sábado, 28 de mayo de 2016

¡En octubre: revoca el hambre!


 

Nelson Acosta Espinoza

La semana pasada tuve la oportunidad de participar en un conversatorio sobre la situación alimentaria en el país. Este tema convocó a un conjunto de expertos que abordaron la problemática desde distintas perspectivas. Hubo presentaciones, cuadros, estadísticas, etc. Todas las intervenciones concluyeron que es dramática la situación del abastecimiento de alimentos en el país. La comida se está agotando y escasean los recursos financieros para reponer esos inventarios. Estamos alcanzando una situación de crisis humanitaria, nunca antes experimentada en Venezuela.

En este encuentro se afirmó que los venezolanos están pasando hambre. Malestar éste que se encuentra presente en la mayoría de la población (sectores populares y de clase media urbana).  Escasean productos básicos como; leche, azúcar, café, aceite, salsa de tomate, harina de trigo, caraotas negras, aceite de maíz, aceite de soya y margarina. A esta descripción debemos añadir que los canales de distribución del gobierno están colapsados y, en consecuencia, tienen poco impacto en la vida cotidiana de la población. Ello explica las colas en los supermercados de cadena.

Hasta aquí la descripción técnica y racional de la grave crisis alimentaria que estamos padeciendo. Sin embargo, lo que más impactó a la audiencia fue el testimonio de una de las participantes en este conversatorio. Una dirigente vecinal de más de setenta años; madre de cinco hijos y abuela de diez nietos. Una mujer venezolana: recia, luchadora y elocuente. Su relato de la situación que está confrontado la población humilde de esta ciudad fue desgarrador. Acaparó la atención de los participantes y logró llegar a los corazones de la audiencia. Su poder de convencimiento, perdonen los amigos expositores académicos, fue intenso y superó al de los analistas racionales. En pocas palabras: emocionó y, en consecuencia,  convenció a los destinatarios de su mensaje.

De esta experiencia, creo posible extraer algunas conclusiones útiles para mejorar la calidad de la comunicación política de la oposición. La dirigente vecinal que participó en este evento se comunicó a través de un relato. Narró las vivencias de los habitantes de su barrio. Y, lo hizo, con prescindencia de datos y estadísticas. Por el contrario, construyo una “historia” que sedujo a la audiencia y la comprometió mediante la activación de sus sentidos y emociones.

Hoy día los sectores populares se encuentran “huérfanos”; el discurso político que eventualmente los dotó de una identidad se ha agotado. Los referentes que los constituyeron como sujeto de acción colectiva han desaparecido. La intervención de la señora participante en este conversatorio explicitó, precisamente, la ausencia de una narrativa que diera cuenta de las situaciones desesperadas y angustiantes que confronta la población en este moribundo entorno económico.

La conclusión en el orden político es obvia. La oposición democrática que hace vida en la MUD requiere, con urgencia, elaborar una narrativa que se encuentre arraigada con los componentes simbólicos de la cultura popular de nuestra población. Desde luego, estos elementos discursivos, deberán ser resignificados y puesto al servicio de las aspiraciones políticas del sector democrático.

Por ejemplo, la literatura sobre este tema señala la existencia de narrativas conformadas por guiones culturales clásicos: el héroe, la víctima y el villano; la batalla del bien contra el mal; justicia e injusticia; libertad y opresión. La neurociencia enseña, igualmente,  que esas narrativas culturales se encuentran fijadas en los circuitos neuronales de nuestros cerebros y que pueden ser activadas y puestas en funcionamiento de modo automático e inconsciente.

En concreto. Tenemos una oportunidad de poder condensar todas estas vivencias dramáticas que experimenta la población en una consigna de naturaleza política. Por ejemplo, “en octubre: revoca el hambre”. Aquí se articula la propuesta política con una necesidad sentida por la población.

Es un ejemplo y pudiera constituir punto de partida para la elaboración de una narrativa política para la oposición democrática. Esperemos que así sea.

