martes, 27 de noviembre de 2012

Comuna vs Estado Comunal


Nelson Acosta Espinoza

“Es en la comuna donde reside la fuerza de los pueblos libres. Las instituciones comunales son a la libertad lo que las escuelas primarias vienen a ser a la ciencia; la ponen al alcance del pueblo; le hacen paladear su uso pacífico y lo habitúan a servirse de ella”. 

Cuidado amigo lector; no se confunda: esta sentencia no proviene de un afiebrado militante de la “revolución bonita”. No señor, esta reflexión fue escrita por el autor francés Alexis de Tocqueville y se encuentra en una obra fundamental para la compresión de la verdadera democracia “participativa y protagónica”, La democracia en América, publicada en el año 1835.

Comuna no es una palabra o concepto ajeno a la formas democráticas de convivencia. Por el contrario, es consustancial con el “buen vivir” y con la organización descentralizada y federal del todo cuerpo social y jurídico. 

Según Wikipedia, por ejemplo, en Suiza la comuna (en alemán, Gemainde) constituyen la entidad territorial básica y de menor nivel en la división político territorial de ese país. 
Para enero de 2006, existían 2.740 comunas. Algunas cuentan con sólo algunos cientos de habitantes y las ciudades más grandes, como Ginebra o Zúrich, también tienen estatus legal de comuna. Las responsabilidades de cada comuna (como educación, servicio médico, asistencia social, transporte público y recaudación de impuestos) son definidas por el gobierno cantonal y varían de un cantón a otro.

Es bueno, entonces, revisar algunas de las características del orden comunal y contrastarlo con la propuesta del Estado Comunal del gobierno. En principio, las comunas tienen un origen inmanente, voluntario, bajo el criterio de sus integrantes; son la expresión de la forma de vida que una sociedad quiera darse. Para su legitimidad, la comuna se explica en sí misma, por cuanto es la manifestación y acción de sus integrantes quienes al crearlas le dan su cualidad de ser; en las comunas sus integrantes son soberanos para darse el sistema de vida que decidan. La comuna asume todas las competencias sobre la vida, así lo que pueda resolver con sus recursos lo hace, y aquello que le sea complejo, como puede ser la planificación de la ciudad, la atención en materia de salud y educación así como la seguridad lo transfiere a institutos mancomunados en los cuales tiene plena participación. La economía de cada comuna puede estar financiada por impuestos directos (tales como el impuesto sobre la renta, impuesto al valor agregado, otros.), cuyas tasas fluctúan en una banda fijada por el gobierno federal. En fin, esta versión de la comuna, si se corresponde con la idea de profundizar la democracia y hacerla más participativa, protagónica y federativa.

Veamos ahora la propuesta por el oficialismo. En el programa de gobierno de Chávez se establece la creación del Estado Comunal y se fija como meta concreta la creación, en este período constitucional, de 3.000 comunas en las que vivirá el 68% de los venezolanos y 21.000 Consejos Comunales se sumarán a los 30.000 ya existentes. Esta propuesta se encuentra “legitimada” en un conjunto de leyes: Ley Orgánica de las Comunas, de economía comunal, de contraloría social, de la gestión y otras atribuciones, de los consejos comunales, entre otras. En fin, nos encontramos con una arquitectura jurídica que, entre otras cosas, es contraria a la constitución del 1999 y, desde luego, al espíritu y cultura democrática que caracteriza al venezolano.

Posemos la atención en algunas características del modelo de Estado Comunal: las comunas propuestas serían obligatorias y bajo la tutela del poder central; estarían sometidas a las leyes ya mencionadas y, su administración funcionamiento, quedaría sometida a la discrecionalidad del gobierno central. De forma tal que para que una comuna tenga validez tendría que ser aceptada por el poder central. En otras palabras, es la voluntad del gobierno, y no la de sus integrantes, desde donde nace su legitimidad. La “nueva geometría del poder”, coercitivamente, impondrá lo que estas asociaciones pueden o no hacer. Siendo materia fundamental de la comuna contribuir a la construcción del socialismo centralista del siglo XXI. En otras palabras, lejos de constituir en instrumento y fuerza de los pueblos libres, mutaría hacia una herramienta política e ideológica al servicio del poder constituido.

Resumiendo, el llamado Estado Comunal es contrario a las instituciones políticas vigentes como el sufragio universal, directo y secreto, el pluralismo, la alternancia en el poder y la independencia y autonomía de los poderes públicos, acusando importantes tendencias autoritarias.

Reforcemos la argumentación desplegada con evidencia empírica, por ejemplo, Suiza. Su peculiaridad como país reside en la muy amplia autonomía comunal que ejercen sus comunidades y el ejercicio de una variedad de competencias. Este margen de competencias es muy amplio: son responsables del control de habitantes dentro del territorio municipal, la seguridad vecinal, la escuela y la enseñanza pública, sanidad, el servicio de transportes y comunicaciones y la recaudación de los impuestos federales, cantonales y comunales. Esta singularidad de las comunas suizas, contrasta con la propuesta del estado comunal del oficialismo que castra y subordina la potencialidad autonómica de estas instancias comunales.

Es importante participar en la discusión de este y otros temas de la agenda oficial. No permitir el encajonamiento que produce la polarización política. Comunas y Estado Comunal, son puntos para deliberar en los escenarios que sean propicios. Debatir estos temas es fundamental; el aislamiento o desechar su discusión con un solo “portazo”, no tan sólo luce como inapropiado y expresaría “flojera” ideológica, sino que además, robustecería la propuesta gubernamental. Romper la polarización e ir al encuentro de los temas de la agenda pública, debemos asumirlo como una obligación ciudadana.

Reimpulsar los partidos políticos


Miguel A. Megias

Las democracias modernas tienen su fundamento en los partidos políticos. Estos representan, a grandes rasgos, las aspiraciones y visión de los ciudadanos en sus múltiples versiones.

