domingo, 27 de julio de 2014

Foro Social de Carabobo



Este martes 29, se inaugura el Foro Social de Carabobo con una muy oportuna intervención del sector privado y laboral, en conferencias sobre el tema "La desindustrialización en Carabobo: causas y consecuencias".

Tras la apertura del Foro y palabras iniciales del profesor Nelson Acosta y de Ely Yepez -en su calidad de observador político- disertarán sobre este tópico tanto los presidentes de la Camara de Industriales de Carabobo (Andrés Pérez), como de Cámara de Pequeños y Medianos Artesanos de Carabobo (Victor Zerpa) y CONINDUSTRIA (Carlos Larrazabal). Y en representación del sector laboral, el sindicalista y líder, Froilán Barrios.

Interesante mezcla, que promete ser muy valiosa, de personeros del sector industrial y laboral.

El Foro tendrá lugar en la sede de la Asociación de Ejecutivos del Estado Carabobo que ha cedido sus estupendas instalaciones para la celebración de este acto inaugural.

La entrada al Foro es gratuita y están invitadas todas las personas interesadas en este importante asunto.

A continuación el programa del Foro.


Programa – martes 29 de julio
La desindustrialización del Estado Carabobo:
Causas y consecuencias
Asociación de Ejecutivos del Estado Carabobo

8:00 Inscripciones y documentación

9:00 Palabras a cargo del coordinador del Foro Social de Carabobo, profesor Nelson Acosta Espinoza

9:10 Palabras de Eli Yepez – Asesor político

9:20 Instalación del Foro “La desindustrialización: causas y consecuencias”, por Alejandro Feo La Cruz, Alcalde del municipio Naguanagua

9:30 Conferencia a cargo de Andrés Pérez, Presidente de la Cámara de Industriales del Estado Carabobo (CIEC)

10:15 Conferencia a cargo de Froilán Barrios, presidente del Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (FADESS)

11:00 Conferencia a cargo de Víctor Zerpa, Presidente de la Cámara de Pequeños y Medianos Industriales y Artesanos del Estado Carabobo (CAPEMIAC)

11:45 Conferencia a cargo de Carlos Larrazábal ex presidente de la Confederación Venezolana de Industrias (CONINDUSTRIA)

12:30 Clausura a cargo de la Universidad de Carabobo



El imperialismo existe




Nelson Acosta Espinoza

Amigo lector, el imperialismo existe. A lo largo de la historia esta realidad se ha expresado en formas diversas. En América Latina el Tío Sam ha protagonizado diversas aventuras imperiales. Cobijados bajo la "Doctrina Monroe" y el llamado "Corolario Roosevelt" incursionaron militarmente en países como México, Guatemala, Cuba, Santo Domingo, Nicaragua, entre otros. El Corolario Rooselvet, por ejemplo, establecía que si un país americano amenazaba o ponía en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses, el gobierno estadounidense estaba obligado a intervenir en los asuntos de ese país para "reordenarlo", restableciendo los derechos y el patrimonio de su ciudadanía y sus empresas. Este corolario supuso, en realidad, una carta blanca para la intervención de Estados Unidos en América Latina y el Caribe.

Desde luego, los tiempos han cambiado. Ya este tipo de intervenciones no suceden. La actual distribución global del poder lo hace improbable. Existen, si, otras formas de intervención política y económica. Y, Estados Unidos, ya no es la única potencia que ejerce esta vocación imperial. Han aparecido competidores que amenazan su influencia económica y política. La República Popular China, por ejemplo.

El gobierno venezolano ha iniciado una fuerte relación económica con este país. Recientemente renovaron los acuerdos de financiamiento, uno de los cuales incluye un nuevo préstamo de USS$4.000 que Venezuela pagará con 100 mil barriles de petróleo al día. A partir de este convenio, China se convierte el segundo receptor de crudo venezolano, después de EEUU y en su mayor inversionista internacional. Estos acuerdos, se extienden a diversas áreas como, por ejemplo, transporte, tecnología y educación. Igualmente, se espera inversiones destinadas a la explotación de las reservas minerales del país. Si se suma este nuevo fondo binacional a los acuerdos firmados años atrás, se aumenta la dependencia financiera (deuda) de la república a un nivel comprendido entre USS$20.000 y USS$$40.000 millones. En fin, los venezolanos, del presente y el futuro, tendremos que enfrentarnos con un nuevo rostro del imperialismo: el chino.

Si, amigo lector, el imperialismo existe. Y en esta ocasión histórica tiene rostro asiático. Mr. Danger (personaje ficticio de la novela Doña Bárbara), ahora se llama Xi Jinping, Presidente de la República Popular China. Para muestra, este botón. De acuerdo a especialistas del tema, la deuda con China supera las reservas internacionales. Los fondos suscritos entre Pekín y Caracas suman 25.700 millones de dólares, 5.000 millones más que los 20.700 millones con los que cerró el BCV sus reservas el pasado 18 de julio (El Nacional). "28.452 % crecieron las importaciones desde China entre el año 1998 y 2013, dice el Profesor Sergio Arancibia, el financiamiento que nos da ese país está atado a que Venezuela intensifique sus compras de manufacturas a ellos."

En otras palabras, esta nueva relación se inscribe en una compleja red de permuta de carácter dependiente. En cierto sentido, este intercambio se ajusta a las viejas tesis dependentistas. En este caso, Venezuela es la proveedora de una materia prima (petróleo) y China nos envía sus productos industriales. Así se establece un esquema de desarrollo desigual y combinado. Las ganancias de la República de China se transforman en pérdida relativa para el parque industrial en el país.

Aquí en Carabobo se comienza a sentir este deterioro, Su parque industrial se encuentra sumergido en un franco proceso de desindustrialización. Esta calamidad ha sido ya advertida por dirigentes empresariales y políticos. Hasta ahora sus señalamientos no han encontrado receptividad en los ámbitos políticos oficiales.

Pareciera, entonces, que necesitamos un Santos Luzardo que enfrente a esta nueva versión de un Mr. Danger proveniente del lejano oriente.

Los laberintos de la transición


Simón García

La transición es una procesión que avanza y retrocede en el seno del gobierno y su partido. Allí, todos parecen concordar en buscar medidas que alivien el calvario del país, pero no todos apoyan la idea de un viraje. Se considerará como posibilidad en la medida que se incremente el miedo cupular a que un mayor agravamiento de la crisis les pase una factura definitiva.

En la hora chiquita hay quienes sostienen que la corrección de ciertas medidas económicas, implica profundizar, en otras áreas, la disposición a marchar hacia el socialismo. Definen como existencial el esfuerzo sin tregua para reducir y liquidar a la oposición, entendida por tal cualquier actitud crítica o la expresión de malestar con las posturas gubernamentales. Es decir, el país.

Pero el viraje, al menos en política económica, ya comenzó en Londres con los anuncios del vicepresidente económico ante representantes del mundo financiero. La salida de Giordani es otro signo del abandono de la visión ortodoxa en sectores de la cúpula roja. A Fedecámaras se le está sugiriendo que acepte una propuesta de cooperación sin mirar hacia los derechos y las libertades. Un injerto del modelo chino, tropicalizado y sin las condiciones de China.

Por todo ello el viraje económico parece inevitable, mientras que la transición es discutible. Una que provenga enteramente de la voluntad del gobierno tiene la dificultad de que el presidente Maduro carece de la fuerza para imponerla en el PSUV y a que titubea ante su necesidad de evitar nuevas pérdidas de apoyo en el país y cederle banderas a sus rivales internos. ¿A quién aparte de él le conviene promoverla?
Cabello, capitán en la banda contraria, ya se anotó un punto al boicotearle abiertamente a Maduro el diálogo con la oposición.

