sábado, 30 de abril de 2016

¿Es suficiente con el referéndum revocatorio?


Nelson Acosta Espinoza

Bien, amigos lectores, la oposición ha puesto en movimiento el procedimiento del revocatorio. En su primera fase ha resultado un total éxito. En cierto sentido, perdonen el pesimismo, este instrumento  constituye una de las últimas cartas que ofrece la maltratada democracia venezolana. Es por ello que hay que apostar a su triunfo. El revocatorio promete iniciar un camino para la superación pacifica de la crisis de mayor magnitud que ha padecido la república en toda su historia.
Ojo, es fundamental no olvidar otras formas de oposición al régimen. Parece prudente prepararse para la emergencia de escenarios complejos desconocedores de la lógica democrática. En este sentido, juzgo apropiado como tarea de la oposición, la elaboración de una nueva propuesta de país. Salir de Maduro, de su combo y el socialismo del siglo XXI no es suficiente. Y, sin otros aditamentos, una política de esa naturaleza pudiera conducirnos a otra frustración  histórica.
Intento enfatizar, que toda esa energía social que hemos visto en estos últimos días, hay que colocarla como soporte de una nueva oferta de país. En otros términos, es tarea de urgencia, la elaboración de un nuevo relato que proporcione sentido de propósito y horizonte de futuro a los ciudadanos. Con especial atención, a la población más golpeada por este desastre económico. Expresado en forma sencilla: es imperativo trasladar la atención de la agenda electoral a la de naturaleza social. O, mucho mejor, subordinar lo comicial a lo social.
El referéndum ofrece una oportunidad para publicitar, en forma de consignas, las razones por las cuales hay que salir de este régimen. La nueva narrativa opositora, por ejemplo, debería girar en torno a las consecuencias que implica una profundización de la actual crisis económica y social.
Instituciones dedicadas a estos temas (FMI) predicen un futuro inflacionario de terror, Se habla de índices superiores al 2000% con una tendencia a acentuarse en un futuro próximo. Estos organismos especializados alertan que este futuro se hará realidad de mantenerse las actuales políticas económicas.
En  lo coyuntural pudiera resumirse la situación de la manera siguiente. Pérdida progresiva de legitimidad del poder ejecutivo; reacciones violentas de la población (Maracaibo) sin una orientación política apropiada y, un liderazgo opositor, que no se alza para situarse a la altura de las circunstancias que demanda la situación económica y política de la nación. Una contradicción marca la conducta opositora: por un lado, constituye una coalición frágil y, por el otro, se comporta como una mayoría política que todavía no lo es.
El país se aproxima hacia un colapso total. No peco de pesimista. La naturaleza de esta crisis es histórica. Sus signos de advertencia vienen de tiempo atrás. Desafortunadamente, la clase política, no los asumió en el pasado y permitió que la crisis siguiera su curso.
 Fin de época. Ojala la dirigencia opositora lo asumiera de esta forma. Esperemos que la MUD comprenda, en forma apropiada, la naturaleza de la crisis que confrontamos.  Y, en consecuencia, forme parte de la vanguardia que asumirá la tarea de sustituir este régimen en lo político, económico y cultural.
Voy a asumir las palabras del padre Luis Ugalde escritas en un reciente artículo. En este escrito Ugalde reclamaba la necesidad de estadistas “capaces de crear un relato de esperanza novedoso y transformador donde la muerte se convierte en vida por el esfuerzo de la gente”.
 El momento actual demanda un liderazgo con ese perfil: innovador y comprometido en la construcción de una nueva narrativa. Una apuesta, en fin, que fundamente iniciativas políticas creativas que sirvan de contrafuertes a la marejada política que se avecina. No es sabio hacer oposición con los códigos del pasado.
 En otras palabras, es tarea de todos reinventar la política. Desechar los vicios del pasado y abrirse con optimismo hacia el futuro.
Sin duda, la política ahora es así.


Un éxito para avanzar.


Simón García
El firmazo fue un triunfo del pueblo. La gente, más cuidadosa a la hora de ir a movilizaciones, salió a darle su apoyo al revocatorio. Fue apenas una muestra, la punta del descontento, y sería inconveniente que los poderes subordinados al Ejecutivo y en particular el CNE, sigan obstruyendo toda la demanda de cambio sumergida. 
Fue un éxito de la MUD. Y no sólo de los 4 partidos y los tres gobernadores que la dirigen, sino de muchos ciudadanos que la expresan. Actores anónimos en los virajes que cuentan para que una sociedad avance. 
Las vanguardias, aún si necesitan competir con legitimidad por su particular fortalecimiento, deben asumir esa victoria como una señal para desarrollar sus aportes al fortalecimiento de la unidad. Leopoldo López, Henry Ramos y Enrique Márquez reconocieron con hidalguía el papel de PJ en la campaña previa e inmediatamente pasaron, junto con sus partidos, a convertir el firmazo en un objetivo compartido. Ahora el revocatorio debe ser el norte.
Puede decirse, sin repetir la frasecita de autoestima organizacional, que ganaron todos: la MUD restablece su posición unitaria y se vincula a la diversidad de motivos que anima a la gente para superar la crisis y la ingobernabilidad. El éxito depende de mantener esa unión y de su capacidad para orientar la movilización popular. En torno a sus temas, a su relación con los fines de cambio y desde los lugares donde ella actúa.
El carácter masivo y pacífico del firmazo, que en contra de su misión el CNE obstaculizó, desbarató el plan de la cúpula gubernamental para presentar la actividad como una guarimba. Hasta seguidores oficialistas rechazan que Maduro y el CNE, contra el ejemplo de Chávez, se nieguen a aceptar el referendo, pieza central de la proclamada y abandonada, democracia representativa. 
La cúpula del gobierno quiere disfrazar su perversión y su rebeldía contra la Constitución Bolivariana. Acude a la barajita de un golpe de Estado mientras en la realidad patalea desesperadamente, para anular a uno de los dos poderes que procede directamente de la votación popular. El Sr. Ministro de la Defensa se acusa de ineficaz o de algo más grave, cuando denuncia un golpe que sólo puede darse desde la fuerza que comanda. 
En su incontenible propósito de hacernos padecer lo que viven los cubanos, Maduro pretende reinstalar una falsa polarización entre la Asamblea Nacional y el gobierno. Esa disputa nos desvía del verdadero foco. 
Un solo éxito no hace el cambio. Para lograrlo hay que evitar juntos los errores que afectan a todos. Hay que generar más confianza en la capacidad de una dirección colectiva para compartir el desafío de fundar de nuevo a este país. No hay lugar para pretensiones monopólicas o caudillistas.