En países donde sólo hay un partido, por ejemplo en China, Cuba o Corea del Norte, los ideales del partido único se imponen a la población que tiene que acatar sus idearios y proclamas. Los que no están de acuerdo –oficialmente no existen- deben aceptar que sus puntos de vista no son recogidos ni aceptados. Y deben vivir, les guste o no, de acuerdo a los mandatos del partido único –el partido comunista.

En otros países, dos partidos comparten el poder. El ejemplo más notable es el de los Estados Unidos de América. Allí, el Partido Demócrata y el Partido Republicano se alternan en el poder. Hasta ahora no ha podido surgir un tercer partido con suficientes partidarios como para llegar a alcanzar una cuota de poder. Aunque en principio ambos partidos son bastante parecidos, hay suficientes diferencias como para que el ciudadano pueda escoger entre una de las dos opciones que mas le convenga o en la que tenga mayor coincidencia con sus intereses individuales. Tal parece que la democracia funciona adecuadamente en esos sistemas.

Así llegamos a las democracias liberales europeas y americanas (son las únicas que hemos estudiado), donde una diversidad de puntos de vista, opuestos a veces, solapados otras, casi iguales en muchos casos, acceden a un poder que comparten en entes deliberantes llámese Congreso, Asamblea o Cortes. Allí, las leyes del país se elaboran tomando en cuenta diversos puntos de vista. Generalmente, se establecen coaliciones entre partidos, lo que permite formar mayorías y por ende, dictar leyes consensuadas con menos resistencia.

Nuestro país, Venezuela, tuvo esas características durante los 40 años que duró la (mal) llamada Cuarta República (de Betancourt a Caldera II). Aunque es cierto que dos partidos, el social-demócrata Acción Democrática (AD) y el social-cristiano COPEI dominaron el Congreso de la época, no es menos cierto que otros partidos, el MAS entre ellos (que llegó a ser la tercera fuerza política del país), URD, el Partido Comunista y muchos otros influyeron no sólo en la elaboración de leyes sino en la dirección del gobierno.

Todo eso ha comenzado a cambiar a partir de 1999. Con la elección de Hugo Chávez, el líder carismático-religioso, nacen nuevas alianzas que culminan con la desaparición de pequeños partidos de izquierda para configurar un nuevo gran partido, el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), que logra, gracias una torpe decisión de los partidos de oposición (abstención), a dominar por completo el Congreso, ahora llamado Asamblea Nacional. Este hecho configura el fin de una era donde la diversidad de partidos, opiniones y visiones fue capital para la elaboración de leyes y la dirección del país.

Debemos aclarar que esto no sucedió por obra y gracia del chavismo, solamente. Ya para 1999, cuando Chávez se aloja en el poder, los partidos políticos habían perdido su razón de ser y su contacto con los ciudadanos. Los partidos eran, básicamente, repartidores de cargos y de recursos para sus partidarios. Poco o nada se debatía en el seno de los mismos que tuviera que ver con ideología o con el devenir de la nación. El negociado, el pragmatismo y la corrupción, fueron elementos primordiales en el auge y caída de los partidos políticos, grandes, medianos y pequeños. Baste con recordar que AD postuló a un hombre (Alfaro Ucero) no sólo desfasado en lo biológico sino en lo histórico; COPEI elige a una Miss, muy bella ciertamente, pero inadecuada para las tareas por venir; y así, a última hora cambian señas y postulan al hombre a caballo (Salas Römer), como representante de numerosos partidos. Y gracias a esos y a otros desaciertos, a pesar de estar sólo oficialmente apoyado por un minúsculo partido, logra Hugo Chávez acceder al poder.

Se ha dicho, y lo repetimos, que una democracia no funciona sin partidos políticos fuertes, que tengan fines que vayan más allá de conseguir prebendas para sus militantes o negociados de dudosa lealtad al estado. Cuando examinamos los resultados de las elecciones de 2010 para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional, nos topamos con el voto muy disminuido de muchos partidos políticos viejos y con votación importante de algunos partidos relativamente nuevos, nacidos al calor de estos 14 años de dominación chavista: UNT (Un Nuevo Tiempo), PJ (Primero Justicia), VP (Voluntad Popular), etc.

Ante la arremetida del gobierno, que pretende hegemonizar el paisaje nacional reforzando por todos los medios posibles al PSUV (que es un partido cascarón vacío y cuyo único objetivo, aparentemente, es el monopolio del poder) sólo queda un dique de contención: reforzar, también por todos los medios posibles y disponibles, los partidos políticos de antaño y los actuales nuevos. Ello requerirá la selección de dirigentes jóvenes (mentalmente, no necesariamente de edad), arraigados en el ciudadano, que sean capaces de crecer, establecer alianzas y alcanzar cuotas de poder superiores a las actuales. Tres grandes partidos tienen esa posibilidad, sin descartar de antemano o otros: Acción Democrática, COPEI y el MAS (Movimiento al Socialismo).

La democracia venezolana se irá a menos, o a más, según la fuerza que estos y otros partidos políticos logren acumular. Precisemos que no es una lucha por tal o cual puesto, por tal o cual gobernación, como equivocadamente –según nuestro criterio- han manifestado algunos dirigentes de los viejos partidos. Alcanzar una democracia más participativa y con mayor arraigo en la población debe ser la tarea conjunta de los viejos partidos, si logran renovarse; y de los nuevos, si llegan a comprender la tarea que tienen pendiente.

El liderazgo religioso de Hugo Chávez


Ana Teresa Torres

Dada la importancia de la expresado por Ana Teresa Torres, este Observatorio ha transcrito el texto completo de la conferencia dictada en el Seminario: "Política venezolana y la construcción de mayorías. ¿El liderazgo religioso de Hugo Chávez?" Con Michaelle Ascencio, Enrique Alí González y Arturo Peraza en la Universidad Católica Andrés Bello el 13 de noviembre de 2012.