Pero el viraje económico puede abrirle las puertas a una transición más redonda, aunque todavía esta perspectiva esté rodeada de incertidumbres sobre su forma de iniciarse, modalidad, duración y desenlaces. Por los momentos, la gente está comenzando a reaccionar ante las consecuencias, cada vez más insoportables del doble fracaso de la gestión Maduro y el modelo Chávez.

Así Maduro sea él mismo un poder vacío, es el rostro y la expresión de un régimen que lo sostiene y al cual él debe sostener. Las circunstancias lo obligan a ejercerse si pretende perfilar su liderazgo y si está convencido de que la transición es su carta salvadora. Sabe que si no actúa perderá mucho. Ya, ni en su propio campo le admiten la inhibición ante la ruina y la implosión del país.

También sabe que los pasos oficiales no bastan. Las fuertes medidas económicas exigen algún grado de consentimiento de los principales actores institucionales y políticos del país, incluyendo a la oposición. Así que inicialmente el gobierno intentará que otros compartan la carga a cambio de nada, aunque el agua al cuello suele volver lúcidos a los obcecados.

La oposición también sabe que toda transición supone una redistribución del poder entre los actores antagónicos, la formulación de nuevas reglas institucionales y una relegitimación que estará condicionada por mostrar capacidad para resolver los problemas, voluntad de unificación del país y formulación de cambios económicos, institucionales y políticos. No puede contentarse con una transición de repostería.

El tema de la transición es una oportunidad para comunicarle nuevamente a la sociedad los aspectos alternativos que califican a la oposición y para acompañar sistemáticamente a los más débiles en sus luchas y a toda la población frente al paquete de ajustes que el gobierno quiere hacerle tragar al país sin compensaciones. Tiene que movilizar sus fuerzas y presionar por aquello que necesita conquistar.

Para ello, los partidos deben entender que la lucha por el liderazgo no es un asunto de tirar una parada ni de competencias por quien aparece como el más radical. La verdadera lucha consiste en estar, eficaz y constantente, con la gente. La oposición tiene los líderes y los partidos para hacerlo, pero ¿podra hacerla unida?

domingo, 20 de julio de 2014

FORO: La desindustrialización en Carabobo: causas y consecuencias


Declaración

El Foro Social de Carabobo (FSC) es un espacio plural, abierto al debate democrático de ideas creado para formular propuestas y profundizar la reflexión sobre aspectos neurálgicos para la región y su impronta en el país. En el participan organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales, ONGs, etc. para articular y profundizar la democracia y acentuar una mayor autonomía política y financiera del estado Carabobo.

Es preciso replantear el proyecto democrático y enriquecerlo con las transformaciones que se están operando en la sociedad y que se expresan a través de los medios de comunicación, así como el surgimiento de nuevas vías de conexión social. Hay que poner más énfasis en las autonomías regionales y en la libertad individual. Esta plataforma aspira articular diversos sujetos políticos, incluso antagónicos.

Antecedentes

Valencia ha sido tradicionalmente un espacio geográfico de profunda vocación industrial. Aquí, en respuesta al programa de gobierno de “sustitución de importaciones” (IV Plan de la Nación, 1970-1974), se instaló unos de los parques industriales más importantes, diversificado y denso del país. Todo tipo de grandes, medianas y pequeñas industrias, así como un densa red de suministros industriales, se estableció principalmente en la Zona Industrial y en La Quizanda que en su momento fuera el principal polo de desarrollo del país. En la actualidad el conjunto industrial se encuentra en un un grave momento de regresión (desindustrialización) atacado por diversos problemas: restricción en la asignación de divisas, escasez de materia prima, obsolescencia tecnológica, dificultades laborales (Ley Orgánica del Trabajo), fallas eléctricas, de gas, de agua de transporte, de infraestructueras y huérfana de soluciones innovadoras y poco o nulo apoyo en ciencia y tecnología, entre otras dificultades derivadas de la formulación de políticas económicas poco acertadas.

El FSC inicia sus actividades con el tema de la desindustrialización que creemos es fundamental para el futuro de la ciudad y el estado.


Programa – martes 29 de julio
La desindustrialización en Carabobo:
Causas y consecuencias
Asociación de Ejecutivos del Estado Carabobo

8:00 Inscripciones y documentación

9:00 Palabras a cargo del coordinador del Foro Social de Carabobo, profesor Nelson Acosta Espinoza

9:10 Palabras de Eli Yepez – Asesor político

9:20 Instalación del Foro, por Alejandro Feo La Cruz, Alcalde del municipio Naguanagua

9:30 Conferencia a cargo de Andrés Pérez, Presidente de la Cámara de Industriales del Estado Carabobo (CIEC)

10:15 Conferencia a cargo de Froilán Barrios, presidente del Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (FADESS)

11:00 Conferencia a cargo de Víctor Zerpa, Presidente de la Cámara de Pequeños y Medianos Industriales y Artesanos del Estado Carabobo (CAPEMIAC)

11:45 Conferencia a cargo de Carlos Larrazábal ex presidente de la Confederación Venezolana de Industrias (CONINDUSTRIA)

12:30 Clausura a cargo de la Universidad de Carabobo

Los “sueños” del padre Ugalde


Nelson Acosta Espinoza

El presidente Nicolás Maduro se ha topado con la iglesia. Permítaseme parafrasear esta frase escrita por Cervantes en su inmortal novela. Ella denota el poder de la institución eclesiástica y su poderosa capacidad de respuesta hacia la intolerancia política practicada por las distintas formas de autoritarismo. Si, amigo lector, Nicolás ha tenido que saborear recientemente, por así decirlo, el talante crítico de la iglesia venezolana. Los obispos y arzobispos de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) emitieron una exhortación pastoral en la cual expresan la necesidad de que impere el diálogo y el pluralismo político. El presidente de la CEV, monseñor Diego Padrón, fue el encargado de leer el documento, en el cual se analizó las diversas situaciones que actualmente atraviesan los venezolanos. En sus palabras, hizo un llamamiento para que el gobierno desista de su "propósito de crear instancias que asumen funciones de las autoridades legítimamente elegidas (gobiernos paralelos) y de implantar instituciones como las Comunas, que tampoco están contempladas en la Carta Magna (…)Todo lo que vaya contra la libertad, la justicia, los derechos humanos, sociales, civiles y políticos de los venezolanos es moralmente inaceptable".

Esta conducta tiene sus antecedentes históricos. Vale la pena recordarlos. Por el lado de la intolerancia del poder con la institución eclesiástica tenemos los ejemplos de la polémica y posterior expulsión del arzobispo Ramón Ignacio Méndez, por José Antonio Páez, la defenestración de monseñor Guevara por el autócrata Guzmán Blanco, la expulsión del obispo Montes de Oca por Juan Vicente Gómez, o el hostigamiento a monseñor Rafael Arias Blanco, luego de su conocida pastoral de mayo de 1957 que marcó la decadencia hacia el colapso de la dictadura perezjimenista. En fin, la iglesia en momentos cruciales, ha asumido su compromiso con las causas de la justicia, libertad, democracia y, en cierto sentido, ha marcado el inicio del fin de estos regímenes autoritarios.

Puede parecer apresurada la siguiente afirmación, pero estamos a las puertas de un cambio de régimen. Como lo señalamos, la iglesia lo atisba. Desde luego, es justo preguntarse ¿cómo se come eso? Bien, disculpen la siguiente digresión teórica. Perversiones del oficio académico.
Se produce una crisis de régimen a partir de la aparición de disfuncionalidades e inestabilidades al interior del régimen mismo. Y esta situación ocurre a partir de la inexistencia de equilibrio entre las demandas políticas, apoyos, procesos decisionales y respuestas a nivel de la relación estructura de autoridad-comunidad política, colocando, por tanto, en peligro la estabilidad y perdurabilidad del régimen.