¡MUD no te embriagues y canaliza la protesta!


Gregorio Riera Espinoza



“No te dejes arrastrar por los sentimientos”, esa fue una sentencia, más que un mensaje que mi abuela repetía con frecuencia. En horas, los ciudadanos se volcaron a las calles a firmar para iniciar el proceso del referendo revocatorio para destituir al presidente del Régimen. La gente estuvo en la calle con fuerza, decisión y consciencia para cumplir con una actividad que consideró útil e importante para iniciar una agenda con un objetivo específico, que sin lugar a dudas es uno de los primarios para la transformación del país. Hay que salir de lo que tenemos para construir una nueva sociedad.

No se embriaguen los dirigentes políticos creyendo que la acción de las firmas es un apoyo a los partidos y sus acciones actuales, y lo peor sería que basados es esa fiesta por la libertad, esa válvula de escape que la gente sintió cuando hizo colas y firmó, lleve a la MUD a vanagloriarse por la jornada y hacer de ellos mayores reyecitos de su mezquino entorno grupal

El grito de los ciudadanos es que canalicen la protesta, expandan su radio de acción, hagan resonar con más fuerza las enormes penurias por la que atraviesa la población, hagan retumbar las viles negociaciones fraudulentas de los personeros del Régimen y sus secuaces, pero siempre al lado de la gente y no con contertulios que buscan posicionarse mejor para elecciones futuras y más aun para funciones gubernamentales que hoy son ilusorias. Ya habrá tiempo para satisfacer apetencias personales

Hoy Uds, la MUD son la única institución visible en el país, con reconocimiento dentro y fuera de la nación, que tiene la posibilidad de erigirse como la columna estratégica de la protesta, sin ningún otro objetivo que la sustitución de este Régimen. Así como la gente salió a firmar, porque consideró que esa acción “si es útil” y no así marchar sin sentido, también saldremos muchos individuos y grupos que con el mayor fervor aportaremos nuestra participación para la expansión de la MUD a una nueva plataforma nacional de protesta para obtener objetivos de beneficio colectivo indiscutible.











sábado, 23 de abril de 2016

¿Hacia una política opositora alternativa?


Asdrúbal Romero M.
I-Introducción

Con relación a la falta de coherencia en las estrategias de la oposición democrática, solemos escuchar a muchos despachar el asunto con cierta ligereza, diciendo que ello se debe, fundamentalmente, a la confrontación y el reacomodo de los proyectos políticos personales que en su seno conviven. Lo más seguro es que tal confrontación exista y se renueve constantemente con nuevas aspiraciones, pero no debiera tratarse sólo de eso. Existe un factor de escisión de naturaleza más profunda, el cual está vinculado a la visión que tiene cada agrupación política sobre cuál es la mejor estrategia para alcanzar el ansiado objetivo de cambiar el modelo de gobierno. Estas diferencias de visión estratégica le han dado calor a un debate que se ha hecho visible a la opinión pública desde inicios del 2014, etapa en la cual alcanzó su mayor calidez. Se trata en este documento de revisar la evolución en el tiempo de ese debate, a la luz de los dos polos extremos dentro de los cuales se ha dado su dinámica.

II- la estrategia de tempo más lento

Constituye una de las posiciones extremas del debate. En esta estrategia se parte  de la premisa que la estruendosa caída de la economía se encargará por sí sola de propinarle la gran derrota al gobierno. El haber violado por tanto tiempo las más elementales leyes de la economía se les vendrá avasallantemente en su contra, pronostican, tal cual las aguas de un río crecido cuyo cauce hubiese sido cambiado y retornan con una fuerza indetenible, llevándose por delante lo que encuentren, para reposesionarse de su cauce original. No se han equivocado: este fenómeno ya inició su devastación. En el ínterin de esperar que esa caída libre surta sus efectos,  se ha venido trabajando para aprovechar electoralmente el descontento. La ruta es fundamentalmente electoral. Tratar de lograr en cada elección un mayor número de votos hasta constituir una mayoría insuperable -incluso mediante los tramposos mecanismos instituidos por el oficialismo-, que depare finalmente el triunfo.

Paciencia y salivita: la primera para esperar el derrumbe y la segunda para capitalizar los votos. Primero Justicia es la agrupación que más se identifica con esta estrategia -no necesariamente en un 100%-. Además, con una convicción reforzada por el triunfo del 6D. ¿Se dan cuenta que este era el camino? -parecieran decirnos con rebosante satisfacción-. Por ello, han continuado impertérritos en defender la mayor conveniencia de la agenda electoralista. Por la vía de los acuerdos internos, se afanaron en obtener el control mayoritario de la agenda legislativa, lo cual han aprovechado para presentar unas leyes cuyo objetivo es el de batirse tête à tête con el oficialismo en el campo de las dádivas populistas. ¿Cómo se explica que quienes critican la política del incremento desmedido del gasto público como causante de la galopante inflación,  sean los mismos que proponen una ley que implica una erogación mil millonaria en la depauperada circunstancia que se encuentra el erario nacional? Me refiero a la Ley de Cesta Ticket para Jubilados y Pensionados, muy necesitada y beneficiosa para un sector de la población, pero…

Cabría preguntar también: ¿Cree usted que la Ley de Otorgamiento de Títulos de Propiedad a Beneficiarios de la GMVV es un asunto prioritario en el marco de la profunda y tenebrosa crisis que aqueja al país? Podría continuar refiriéndome a otras leyes distractoras de lo que debiera ser el principal objetivo de la AN: el cambio de modelo de poder. No sin cierta razón, el articulista Orlando Viera-Blanco habla de un “populismo engominado”; de un querer parecer más chavistas que Chávez de cara al evidente propósito de continuar ganando votos para los subsiguientes eventos electorales, sea este el Referéndum Revocatorio, si es que el Gobierno no lo obstruye hasta convertirlo en inoficioso, o las próximas elecciones regionales, donde las típicas estrategias del país que se niega a cambiar su relato rentista, les podrían aportar una jugosa cuota de poder como partido. Todo esto en el contexto de una crisis cuya voracidad a pasmosa rapidez amenaza con terminar de fulminar las pocas esperanzas que les quedan a los supuestos clientes electorales.