Hay una división de opiniones acerca de si el liderazgo de Hugo Chávez es político, carismático o religioso. No veo oposiciones infranqueables entre ellas. Es todo a la vez. Un liderazgo mantenido por catorce años invita a preguntarnos de qué fuentes surge el poder del líder para sostener la fidelidad de la masa durante tanto tiempo y a pesar de la precaria gestión de gobierno. Hay dos fuentes que saltan a primera vista y en las que no me voy a detener porque son las que constantemente son citadas y referenciadas por todo tipo de opinadores: el poder económico y el poder político. No hay mucho que agregar sobre esto porque es obvio. Si partimos de la definición de que las masas siguen a Hugo Chávez porque les brinda (o promete brindar) apoyo directo a sus necesidades básicas, que son prioritarias en sectores pobres o pobrísimos de la sociedad, y continuamos con la definición de que esas masas están controladas por un poder político sin barreras ni cortapisas, estaremos, sin duda, diciendo algo cierto y evidente. Pero si eso es lo único que mantiene la fidelidad al líder, entonces tendríamos que pensar que estamos definiendo a esas masas como un conjunto de cuerpos vacíos que solamente responden a la inmediata necesidad y al control intimidatorio de los mecanismos del poder. Debemos recordar que estamos hablando de personas (de muchas, por cierto) y no de máquinas a las que se les suministra combustible o se programa para actuar; y en términos religiosos –que es precisamente el tema que nos convoca–, bien pudiéramos decir que son cuerpos con alma. En ese movedizo terreno de la subjetividad se ancla la tercera fuente de poder del líder: el poder simbólico.

¿En qué se asienta este poder? ¿Cómo se expresa? Los efectos son intangibles, pero su vehículo es perfectamente visible y asible: en el discurso. En las palabras. En los instrumentos simbólicos que disponemos para construir nuestra identidad. Los seres humanos nos construimos y definimos en la palabra del otro, eso, al menos, piensa un psicoanalista. El lenguaje nos afecta y es el instrumento fundamental que nos constituye en personas. Entonces estamos obligados a pensar en la consistencia y naturaleza de ese discurso constituyente que ha logrado en tres lustros convertir a las masas, que durante cuatro décadas suponíamos democráticas, en fieles seguidores de una ideología no democrática, autoritaria, y encaminada día a día hacia el totalitarismo a la venezolana. 



Es tarea de los politólogos definir las características de esa ideología, de esa construcción política que ha creado Hugo Chávez, y que tiene cualidades muy particulares que no se dejan fácilmente asimilar a las ideologías estándar estudiadas por las teorías políticas. No soy politóloga, así que les invito a pensar en el fenómeno desde otros canales. ¿De qué está hecho el discurso de Hugo Chávez? Si corremos a definirlo como una sarta de palabrería sin sentido, una habladera de pistoladas, como se dice en criollo, no podemos continuar. El prejuicio nos impide comprender. Les invito a desprenderse de ese prejuicio según el cual el discurso de Chávez es pura cháchara. O en todo caso, a admitir que es necesario tratar de comprender mejor esa cháchara. No es una retórica hueca destinada a marear a los escuchas, tiene sentido y puede ser comprendida.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Sobre la decisión de Carabobo


Asdrúbal Romero M.

Ya ha transcurrido suficiente tiempo para que la racionalidad se imponga sobre la carga emocional derivada de la derrota electoral del 7-O y los correspondientes análisis post electorales. Esto lo señalo, inquieto todavía, por la reticencia manifestada por muchas personas en cuanto a participar en las muy próximas elecciones regionales. En verdad: no hallo cómo calificar muchos de los argumentos recibidos con la finalidad de justificar razones para no ir a votar, o peor aún: la intención de favorecer con su voto al “esbaratador” que Chávez ha designado para nuestro estado, lo más extraño: provenientes de personas que me han demostrado, en el tiempo, estar bastante claras sobre el destructivo daño que este régimen le está infligiendo al país. Son argumentos de naturaleza muy diversa, algunos risibles -¿A quién pretenden engañar?-, otros con mayor asidero lógico aunque, en mi opinión, se concentran en un aspecto vulnerable de la candidatura de la unidad democrática y carecen del enfoque globalizante que demanda la decisión de por quién votar en tan delicada coyuntura.

Me voy a referir a un argumento en particular, el más reiterado y con mayor poder de fuego: Si nacionalmente nos abanderamos del principio de la alternabilidad democrática -hablando como oposición-, ¿cómo es que regionalmente vamos a contradecirnos? Dicho en forma elegante: la tesis de la coherencia política, que otros expresan en forma más coloquial y hasta un tanto alevosa mediante el cuestionamiento: ¿Hasta cuándo los Salas? Ciertamente, tienen una estocada válida, sería necio desconocerlo, pero: ¿Es eso suficiente como para inclinar la balanza hacia el otro lado?

Para leer el artículo completo, haga click aquí.

lunes, 19 de noviembre de 2012

La anomia identitaria de la oposición


Nelson Acosta Espinoza

En el campo democrático se ha producido un cambio de carácter primordial. Ha sido “expropiada”, en cierto sentido, la estructura narrativa tradicional mediante la cual estos partidos se comunicaban con el país. El oficialismo se ha apoderado de sus “palabras fuerzas” y “enmarcado” los temas importantes en su oferta discursiva. Los significados de términos como democracia, pueblo, región, pobres, religión, asistencialismo, industrialización, etc., han sido reconvertidos y han adquirido un nuevo sentido que le es otorgado por la ordenación narrativa del socialismo del siglo XXI. El gobierno ha desplegado una operación simbólica que ha transformado hasta los signos patrios: escudo, rostro de bolívar, bandera, uniformes del ejército nacional, y pare usted de contar. En fin, han dotado de una sólida identidad política a la mayoría humilde de la población. Identidad que aún no ha sido disputada por los sectores democráticos.

Tal es la naturaleza de esta mutación que ha despojado de eficacia discursiva a los sectores de oposición; el carácter reactivo de sus tácticas y la dificultad para elaborar un nuevo relato es muy probable que se encuentren ancladas en estas circunstancias mencionadas anteriormente.