Esto es exactamente lo que está ocurriendo al interior de la estructura de poder del gobierno. La falta de liderazgo del Nicolás Maduro, el agotamiento del modelo del socialismo del siglo XXI y la profunda crisis económica ha desgastado los resortes de poder del régimen. A propósito del III Congreso del PSUV se han revelado las profundas grietas existentes en esa estructura de poder. Diversas voces han alzado alertas sobre el peligro que implica la burocracia, el clientelismo y el pragmatismo. En otras palabras, me atrevo a sostener, que estamos en presencia de una fractura irreversible de la coalición que soporta el régimen chavista.

"Los sueños" del padre Ugalde pueden convertirse en realidad. Esta crisis puede traer como consecuencia cambios catapultados desde esta estructura de poder. Una suerte de transición moderada. Empujada por sectores sensatos del gobierno y que apunten hacia un modelo político que pueda, en lo inmediato, dar respuestas a estas nuevas demandas. Son sueños, y "los sueños sueños son".

Desde luego, para hacerlos realidad, hay que derrotar el jacobinismo que “rochelea” en ambos polos de nuestra realidad política.

El doloroso ajuste de Nicolás Maduro



Humberto García Larralde

La salida de Giordani del gobierno avivó esperanzas de cambio en la conducción de la política económica. La nefasta mezcla de inflación, desabastecimiento y caída del salario real clama por una revisión. Y cuando el superministro Ramírez anuncia que se irá a la unificación cambiaria antes de que culmine el año, algunos suponen que ello se acompañará de las medidas necesarias para hacerlo viable. Pero creo que se está leyendo interesadamente el significado de la defenestración del “monje”. Se razona como si, tirada la manzana podrida del dogmatismo y del atraso, este gobierno fuese ahora otro, conformado por gente dispuesta a reconocer sus errores y enderezar entuertos.

Empecemos por la anhelada unificación cambiaria. Sin el saneamiento de las cuentas públicas y la reducción de la excesiva liquidez, no hay manera de contener la inflación y estabilizar el precio del dólar. Y con tasas de interés controladas y expectativas adversas a la inversión, ¿Qué incentivos existirán para conservar los ahorros en bolívares? A menos que se levante el punitivo sistema de controles no habrá confianza para el desarrollo de la actividad productiva y la estabilización de un cambio único será precaria. Además, si no se rescata PdVSA persistirá el despilfarro de divisas y, con ello, el desabastecimiento. Para confundir aun más las cosas, el plenipotenciario Ramírez afirma que el mercado cambiario seguiría controlado (¡!). ¿Cómo eliminar el mercado paralelo y la especulación cambiaria si no se libera completamente la compra-venta de divisas?

Con relación al saneamiento de las cuentas del Estado, ¿Se atreverá Maduro a ajustar el precio de la gasolina y de las tarifas de otros servicios públicos? ¿Existen planes para rescatar las empresas del Estado y cerrar el desaguadero que hoy son? ¿Y la corrupción que devora las arcas públicas? Después está el problema central de restablecer la confianza en una economía devastada por la arbitrariedad, el acoso a la iniciativa privada y la ausencia de garantías. ¿Se seguirá con la excusa estúpida de una “guerra económica” para intentar esquivar la enorme (ir)responsabilidad en el desastre provocado por 14 años de petropopulismo chavista y culpar a otros? Finalmente, la devaluación implícita en la unificación cambiaria mejorará las cuentas del gobierno y de PdVSA, pero a costa de una importante reducción de la capacidad adquisitiva de los venezolanos. ¿A qué precio arribará el dólar si no se adoptan medidas coherentes de apoyo, a dónde llegará la inflación? ¿Podrá el gobierno capear, débil como está, el tremendo costo político que ello implica?

Además del justificado escepticismo respecto a las entendederas que pudieran tener Ramírez y Cía. para acertar en las medidas para sacar al país del foso que ellos mismos cavaron, uno se pregunta si tienen realmente la disposición de ello. No puede pasarse por alto que la destrucción del Estado de Derecho devino en un régimen de expoliación, libre de la mirada contralora de poderes públicos autónomos, de instituciones del Estado de Derecho y de ciudadanos informados sobre la marcha de la economía. No en balde el BCV retrasa burdamente la publicación de las cifras correspondientes. Y no en balde –que es mucho más grave- el abierto cercenamiento de derechos civiles y políticos.

Los “revolucionarios” han usufructuado a discreción en estos últimos 15 años unos $1,2 billones (1.200.000.000.000 dólares) que pasaron por las arcas del Estado. Altos jerarcas se han dado una gran vida, se ha esparcido dineros públicos por diversos medios para comprar lealtades y aplacar protestas, fortunas se han levantado con impunidad, ¿o deberíamos decir complicidad?, todo gracias a la centralización, en la persona del Presidente, de la toma de decisiones, en desapego a criterios de racionalidad económica. Este reparto es lo que se ha vendido como “socialismo”. Cuando los chavo-maduristas esgrimen “tener patria” y alardean que sus detractores “no volverán”, se refieren a este arreglo; uno que les ha permitido disfrutar de la renta petrolera sin que medien esfuerzos, talentos o méritos. Basta la lealtad, real o pretendida, con los encumbrados en el poder. Se trata de un régimen de expoliación porque este provecho no es a cambio de aporte alguno a la actividad económica. Y no importa que muchos de los usufructuarios puedan creerse de verdad la pretensión socialista o que otros la repiten cínicamente como pasaporte al festín: el resultado es el mismo, la destrucción de la capacidad productiva del país. Mientras, más de $200 millardos se han fugado del país por falta de oportunidades de inversión. Pero los que nos oponemos a esta rapiña representamos un peligro para esta “patria” de vividores y debemos ser sometidos como sea.
Si bien la presente crisis conmina a los jerarcas del gobierno a introducir cambios –antes de perderlo todo- lo harán a regañadientes. Se desprenderán de sus prerrogativas sólo en la medida en que se convenzan que no tienen alternativa. Y mientras sea posible, que se sacrifiquen los rivales en la contienda interna del PSUVismo, no “los propios”. De ahí lo crucial de la lucha interna entre los herederos del difunto. Se afianzan las prácticas de nepotismo –ahora la familia Varela se une a las de Chávez, Flores, Ramírez y otros- en este reacomodo por quedarse con el pastel. Lejos de un levantamiento decidido de los controles para racionalizar el quehacer económico –que implicaría transferir poder y autonomía a empresarios, trabajadores y consumidores-, se vislumbra el proverbial muddling through de quienes intentan atrasar los cambios y ceder lo menos posible: el peor de los mundos. El costo será más oneroso –socialmente hablando- que un ajuste clásico y no habrá garantías de que resulte en una pronta estabilización de la economía, ni en la generación de condiciones para reemprender el crecimiento y el empleo productivo.

El “ajuste” en marcha podrá ser, entonces, sumamente calamitoso. Entre sus mayores costos, no tan ocultos, habrá que destacar la represión. En ausencia de un plan coherente que minimice sus penurias y potencie sus resultados positivos, arreciarán las protestas, más cuando la credibilidad en las excusas del gobierno está tan baja. En previsión, se anuncia la creación de “Brigadas Especiales contra Grupos Generadores de Violencia”; se fabrican intentos de magnicidio para perseguir a los presuntos implicados; se criminaliza la protesta pacífica reprimiendo y apresando estudiantes, e inculpando a Leopoldo López de provocar la violencia; se continúa con el sometimiento de los medios independientes, incluyendo su compra; el TSJ prácticamente alienta, con su decisión, a que los militares participen en actos políticos –del PSUV, por supuesto-; y, last but not least, se arremete de manera destemplada contra toda manifestación de disidencia interna. Porque lo último con lo que desea enfrentarse la actual camarilla es la rebelión de sus bases políticas.