III-la estrategia de tempo acelerado

Precisamente, la urgencia de la crisis nos hace apuntar nuestro foco hacia el otro polo de las estrategias, que involucra la máxima aceleración para intentar forzar el cambio a la mayor brevedad posible. Tuvo su mayor auge en los inicios de este debate, pero, triste es reconocerlo, en la actualidad, cuando las circunstancias más la justifican: ninguna agrupación en el seno de la MUD pareciera querer asumir del todo su cabal representación. Excepción hecha de María Corina, que con meritoria valentía sigue insistiendo, pero cuya voz pareciera ensordinada por esa imagen de chica rica que no ha logrado, lamentablemente, superar. Exceptuándola a ella, ni siquiera Voluntad Popular se percibe hoy día tan identificada con la visión estratégica que sí representó en el reciente pasado su líder: Leopoldo López.

Me referiré, particularmente, a él como el actor político más emblemático de una visión tendiente a exaltar la urgencia del cambio, sin detrimento de otros que también la hayan argumentado. Tanto su formación adquirida en universidades pertenecientes al exclusivo club de las diez más prestigiosas a nivel mundial, como su muy probable conexión con los más avanzados centros de pensamiento  (think tanks) en los Estados Unidos, me aportan la convicción que Leopoldo sí accedió a una visualización adelantada de la crisis tal cual ha evolucionado y quiso ahorrarle al país este derrumbe.  Esta crisis sistémica que azota a una patria empobrecida era perfectamente predecible y muchos lo advertimos. Ahora, cuando todos la padecemos y tomamos conciencia de su magnífico poder destructor de todas las capacidades de este país; cuando valoramos su naturaleza sistémica que avanza a una velocidad de generación de deterioro proporcional a la magnitud del que ya ha creado –inestabilidad exponencial: como la caracterizamos los sistémicos-; cuando vemos imágenes de pueblo canibalizando vehículos de aseo urbano en busca de alimentos así sea descompuestos; cuando leemos las noticias de los neonatos que mueren todos los días en los hospitales, de los que mueren por no conseguir la medicina que necesitan o como resultado de la creciente inseguridad en las calles; cuando somos testigos de cómo los más elementales servicios públicos van colapsando, creo que deberían ser muy pocos los que todavía se atrevan a señalar a LA SALIDA como una propuesta signada por el aventurerismo político que no tenía su razón de ser.

Habría sido inmoral para cualquier político que, adelantado a su tiempo, accediese a una visión de este ingente dolor que hoy se aposenta en los corazones de millones de compatriotas, no intentarlo como lo intentó. Hasta donde yo pude ver –tuve que salir del país en viaje ya planificado el mismo día que Génesis Carmona murió en la Guerra Méndez-, la convocatoria siempre estuvo orientada a la protesta pacífica y la movilización en las calles. Mecanismos ambos a los que un pueblo maltratado tiene pleno derecho a recurrir en cualquier país del mundo donde impere constitucionalmente una democracia. Que si no tuvo la suficiente paciencia para cabildear su visión con sus pares políticos; que si escuchó cantos de sirena que no se cumplieron; que si quiso pasársela de vivo y jugar “adelantaíto”, todo eso queda para el debate especulativo entre los políticos.

Lo cierto es que después: el llamado pacífico se desvirtuó, también es menester reconocerlo, pero quién puede atreverse a afirmar que en el desarrollo de esa iniciativa política no entraron factores extraños a pervertirla: desde sectores radicales convencidos de que su accionar casi de guerrilla urbana era lo conveniente y lo correcto hasta elementos infiltrados por el propio gobierno. ¿Y quién podría atreverse a criticar a esos sectores radicales cuando personeros importantes del Régimen han reconocido su prestancia a organizar su milicia guerrillera en un escenario político rotado exactamente ciento ochenta grados con respecto al actual?

Pero, de lo que se trata no es de revivir el pasado. Si he tenido que retroceder en el tiempo ha sido para facilitar la iluminación de estas dos visiones estratégicas contrapuestas. Porque una, la de tempo acelerado, tuvo su realización más álgida en los inicios de 2014 y pareciera, aparentemente, haber perdido fuerza frente a la prevalencia en el momento actual de la visión de tempo lento. Insisto: el debate siempre se ha movido entre esos dos extremos. En cualquier instante de tiempo, cada agrupación se ha posicionado sobre algún gris de esa infinita escala de gradación de grises entre el blanco y el negro que representan ambos extremos. Con el transcurrir del tiempo, las agrupaciones se han ido desplazando sobre esa escala. Voluntad Popular, por ejemplo, se ha alejado de su posición inicial, casi polar, como si hubiese perdido un tanto su perfil, ab initio más combativo. Lo que me ha llevado a preguntarme cuán satisfecho pueda estar su líder de ese desplazamiento, si es que está suficientemente informado, porque la prisión de Leopoldo no tiene nada que ver con la que la Cuarta República le brindó a Chávez que podía, los fines de semana, rodearse de la devoción de sus correligionarios.

IV-En el momento presente

Continuando con las interrogantes: ¿Cómo ha sido el desplazamiento de AD? ¿Dónde se posiciona en la actualidad?

¿Y Primero Justicia? En mi opinión: se ha mantenido más apegado al extremo suave de la agenda electoralista. No se puede negar que en algún momento haya tenido más argumentos a su favor para mantenerse en esa posición y que ello no le haya rendido buenos frutos a la Oposición. Pero en las circunstancias actuales,  después de todo el bloqueo del TSJ a cuanta iniciativa pueda salir de la AN y del desdén con el que los funcionarios de alta jerarquía se niegan a ser interpelados para permitirle a la AN el cumplimiento de su función de control: ¿Se justifica que siga siendo el polo atractor de los demás partidos hacia la estrategia de tempo lento? En verdad, creo que ya va siendo hora de que revise su visión estratégica. En todo caso, ya se hace necesario reavivar ese debate.