Un tema a ser abordado con urgencia sería, entonces, la construcción de esta identidad que se contraponga a la que define al sector oficialista. La pregunta salta a boca de jarro. ¿Cómo se pueden construir? ¿En dónde se encuentra la materia prima para poder modelarlas? Y, finalmente, una vez constituida, ¿Cómo puede adquirir un carácter expansivo?

Sobre este punto hemos elaborado algunas ideas. Primero, sería indispensable articular la cultura popular a la narrativa democrática. Ello implica construir identidades políticas regionales a partir de sus tradiciones culturales (federalizar el discurso). Los componentes etnográficos que definen, por ejemplo, la zulianidad, valencianidad, andinidad, etc., deben ser resignificados y “encuadrados” al interior de un nuevo relato político que se presente como alternativa al que en la actualidad hegemoniza el escenario público. Segundo, comprender que la lucha política es una confrontación simbólica: se disputan las palabras. Tercero, dotar a estas identidades de un carácter expansivo; no encerrarlas en un ghuetto discursivo, todo lo contrario, hacerlas polisémicas de modo que el mayor números de sectores se sientan identificados con sus rasgos definitorios.

Veamos, a modo de ejemplo, un ejercicio sencillo. Tomemos vocablos clave del discurso de PSUV. Al estado comunal se le opondría el federalismo integrador; al poder popular se confrontaría con las autonomías locales; economía social se resignificaría como economía social de mercados; comuna socialista se traduciría como autonomías políticas; al hombre nuevo se le enfrentaría la ciudadanía democrática

Desde luego, estas palabras deberán ser encuadradas dentro de los marcos culturales regionales y a asociadas a nuestras convicciones morales más arraigadas. En fin, con estos y otros vocablos sería posible iniciar la construcción del nuevo relato; vinculando este “cuento” con las tradiciones, héroes, personajes populares, leyendas, etc., que proporcionarían la materia prima para la construcción de las nuevas identidades políticas.

Para poder construir con éxito el nuevo proyecto de país sería imperativo derrotar “esta anomia identitaria” que padece la oposición.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Votar, o no votar, esa es la cuestión


Miguel A. Megias



Ante la pérdida de las elecciones presidenciales en Venezuela  corre por el país opositor una ola de desánimo y pesimismo que -tal parece- conducirá a la inacción y al derrotismo. No votar, abstenerse, parece ser una consigna que muchos pregonan por toda la geografía nacional. Desde luego, ese sentimiento está siendo reforzado por un oficialismo inteligente y perspicaz que se da buena cuenta que son ellos quienes tienen más que ganar en caso de que se produzca un abstencionismo masivo. Y lo estimulan por todos los medios.


Habiendo sufrido en mi juventud los males de una dictadura -la de Francisco Franco, en España, ¡esa si era una auténtica y terrible dictadura!- me da tristeza que los compañeros venezolanos no comprendan que en Venezuela aún queda democracia para rato. Pero que si no actúan, ahora, ya; si no salen masivamente a votar, poco a poco la irán perdiendo. El símil de salchichón -que rodaja a rodaja se va cortando, y cuando vamos a ver ya no queda nada que cortar- es aplicable al estado de la nación opositora actual. La inacción, el abstencionismo de la oposición en 2005, (¡que grave error se cometió entonces!) hizo posible que el gobierno -con sus partidos afiliados- obtuviera con un escaso 25% (la abstención llegó al 75%) de los votos, todos los curules de la Asamblea Nacional. Lo que le permitió al presidente Chávez, gobernar sin ningún tipo de oposición, por cinco larguísimos años.

¿Será posible que se tenga tan corta memoria? Esa es la cuestion: votar, o no votar.

Dos artículos que hemos leído recientemente, proponen posiciones claramente distintas. Hemos escogido algunos párrafos de cada artículo (y el enlace al artículo completo, para los que lo quieran leer). Sea Ud. el juez: lea y juzgue por si mismo y concluya lo que debe hacer a su mejor saber y entender. 

En cuanto a nuestra posición, lo decimos sin un ápice de duda: ¡hay que salir a votar! Si no por el mejor, por el menos malo. Sería extraordinario que en un gesto de reciprocidad en Carabobo (estado donde resido) hubiese un compromiso con la alternabilidad democrática.

Y no nos quejemos, si por inacción o por ignorancia, ayudamos a desmontar la (mucha o poca) democracia que aún nos queda y que tanta sangre, sudor y lágrimas costó construir.

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El regreso del profesor Jirafales

JEAN MANINAT | EL UNIVERSAL
viernes 16 de noviembre de 2012

En los años setenta, el profesor Jirafales desgastaba su infinita paciencia tratando de trasmitir su sabiduría a unos cuantos chamacos en una escuela que, entendemos, se ubicaba en los mismos estudios de Televisa donde se filmaba El Chavo del Ocho. Era el profesor del barrio. Estoicamente recibía el baño de burla y analfabetismo funcional que gregariamente le disparaba, en cada clase, el tropel inclemente de niñas y niños. Con los años, tan encomiable esfuerzo fue relegado progresivamente al horario vespertino, el twilight zone, donde los alumnos regresan a sus casas y los hoteles de alivio empiezan a llenarse.

Pero he aquí, que el profesor Jirafales regresa con nuevos bríos para ocupar el prime time de la programación política de nuestro país. Sólo que, como los androides en Matrix Revoluciones, se desdobla en idénticas reproducciones de sí mismo, para cerciorarse de poder aleccionar a los tontitos Nemo que pretenden ser o volver a ser- that is the question- gobernadores.

Para leer el artículo completo, haga click aquí
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Mi pequeña historia con el comandante y otros personajes

Octavio Acosta en labragaazul.blogspot.com

-¿Qué debemos hacer entonces?
Ésa es una buena pregunta y no tengo la respuesta, pero puedo contribuir a buscarla. La búsqueda de la respuesta correcta es la tarea más importante que deberíamos acometer. Claro, no es solamente una cuestión de voluntad, hay que tener la capacidad que tal empresa exige. Y, por otra parte, debemos afrontar el gran obstáculo que siempre se presenta en todo problema humano: nosotros mismos. Hay que lidiar con la gran variabilidad de la condición humana. Algunas veces esta variabilidad es de una inmensa riqueza, pero otras veces es desastrosa y sus consecuencias más aún. 