Desaparecido el encantador de serpientes que embelesaba a su audiencia con promesas de redención, y despalillados los recursos con que se aparentaba tal ilusión, la conducción del proceso se concentra ahora más que nunca en manos militares. Ya lo dijo Padrino López, “esta fuerza armada es chavista”. En los actuales momentos quien controla es el ala abiertamente fascista -Cabello, Rodríguez Torres, Benavides, Ameliach y Cía. Pero es difícil precisar qué otros grupos se mueven dentro de las FAN. Bajo este paraguas protector (¿?) pululan intereses variados, civiles y militares, buscando cómo continuar chupando de las mieles del poder mientras se invocan los intereses supremos de la patria. Tal caldo es fecundo, también, para las mafias del narcotráfico y de los saqueadores de las arcas públicas, como para los hermanos Castro y sus esbirros. Aquí toda referencia de los jerarcas a una “lucha ideológica” es apenas un pretexto. Pero los Castro tienen la ventaja de que coinciden con los militares fascistas en el desprecio del mundo civil y de los derechos humanos, y tienen décadas perfeccionando formas para asegurar que nadie perturbe su idilio con el mando absoluto. Más aún, el fasciocomunismo le es de gran ayuda a los que quieren perpetuarse en el poder, ya que la confusión de sus apetencias personales con la prosecución del socialismo parece conferirles una justificación “moral” a sus trapacerías. Les “lava” la conciencia y les permite argumentar que son fieles al legado del amado difunto.

Sobre estas corrientes traicioneras pretende navegar Maduro en busca de legitimidad, de cara al III Congreso del PSUV, sin proyecto, sin brújula, aferrado a la iconografía de su “padre putativo”. Anuncia un “sacudón” pero trae a un cubano para que lo asesore en ello. Aun así, en la medida en que se profundiza la crisis y aumenta la presión de las bases chavistas, como del pueblo venezolano todo, puede que haya una mayor toma de conciencia de que se les acabó la manguangua, y veamos un reacomodo que facilite una apertura. Porque la represión, por sí sola, también tiene un costo político, tanto en el pueblo venezolano, educado en una cultura democrática, como en el mundo occidental que ahora está más sensibilizada a las violaciones de derechos humanos en nuestro país. Pasó el tiempo del gorilismo tradicional, y el de los Castro se le cayó la careta.

Lo examinado en estas líneas plantea un enorme reto a las fuerzas democráticas. ¿Qué debe hacerse para propiciar el cambio? ¿Cómo combinar la firmeza de propósitos, la defensa de las libertades democráticas y la denuncia de las vagabunderías, con una oferta de proyecto político capaz de “enamorar” a las bases chavistas? ¿Es lícito tender puentes a aquellos oficialistas que podrían estar dispuestos a embarcarse en los cambios que la inmensa mayoría desea? Si en un momento es decisivo el debate abierto, sincero, sobre estas cosas, es ahora.


domingo, 13 de julio de 2014

La desindustrialización: causas y consecuencias


Valencia ha sido tradicionalmente un espacio geográfico de profunda vocación industrial. En respuesta al programa de gobierno de “sustitución de importaciones”, se instaló en esta ciudad uno de los parques industriales más importantes, diversificado y denso del país. En la actualidad se encuentra en un momento de regresión (des-industrialización) atacado por diversos problemas: restricción en la asignación de divisas, escasez de materia prima, obsolescencia tecnológica, dificultades laborales (Ley Orgánica del Trabajo), fallas eléctricas, de gas, de agua y de transporte, falta de soluciones innovadoras y poco o nulo apoyo en ciencia y tecnología, entre otras dificultades derivadas de la formulación de políticas económicas poco acertadas.

El Foro Social de Carabobo (FSC) inicia sus actividades con el tema de la desindustrialización, y el dabate de ideas creemos es fundamental para el futuro de la ciudad y el estado. Por tal razón, el 29 de julio del corriente, se llevará a cabo este programa en la Asociación de Ejecutivos del Estado Carabobo, a partir de las 8 am. El público general está cordialmente invitado (entrada libre)


Programa: La Desindustrialización: causas y consecuencias
29 de julio –Asociación de Ejecutivos (AEEC)

8:00 Inscripciones y documentación
9:00 Palabras a cargo del coordinador del Foro Social de Carabobo, profesor Nelson Acosta Espinoza
9:10 Palabras de Eli Yepez – Asesor político
9:20 Instalación del Foro, a cargo de Alejandro Feo La Cruz, Alcalde de Naguanagua
9:30 Conferencia a cargo de Andrés Pérez, Presidente de la Cámara de Industriales del Estado Carabobo (CIEC)
10:15 Conferencia a cargo de Froilán Barrios, presidente del Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (FADESS)
11:00 Conferencia a cargo de Víctor Zerpa, Presidente de la Cámara de Pequeños y Medianos Industriales y Artesanos del Estado Carabobo (CAPEMIAC)
11:45 Conferencia a cargo de Carlos Larrazábal ex presidente de la Confederación Venezolana de Industrias (CONINDUSTRIA)
12:30 Clausura a cargo de la Universidad de Carabobo

¿Dolarizar la economía?


Nelson Acosta Espinoza

Amigo lector, la vida institucional del país está llegando a su punto muerto. Desde luego, es lógico que usted piense que esta afirmación no reboza optimismo. Después de todo, como reza el refrán, un optimista es un pesimista bien informado. Bien, los hechos, la realidad que es terca comienza a demandar soluciones a los problemas acumulados. Aquí podríamos hacer uso de un dicho cubano: lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo. Sin embargo, es apropiado advertirlo, es indispensable un bastonazo contundente para que se comprenda la urgencia del necesario cambio que es imprescindible en la actual situación del país. Se está padeciendo las arbitrariedades de un poder casi absoluto y la presencia de peligrosos compromisos coyunturales.

Hablando de garrotazos, recientemente se han producido coincidencias en la formulación de soluciones para enfrentar este desastre nacional. Me refiero a cierta concurrencia en relación a una política pública específica: la dolarización de la economía. Esta medida es percibida, por expertos del oficialismo y de la oposición, como una salida a los problemas estructurales de nuestra economía. Jairo Latotta en el portal Aporrea, por ejemplo, la ha propuesto como un mecanismo para terminar “con la exportación de capitales para EEUU de manera ilegal al cambio especulativo paralelo y para acabar con la inflación".

En un reciente foro celebrado en esta ciudad el economista Guillermo García expresó, igualmente, la conveniencia de una medida de esta naturaleza. Para este experto, la dolarización es la política apropiada para sacar rápidamente a la población de la crisis económica que enfrenta el país. Ahora bien, usted amigo lector que no es experto en estos temas, muy bien pudiera preguntarse ¿qué es la dolarización? Bien, busquemos su definición. Este instrumento de política monetaria es precisado como una opción cambiaria consistente "en el abandono oficial por parte de un país de su propio patrón monetario y la adopción del dólar estadounidense (US$) como moneda de curso legal". Existen experiencias concretas de dolarización en la región: Ecuador, Panamá y El Salvador.

Desde luego, no existe unanimidad sobre este tema. Hay quienes piensan que dolarizar implica tirar la toalla. Angel García Banchs, por ejemplo, sostiene que esta medida, "equivale a botar el sofá y no el cónyuge, verdadero culpable de la traición". En otras palabras, para este economista el problema es de naturaleza institucional y apuesta a que tarde o temprano se producirá una recuperación en este ámbito en el país.