La crisis ya se ha develado en su poderosa malignidad y no se detendrá en su destrucción.  La curva de deterioro exponencial ya sobrepasó el codo de arreciamiento y desplegará sus nefastos efectos a mayor velocidad. Las predicciones de inflación para 2016 de diversos organismos multilaterales oscilan entre el 275 al 720%: en promedio los precios decembrinos de los artículos alcanzarán entre casi cuatro a ocho veces su valor en enero de este año. Hay que pasearse por lo que esto significa con el empobrecimiento acumulado que ya tenemos. Los tiempos se acortan y la paciencia del pueblo se agota. ¿Llegaremos a alguna elección? Sinceramente, no creo. Y si llegáramos, cuidado si el descontento de la gente no se haya revertido también contra una MUD inmovilizada peleando por candidaturas. Y si no llegamos debido al surgimiento de un estallido social: 
¿Respetarán los actores intervinientes en esa coyuntura política  a una oposición que no ha sabido darse a respetar ni ejercer su liderazgo político?

No puede ser que el Presidente de la Federación Médica Venezolana se vaya a la Plaza Alfredo Sadel con los presidentes de los colegios médicos de todas las regiones, a protestar por el lastimoso estado de la salud en Venezuela y que CNN cubra esa manifestación en la que no se observe la participación de la MUD. ¿No quisieron asistir? ¿No se les informó? ¿La FMV no quiso dejarse acompañar de la clase política? Y si es así: ¿Cuál es la razón que privó para ello? Deben analizarla.

Soy parte de un clamor. Lo escucho en cuanta reunión participo. Ya es hora de que la MUD se convierta en la gran articuladora de las demandas sociales y económicas del pueblo venezolano. Ya es hora de que lo organice para la protesta pacífica con la continua movilización en las calles. Las aspiraciones personales que se decanten en el desempeño de los liderazgos, de cara a la activación de un proceso tendiente a un cambio que no admite más espera. Esta debe ser la verdadera criba de los liderazgos que aspiren a competir en cualquier elección futura. Si no ocurre así, me temo que el debate entre los dos polos estratégicos que hemos revisado aquí se recrudecerá y de no producirse un nuevo acuerdo: la unidad podría estallar en pedazos porque ella como consigna, por sí sola, no tiene el suficiente peso como para eternizarse en un chantaje. Y si no ocurre tal debate, entonces benditos sean los que salgan a organizar una política opositora alternativa.


¿Cambiar para que todo siga igual?

Nelson Acosta Espinoza
Amigos lectores, en esta ocasión,  me propongo intentar teorizar brevemente sobre la direccionalidad del cambio político que se está incubando en el país. Se me ocurre que es una tarea necesaria. Tengamos en mente que estamos al borde de clausurar una etapa histórica. Hay que estar atentos. En situaciones como la que estamos experimentando el peligro gatopardiano siempre está presente: cambiar para que todo siga igual.

Vamos a indagar algunos conceptos provenientes de la ciencia política para alcanzar el objetivo propuesto. Por ejemplo, la diferencia existente entre estas dos dimensiones: lo político y la política. Por lo primero, se entiende la dimensión de los conflictos siempre presente en las comunidades humanas, Por lo segundo, las diversas prácticas e instituciones mediante las cuales se crea un determinado orden que organiza la convivencia en el marco de la conflictividad que se desprende de lo político.

Ilustremos a través de ejemplos históricos la concreción de estas dos dimensiones. A lo largo del siglo XIX y primeras décadas del XX, por ejemplo,  lo político se expresaba en la conflictividad entre los diversos caudillos heredados de la guerra de la independencia. El denominado estado oligárquico liberal fue la formula política diseñada para domeñar los antagonismos derivados de esta dimensión de lo político. Barbarie vs, civilización fue la consigna que resumía la propuesta política del positivismo como forma de gobierno. La autocracia censitaria fue su concreción electoral. La democracia, igualmente, fue la formula delineada para procesar  conflictos y compensarlo con nuevas formas de ciudadanía: voto universal y secreto.

Ahora bien, en la actualidad ¿qué es lo que ha entrado en crisis? ¿Lo político, la política?  Lo que intento resaltar es que estamos presenciando los inicios de una nueva etapa histórica. Y esta fase requiere reformular la concepción tradicional de lo político y la política. Los actores deben tener una comprensión de la naturaleza inédita de estos conflictos y su procesamiento mediante nuevas prácticas políticas.

Es obvio que en lo inmediato la tarea es desplazar del gobierno a la cúpula gobernante. Pero este objetivo debe ir acompañado con la enunciación de un nuevo horizonte estratégico. Voy a formular una consideración atrevida. Históricamente, en lo sustantivo, la V república es una continuidad, en su  agotamiento, de la IV. El socialismo del siglo XXI, no constituyo un reemplazo de raíz de lo fundamental de las políticas aplicadas en los finales del periodo democrático. El desmesurado aumento de la renta petrolera permitió que el estado adquiriera una fuerte autonomía en relación de la sociedad civil. Acentuando así,  las tendencias autoritarias que ya estaban presente en la cultura  que prevalecía en los partidos políticos.

Más allá, de las denuncias de los desafueros del gobierno, la oposición en conjunto o, sectores de ella, deberían elaborar un nuevo relato que proporcione una visión alternativa a las formulaciones dominantes en el pasado. Y, los portadores de esta nueva narrativa, deberán con su conducta anunciar los nuevos tiempo por venir. La propensión electoral desprovista de una nueva mirada puede conducirnos hacia una nueva frustración de naturaleza histórica.

Diversos articulistas han descrito la siguiente paradoja. Por un lado, la población experimenta dramáticamente carestías en lo económico, social y cultural (colas, desabastecimiento, derrumbe del sistema escolar, etc.). Y, por el otro, las respuestas de parte de la oposición son tenues y carecen de contundencia. En otras palabras,  no se encuentran a la altura de las circunstancias que le está tocando vivir.  Por otra parte, los sondeos de opinión advierten, igualmente, sobre los deseos de cambios que se anidan en la población. Sin embargo, esos mismos estudios señalan, que esas expectativas no han sido respondidas en forma clara y contundente.

¿Cómo explicar esta contrariedad? Desde luego, son diversas las variables que entran en juego a la hora de diseñar una respuesta a esta interrogante. Sin embargo, me atrevo a señalar una de ellas. Sectores de la oposición conjugan su activismo con una gramática política proveniente de la IV y V república. Viejos hábitos difíciles de extirpar. Habría que agregar que no han podido elaborar un relato que anuncie su ruptura simbólica, cognitiva y cultural con el pasado. Es duro, lo que acabo de expresar, pero necesario. En la actualidad, desde el parlamento, por ejemplo,  (Primero Justicia) se están diseñando propuestas de franco corte populistas. Recuerdan, en forma nítida, a la IV y V república.