Alguien podría decir en la actual “coyuntura”: “Yo tengo la respuesta y sé lo que hay que hacer: votar por el pollo” (NR: se refiere al candidato a gobernador, por la oposición, en el Estado Carabobo). No se podría descalificar una opinión como ésa. Lo más que exigiría es que me den las razones por las cuales debo hacerlo. De pronto me presentan un punto de vista que no había antes considerado. Por eso, y pensando en los demás, estoy dando mis razones. Pero, ojo, la decisión que he tomado es mi decisión y no pretendo imponerla a los demás, sobre todo cuando de inmediato no sé qué hacer en sustitución. 

Mi decisión está además matizada por la impresión, muy personal, que me produjo la experiencia que expuse al comienzo de este relato. Voté por Chávez como respuesta ante aquella actitud asquerosa y desesperada de los partidos del estatus cuando se agruparon alrededor de la figura del viejo cabalgante. Fue la oportunidad para salir de todos al mismo tiempo ¿Voy ahora a votar por éste, por su clan y por todo lo que antes rechacé, para salir de Chávez? El drama revivido de la serpiente que se muerde la cola. 

Sí, una vez lo hice, con el clásico “pañuelo en la nariz”, considerando que era un situación coyuntural, pero el cupo de coyunturas con las que vine equipado se me agotó. Por eso aclaro (otro “ojo”): me voy a abstener, pero no estoy pregonando el abstencionismo. Cada quien debe hacer aquello que su entendimiento y razón –como el polo margariteño –le dicte.

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martes, 13 de noviembre de 2012

Invitación al bautizo


Tres de los miembros del Comité Ejecutivo de este Observatorio han publicado libros relativos al quehacer político venezolano; Argenis Urdaneta, con el título Crisis institucional y gobernabilidad democrática en Venezuela, y Heindrich Gorodekas y Nelson Acosta Espinoza con el título Análisis del discurso político y democrático en Venezuela.

Ambas publicaciones bajo el patrocinio del la prestigiosa editorial del diario El Nacional, de Venezuela, y el Instituto de Previsión Social de la Universidad de Carabobo, IPAPEDI, serán bautizadas el jueves, 22 de noviembre, a las 19:00 en la sede de El Nacional.

A los autores, nuestras más sentidas felicitaciones y mucho éxito en sus emprendimientos.

Los partidos políticos y su financiación (Parte II)


Miguel A. Megias

En un artículo anterior comentábamos que partidos políticos como ONGs se han financiado mediante pequeños aportes o donaciones. Pequeños, pero que sumados pueden resultar en cifras importantes. Y uno de los ejemplos que citábamos era  la exitosa primera campaña del candidato Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos, en 2008.

Ahondando en este concepto, nos topamos con el término crowdfunding (del inglés crowd, masa o público y funding, financiamiento) que define con total claridad este nuevo concepto de financiamiento colectivo, (también denominado en España “micromecenazgo”), vía Internet.

Según Wikipedia, Crowdfunding es: “Cooperación colectiva, llevada a cabo por personas que utilizan una red para conseguir dinero u otros recursos; se suele utilizar Internet para financiar esfuerzos e iniciativas de otras personas u organizaciones”.

Efectivamente, son muchas las organizaciones y los proyectos, en todo el mundo, que obtienen recursos apelando a la buena voluntad de ciudadanos dispuestos a “arrimar el hombro” para ayudar en el financiamiento colectivo. Generalmente tales contribuciones son de montos pequeños, que para muchas personas apenas significan un sacrificio. Los montos pueden ser desde 2 hasta 20 euros o su equivalente en otras monedas.

Existen plataformas en Internet que se especializan en este tipo de operaciones. Por ejemplo, goteo presenta en su página principal seis proyectos que están siendo financiados mediante crowdfunding, para que el lector elija, si le interesa, alguno de ellos. Cada proyecto, al hacer clic sobre los enlaces, presenta en imágenes y a veces con vídeos los objetivos que se han trazado, que es lo que aspiran hacer con los fondos y que cantidad requieren.

A continuación un breve vídeo motivacional de un semanario digital, vía52, que aspira obtener fondos para su publicación:



Este concepto es fácilmente trasladable al financiamiento de partidos políticos. El primer elemento a tomar en cuanta es, desde luego, la credibilidad. Aún cuando parece  haber rechazo a políticos y a la política, todavía hay una gran mayoría de venezolanos que tienen fe y creen en los partidos de su preferencia. Esto ha quedado demostrado por las importantes cifras de votación en las recientes elecciones presidenciales en Venezuela. Los demás factores tienen que ver con los proyectos que un partido aspira a desarrollar y naturalmente debe existir un proyecto comunicacional que permita llevar a buen fin una exitosa campaña de crowdfunding.

Creemos que este tema debe ser considerado por quienes tienen posiciones importantes en el seno de los diversos partidos.  Ciertamente, el donante se desprende de un pequeño monto de sus haberes. Pero recibe a cambio, en primerísimo lugar, la satisfacción de haber "hecho algo" por el partido de su preferencia, con lo que se refuerza la democracia (democracia sin partidos no funciona). En algunos casos, el donante puede recibir algún tipo de recompensa o reconocimiento (diploma, tarjeta de pertenencia, etc.) que tiene un gran valor simbólico aunque su valor real sea ínfimo.

Dejamos a la consideración de nuestros lectores, la propagación de estas ideas tan brevemente esbozadas aquí.




¿Re-conciliación?



