres.
Creo que esta misma estructura se aplica a la forma en que entendemos a los grupos multipersonales. Por ejemplo, no es coincidencia que la legislación trate a las sociedades anónimas como personas jurídicas. Pensamos en la organización en la que trabajamos como si fuera una persona que tiene derechos, obligaciones, valores, reputación y temperamento, en cuyo nombre sus administradores creen que actúan.
Lo mismo se aplica a naciones y estados. Nuestro cerebro necesita crear un sentido de identidad compartido, una "comunidad imaginada", como lo expresó el politólogo Benedict Anderson, en cuyo nombre se toman decisiones colectivas. Esta comunidad es una "persona" con un pasado y un futuro que nos trascienden como individuos. Tiene historia ytelos.
Por el contrario, una visión ceñida exclusivamente a Bentham, llevaría a considerar la política como un conjunto de decisiones desconectadas basadas en un cálculo utilitario inmaterial. Pero esto haría que la vida colectiva pareciera ser "una maldita cosa tras otra". El conjunto de decisiones políticas que se adopten a través del tiempo debe tener algún sentido, y este sentido debe obedecer a la narrativa que se le superpone a los hechos históricos. La narrativa en sí misma es una construcción social que se encuentra limitada por los hechos solamente de manera marginal.
Por ejemplo, según la narrativa del presidente Barack Obama, Estados Unidos siempre ha representado una marcha firme hacia la libertad y la igualdad, desde la guerra de la  independencia hasta la abolición de la esclavitud y el empoderamiento de la mujer, de las minorías y de otros grupos previamente marginados, como los gay y los discapacitados. En la medida en que esta narrativa se aparte de la realidad, refleja aquello a lo que se aspira.
El rol de la política consiste en crear, mantener y reformular este sentido de identidad compartida, de nosotros (y por lo tanto de ellos). Es una ilusión, pero una ilusión creada socialmente. Por ejemplo, es la forma en que bávaros y venecianos en la década de 1860 llegaron a convencerse de que eran y siempre habían sido alemanes o italianos. De la misma forma, solamente una nueva narrativa - un nuevo geist - puede hoy persuadir a los británicos de que en realidad son europeos.
Según lo explica el politólogo Drew Westen, los liberales con frecuencia se apartan de la narrativa de la identidad compartida, tal vez porque están conscientes de que en su nombre suelen cometerse grandes crímenes. Hitler redefinió el volk alemán como la víctima colectiva de un enemigo interno que estaba manchando su sangre - un tipo de narrativa que, enmarcada en términos de raza, religión o clase, constituye la base del genocidio dondequiera que ocurra.
Pero también fue una "persona" nacional a la que Abraham Lincoln invocó en su discurso de Gettysburg. En tan sólo 272 palabras, Lincoln sintetizó a Estados Unidos como un ideal basado en la premisa de que todos los hombres son creados iguales. En esta narrativa, el objetivo de la guerra civil fue asegurar de que "el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparezca de la faz de la tierra".
De acuerdo al filósofo Alasdair MacIntyre en su libro Tras la virtud, las narrativas enmarcan las decisiones morales de los individuos. Del mismo modo, las narrativas enmarcan las decisiones que toman los gobiernos. Luego de su encuentro con los comunistas en España, George Orwell captó la esencia de la importancia de la narrativa en su novela 1984: "Quien controla el pasado controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado".
Por ejemplo, mantener mercados laborales abiertos en la Unión Europea requiere que las personas se consideren a sí mismas y a sus nuevos vecinos como europeos. De manera similar, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no puede detener la inflación porque la narrativa de la “guerra económica” en que se encuentra atrapado le impide justificar las decisiones que son necesarias para estabilizar los precios.
La ventaja comparativa de Marx fue leer a Hegel y crear una narrativa en la que la historia es la historia de la lucha de clases, con el nuevo proletariado industrial emergente destinado a desarrollar una "conciencia social" y a derrocar el orden político y económico creado por la burguesía. La democracia liberal ha estado en desventaja en la batalla por la narrativa porque tiende a tratar al ser colectivo como si fuera tan sólo un votante racional medio en busca de un trabajo mejor.
Sin embargo, esto es insuficiente. Las políticas deben conformarse al marco de la narrativa prevalente, mientras que la gran tarea de la política es dar forma a la narrativa del mañana. No sorprende, entonces, que mientras Obama empleara sus ocho minutos en Panamá para esbozar iniciativas de políticas concretas que aportarían la mayor felicidad al mayor número, Castro pasara 48 minutos reinventando el pasado.

Traducido del inglés por Ana María Velasco.

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domingo, 9 de agosto de 2015

¿Razones para votar?

Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigos lectores, el día de ayer  se formalizaron las inscripciones de los candidatos que participaran en las elecciones parlamentarias del venidero mes de diciembre. Me parece apropiado, en consecuencia, reflexionar sobre el significado de las mismas y las estrategias apropiadas para que la oposición pueda obtener en estos comicios una ventaja significativa.

Sobre el primer aspecto, es importante señalar que una mayoría en votos significaría enviar un mensaje contundente a las esferas gubernamentales. Encerraría, en pocas palabras, una suerte de “instrucción” del electorado para modificar las desastrosas políticas públicas que nos están llevando directo hacia un abismo de consecuencias impredecibles. Por otro lado, de obtener una mayoría parlamentaria, se abriría un compás legislativo franco a iniciativas con el propósito de ir desmantelando el aparataje legal y burocrático del llamado socialismo del siglo XXI. En pocas palabras, es necesario e imprescindible obtener una victoria, electoral y parlamentaria,  contundente en estas próximas elecciones. Hago la diferenciación, habida cuentas que en las pasadas votaciones, el éxito electoral no significó una mayoría de curules en el parlamento.

Ahora bien, ¿Cuál ha de ser la estrategia apropiada de comunicación de cara a estas elecciones? ¿Dónde ubicar las debilidades y posibles errores en esta apuesta electoral? ¿Cómo abordar a un 30% o más de la población que aún es fiel al gobierno? ¿Su lealtad obedece a cierta ingenuidad o ignorancia, como predican algunos opositores fundamentalistas? Estas y otras interrogantes, a mi juicio, constituyen desafíos, teóricos y prácticos, que deben ser abordados con  una gran dosis de sinceridad y curiosidad intelectual.

En principio, debemos derrotar un  economicismo que predica que las adversas condiciones económicas, por si solas, son suficientes para obtener la mayorías electoral y política deseada. Detrás de esta postura se oculta una visión racionalista de la política y de la conducta humana. Vamos a profundizar un poco en esta afirmación.

En la actualidad, el desarrollo de las neurociencias y los avances recientes en el estudio del cerebro humano han erosionado esta aproximación racionalista a la política y, desde luego, al acto electoral. La idea, heredada de la Ilustración francesa, de que la razón puede explicarlo y guiarlo todo, también la política, se ha agotado. En la actualidad un sinnúmero de investigaciones en el ámbito de la neuro política han abordado a la siguiente conclusión: el cerebro político es un cerebro emocional. “No es una maquina desapasionada y calculadora que objetivamente busca los datos, las cifras y las políticas correctas con el objetivo de adoptar una decisión razonada”.

¿Si el cerebro del votante es emocional, cuál ha de ser la aproximación correcta? La respuesta, es de Perogrullo. A pesar de lo evidente de la misma, nuestra dirigencia política sigue colocando sus “razones” en el cesto de la economía. Esperan que las desastrosas condiciones sociales por si mismas hagan el “trabajo” electoral y político. Ojo, los últimos incidentes partidistas han enviado mensajes desalentadores a la población y no han contribuido a fortalecer la identidad política opositora.

Si algo ha mostrado la historia reciente es que las recesiones, la corrupción, los cambios en los programas, los errores del chavismo no han afectado sustancialmente la identidad y fidelidad de sus votantes.

Estas son observaciones antropológicas. Su propósito es alertar sobre las debilidades de una manera “racionalista” de abordar la contienda electoral. Los avances en la comunicación política, por ejemplo,  proporcionan aportes que facilitan la formulación de estrategias para abordar al votante oficialista. Es fundamental competir en el plano emocional.

Sin lugar a dudas, la política debería ser así.










Los deberes de la MUD




Simón García

Las vanguardias orientan, pero es la gente la que hace los cambios. Gente corriente, que como todo ser humano complejo, sólo llega a la razón después de haber rendido el corazón. Si la MUD no encuentra los modos de seducir a los incrédulos y a los desconfiados el triunfo abrumador puede resultar un espejismo

Más allá de su primer deber, desmontar todas las falacias del poder y ayudar a conformar una nueva mayoría plural para ponerle fin a un gobierno que destruye país, la plataforma de partidos de oposición enfrenta otros retos. Lo primero es aceptar la urgencia de sacar las palabras, las promesas y el discurso del manoseo politiquero de siempre.

En el país continúan concurriendo un conjunto de condiciones que alientan el éxito de la oposición, situación tan extraordinariamente favorable que probablemente no tenga una segunda edición. Lamentablemente, algunas de estas condiciones afectan grave y negativamente la vida de la gente.

¿Cuáles son esas condiciones? Por un lado, una crisis que se está comiendo los salarios, multiplicando precios y restando empleo; una pérdida de la integración y de las reglas de convivencia social; una victoria trágica de la delincuencia sobre el gobierno y una disolución de la noción de futuro. Por otra parte una gestión infinitamente errónea que parece partir del absurdo de que el empobrecimiento de todos es un mecanismo para la igualdad y la destrucción, tanto del aparato productivo como de la cultura del trabajo, es la vía venezolana para liquidar a los capitalistas.