En otras palabras, insisto: el peligro gatopardiano está presente: cambiar para que todo siga igual.














EL NO DEL 19 DE ABRIL

“Debe hacerse en cada momento, lo que en cada momento es necesario”.
 (José Martí)
 Manuel Barreto Hernaíz

Desde muchachito escuchando la historia de Emparan y el cura Madariaga indicando al pueblo qué hacer… ¡No! No y mil veces ¡NO! debería ser la respuesta ciudadana a tanta locura hecha gobierno; a la miseria en la que tiene sumida al 80% de la población; a la miserable corrupción que trajo escasez y hambruna; a la incapacidad de llevar adelante los más sagrados derechos contemplados no sólo en nuestra constitución, que por cierto fue una y mil veces maldecida al llamarla “Bicha”, sino en la declaración de los Derechos Universales del Hombre; decir ¡NO! a esa aberración maniquea de dividirnos como Nación en dos toletes irreconciliables, que sembró el odio, el resentimiento y la fractura entre sus ciudadanos; de decir ¡NO! a la insoportable oscuridad por la comprobada incapacidad de estos sinvergüenzas; de decir ¡NO! a las absurdas colas que se originaron por descuidar criminalmente la Seguridad Alimentaria del país y por propiciar la más abyecta corrupción entre la multiforme fauna (en uniforme o en la metamorfosis del bachaco) que se enriquece con el hambre del pueblo…

Hoy 19 de Abril, era el Día del ¡NO!...Pero…

¿Será que nuestra dirigencia política se tomó en serio lo del puente?

Esa apatía en lo pertinente a la toma de posiciones respecto más que a la política, a los asuntos públicos, en la que vivimos atrapados millones de ciudadanos, sea probablemente reflejo de una actitud cotidiana de desinterés, o de temor ante las embestidas intolerantes del régimen y del escepticismo relativo a cualquier tipo de justificada y constitucional protesta…¿Será que “el librito MUDO” dice que no hay que gastarse en tales manifestaciones, que los cartuchos son exclusivos para las contiendas electorales?

¿Por qué la MUD CARABOBO no reacciona con firmeza ante el marasmo ocasionado por el régimen, que hace un buen rato nos condujo a un estado de descomposición que ha rebosado todos los límites imaginables?   


Muchos se preguntan: ¿Por qué es tan leve la reacción ante la infame vida que este régimen nos hace transitar; por qué ante esas violentas represiones y abusos de todo tipo que estamos sufriendo son tan tímidos los reclamos? Produce, más que extrañeza, perplejidad, que ante comprobados casos de corrupción, de terribles vejaciones, de comprobadas triquiñuelas, de sempiternas burlas a la ciudadanía, a la cual precisamente le han robado su futuro, y aquí y ahora no suceda nada...


¿Acaso un país postrado, timorato e incapaz de darle la cara a las penurias que sufre y se acrecientan día tras día, merece su desesperanza y angustia? Así están las cosas. Esta sensación subjetiva de falta de energía física o intelectual, o de ambas, se convierte en apatía; es la sensación de que nada va a cambiar, que todo esfuerzo es en vano, que todo va a seguir igual. Y eso hace posible que el régimen haga lo que le dé la gana, que aplaste a quien quiera y como quiera.

Basta de permanecer como espectadores pasivos e impertérritos ante la terrible travesía hacia el marasmo total; basta de tolerar y abandonar hasta esas mínimas actitudes de dignidad, en pos de cualquier producto básico; toleramos, ad nauseam, la compra  o el cierre de medios de comunicación, a sabiendas que no hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión; que el ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades, sino un derecho inalienable del ciudadano.

Pareciera que saber la verdad ya no importa. No es un secreto que el gobierno se apoya en las cualidades más lamentables de nuestro pueblo: el resentimiento, la envidia, la viveza, la irresponsabilidad y hasta el coloquial “pataebolismo”; y por otro lado, está claro que este régimen parece dispuesto a sacrificar lo que sea con tal de atornillarse en el poder y conservar sus privilegios. Así las cosas, este es el momento de colaborar en una fase fundamental en la recuperación de un país que anhela paz, tolerancia, seguridad; de un país íntegro, competidor, donde más que socialismo de ningún siglo tengamos la prosperidad que tan sólo el trabajo y el esfuerzo garantizan; este es el momento de perseverar en el logro de un país sin tiranías y sin tiranos. Y no es cuestión de impaciencia o impulsividad, es cuestión de persistir pues las circunstancias así lo indican. Hemos tropezado muchas veces con la misma piedra, pero ahora si la tenemos marcada. Una de las pocas maneras para que este régimen no se sienta que es intocable, es haciéndole sentir el peso de la ciudadanía ya que no sienten el peso de la ley, pues hace rato  ellos la controlan; sin violencia, pero con determinación; sin tocarles pero sin dejarles respirar. Una hormiga no para un bus, pero llena de ronchas al que la conduce…

Es el momento de dejar atrás esa lamentable paradoja que indica que el régimen se desgasta pero la oposición no se vigoriza. Es el momento de tejer la deshilachada bandera que ha sido mancillada por la perversidad, la  aquiescencia, y por la vulgar complicidad; que cada día es ensangrentada por la tiranía despiadada que auspicia y actúa con brutal violencia.
  
Ya es el momento de que todos los ciudadanos demócratas digamos un contundente ¡NO! – con o sin cura Madariaga- a este miserable gobierno que no respeta ni protege la libertad de la ciudadanía, lo que nos indica que hemos dejado atrás lo que se considera una verdadera democracia... Y esa es la realidad que hoy tenemos que enfrentar, ya que el miedo al riesgo y el silencio cómplice frente a la maldad, son una de las tantas nefastas condiciones que afectan a nuestra Nación.


sábado, 16 de abril de 2016

Parlamentarismo y electoralismo. ¿Vías para salir de la crisis?

Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigos lectores, han transcurrido tres meses y medio de este año 2016. Es bueno recordar que el presidente de la Asamblea Nacional puso como lapso 6 meses para lo que denominó como “la salida”. En este periodo, se espera que esta institución formule un método para cambiar el Gobierno por la vía constitucional. Sin embargo, el conflicto entre el poder ejecutivo y el legislativo ha arreciado. Ningunas de las iniciativas legislativas ha podido ejecutarse. Una de las más llamativa y esperada por todos los sectores de la oposición, la ley de amnistía, fue decretada inconstitucional. En otras palabras, el ejecutivo con la complacencia del TSJ, ha neutralizado la totalidad de las decisiones diseñadas por el poder legislativo.