“Lo que es no se encuentra en la superficie de las conciencias ni en los usos del día, sino enterrado en las profundidades de los deseos y expectativas de los hombres.”
 (Ortega y Gasset)


Nelson Acosta Espinoza

Sin duda el tema de la reconciliación ha tomado importancia en el marco de la agenda política de sectores de la oposición venezolana. El Movimiento al Socialismo (MAS) y la jerarquía católica, entre otras importantes instituciones, han hecho de este concepto elemento sustantivo de sus propuestas políticas alternativas. Reconciliar a los venezolanos, en consecuencia, desde este punto de vista, habría de ser punto de partida y llegada para el restablecimiento pleno de la democracia en el país.

Ahora, bien ¿qué significa este término? ¿Es unívoco su significado? ¿Expresa correctamente la estrategia política para esta coyuntura? ¿Reconciliarse con quien? De entrada podemos afirmar que este término adquirió relevancia a finales del siglo XX, como resultado de diversos procesos de paz que se plantearon como salida a los múltiples conflictos suscitados tras el fin de la guerra fría. Y, fue en medio de tal búsqueda de solución pacífica a los conflictos, donde surgió la necesidad de plantearse cómo hacer para que estos procesos que marcaron el fin de la violencia para muchos países, fueran sustentables y sostenibles al interior de sociedades gravemente fracturadas en su tejido. Desde luego, esta no es la situación que caracteriza al país.

Detengámonos un momento sobre el significado del término. La palabra reconciliar se construye mediante la unión del prefijo re y el verbo conciliar. En otras palabras, literalmente significa volver a un estado de conciliación preexistente. Es este el sentido que le atribuye la RAE: “la acción de componer y ajustar los ánimos de los que estaban opuestos entre sí” Lo cual supone que sería posible hablar de distintos tipos de reconciliación de acuerdo a circunstancia históricas, sociales y culturales. Por ejemplo, reconciliación individual, nacional, religiosa, etc.

En Venezuela, sin duda, existe una situación de polarización y confrontación política. Este escenario, de suyo, no es ajeno a la dimensión de la política. Y, ello es así, porque es en este ámbito donde se expresan las contradicciones y contrariedades que son constitutivas de lo político. Si no existiesen conflictos la política estaría cancelada. Dicho en otros términos, la homogeneidad, no es democrática. Lo peculiar de la coyuntura venezolana residiría, entonces, en la presencia de una lógica discursiva que se empeña en dividir el país en polos mutuamente excluyentes; discurso este, bueno es recalcarlo, que no es exclusivo del gobierno: también ha sido compartido por sectores radicales de la oposición. Reconciliar, en este contexto, tiene una significación política precisa. Oponer a esta lógica de la exclusión un nuevo discurso político, que lejos de polarizar el país, reconozca sus diferencias y haga de este reconocimiento el eje central de su estrategia; en otras palabras, de lo que se trata es de desarrollar una propuesta contra-hegemónica que conteste y, se presente como alternativa, a la que expresa el oficialismo. Una apuesta de esta naturaleza va más allá de “componer y ajustar los ánimos de los que estaban opuestos entre sí”

¿Cuál sería la ruta para potenciar la capacidad hegemónica de esta propuesta? Federalizar el discurso político pudiera ser una de las repuestas a esta interrogante. Federalizar, en este contexto, implicaría anclar las ofertas políticas en la cultura popular que identifica cada una de nuestras regiones. Es lícito preguntarse, entonces ¿por qué un ofrecimiento de esta naturaleza pudiera ser exitoso? Las ciencias cognitivas y la antropología proporciona una repuesta: es exitosa cuando transforma a su destinatario en interlocutor y, esto ocurre, cuando se “dice lo que se escucha”.

El MAS está en la vía correcta: hacer de lo federal un elemento constitutivo de su estrategia. Sin embargo, es conveniente recordarlo y reconocerlo: somos venezolanos en tanto carabobeños, zulianos, tachirenses, larenses etc. Y estas diferencias lingüísticas, gastronómicas, religiosas, de tradiciones, etc., deberían proporcionar los elementos sobre los cuales se asiente su oferta de corte federalista. Reconciliarse con el país, significaría, entonces, reconocer y reconocerse en estas singularidades e incorporarlas como pilares de la nueva estrategia del socialismo democrático.

Insistimos: lo homogéneo, no es democrático.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Los partidos políticos y su financiación


Miguel A. Megias Ascanio

Recientemente, directivos del Observatorio han participado en reuniones con algunos representantes de agrupaciones políticas. Como resultado, de estos encuentros hemos detectado lo que pudiera ser caracterizado como un cierto “atraso tecnológico” en la forma de conducir sus organizaciones. Por ejemplo, las listas de miembros de partidos existen pero no se utilizan de acuerdo a los dispositivos técnicos que son propios de estos nuevos tiempos: contactos a los correos de los militantes, mensajería SMS, emisión de boletines, en físico o virtuales, blogs de opinión para informar a la militancia y una presencia destacada en las denominadas “redes sociales”.

Desde luego, las ventajas de estar “conectado” permanentemente con los miembros de un grupo (políticos, étnico, de género, de tendencia, etario, etc.) son múltiples. Por una parte, se informa con rapidez sobre temas álgidos de interés grupal, a medida que estos van surgiendo, con comentarios de fondo preparados por expertos. Por otra parte, el sentido de pertenencia de los miembros hacia el grupo se incrementa cuando la comunicación es de doble vía: emitir mensajes a un auditorio receptivo y recibir respuestas ágiles en la forma de comentarios; ese es el nuevo estilo de informar. Una de las características de la comunicación política moderna es la promesa de oír al ciudadano

Y por último, y este es un aspectos de gran importancia, tener comunicación con los afiliados –y con otros públicos que pudieran simpatizar- pudiera permitir obtener recursos económicos, tan escasos hoy a partir del momento en que el estado dejó de financiar a los partidos. Citamos a una página web suiza que curiosamente se ocupa de nuestro país: “A diferencia de otros países, en Venezuela el Gobierno no financia a los partidos políticos, que dependen sólo del aporte privado y la recolección de fondos.”