No soy economista y, en consecuencia, no es juicioso opinar sobre los aspectos técnicos de una opción de política económica de la complejidad de la que estamos hablando. Sin embargo, humildemente, sostengo que lo medular de la crisis en el país no es lo económico. Esta dimensión, por así decirlo, es táctica no estratégica. Lo fundamental es transformar el modelo político que ha estado vigente desde el siglo pasado. No en balde, sectores del oficialismo coinciden con los de la oposición sobre la viabilidad de una medida de esta naturaleza. Ello obedece al carácter "técnico" que supondría su aplicación.

Me voy a permitir sugerir lo siguiente: hacer peso en el plano de la distribución del poder político. En el marco de una democracia federalizada en todos sus aspectos, por ejemplo, sería posible y viable experimentar soluciones alternas a esta situación monetaria que, dicho sea de paso, no es nueva, es crónica y expresa el agotamiento del modelo democrático e institucional que ha estado vigente desde el siglo pasado.

En el cuadro del actual esquema de poder, siguiendo a Banchs, su aplicación implicaría "botar el sofá y no al cónyuge".

Momento Constituyente


Carlos Tablante

La democracia es el lugar donde los extremismos no prevalecen y si lo hacen, se acabó la democracia.
Norberto Bobbio  (1909-2004)

Es indudable que en Venezuela se ha tratado de imponer un modelo autocrático de líder, pensamiento y partido único, un totalitarismo militarista que ha fracasado.

Al margen de la Democracia y del Estado de Derecho, una casta corrupta ha pretendido adueñarse del país. Los nefastos resultados están a la vista y todos los padecemos. No hay legitimidad de origen porque la vía electoral está secuestrada por el abuso y la arbitrariedad de quienes creen que el Estado son ellos y que no hay límites entre el interés de todos y el interés del partido, que de forma absoluta quieren imponer su pensamiento, caracterizado por la intolerancia a expresiones políticas diferentes.

Tampoco existe legitimidad de desempeño democrático porque todas las instituciones están al servicio del Psuv, al extremo de que en la última sentencia del TSJ se convierte a la Fuerza Armada Nacional en un brazo armado al servicio del pensamiento chavista. Tal cual como quedó ratificado en el lamentable discurso que pronunció el General Padrino López en la Asamblea Nacional con motivo del 5 de julio.

No hay un Poder Judicial independiente, garante de la legalidad sino, por el contrario, existe un sicariato judicial mediante el cual se criminaliza y se persigue a la protesta y la disidencia.
Tampoco hay una Asamblea Nacional que cumpla la labor legislativa y contralora prevista en la Constitución. A pesar de haber obtenido más de la mitad de los votos (53%), inexplicablemente la oposición tiene menos diputados que el oficialismo y es sistemáticamente atropellada e irrespetada por la “mayoría” oficialista, que ha llegado inclusive a los extremos de despojar del fuero parlamentario a diputados que consideran incómodos por sus opiniones y críticas al régimen. No existe un Poder Electoral equilibrado e independiente.

El modelo económico del Estado centralista y propietario ha generado la inflación más alta del mundo, escasez de bienes y colapso de los servicios públicos, así como la percepción de que somos el país con más alto índice de corrupción y de falta de transparencia en la administración de los dineros públicos.

El control de cambio y los conflictos internos del alto gobierno han puesto al descubierto entramados de corrupción con la asignación de divisas para importaciones, negocios turbios en torno al pago de la deuda externa y del endeudamiento de la nación. Ejemplo de ello es la denuncia sobre los más de 20.000 millones de dólares entregados por Cadivi a empresas de maletín.

La inseguridad ciudadana, producto de la corrupción y la impunidad, han convertido a Venezuela en uno de los países más violentos del mundo, con mayor índice de homicidios. Todo ello, unido a un sistema penitenciario, policial y judicial absolutamente corrompido.
La violación sistemática de los derechos humanos ha sido ampliamente documentada y denunciada en todos los organismos internacionales, en especial, con motivo de las 42 víctimas mortales de las protestas sociales que sacudieron al país a principios de año y la brutal represión con la que el régimen arremetió contra los manifestantes.

A esto se suma la arbitraria e ilegal detención de Leopoldo López, y los acaldes Enzo Scarano y Daniel Ceballos.

La falta de libertad de expresión, de prensa y de información a través del cierre de medios y de la compra de muchos de ellos por testaferros boliburgueses cómplices de altos funcionarios es una forma no solo de controlar la opinión pública sino también de comprar protección e impunidad para los negocios ilícitos que se realizan desde las altas esferas de poder de este estado delincuente.

La terrible situación que sufre el país nos obliga a ser más combativos que nunca para lograr el cambio político que necesitamos. Como hemos dicho siempre: sin protesta no hay salida, es decir, el descontento mayoritario que recogen las encuestas en estos momentos, debe organizarse y movilizarse. La unidad de todos los que quieren el cambio es fundamental e indispensable. En la diversidad, pero sin descalificaciones y con respeto, debemos discutir las diversas propuestas políticas para sacar al país del atolladero en el que se encuentra y para que la oposición cumpla, sin ninguna duda, su rol opositor. No es momento de recriminaciones y descalificaciones para debatir las diferencias dentro de la oposición. Podemos hacerlo de manera constructiva y asumiendo que todos tenemos el deber y el compromiso de propiciar los urgentes cambios que en esta hora difícil , reclama la nación.
Cualquier solución pasa por los votos, por ello debemos exigir la designación de los rectores del CNE cumpliendo a cabalidad la norma constitucional para garantizar un árbitro electoral confiable e idóneo. Ya sea para la elección de una Asamblea Constituyente o de diputados a la Asamblea Nacional o hasta del presidente de la República. La salida siempre pasará por la vía electoral.

De acuerdo a los estatutos de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 , la misma “es la depositaria de la voluntad popular y expresión de su soberanía con las atribuciones del poder originario para reorganizar el Estado venezolano y crear un nuevo ordenamiento jurídico democrático. La Asamblea, en uso de las atribuciones que le son inherentes, podrá limitar o decidir la cesación de las actividades de las autoridades que conforman el poder público”.

Estamos frente a una emergencia nacional por la crisis institucional, económica, social y política que vivimos. La ruta constituyente puede ser un espacio para el diálogo, la reconciliación , el reencuentro, para restablecer la democracia y el Estado de Derecho, para desarrollar de manera progresiva los derechos económicos, sociales , culturales y ambientales vigentes en la actual Constitución. No se trata de un evento para aumentar la crispación y la confrontación polarizante, para que una parte del país aplaste a la otra. Se trata de un proceso de consulta democrática, de abajo hacia arriba. Eso es lo que proponen Voluntad Popular y Leopoldo López y ello puede marchar en paralelo con la propuesta del Congreso Ciudadano y la lucha por un mejor país a través de gremios, sindicatos, partidos y sociedad civil. Es decir, cada quien en lo suyo y desde su perspectiva, pero todos juntos, unidos, buscando una salida incluyente, en paz y en democracia, frente a un modelo de Estado autoritario, antidemocrático y militarista, que ha perdido el liderazgo y la capacidad de gobernar y satisfacer las necesidades mínimas existenciales de las grandes mayorías del país.
Para quienes, contra toda evidencia, sostienen que aún no están dadas las condiciones para una asamblea constituyente, preguntamos ¿Qué hay que esperar? Que este régimen cleptocrático y kakistocrático termine de destruir a Venezuela?

Sin ninguna duda: éste es el momento constituyente.