Me voy a permitir hacer una breve evaluación de la conducta política exhibida por la MUD. Desde luego, como toda valoración, la que expondremos no se encuentra exenta de errores o de sobrevaloración de algunas de las opciones hasta ahora planteadas.

Hay dos tendencias presentes en la gestión de la dirección o direcciones políticas de la oposición: parlamentarismo y electoralismo. En el primer caso, la oposición ha desempeñado una excelente labor. Han dejado al descubierto la incapacidad y mediocridad del bloque parlamentario oficialista. Y, han cumplido satisfactoriamente, las promesas hechas a lo largo de la campaña electoral. Pecando de maximalista, añadiría que  ha faltado acompañar esas iniciativas legislativas con acciones de calle. Las agrupaciones políticas que constituyen la MUD, en cierto sentido, han dejado solos a sus parlamentarios. No han respaldado, regional y nacionalmente, a sus representantes con expresiones de solidaridad masivas. Hasta cierto punto, estas direcciones políticas no han podido articular las decisiones legislativas con los sentimientos de rechazo al gobierno presentes en la población. Y, lo que a mi juicio es más importante, no ha podido condesar estas iniciativas en una sola consigna que de un sentido político único a la conducta oposicionista.

Electoralismo. Esta desviación comienza a dibujarse en algunas de las agrupaciones que forman el bando opositor. Me voy a permitir definir esta desviación. No se sorprenda amigo lector. Esta conducta constituye, en las circunstancias actuales, una equivocación. La sobredimensión de esta tendencia pudiera acarrear, por un lado, una subestimación del  gran objetivo nacional (derrotar política y electoralmente al chavismo-madurismo) y, por el otro,  el abandono del análisis de la realidad nacional. Igualmente implicaría, desde luego, concentrar todos los esfuerzos en el diseño y ejecución de una campaña electoral. Bajo el imperativo de este síndrome, las alianzas obedecerían a conveniencias electoralistas desprovistas de significación estratégicas y consideraciones programáticas.

Impedir el despliegue de esta desviación es una tarea política de naturaleza imperativa. De lo contrario, correríamos el riesgo de faltar a la confianza depositada por cientos de miles de venezolanos el 6 de Diciembre. Vamos a estar claro. La población voto contra las políticas empobrecedoras del gobierno a través de la tarjeta de la MUD. No nos equivoquemos. Este respaldo electoral no se transfiere automáticamente a los “nombres” que pelean las candidaturas por las gobernaciones.

Lo que intento señalar es lo siguiente. Las direcciones políticas que conforman la oposición democrática deben asumir las venideras elecciones como un acto de resistencia política. Insisto. Lo electoral, en su conjunto, debería obedecer a un interés de naturaleza superior: derrotar política y electoralmente a este régimen, En ese orden. El particularismo electoral; la sobre dimensión táctica y el apetito personalista no deberían tener cabida en las actuales circunstancias.


Pensar y actuar con grandeza política y en función de los intereses de la población es lo que demanda la coyuntura. Cuidado, no  se equivoquen las direcciones de los partidos políticos. La ciudadanía no lo perdonaría.

La contraofensiva fascista


Humberto García Larralde,

La mayoría de los analistas observan los procesos políticos desde una perspectiva racional. Para ello está la teoría y los procesos históricos e institucionales a partir de los cuales sistematizar sus metodologías de análisis.  Pero la política, cuando se conduce por medios personalistas en medio de un vacío de contrapesos institucionales al poder central, no siempre se atiene a lo que podemos considerar racional. Ello es más cierto aun cuando se está en presencia de la monopolización del poder por parte de fuerzas fascistas. El caso venezolano es muy ilustrativo al respecto.  

Habiéndose entrampado en un proyecto exageradamente dependiente del ingreso petrolero, el régimen agotó rápidamente las oportunidades que le deparaban los altísimos precios del crudo en el mercado internacional y se quedó a la intemperie, sin cobijo alguno, cuando éstos se desplomaron. Además de haber puesto todos sus huevos en la misma canasta, la “revolución”  había quemado sus naves frente a la economía privada, al destruirla progresivamente. Nunca tuvo un plan “B” y el terrible costo de su tozudez se manifiesta trágicamente hoy en una angustiosa situación de hambre, desesperación y hasta de fallecidos por no conseguir medicamentos u obtener los tratamientos médicos requeridos. La desidia criminal de tan tamaña irresponsabilidad les valió un repudio masivo de la población, expresado en la contundente derrota que sufrieron en las elecciones legislativas del 6 de diciembre pasado. Todo indicaría que, en aras de la sobrevivencia del chavismo y de la preservación de sus posiciones de poder, habría interés en controlar los daños, enmendar los errores, reducir vulnerabilidades y reordenar sus fuerzas. Pero aquí es donde se presenta la irracionalidad intrínseca en la naturaleza fascista de este movimiento.

El fascismo no es sustenta en la razón, sino en la pasión. Se legitima invocando epopeyas de un pasado glorioso en el que supuestamente fueron forjadas las virtudes del pueblo. Tales virtudes, mitificadas por el tamiz de reminiscencias selectivas, fundamentan el triunfo de la Nación frente a sus enemigos, por lo que deben recuperarse. Para ello nutre su imaginario de representaciones maniqueas que enfrentan el “bien” con el “mal”, con base en símbolos de esa contienda fundacional. Se forjan construcciones ideológicas que ensalzan el liderazgo resoluto del hombre fuerte y de las ideas que predica. Éstas expresan, por antonomasia, el interés colectivo superior en torno al cual se amalgama al pueblo en su lucha por rescatar las virtudes anheladas. La lealtad para con ese liderazgo debe sobreponerse, por tanto, a la prosecución del interés individual y los sacrificios involucrados marcarán la formación del Hombre Nuevo. La política se entiende, en este contexto, como una guerra contra quienes encarnan el mal –los enemigos del pueblo, traidores de la patria-, con los cuales no debe haber trato ni negociación posible. El pueblo, bajo el liderazgo supremo que encarna sus intereses, abdica de su ciudadanía y se subsume en una masa informe que sólo cobra vida en ordenaciones regimentadas para librar batallas contra los enemigos. En éstas, la violencia se justifica, pues se trata de defender los intereses supremos de la patria.