Sin medicinas para ayudar a Oliver

El 26 de febrero, Mitzaida Berroterán, madre de Oliver Sánchez, un niño de ocho años con un linfoma de Hodgkin, decidió asistir a la protesta de los enfermos convocada el día siguiente en la Plaza Venezuela. Era una forma de protestar por la tragedia que significa en estos días enfermar de gravedad en la nación sudamericana ante la carestía de medicinas. Mitzaida lo recordaba el jueves pasado, en el funeral de su hijo, fallecido el martes tras una suma de complicaciones que ilustran la crisis hospitalaria de Venezuela.

Las semanas previas habían sido para Mitzaida, que empuña un crucifijo de madera y usa una gorra azul del Capitán América (el personaje de Marvel que encantaba a su hijo), la concatenación de todas las malas noticias. Su madre, Hilaria Machado, diagnosticada con cáncer de mama hace una década, había descubierto que no estaba curada y el tumor se había expandido al hígado y los pulmones. A su prima Skeila le habían hallado un tumor maligno en el colon. Y estaba el caso de su Oliver, cuyos médicos dictaminaron en noviembre, tras 40 días de fiebre, que el niño de ocho años tenía un linfoma de Hodgkin.

“Los médicos eran optimistas. Decían que los niños superaban ese problema de salud en la mayoría de los casos”, dice Mitzaida. Pero ese pronóstico se cumple siempre que el paciente tenga los medicamentos que necesita. La familia tenía una mala referencia en medio de la pavorosa escasez de Venezuela. A Hilaria Machado le costaba lograr Tykerb, el medicamento recetado para su caso. Al cambiarle el tratamiento, empeoró. Oliver había tenido más suerte. Aunque jamás consiguieron todas las medicinas en la farmacia, pudieron ubicar lo que necesitaban lanzando llamados desesperados en las redes sociales.

Al regresar a casa de Mitzaida, Hilaria y Oliver se prepararon para la protesta. Oliver escribió sobre un pliego de cartulina: “Quiero curarme, paz y salud”. La mañana siguiente, aunque temeroso por la cantidad de policías que veía alrededor, el niño se apostó a la vera de la fuente con su cartel. “Él era muy consciente de su enfermedad, pero quería sobrellevarla sin tanto sufrimiento”, dice Mitzaida. Oliver llevaba el cabello al rape tras dos sesiones de quimioterapia y una mascarilla, como había indicado el médico para evitar un resfriado con las defensas bajas. Cuando fue fotografiado, la imagen simbolizó el drama de todos los que no consiguen medicamentos en Venezuela.

Después de aquella protesta, a Oliver se le inflamaron los ganglios. Los exámenes de sangre determinaron que los valores estaban fuera de rango. Los médicos decidieron establecer un nuevo tratamiento, más agresivo, e incrementar el número de sesiones de quimioterapia. Los padres necesitaban esta vez conseguir un antibiótico, Bleomicina, y Procarbazina, que inhibe el crecimiento de las células cancerosas. Otra vez acudieron a las redes y a la búsqueda frenética del medicamento. De nuevo lo obtuvieron.

Pero el miércoles 20 de abril, tras tres días de elevada fiebre, Oliver convulsionó. Los padres, que ya se habían quedado sin dinero para llevarlo a una clínica privada, lo llevaron a la sala de urgencias del Hospital Elías Toro. Los médicos de guardia le recetaron Epamin y Trileptal en solución. No pudieron darle la dosis completa de Trileptal. Alguien había guardado en una gaveta olvidada 250 centímetros cúbicos del medicamento —necesitaba 500— y le administraron esa cantidad de momento. Ya en la noche, los padres consiguieron Epaminpara estabilizarlo. Oliver estuvo 22 días hospitalizado porque una punción lumbar determinó que estaba contagiado con meningitis bacteriana, una inflación de la membrana que recubre el cerebro. En este tramo del padecimiento, tras tantas idas y venidas, los padres del niño suponían que había podido contraerla en cualquier parte. Sintieron que no valía la pena hacer conjeturas y se dedicaron a hacer otro esfuerzo para conseguir el tratamiento que impidiera que la suma de todos esos padecimientos siguiera dilatando la aplicación de la quimioterapia.