Carta a Leopoldo Lopez



Fernando Mires

Muy estimado Leopoldo López

Que usted, eludiendo la censura de la cárcel de Ramo Verde me escriba una carta, es para mí un honor. ¿Quién soy yo al fin? Un profesor jubilado de una universidad del norte de Alemania. Otro chileno, uno de los tantos que una vez buscaron refugio en las lejanías para rehacer vidas alteradas por una vil dictadura y que desde entonces, como otros, decidió pronunciarse en contra de toda dictadura, venga de donde venga. Por eso, recibir esa carta escrita con la mano de un luchador por la democracia, padeciendo injustamente en las cárceles de un régimen arbitrario, me ha hecho pensar en que tal vez yo no he escrito en vano. Permítame entonces, Leopoldo, darle, antes que nada, las gracias.

He seguido y sigo con mucha atención lo que sucede en Venezuela. Como usted dice, un rompecabezas muy difícil de armar. Ya era difícil de armar durante Chávez cuyo gobierno poseía una naturaleza doble. Por un lado era popular -popularidad legitimada en continuas elecciones- y por otro, autocrático y militar. Hoy, bajo el gobierno Maduro, ha cambiado el carácter político del chavismo. Maduro es mucho menos popular y su gobierno es mucho más militar y militarista que el de Chávez.

Esa fue la razón -pese a que no compartía los argumentos que cristalizaron en la, para mí, poco feliz fórmula de “La Salida” (Maduro vete ya)- por la cual saludé su llamado a protestar en las calles del Febrero venezolano. Ese llamado apareció en el momento justo, cuando en el amplio campo de la oposición parecía reinar cierta resignación o apatía.

Como es sabido, en las elecciones municipales de 2013, pese a que la oposición había obtenido una extraordinaria votación, ganando además en los centros más poblados del país, no alcanzó el objetivo que ella misma se había propuesto, a saber, la de convertir las elecciones en un plebiscito que crearía condiciones para una salida política constitucional.

No habiendo sido alcanzado ese objetivo, la tarea del momento debía ser, a mi juicio, otra. La podemos resumir así: sobre la base de la crisis económica provocada por el gobierno, se hacía necesario pasar a la fase de acumulación de fuerzas, lo que no excluye, pero sí incluye, la movilización en las calles. Y bien, esa tarea era y es, si tomamos en cuenta la profundidad de la crisis, perfectamente posible.

En efecto, yo mantengo la opinión de que un salto cualitativo en las luchas democráticas solo es realizable sobre la base de un crecimiento cuantitativo. Eso pasa en Venezuela por atraer a amplios sectores que una vez fueron seguidores del chavismo, como también a quienes no se sienten identificados ni con el gobierno ni con la oposición. Como apuntaba Hannah Arendt, mientras la violencia solo requiere de instrumentos, el poder será siempre el poder de las mayorías. Y ella, que conste, no se refería solo a los países democráticos.

Cuando yo escribí entonces que la lucha encabezada por los estudiantes venezolanos era en contra de un sistema de dominación, jamás sostuve que ese sistema podía ser cambiado en su totalidad. El artículo que usted menciona fue publicado originariamente en Chile (El Mostrador) y estaba destinado a contrarrestar una opinión de la señora Bachelet quien había afirmado, en relación a los acontecimientos venezolanos, que “no se trata de derribar gobiernos legítimamente elegidos”. Yo sostuve que los manifestantes, en su mayoría, no salían a derribar al gobierno, sino a luchar en contra de un sistema de dominación. Debo en ese punto quizás ser un poco más explícito. Cuando los comunistas, es un ejemplo, dicen, nuestra lucha es para deribar el capitalismo, no piensan que el capitalismo va a terminar en un plazo corto. O a la inversa: cuando los demócratas cubanos dicen: nuestro objetivo es liquidar al sistema castrista, saben que ese derribamiento ha estado y estará precedido por un larguísimo proceso. Derribar un sistema, a diferencias de derribar un gobierno, no es cosa de días sino de años. Usted lo puede ver en el mundo árabe. Caen y caen gobiernos, pero los sistemas de dominación se mantienen incólumes.

Más aún, hay elementos del sistema anterior que pueden y deben ser continuados por otros gobiernos. Por ejemplo, durante su campaña presidencial, Capriles planteó, y con razón, que las “misiones” –uno de los pilares del sistema chavista– no serían suprimidas en caso de ser él elegido presidente. En Chile, es otro ejemplo, el gobierno de Bachelet todavía gobierna con la Constitución de Pinochet.

En cualquier caso, un cambio de sistema presupone generalmente un cambio de gobierno o, por lo menos, un cambio en el gobierno. Y para eso, en Febrero de 2014 no había ninguna condición objetiva. Mucho menos si tomamos en cuenta que la oposición es política y socialmente hablando, muy heterogénea. Por eso escribí durante Febrero: “Si los estudiantes se adecuaran al ritmo de la MUD, sería un error. Pero si la MUD se adecuara al ritmo de los estudiantes, sería una locura”. También podríamos decir: “Sin voluntad de cambio nunca va a suceder nada, pero reducir la acción política a los actos de la pura voluntad, se paga muy caro”. Créame, lo último se lo digo por experiencia propia.

Mi escepticismo con respecto a “la salida” es el mismo que hoy mantengo frente a la alternativa que usted en estos momentos defiende, la de una Asamblea Constituyente.

¿Qué es una Asamblea Constituyente? Las palabras lo dicen. Es un acto convocatorio destinado a constituir políticamente a una nación, es decir, se trata de ratificar electoralmente una nueva Constitución. Por eso mismo una Asamblea Constituyente es un acto fundacional, o por lo menos re-fundacional. Eso es y ha sido así desde la Asamblea Constituyente de 1789 en Francia, la que certificó el fin del régimen monárquico.

La Asamblea Constituyente no certifica un cambio de gobierno sino un cambio de régimen. Eso presupone que, previamente a la Asamblea, el régimen anterior ha sido derrotado o derrocado. Quizás me equivoco, pero creo que en la historia moderna no hay ningún caso en el que un régimen haya sido cambiado por una Asamblea Constituyente, pero sí, algunos en los cuales la Asamblea ha surgido para dotar constitucionalmente a un régimen que de hecho había sido cambiado de modo previo a la votación constitucional. De más está decir que en Venezuela el régimen (o sistema) no ha cambiado, nadie ha sido derrocado y nadie desde la oposición ha tomado el poder.

Distinto fue el caso de la Asamblea Constituyente de 1999. El propósito de Chávez en ese momento era trazar una marca histórica que señalara claramente un “antes” y un “después” de Chávez, es decir, el fin de la “cuarta república”. Y evidentemente, ese propósito, por lo menos a nivel simbólico, fue logrado. La Constitución de Venezuela fue una Constitución, en sus orígenes, chavista.

Pero, atención, escribí “en sus orígenes”. Tantas veces ha sido violada esa Constitución por Maduro y su antecesor, que a la oposición en su conjunto no le quedó más alternativa que acogerse bajo su protección. Una de las últimas violaciones constitucionales fue la que llevó a Leopoldo López a la prisión por el delito de haber hecho uso legítimo del derecho a protesta, consagrado por esa misma Constitución.

Todos sabemos, por lo demás, que a Chávez, “su” Constitución (“La Bicha”) le molestaba, hasta el punto que intentó cambiarla por otra más “socialista”. El 2.12-2007 sin embargo, el pueblo venezolano, en magnífico acto de soberanía, negó a Chávez esa posibilidad, infligiendo la primera derrota electoral al chavismo. A partir de ese día la Constitución de origen chavista dejó de ser chavista y pasó a ser de todo el pueblo. Esa fue la razón por la cual la oposición la convirtió en símbolo y escudo. En otras palabras, la oposición adoptó e hizo suya a la Constitución.