Lo anterior explica por qué, al sufrir una derrota o un tropiezo significativo, lejos de buscar acuerdos que permitan recomponer sus fuerzas y preservar sus avances, el fascismo suele atrincherarse en posiciones extremas que buscan “profundizar la lucha”. La épica termina siendo lo que le da sentido a su política y entrar en acuerdos con el “enemigo” simplemente la desinfla de toda su vitalidad. Desde luego, detrás de esta intransigencia se cobijan los intereses creados en torno al usufructo ilimitado del poder y que significan oportunidades prácticamente irrestrictas para expoliar la riqueza social. Pero en vez de proyectarse como una élite que explota a un pueblo, la retórica de la “revolución” se camufla en un ideario que permite movilizar a éste en su defensa, porque, por definición encarna una lucha justiciera. La retórica comunistoide representa hoy la manera más efectiva de esta postura. El control de los medios y una propaganda incesante que falsifica la realidad con base en embustes y medias verdades, construye ante los suyos una única referencia a su proceder. Se genera así un escenario que legitima y refuerza la confrontación intransigente.

Luego de la contundente derrota en las elecciones parlamentarias, Maduro y los suyos cerraron toda posibilidad de entendimiento con la nueva mayoría de la Asamblea Nacional y se propusieron simplemente anular sus potestades -seguramente bajo recomendación cubana-, como hicieron con el triunfo de Ledezma en la Alcaldía Metropolitana. En este empeño urdieron tramposamente una composición aun más sectaria y partidista del tribunal supremo de justicia, violando los procedimientos y criterios establecidos en la constitución para ello, para “invalidar” todo lo que aprobase la nueva representación de la voluntad popular. Leyes para otorgar títulos de propiedad a los asignatarios de viviendas por la Misión Vivienda, la reforma de la Ley del Banco Central que busca circunscribir sus funciones a la constitución y, ahora, la Ley de Amnistía y Reconciliación, son torpedeadas por un tsj que, como señala el Chigüire Bipolar, prácticamente declara inconstitucional a la constitución, en defensa de los intereses de sus jefes políticos. Con un cinismo vomitivo e inhumano, el fascismo achaca a los que ejercían su legítimo derecho a la protesta, la responsabilidad de las 43 muertes del 2014, producidas casi todas por la Guardia Nacional, malandros “colectivizados” y el Sebin. Y declara el general López Padrino que la Ley de Amnistía recién aprobada es "un adefesio jurídico, ético y moral (que) legaliza la violación de los derechos humanos", violando el artículo 328 de la constitución y absolviendo las prácticas represivas del régimen. ¡Señores, la novela de Orwell, 1984, no es fantasía y el único imaginario admisible se expresa en la “neolengua”[1] oficial! Más allá de la criminalización de la protesta, y del asesinato de los derechos y de las garantías constitucionales por parte de los “Juristas del Horror”[2], se incita a turbas resentidas y envenenadas por discursos de odio, para que impidan violentamente la entrega de la solicitud de apertura del Referendo Revocatorio ante el CNE. Y Freddy Bernal sale declarando que la marcha convocada por la MUD para el 19 de abril parece “estar buscando unos muertos”.

Algunos consideran que reflexiones de este tenor son exageradas y que la caracterización fascista del chavismo en el poder sólo busca descalificarlo. Que no es “político”, que no contribuye al diálogo, que aborta todo entendimiento con el chavismo para salir de esta tragedia. Y la MUD, creyéndose inmersa en un juego de ajedrez con un contrincante racional, se queda sin jugada cuando este riposta con artes marciales mixtas, en las que cualquier golpe es válido. Creo que no se termina de entender contra quien se lucha.

Es menester dejar las ilusiones y llamar las cosas por su nombre. Hay una claque fascista, militar-civil, enquistada en el poder que necesita insuflar la pasión de sus seguidores a través de la confrontación irracional, so pena de perder sus posiciones de privilegio. Decir así las cosas podrá ser más constructivo para forjar entendimientos con sectores chavistas democráticos, asqueados de tanta corrupción pero cautivos de una lealtad manipulada por una ideológica “revolucionaria”.



[1] “La guerra  es la paz; / La libertad es la esclavitud; / La ignorancia es la fuerza”. Orwell, George, 1984, editorial Alfa y Omega, República Dominicana, 1984, Pág. 10
[2] Müller, Ingo (2006), Los juristas del horror. La “justicia de Hitler: el pasado que Alemania no puede dejar atrás, Editorial Actum, Caracas.


¿UNA NUEVA ESTRATEGIA?

                                    Simón García                      
Existen motivos para reexaminar la estrategia que permitió la recuperación de la oposición. El primero es la existencia de una nueva relación de fuerzas. El segundo es que habiendo perdido la mayoría, el poder aún conserva un 22 % de seguidores. Es un apoyo a prueba de la vida de calamidades que llevamos todos y de las evidencias gubernamentales acerca de sus incapacidades, fracasos y destrucción constante del país.

Las encuestas muestran la actualidad y la urgencia del cambio. Más del 90% de la población se resiente por la crisis, más de un 80% rechaza las decisiones económicas del gobierno. Pero sólo un 55 % avala la renuncia de Maduro. Hay un desfase entre la oposición social y la política.

Los números sugieren muchas interrogantes. ¿Por qué el nivel de protesta no se corresponde con la contundencia del rechazo popular al gobierno?, ¿Ha tocado el oficialismo un lecho de roca que detendrá su erosión? Al pensar posibles explicaciones, debería ahondarse en las conexiones entre estas y otras preguntas con el discurso, los eventos, las diversas iniciativas ofensivas y reactivas puestas en acto por la MUD durante este año. El positivo desempeño en la Asamblea Nacional no tiene que nublarnos la mirada crítica.

Detrás de los números, se revela la consolidación de una nueva mayoría social, políticamente plural y opuesta al dúo Maduro/Cabello; la tendencia en la oposición a incrementar una lógica polarizadora; la efervescencia de los dos extremos radicales está influyendo en la agenda pública; la cada vez más frecuente propensión del gobierno a colocarse en desacato de la Constitución Nacional y una creciente difusión de la protesta pequeña, espontánea y desarticulada.

La actual estrategia del cambio se ha focalizado en cumplir las promesas parlamentarias y ofrecer, para salir de Maduro, todos los mecanismos constitucionales a mano de los ciudadanos. Pero esa generalización contiene la ambigüedad de no definir cuál es, en este momento, el eslabón más débil para golpear juntos en él. Por otra parte, permite que cada opción sea reducida al partido proponentes, inhibiendo la acción unitaria.