Oliver pudo salir del hospital Elías Toro, al oeste de Caracas, porque el médico consideraba que el ambiente no le favorecía. Pero el 12 de mayo, casi ahogado entre sus propios esputos, recorrió tres salas de urgencias antes de caer en coma. En el primero, el Hospital Pérez Carreño, el más importante del oeste de Caracas, no había camas de terapia intensiva para niños. En el segundo, de vuelta en el Hospital Elías Toro, pasó toda la noche esperando una cama. Pero Mitzaida y Alexis Sánchez, su padre, se prepararon como si ese periplo solo fuera un obstáculo más. No solo les tocaba ir y venir en pos de las medicinas, sino procurarse sobre todo los utensilios de limpieza, también escasos debido al control de precios y la disputa del Gobierno chavista con la transnacional líder que los fabricaba. “Yo llevaba cloro para limpiar su lecho y evitar que él usara los baños. Era un horror”, afirma Mitzaida.

Después de sacar cuentas lo llevaron a la clínica privada que podían sufragar sus menguados bolsillos. Allí murió Oliver el 24 de mayo. Pese a ser tendencia en las redes sociales, su funeral fue casi clandestino. A los atribulados padres los acompañaban familiares, afectos cercanos y compañeros de trabajo. Nadie convirtió este fallecimiento en la excusa para atacar al Gobierno de Nicolás Maduro. Era una resignación triste y una ocasión para recordar que la muerte de un niño invierte el curso de la vida.


Pactos, partidos e incompatibilidades

La historia política de los dos últimos siglos parecería reducirse a una especie de enfrentamiento metafísico entre izquierdas y derechas. Lo que empezó siendo solo el reflejo de una coyuntural ubicación espacial en la Asamblea Nacional francesa de 1789, izquierda y derecha del salón de sesiones, ha acabado convirtiéndose en expresión de dos formas de ver y entender el mundo que abarcaría todos los aspectos de la vida individual y colectiva. Una manera de ser tanto como un posicionamiento ideológico.

Visión maniquea que recrea el enfrentamiento entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas de la retórica cristiana. Una forma teológica de entender la política sorprendente en el contexto de sociedades desacralizadas para las que el marco de los debates debiera ser el de una discusión racional sobre medios y fines y no el de un pensamiento mítico con el bien y el mal como protagonistas. Más, si consideramos que los conflictos políticos difícilmente pueden ser reducidos a un enfrentamiento dicotómico global. Los posicionamientos no son respecto a una sola variable sino a varias y con líneas de fractura no siempre coincidentes.

El sociólogo alemán Claus Offe propone, para el caso del mundo contemporáneo, distinguir entre conflictos interest-based (reparto de recursos),ideology-based (derechos y organización social) eidentity-based (definiciones colectivas). Tenderían a solaparse pero sin definir campos homogéneos. Una misma persona, grupo o partido puede ubicarse en un conflicto de un lado y del contrario en otro; a la izquierda sobre reparto de recursos y a la derecha sobre definiciones colectivas y/o derechos y organización social. No solo puede sino que en muchos casos es lo habitual. Los afiliados, simpatizantes y votantes de los distintos partidos políticos no se ubican en un continuum de extrema izquierda a extrema derecha, o viceversa, sino en puntos distintos según la variable que se tome en consideración.

Un dilema que, en la práctica, se resuelve en función de cuál de los tres tipos de conflicto se convierta en hegemónico y, como consecuencia, en eje de los posicionamientos políticos tanto de electores como de partidos. En un debate polarizado en torno al reparto de recursos y/o derechos y organización social difícilmente los grupos que apoyaron la investidura de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat habrían estado del mismo lado; sí, que es lo que ha ocurrido, en uno polarizado en torno a definiciones identitarias.