Más todavía, en nombre de la defensa de la Constitución han sido obtenidas muchas victorias municipales y parlamentarias. ¿Cuántos candidatos opositores han levantado en alto el pequeño libro azul? No, Leopoldo. El problema principal de Venezuela no es constitucional ni constituyente; es mucho más profundo; es social y es político a la vez.

Una Asamblea Constituyente es, además, un acto electoral. Y ahí ocurre otro problema. El llamado a la Asamblea aparece en un horizonte en el cual ya se dibujan las elecciones parlamentarias que tendrán lugar en el 2015. ¿Está el pueblo venezolano en condiciones de soportar dos elecciones tan existenciales en un breve lapso? ¿O el llamado a las elecciones constituyentes excluye a las parlamentarias? La respuesta está en el aire, y al no aparecer, hay desconcierto, confusión, y sobre todo, división.

De hecho la oposición venezolana está dividida frente al llamado a la Constituyente. Según me informan, no hay más de tres partidos, de los muchos que la conforman, que están de acuerdo con ese llamado. Pero aunque fueran muchos más, el hecho es que ese llamado no suma, solo resta; no multiplica, solo divide. Y con una oposición dividida, la Constituyente, si es que llegara a tener lugar, solo significará una derrota inapelable para toda la oposición. No ocurrirá así con las elecciones parlamentarias.

La unidad que ha alcanzado la oposición es antes que nada una unidad electoral, y elecciones tras elecciones la votación opositora ha ido ascendiendo. Ese es un hecho objetivo. Las elecciones periódicas, han sido, además, la oportunidad que ha tenido el conjunto de la oposición para desplegar su política en calles, barrios y cerros.

A diferencia de una elección constituyente, donde los electores votan por una fría palabra, “si” o “no”, en las parlamentarias votan por personas de carne y hueso. Más allá de los resultados, la oportunidad que tienen los candidatos de entrar en contacto directo con los problemas de la gente, es única. En las campañas electorales, la política entra a la calle. Usando una imagen, podríamos decir que en esas campañas tiene lugar una lucha “cuerpo a cuerpo”.

¿Para qué desperdiciar una oportunidad, quizás la única que se tiene para integrar las luchas sociales con las luchas políticas? Comparando la efervescencia social que produce una elección parlamentaria con un llamado a cambiar la Constitución, yo diría que la primera es más radical y la segunda más conservadora, aunque sea defendida por sectores considerados radicales.

Hace un tiempo escribí un artículo cuyo título es una tesis: “Cómo transformar las elecciones en protesta social sin que dejen de ser elecciones” Justamente de eso se trata. Así lo demostraron las elecciones en San Diego y San Cristóbal.

Como ya he manifestado en otras ocasiones, elecciones sin protesta social están destinadas a perderse; protestas sociales sin elecciones en cambio, están destinadas a estrellarse en contra del aparato militar y para-militar del régimen.

Leopoldo, yo estoy seguro de que si la oposición se une, y las cosas se hacen bien, Venezuela se puede llenar de muchos sandiegos y de muchos sancristóbales. Eso es, para mi al menos, más importante y decisivo que una Asamblea Constituyente, que un Congreso Ciudadano, o que cualquiera otra propuesta u ocurrencia unilateral, por más brillante que esta sea.

La unidad, la unidad es el primer requisito. En aras de la unidad, en momentos como los que vive Venezuela, hay que sacrificarlo todo, incluyendo proyectos personales. Naturalmente la unidad solo puede surgir frente a objetivos comunes. Pero en ese mismo sentido estoy seguro de que lo que une a la oposición es mucho más de lo que la desune.

Hay muchas razones para protestar unidos en Venezuela. La situación económica, sobre todo la de los más pobres, es desesperante. Inflación, escasez, trabajo precario, delincuencia, y sobre todo, violaciones a los derechos humanos, son lacras que nadie puede desconocer. Ese es el saldo del llamado socialismo del Siglo XXl.

Un régimen que ha unido el destino del país con el de la dictadura militar cubana, un régimen militarizado que miente día a día, un régimen que dispara a mansalva a estudiantes desarmados, un régimen que persigue y encarcela a políticos para usarlos como rehenes, mientras un ex ministro declara que el dinero de todos los venezolanos es usado para financiar campañas oficialistas, eso y mucho más, define de por sí a un régimen perverso. Solo la más absoluta unidad podrá derrotarlo.

Leopoldo, no quisiera terminar estas líneas, más allá de cualquiera divergencia, sin manifestar toda mi solidaridad frente a los duros momentos que usted está viviendo. Solidaridad que hago extensiva a su valiente esposa y a toda su familia. Vendrán días mejores; de eso estoy seguro. Que Dios los proteja.

Si desea leer la carta de Leopoldo López a Fernando Mires:

domingo, 6 de julio de 2014

Nace el Foro Social de Carabobo



Impulsado por un variado grupo de ciudadanos del ámbito comercial, industrial y académico, se está gestando el Foro Social de Carabobo, un espacio plural, abierto al debate democrático de ideas para formular propuestas y profundizar la reflexión sobre problemas neurálgicos de la región y donde participen organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales, ONG, etc. 

El propósito del Foro es articular la diversidad de movimientos para ampliar la democracia y acentuar una mayor autonomía política y financiera del estado y de los municipios.

Como primer acto, este jueves 10 de julio, el profesor Nelson Acosta, en su calidad de Coordinador del Foro, junto a varios de los integrantes del mismo, dará una rueda de prensa en el Colegio de Abogados del Estado Carabobo. Se proyectará a los medios el anuncio del primer encuentro, a celebrarse el 31 de julio, sobre el importante tópico La des-industrialización en Carabobo: causas y consecuencias.

Para mayores detalles, pueden visitar el blog del foro.

Lo público no es monopolio exclusivo de los partidos

El Che Guevara con Orlando Borrego

Nelson Acosta Espinoza

Bien, tenemos que aceptarlo. El Presidente ha tenido un arrebato de sinceridad. Ha reconocido el desierto intelectual en el que se encuentra. Despedido Jorge Giordani y aislado el grupo Garibaldi (profesionales universitarios, algunos relacionados con el CENDES), ha tenido que recurrir a un "experto" cubano para que asista y proporcione experticia y experiencia técnica en la formulación del llamado "sacudón" anunciado recientemente por Maduro.

La prensa nacional, reseña a este asesor así. "Un primer teniente de la lucha armada de Cuba en los sesenta auxiliará al gobierno en la reestructuración de los ministerios". Igualmente, se ha señalado que "expertos" cubanos se encuentran involucrados en la organización del III Congreso del PSUV a realizarse el 26 y 29 de julio. En fin, Borrego, el cubano, se incorporará al proceso de hacer en esta administración una "revolución dentro de la revolución" Vaya, pues...

El gobierno recurre a la experticia de un funcionario de un gobierno fallido que ha fracasado en todos los campos donde ha intentado desarrollar propuestas e implementar planes: en lo económico, social, cultura y militar. Para decirlo en criollo, allí no habría nada que imitar y buscar. Pero la ceguera ideológica no permite experimentar otras soluciones y vías de transformación. Pareciera que la consigna de Maduro es: "los problemas del socialismo se resuelven con más socialismo".

Vamos a dar un giro a estas breves líneas. Voy a colocar la atención en nuestro sistema político. A ver. Este ordenamiento se encuentra cimentado en el papel protagónico que ejercen las organizaciones de carácter partidista (me refiero, en especial, a los partidos que se ubican en la oposición política). La ceguera, al igual que en el PSUV, también predomina en este ámbito. Desde luego, la de la MUD es de otra naturaleza.