Esta dispersión, pareciera subestimar la autoritaria resistencia gubernamental a la democracia y el empeño a bloquear todas las salidas constitucionales manipulando la Constitución. En el manejo de la confrontación con el grupo del PSUV que se aferra al poder, pareciera faltar la evaluación sobre cuando conviene la respuesta frontal y cuando darle prioridad a ganar opiniones favorecer expresiones de respaldo en el campo de los indecisos o acentuar las posturas destinadas a neutralizar a sectores blandos del chavismo, reacios a darle un aval a ciegas a Maduro. Esta es una lucha que hay que ganar y lograr avances significativos en ella sin aplicar el lema bélico de Juego de Tronos: ganar o morir.

Existen otras ausencias en la estrategia actual. Las líneas para asociar partidos con descontento de la gente; las orientaciones para traducir las protestas en movimientos de propuestas; el mensaje para que las naturales conductas adaptativas a la crisis no apaguen las motivaciones al cambio; las iniciativas para practicar el entendimiento y las luchas compartidas con el pueblo chavista y sus sectores dirigentes críticos, a los que hay que ayudar a emerger, en vez de espantar. Se necesita un plan para impedir la suspensión de las elecciones regionales y para dejar sin apoyo las acciones del TSJ contra el Estado de Derecho y del CSE contra el revocatorio y la democracia participativa. Planes que deben tomar en cuenta a la calle y algo más.

Finalmente, el relanzamiento de la unidad y de un liderazgo colectivo que no puede desentenderse del desafío de ser los protagonistas de un nuevo momento fundacional de la república y de una sociedad más justa. La transición que viene debe reportar un verdadero cambio de época que hay que prefigurar dando respuestas, ahora, a los problemas, demandas y deseos de la gente.
@garciasim  



sábado, 9 de abril de 2016

“Hay que freír en aceite hirviente las cabezas de los adecos”.



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Nelson Acosta Espinoza
“Hay que freír en aceite hirviente las cabezas de los adecos”. Frase dura y violenta. Sin embargo, sirvió a los propósitos políticos del líder emergente en aquellos momentos de nuestra historia pasada: Hugo Rafael Chávez.


Bien, sin lugar a dudas, el amigo lector merece una explicación. No vaya a pensar que estoy proponiendo que se ponga en práctica lo que literalmente se señala en esa oración. Dios, NO. Acción Democrática es un pilar fundamental de la historia y democracia en nuestro país. Lo que intento recalcar o ilustrar a través de esta expresión, es un principio que orienta  toda comunicación política: es indispensable condensar en una o varias locuciones la diversidad de los sufrimientos existentes en un momento dado en una sociedad y, señalar, el culpable de tales padecimientos. Me voy a permitir ilustrar lo anterior con un ejemplo sacado de la experiencia revolucionaria rusa. Paz,  pan y tierra. Con esta consigna, pronunciada a su llegada a Petrogrado, Lenin resumió en forma sencilla los principales problemas que afectaban a las masas humildes de rusos e identifico los principales responsables de estas tres calamidades: gobierno, fuerzas zaristas y terratenientes. Y, así, dio inicio a la revolución rusa.


Chávez, por su parte, con la frase con la que iniciamos este breve escrito estaba identificando a su adversario y haciéndolo responsable de la situación de deterioro económico y social que padecían los venezolanos en aquellos años. Inició la construcción de un relato que se diferenciaba del que había sido hegemónico durante la etapa democrática. Dejo a un lado los consensos partidistas e inicio un nueva “historia” radicalmente distinta a la que había prevalecido en el pasado. Palabras claves: puntofijismo, escuálidos, apátridas, conflicto, etc.


Hagamos un breve ejercicio de memoria. Para finales de la década de los ochenta lo sustantivo del proyecto democrático estaba agotado. A pesar de las señales (sociales, económicas, culturales y políticas) que anunciaban la necesidad imperiosa de renovar el discurso político la partidocracia se enrosco sobre sí misma colocándose  de espalda a la realidad. En el plano de las ideas, por ejemplo, existía material para elaborar ese nuevo relato político. En especial, lo concerniente con los conceptos asociados al federalismo y la descentralización. Las herramientas teóricas estaban a la mano para iniciar el proceso de radicalización de la democracia. Sin embargo, las elites partidistas de la época no lo entendieron así. Y, dejaron el espacio abierto para el despliegue de la aventura chavista.


Este breve recuento obedece a una preocupación. Observo en la oposición una dificultad para elaborar una narrativa adecuada  a las circunstancias actuales y que sea compartida por los diversos grupos opositores. No se han desarrollado las interpelaciones apropiadas que faciliten la politización de los sectores populares y la empobrecida clase media. Pienso que existe un “déficit” discursivo en las propuestas diseñadas por la MUD. Se observa un exacerbado electoralismo que deja a un lado las ofertas apropiadas a las actuales circunstancias: la crisis más profunda que ha existido en la historia del país.


Ganar elecciones es importante, pero no es suficiente. Hay que “revolucionar” las prácticas políticas. Estas deben romper con las que predominaron en el pasado: las de la IV y V república. Y, así, estarán en capacidad de prefigurar un nuevo horizonte político. Unificar el discurso, identificar las causas de la crisis y el responsable de la misma y traducir estos temas en una única consigna. Me atrevo a señalar que esta es una tarea que no se ha cumplido a cabalidad


Las condiciones objetivas están dadas. El socialismo del siglo XXI ha fracasado. Su propuesta tan solo interpela un pequeño sector de la sociedad. Es el momento para que la vanguardia democrática ofrezca un proyecto para sacar de la pobreza a los sectores populares y la clase media. Pero para alcanzar este objetivo- voy a pecar de reiterativo-  se requiere elaborar una nueva narrativa  que, entre otras cosas, denuncie y rompa con el pasado; encarne a los responsables de la crisis y, a partir de este desgarre, emocione a sus destinatarios. En otras palabras hay que emocionar para convencer. Y, salvo algunas excepciones, los líderes de la MUD no emocionan, por ahora.


El tono de este escrito es crítico. Las circunstancias demandan este ejercicio. Ojala este espíritu prenda en la vanguardia política que hace vida en la MUD.


Sin dudas, la política es así.