Una condición especial, desde el punto de vista social, es que el descontento es el denominador común a todos los venezolanos. La gestión de Maduro unió a la gente y llevó a la lona el manejo de la polarización ideológica y simbólica como recurso de división y enfrentamiento. La complicación es que ese rechazo no tiene un sello de oposición y menos aún se traduce en identificación partidista.

El hecho dominante es la merma de la base de apoyo del gobierno. Pero la quiebra de la lealtad política con Maduro está siendo llenada por incredulidad en una victoria y desconfianza hacia la oposición. En el cerebro de una parte significativa de los electores está cincelada la fatalidad de que el triunfo va a ser escamoteado por la trampa.

La MUD está desafiada por hacer eficaz una política para unificar al país; elaborar la imagen de la sociedad deseable ( todo el programa transportado a un tuit) y dar pasos, visibles para la ´población, de un gran empeño por pasar de ser el eje de la oposición a ser la articuladora de una alternativa. Esto implica liberarse de los condicionamientos del pasado y ayudar a que muchos otros lo hagan.

Pero están también los pequeños deberes de la MUD, a los que el viejo vocabulario denominaría “el trabajo de carpintería”. Si todos los militantes del cambio no se ensucian los zapatos, el modelo del político envasado en los medios seguirá privando. Si todos los partidos de la MUD no se abren a la sociedad y transfieren a la gente opiniones, relaciones, acciones y decisiones, en vez de crecer seguirán celebrando dentro de sus respectivos ombligos.

Las vanguardias orientan, pero es la gente la que hace los cambios. Gente corriente, que como todo ser humano complejo, sólo llega a la razón después de haber rendido el corazón. Si la MUD no encuentra los modos de seducir a los incrédulos y a los desconfiados el triunfo abrumador puede resultar un espejismo.
@garciasim

jueves, 6 de agosto de 2015

Presentación de la conferencia "Emocionar para convencer"

A continuación les presentamos un vídeo de la conferencia  que  dictó recientemente el profesor Nelson Acosta Espinoza.

Esperamos les guste y lo difundan




domingo, 2 de agosto de 2015

“Los revolucionarios son histéricos en busca de un amo”



Nelson Acosta Espinoza
“Los revolucionarios son histéricos en busca de un amo. Y lo tendrán” Frase lacónica del psicoanalista francés Jacques Lacan, a propósito de la revuelta del Mayo Francés del año 1968.

En el país se comprobó empíricamente la certeza de esta aseveración. Una versión de la izquierda, atada a esquemas conceptualmente de finales del siglo XIX, logró encontrar la figura paternal que simbolizaría la totalidad de sus carencias: las afectivas y, desde luego, las políticas.

En un sentido literal el finado Hugo Chávez fue una suerte de “padre” autoritario para este sector político. Su presencia absorbente explica la imposibilidad que confronta esta fracción de la política para avanzar hacia esquemas contemporáneos que les permita enfrentar la grave crisis que azota al país.

A esta interpretación psicoanalítica habría que agregar la discursiva. No solo juega lo inconsciente en la explicación de este fenómeno político. Es necesario incorporar la variable discursiva y cultural. Bien, ¿qué intentamos decir con esta apreciación?

Vamos a ir despacio. Es posible que algunos amigos de la oposición se encuentren retratados en las líneas que siguen. Intentamos, en estos breves comentarios, desarrollar un ensayo de interpretación y alertar sobre la posibilidad de transitar caminos ya trillados en el pasado.

El proyecto chavista, en lo básico, aspiró reciclar  un esquema ya agotado. Me refiero, en el plano económico, al que implantó la democracia. Puede parecer provocadora esta afirmación. Pero lo medular de su propósito, en lo económico, fue renacionalizar lo ya nacionalizado en el periodo democrático. Sus políticas distributivas, igualmente, profundizaron esquemas de esta naturaleza ya ensayadas en la IV República. Son muchas las coincidencias con estrategias experimentadas en el pasado. Creo que la razón de estas concurrencias podemos encontrarlas en el carácter de petro estado que identifica la sociedad venezolana. Esta característica, hace creer que desde el estado, vale decir mediante la administración de la renta petrolera, es posible hacer ejercicios de ingeniería social. Igualmente, poner en práctica un voluntarismo autoritario e intentar modificar la realidad económica, social y cultural del país. Lo irónico del asunto, es que el aumento de la renta petrolera coincide con la crisis política, social y económica de la sociedad venezolana. Sin lugar a dudas, Pérez Alfonso tenía razón al calificar a este producto como “excremento del diablo”.