Vamos a decirlo en una sola frase. Los partidos políticos tradicionales atraviesan en Venezuela un momento complicado. Las rigideces que se han ido acumulando a lo largo de los años les ha restado capacidad de adaptación a las demandas de estos nuevos tiempos. Lo convencional de su estructura le está impidiendo poder insertarse plenamente en el tejido social. Han debilitado sus lazos con los electores y su apuesta estratégica no trasciende lo estrictamente electoral. Pareciera que confunden descontento con respaldo a sus posiciones. Este descontento, es bueno recalcarlo, no se canaliza necesariamente hacia los partidos del bloque opositor. No olvidemos que para gran parte de la población los partidos son vistos mas como parte del problema que como parte de la solución.

Ante esta situación los movimientos sociales han ido creciendo en números y credibilidad. La población los percibe con menos ataduras institucionales y, en ese sentido, comunican una mayor radicalidad democrática. Es indispensable, entonces, establecer vasos comunicantes entre estas dos dimensiones del quehacer democrático. Crear instancias de articulación, organización y decisión colectiva.

Hay que replantear el proyecto democrático. Enriquecerlo con las transformaciones que se están operando en los medios de comunicación y el surgimiento de nuevas vías de articulación y conexión social. Más énfasis en las autonomías regionales y la libertad personal. En fin, más democracia. Una plataforma de esta naturaleza debería tener la virtud de poder articular diversos sujetos políticos. Entender que hoy los partidos no son los portadores privilegiados de soluciones y alternativas y, en consecuencia, no pueden aspirar a monopolizar todo lo público.

El extravío democrático se resuelve profundizando aún más la democracia. Los borregos, se los dejamos al PSUV.


Pippi Calzaslargas contra Marx (Por un capitalismo solidario)


La valentía reformista de la península choca con el inmovilismo de otras socialdemocracias




Publicado en El País (España) el 6 de julio de 2014
Victor Lapuente Giné

Érase una vez un rincón de Europa con una larga tradición de guerras sangrientas. En su último enfrentamiento fratricida idearon, antes que los nazis, campos de concentración a gran escala en los que dejaban morir de hambre a combatientes y civiles del bando enemigo. Un lugar que había llegado tarde a la industrialización y que empezó el siglo XX con altos niveles de desigualdad, una emigración masiva hacia América y una fuerte conflictividad social. Un lugar donde en los años treinta los socialistas entrarían en el Gobierno tentados de dar a unas bases radicalizadas la revolución que tanto deseaban…

¿España? No, Escandinavia. Lejos de esa imagen tan extendida de un paraíso terrenal igualitario, la historia de la Europa nórdica está llena de episodios terribles. Pero en un momento determinado fueron capaces de revertir su debilidad económica y social para convertirse, unas décadas después, en las sociedades más competitivas y, a la vez, más solidarias del mundo. Hoy día lideran el planeta en innovación, igualdad (económica, de oportunidades o de género), sostenibilidad medioambiental, ayuda al desarrollo y casi cualquier otro indicador de calidad de vida.

¿Cómo fue posible la construcción de este modelo que podríamos definir como capitalismo solidario? Los partidos socialdemócratas desempeñaron un papel decisivo, pero su éxito no se basó en proponer un modelo alternativo al capitalismo o en reconectar con los ideales verdaderos de la izquierda. Por el contrario, aceptaron lo bueno que tiene el capitalismo (la idea de que el desarrollo económico viene de abajo y no de arriba, como diría Roosevelt, otro gran héroe de esa época, en 1932) y, en lugar de ahondar en las raíces ideológicas socialistas, se fueron por las ramas de la tercera vía antes de que ese concepto se hubiera inventado.

La suya fue una traición en toda la regla a una izquierda que pedía la muerte del sistema capitalista. Pero con todos los aficionados gritando con el pulgar hacia abajo, el gladiador rechazó cortar la cabeza. Esta valentía tuvo sus efectos positivos a medio plazo. Basta comparar la exitosa tercera vía de los socialdemócratas suecos en el periodo de entreguerras con las visiones estridentes de la lucha de clases por las que optaron sus correligionarios alemanes del SPD (como hace Sheri Berman en The Social Democratic Moment, 1998) o españoles del PSOE (como hacemos Bo Rothstein y servidor en la revista Comparative Political Studies, 2013). Mientras la obcecación con la lucha de clases contribuyó a hundir a Alemania y España en el totalitarismo, la colaboracionista socialdemocracia sueca se consolidaría durante décadas en el poder construyendo el Estado de bienestar más generoso del mundo.

Cada país en la Gran Depresión —como hoy en la Gran Recesión— vivía sometido a unos condicionantes muy particulares. Pero resulta obvio que hubo —como hay hoy día— posibilidad de optar por estrategias socialdemócratas distintas. Unas estrategias con impactos sociales brutalmente diferentes.

A lo largo de estas décadas, los socialdemócratas suecos no siempre han elegido bien, lo que desmonta el mito de la infalibilidad de los nórdicos. Por ejemplo, en un ejercicio de creciente autocomplacencia con las bondades de su modelo, el gasto público se les fue de las manos, disparándose por encima del 60% del PIB a finales del siglo XX. Los impuestos llegaron a ser tan distorsionadores que la venerable Astrid Lindgren, la creadora de Pippi Calzaslargas, se rebeló cuando sus ingresos fueron gravados a un tipo del 102%. Pero de estos errores, los socialdemócratas nórdicos han salido, en general, con mucho pragmatismo y poca pureza ideológica. Entre Pippi Calzaslargas y Karl Marx han elegido a Pippi.

Su valentía reformista choca con el inmovilismo de nuestras socialdemocracias. Ellos han priorizado la calidad y la eficiencia en la prestación de los servicios públicos por encima de los intereses de quienes los prestan. Cuando han entendido, tras un análisis de coste-beneficio, que había que remodelar el mapa administrativo, han acometido fusiones de municipios, reestructuraciones organizativas y todo tipo de innovaciones en gestión pública. De forma que los países nórdicos también lideran las comparativas de modernización administrativa. Han introducido competencia (regulada, no salvaje, pero competencia al fin y al cabo) tanto dentro de las organizaciones públicas —con unos empleados públicos desfuncionarizados en su gran mayoría— como entre organizaciones —a veces de titularidad pública, a veces privada.

Este coraje para enfrentar intereses particulares (como el del funcionario X, la Diputación Y o el pequeño Ayuntamiento Z, etcétera) en pos de intereses generales está ausente en nuestra socialdemocracia. Los tres candidatos a liderar el PSOE no ofrecen de momento muchas esperanzas de cambio. Dicen lo que muchos quieren oír (“unidad”, “más socialismo”, derogar la reforma laboral), pero no lo que el país necesita para construir un Estado de bienestar sostenible: por un lado, necesitamos un modelo de flexiseguridad que libere el potencial creativo de unos emprendedores y trabajadores públicos-privados españoles atados por regulaciones asfixiantes y que proteja de las inclemencias de la globalización con una fuerte inversión pública en capital humano; por otro, urge una transformación —no radical, pero sí continua— de cómo funciona nuestro sector público.

Muchos juzgarán el concepto de capitalismo solidario como un oxímoron, o como el extravagante resultado de una coyuntura histórica. Yo entiendo, por el contrario, que es la base sobre la que se sustentan las sociedades más avanzadas (miremos la dimensión que miremos) del mundo y, por tanto, la ruta más segura hacia un futuro sostenible.

No es difícil ver que el capitalismo necesita el contrapeso de la solidaridad. De hecho, un número creciente de capitalistas en EE UU son conscientes de que una economía de mercado sin un fuerte reparto de la riqueza es una receta para el colapso social. Y la solidaridad también requiere un vibrante capitalismo: a lo largo de la historia, ningún Estado de bienestar ha florecido fuera de una atmósfera económica dinámica.

Dejemos pues que capitalismo y solidaridad se quieran.