Un buen ejemplo de financiamiento es el siguiente. Desde hace algunos años milito en el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), invitado por un miembro amigo. Y para ello, rellené y firmé una ficha de datos básicos, que incluía una cláusula de descuento semestral de 40 euros. Y religiosamente, cada seis meses, mi banco me descuenta este aporte voluntario para ingresarlo a las arcas del PSOE donde presumo lo gastan de la manera más apropiada. Además, recibo periodicamente, boletines virtuales donde se nos explica el porque de las políticas de gobierno (cuando eran gobierno) y ahora, refutan, con buenos argumentos, las iniciativas del PP (Partido Popular, que lidera Mariano Rajoy).

Para abundar más en este tema, durante su primera campaña presidencial, Barack Obama obtuvo cientos de millones de dólares de personas que, sin pertenecer al partido demócrata, simpatizaban con sus ideas y propuestas. Las donaciones, en muchos casos, eran de 10 0 20 dólares. Pero sumadas, esos pequeños donaciones proporcionaron a Obama el músculo financiero necesario para ganar las elecciones.

Un tercer caso, en el que también hemos participado como donante, es el de AVAAZ, (www.avaaz.org), una organización global que al día de hoy cuenta con más de 16 millones de miembros. Su objetivo: rescatar el Océano Ártico, salvar a Malala (adolescente pakistaní), impedir la pena de muerte de mujeres en países donde se aplica la saría (ley musulmana), y cientos de causas más. Mis donaciones, de vez en cuando: 10 o 20 euros. Que sumadas a las de miles de personas que, como yo, simpatizan con las causas que persiguen, constituye un caudal de recursos muy importante. En uno de los enlaces, leemos (en español) el siguiente texto: “Parece increíble, pero el trabajo de nuestra comunidad ha sido posible gracias a la colaboración de apenas 20.000 personas que aportan 3 o 5 euros a la semana, más o menos el precio de un par de cafés, para financiar todos los costes organizativos de Avaaz. Pero para estar a la altura de este momento y enfrentarnos a él con éxito, tenemos que acelerar, elevando el número de colaboradores semanales hasta los 40.000, duplicando así nuestra capacidad para seguir haciendo todo lo que venimos haciendo y mucho más. Haz una donación en el recuadro de la derecha para que esto se convierta en realidad ofreciéndole al mundo una taza de café.”


Lo mismo podemos decir de Wikipedia, la gran enciclopedia universal que tiene millones de participantes activos y que se ha convertido en consulta obligada cuando se quiere tener certeza sobre algún dato. En una de sus páginas leemos, también en español: “Mantener en funcionamiento los servidores de Wikipedia conlleva unos gastos económicos en hardware y en personal. La Fundación Wikimedia se sostiene únicamente a base de donaciones. Si quieres apoyar a Wikipedia, una buena forma es haciendo una donación.” Hay muchos más ejemplos de grupos que recaudan fondos de esta manera, de forma virtual, de donantes “amigos”.

Nos preguntamos: ¿Cuál es la razón por la que los partidos políticos venezolanos, a pesar de no disponer, como tuvieron en el pasado, financiamiento del Estado, no han intentado estas nuevas formas de obtener recursos? Es cierto que el artículo 67 de la Constitución Bolivariana, establece que “…No se permitirá el financiamiento de las asociaciones con fines políticos con fondos provenientes del Estado…” Pero nadie, que sepamos, prohibe las donaciones por Internet.

No podemos responder por los partidos. Pero si podemos atestiguar que hemos visitado las páginas de las principales organizaciones políticas y en ninguno de ellos aparece un enlace para “aportar” o “donar”. En uno de los sitios, hay un enlace para “unirse como simpatizante”. La planilla es muy larga y compleja y completarla requiere revelar muchos datos personales lo que hace difícil, suponemos, que las personas la completen. Y por cierto, en ninguna parte aparece la palabra “donar”.

De nuestras reuniones con los partidos quedó bastante claro que estos no se han renovado, al menos en cuanto a tecnología y métodos, y siguen aplicando los viejos esquemas ligeramente remozados para tener alguna presencia en la web. Tal parece, que estas agrupaciones se han desfasado frente a una realidad cambiante. No tienen propuestas atractivas, y no se han renovado tecnológica y discursivamente. Estas circunstancias sugieren que apenas les queda algo de lo que en algún momento de su historia fueron importantes movimientos sociales con millones de seguidores, dispuestos a contribuir con su esfuerzo y su voto a la toma del poder. Para la supervivencia de la democracia, será necesario rescatar los valores e ideas que en un momento dado estas organizaciones postularon.

Mantener una comunicación interesante, pertinente y fluida con los miembros, captar nuevos simpatizantes, intensificar la comunicación de doble vía, pareciera ser el camino para agregar miles de potenciales “amigos”. Si además muchos de ellos donan pequeños montos, se pudiera producir un interesante efecto en las finanzas y actuaciones de los partidos. Esta es una actividad imperativa para encarar los nuevos tiempos.

Control comunal y desastre educativo


Padre Luis Ugalde
El Nacional, 1 de noviembre de 2012

El Presidente en la campaña se disgustó por el clamor de los suyos contra la corrupción y la ineficiencia gubernamental, ahora pide ¡eficiencia o nada! (por no decir muerte).

La ineficiencia escolar es muy lamentable, con dramáticas fallas en la gestión de la formación en valores, ciudadanía y aprendizaje de competencias básicas. Ahora, sin consulta formal y abierta, el Gobierno impone como “máxima instancia educativa” de toma de decisiones una locura llamada Consejo Educativo, constituido por una docena de comités y vocerías intra y extraescolares, donde la directiva de la institución únicamente tendrá –se resalta– un solo voto. Si ahora se acepta esta barbaridad mata-escuela (engavetada hace unos años), reforzará la ineficiencia y la ingobernabilidad escolar. Su objetivo es claro: instaurar el poder comunal para “la construcción del nuevo modelo de sociedad socialista”. Aquí el poder comunal excluye toda otra capacidad de decisión. En nuestra Constitución no se nombra el poder comunal, ni el socialismo; en la cubana sí, y esta “resolución” inconstitucional impone la reforma comunistoide derrotada por el voto popular en 2007.