Existe un rasgo inédito en la experiencia del llamado socialismo del siglo XXI. Me refiero a su lógica discursiva. Dividió la sociedad venezolana en dos polos mutuamente excluyentes. Esta polarización es responsable de las dificultades para producir acuerdos sobre estrategias de interés nacional. Afortunadamente estamos en presencia de un lento proceso de despolarización. Las próximas elecciones parlamentarias mostraran hasta qué punto esta lógica está siendo derrotada. Sectores interpelados en el pasado por el chavismo se espera que expresen su preferencia por los candidatos del bloque democrático.

Sin duda, es posible aseverar que estamos en presencia del final de un ciclo histórico. Los procedimientos políticos del pasado están agotados. El dispositivo simbólico que proporcionó direccionalidad discursiva a nuestra modernidad no suministra respuestas a las nuevas demandas políticas y sociales que se están formulando.

Existe una exigencia para hacer uso de la imaginación política. Atreverse a pensar un nuevo modelo de vida democrática. Este es el reto al que se enfrentan los sectores que militan en el campo democrático. Esperemos que  estén a la altura de este desafío y tengan  el coraje de desprenderse de los viejos hábitos para que puedan ensayar nuevas formas de aproximación a la vida pública.

Ojalá, la política sea así.








"Anticipación positiva”

Simón García

Un auténtico lugar común sería repetir que las crisis destructivas generan copiosamente incertidumbre y pesimismo. No es extraño, entonces, que aparezcan entre nosotros. Ni que sean estados de ánimo que al gobierno le interesa inducir para alentar desconfianzas en la MUD, en los líderes del cambio y en el voto.

He conocido que una investigadora, ligada al CENDES, esta elaborando el mapa actual de las emociones del venezolano y que en él ocupan lugares significativos la rabia y la desesperanza. La posibilidad de que el descontento abra campo a la rabia es tan preocupante como que pueda crecer el desánimo y la pérdida de confianza en la viabilidad de los cambios.

Mientras esperamos que concluya esa investigación, hay evidencias que es imposible ignorar: existe un descontento general ante la situación y una mayoritaria reprobación a la gestión de Maduro. El clamor de cambio lo registran todas las encuestas y resuena en las conversaciones en público, en las colas y en mercados, farmacias y comercios. La desesperanza aparece muy poco en la calle, en ella lo que brota es una fuerte  indignación y una clara convicción de ir a votar el 6 de diciembre.

En cambio, las variadas expresiones del conformismo, pariente racional del pesimismo, parecen circular más entre personas de confianza, en la privacidad del hogar y en el anonimato de las redes sociales. Pero repetir la idea de que la cúpula gubernamental es invencible y que nada de lo que se haga conducirá a la victoria, incluso si se ganan las elecciones, es una rendición antes de la partida.

La difusión del ánimo derrotista persigue los mismos objetivos del Dakazo, tenga o no esa intención. Es decir empujar hacia la abstención. Otro recurso para rebanarle votos a la oposición es el pronosticador de catástrofes dedicado a meter miedo, identificando la posibilidad de cambios con la amenaza de la bajada de los cerros o de los colectivos paramilitares prendiendo una guerra civil. Ambas apuntan a que es mejor quedarse quietos y seguir muriendo de escasez, altos precios y delincuencia.

Estos mecanismos de la psicología social se han incorporado a las nuevas tecnologías para dominar a una sociedad. Se aplicaron en Cuba y ahora se están implantando en nuestro país. La tesis de Giordani de que la revolución necesita pobres, se está complementando con el manejo de la crisis como una herramienta de control, castigo y sumisión de la población.

El gobierno pretende acostumbrarnos a vivir el país como un campo de refugiados. Ocuparnos en la subsistencia y alambrarnos de ansiedad y desesperación. Bombardearnos con miedos. Rebajar la autoestima de la población, propiciar la indiferencia hacia las elecciones parlamentarias y confundirnos con el mito autoritario de que no van a salir con votos.

Hay que responderle, todos a una, desarrollando una estrategia de anticipación positiva: el triunfo de la democracia con justicia social es inevitable. Ninguna trampa, provocación o anzuelo populista podrá detener el castigo que la sociedad, no sólo los partidos, va a infringir a los altos responsables del insoportable desastre que apenas comenzamos a sufrir. No es sólo un buen deseo. La realidad, la voz de la calle, las encuestas y la desesperación de la cúpula  son cuatro pruebas anunciadoras de la fulminante caída en la lona de los que lograron el record de llevar el kilo de caraotas a mil bolívares.

En el lado positivo de la crisis hay que anotar el surgimiento de una conciencia de que con caudillismos no se construye ciudadanía ni con populismo desarrollo humano. No habrá bienestar sin el empeño de todos, sin una progresiva distribución de las cargas para reconstruir la economía y sin la unidad que nos devuelva la convivencia y el orgullo de ser venezolanos.
@garciasim

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