No se trata de una discusión académica sobre categorías de análisis sino de un problema con importantes implicaciones prácticas. Entre otras, el cuestionamiento de esa especie de lugar común de que no se puede ser nacionalista y de izquierdas. No solo se puede sino que en las últimas décadas ha sido lo habitual. El discurso identitario, en su versión nacionalista, ha desempeñado un papel determinante en la mayoría de los movimientos de izquierdas de la segunda mitad del siglo XX, desde Fidel Castro a la izquierda abertzale. Otra cosa es que esta deriva identitaria pueda resultar sorprendente en una izquierda que, aunque nacida definiéndose respecto a derechos y organización social (1789), encontró desde muy pronto sus señas de identidad en la búsqueda de mejores condiciones de vida para las clases trabajadoras, reparto de recursos y, de manera secundaria, derechos y organización social; no en las definiciones colectivas, consideradas patrimonio de la derecha. Una deriva cuya posible explicación habría que buscar en la importancia que lo identitario ha ido adquiriendo en los conflictos políticos del mundo contemporáneo, desde la guerra de los Balcanes al yihadismo islámico. No sería tanto un problema de la izquierda como de evolución política general. Aunque dejaría sin explicar por qué en los conflictos identity-based los posicionamientos de la izquierda se han ido decantando por un organicismo identitario, de marcada matriz conservadora, que contradice buena parte de su trayectoria anterior.

Pero no es este, a pesar de su importancia, el aspecto que me interesa aquí sino otro que tiene que ver con las políticas de pactos en Parlamentos fragmentados, como el recientemente disuelto español y, probablemente, como el que vaya a salir de las elecciones de junio. Momentos en los que las lógicas de división izquierda/derecha tienden a jugar un papel determinante. Es lo que ha ocurrido en las fracasadas negociaciones para la formación de Gobierno en las que desde el primer momento se dio por entendido que los acuerdos solo eran deseables, y posibles, entre partidos que compartieran fronteras ideológicas, PP-Ciudadanos, Ciudadanos-PSOE, PSOE-Podemos…; no entre aquellos en los que hubiese que saltarse un escalón partidario, Ciudadanos-Podemos o PSOE-PP. Recurriendo incluso en muchos casos a la dicotomía maniquea más estricta, con alianzasnaturales, partidos del mismo campo ideológico, y antinaturales, de campo ideológico distinto. No han sido pocos, de hecho, los que han considerado el pacto PSOE-Ciudadanos antinatural o, peor todavía, prueba de que uno de los dos, dependiendo desde donde se hacía el análisis, se había pasado al lado del mal. El único acuerdo posible, y deseable, habría sido el de PP-Ciudadanos o PSOE-Podemos. El bipartidismo elevado a la categoría de teología política: existen dos partidos al margen de lo que los electores digan.

Una división dicotómica que es más una construcción narrativa que una realidad. Tanto los partidos políticos como sus electores tienen posicionamientos distintos en función del tipo del conflicto de que se trate. Es posible que la cercanía entre el PSOE y Podemos respecto al reparto de recursos haga de ellos aliados naturales. Pero solo en este campo, no en otros como el de la definición identitaria en el que la incompatibilidad de sus propuestas es casi absoluta. Serán, como consecuencia, aliados naturales o no en función de lo que ambos consideren prioritario en cada momento, organización de un referéndum en Cataluña o derogación de las leyes laborales del PP; también de las estrategias para desplazar, eliminar o fagocitar al otro, pero ese es obviamente otro problema.

Cada partido representa alternativas globales que dan respuesta no a uno sino a múltiples aspectos de la vida individual y colectiva. La negociación de alianzas poselectorales, como consecuencia, no consiste tanto en buscar puntos de encuentro entre propuestas distintas como en privilegiar aquellas en las que hay coincidencia dejando para mejor ocasión las que no. No hay aliados naturales sino acuerdos coyunturales en función de las prioridades de cada momento. La política como una actividad racional y no como una teología sentimental.
Tomás Pérez Vejo pertenece al Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.


sábado, 21 de mayo de 2016

Del consenso plebiscitario a la dominación autoritaria


Nelson Acosta Espinoza

Del consenso plebiscitario a la dominación autoritaria. En cierto sentido, así pudiéramos definir la transición política que se está operando en las esferas del poder en el país. En otras palabras, amigos lectores, el presidente Maduro ha perdido la batalla política y, para permanecer en el poder, solo le queda como alternativa profundizar el sesgo antidemocrático que ha caracterizado a este régimen político. Su resistencia a permitir la convocatoria del referéndum revocatorio, por ejemplo,  es marca definitoria del talante autoritario que define a su gobierno.