Hay prisa confesada para hacerse con todo el poder, a fin de que el camino al comunismo dictatorial sea irreversible. Hoy faltan más de 10.000 directores formados de centros educativos y muchas escuelas son ineficientes e ineficaces. Con esta resolución se asegura el desastre, y en adelante los llamados “directores” tendrán que dedicar su tiempo a llenar las planillas del ministerio y a cumplir la imposible hazaña de reunir cada trimestre estos comités y consejo, dedicados a todo menos a mejorar la educación.

Más grave aún es la violación del derecho y la obligación de las instituciones educadoras no estatales de gobernarse según sus principios fundacionales, dentro del marco de la Constitución. La pluralidad y apertura a diversas ideas, afirmada en la carta magna, será letra muerta, mejor dicho, realidad asesinada. Todo el andamiaje del Consejo Educativo no sirve para gobernar y es imposible de aplicar, pero muy útil para acabar con el pluralismo, la iniciativa y la calidad escolar, e imponer el socialismo uniformado.

El problema es político. No es aceptable esta resolución anticonstitucional y debe ser encarada con toda firmeza y claridad por los políticos y la sociedad. En la próxima elección de gobernadores debe estar en el debate, pues no está en juego sólo el alumbrado de las calles regionales, sino de las mentes y corazones de millones de venezolanos. Lo ha dicho el poder y lo han repetido Aristóbulo Istúriz y otros: la democracia plural que está en la Constitución no sirve para la revolución, por lo que los gobernadores y alcaldes deben desbaratar esas instancias constitucionales y transferir sus “competencias y poderes a los consejos comunales”, es decir a Miraflores.

Uno de los inspiradores de los consejos de educación quedó desocupado en 2006, le entregaron Alcasa para que ensayara allí el control obrero y el gobierno de la fábrica por consejos obreros y asambleas, es decir, de los “soviets”. Cumplió su tarea y hoy esa empresa es una ruina completa: ni hay control obrero, ni hay producción. Se bajó de 200.000 toneladas al año a menos de 70.000, se perdieron varios miles de millones de bolívares y la esperanza de ser una empresa productiva.

No se puede permitir en educación esa tragedia nacional. Los políticos, padres y madres, educadores, juristas, universidades, líderes religiosos… todos tenemos que defender el pluralismo constitucional y el derecho de gobernar la escuela con eficiencia pedagógica y con participación. Es clave el pluralismo y la autonomía de los gobernadores y alcaldes electos. La palabra consejo suena suave y razonable, pero usada para disfrazar y controlar es mortal; no olvidemos que Stalin fue sangriento dictador de las repúblicas soviéticas (repúblicas de consejos).

Reconciliación, unidad y municipalización de la política

Felipe Mujica, secretario general del MAS (Movimiento al Socialismo)

El viernes 3 de noviembre se celebró en Valencia un conversatorio con miembros de la dirección nacional del Movimiento al Socialismo (MAS) y con la participación de miembros de este Observartorio y de investigadores y docentes de la Universidad de Carabobo (UC), así como miembros de la ONG Tren Venezuela (Taller de Reconstrucción Nacional). Entre otros, estuvieron presentes e hicieron comentarios Frank López, Carmelo Ecarri, Guillermo Manosalva, Asdrúbal Romero, Rubén Pérez Silva y Nelson Acosta Espinoza. Esta actividad se llevó a cabo en las instalaciones del Postgrado de la UC y contó con el auspicio del Vicerrector Académico, Ulises Rojas.

La intervención central estuvo a cargo del Secretario General del MAS, Felipe Mujica. Su presentación se organizó en torno a tres ejes temáticos. El primero de ellos versó sobre las causas que pudieran explicar los resultados electorales. Entre estas razones destacó: una óptica distorsionada que llevó al candidato a deslindarse de la llamada “vieja política”, vale decir el chavismo y la cuarta república. Como consecuencia no utilizo la operatividad y experiencia electoral de los partidos políticos (AD y COPEI) de larga trayectoria en estas lides electorales. Recalcó Felipe Mujica que esta estrategia fue útil para alcanzar la victoria en las elecciones primarias. Pero no fue suficiente para derrotar a Chávez. La campaña de Capriles no pudo captar “ni un voto chavista”.

En segundo lugar, apuntó, la presencia de una operación política que logró imponerles a los venezolanos la candidatura de Chávez como consecuencia de la coacción y control político de la población. En efecto, las instituciones del estado, las misiones como mecanismo de manipulación de los más débiles, el empleo de dinero de todos los venezolanos para financiar estas actividades, permitió la construcción de una estructura a imagen y semejanza de los CDR (Comités de Defensa de la Revolución) cubanos. Afirmó, que la lucha electoral no fue entre dos candidatos, sino entre un candidato y el estado.

Seguidamente, enfatizó que el proyecto unitario fue desbaratado para dar paso a una estrategia de campaña donde se imponía la soledad del candidato. Esto fue señalado como error sin que se modificara en ningún momento. A esta circunstancia se agregaba la debilidad del mensaje y su ausencia de pegada en relación a los sectores populares.

Finalmente, recalcó, que estas conclusiones, bajo ningún concepto, deben obstaculizar el esfuerzo para impedir que retrocedamos al 2004, donde el resultado del referéndum, generó un efecto dominó que implicó la perdida de gobernaciones. “Hoy, nuevamente Chávez gana la mayoría de los estados, sin embargo, debe recurrir a once militares y al “paracaidismo” para sustituir a pésimos candidatos oficialistas”. Las realidades específicas y los liderazgos regionales deben ser el soporte de este nuevo esfuerzo democrático.

Como conclusión esbozó tres consignas que deberían orientar la política del MAS y, de ser posible, de todas las fuerzas democrática: reconciliación, unidad y municipalización de la política.