El difunto presidente Hugo Rafael Chávez hizo uso intenso del procedimiento plebiscitario. En cierto sentido su ejercicio de gobierno tuvo una alta propensión plebiscitaria. La participación política fue relegada exclusivamente a las consultas electorales. Y, en este sentido, empobreció la práctica democrática y  devaluó la idea del protagonismo ciudadano. No construyo bases sólidas que pudieran sustentar la permanencia de ese régimen en el tiempo. Su gramática política fue exitosa en la medida que los precios petroleros estaban en alza. En fin, Chávez fue un predicador asistencialista que encabezo una “revolución desde arriba”; a partir del estado. En cierto sentido, revivieron las tesis revolucionarias del siglo pasado: apostar a la política (institucionalizada) para modificar la economía y, a través de esta, a toda la sociedad.

En el marco de esta concepción del poder introdujeron en la constitución el mecanismo del referéndum revocatorio. Sorpresa. En las actuales circunstancias, este mecanismo de cambio institucional y político, se ha convertido en el instrumento de la oposición democrática para producir una transformación política en sana paz para el país. Sin embargo, Maduro ha apostado al endurecimiento del juego político. Acaba de decretar el estado de excepción y, con esta medida, ha introducido nuevas reglas en el juego político del país. Hoy día, ya es posible calificar a este gobierno como antidemocrático y controlado por una cúpula militar.

En cierto sentido, más político que jurídico, esta excepcionalidad implica o proyecta una necesidad vital: la conservación del régimen político. Debe subsistir con prescindencia de las reglas democráticas y contra una oposición civilmente organizada que apelando a la constitución intenta ejercer un derecho consagrado es ese texto.

Bien, en forma simple, esta es una descripción de la coyuntura. Estamos frente a una situación de quiebre histórico. La oposición, hasta el momento y a través del mecanismo revocatorio,  está condensando en esa solicitud la diversidad de demandas  no satisfechas (salariales, alimentarias, vivienda, salud, seguridad, etc.) presentes en la población. El revocatorio se está trasformando, entonces,  en el instrumento político mediante el cual los ciudadanos ajustaran cuentas con este gobierno bolivariano y antidemocrático. Es bueno que los actores políticos tengan claridad sobre este aspecto. La ciudadanía, mediante el referéndum, descargará toda la insatisfacción acumulada a lo largo de este ejercicio de gobierno.  En otras palabras, este procedimiento debe estar por encima de  las luchas internas entre los grupos que conforman la oposición. Su éxito residirá  en que sea percibido como un instrumento de protesta ciudadana. Herramienta ubicada más allá  de los intereses de naturaleza partidistas.

Si se mantiene en ese rango, en cualquiera de los escenarios en que se lleve a cabo,  será un éxito. Inclusive, si impiden su realización,  esta acción agregará sentido de propósito a la lucha contra esta dictadura bolivariana.

La palabra revocatorio, entonces,  pudiera articular todas aquellas significaciones que proporcionan identidad a los sectores populares que fueron seducidos por el discurso chavista y,  en la actualidad, se encuentra desasistidos simbólica y materialmente.

Sin duda, así pudiera iniciarse la construcción de una nueva hegemonía política en el país.

¿Estamos en Guerra?

Asdrúbal Romero M. 



Por estos días leo de nuevo a Juan Carlos Méndez Guédez. La que creo es su última novela: “Y Recuerda Que Te Espero”. En la página 38 leo un pensamiento que es el condensado de una sensación que experimenta su personaje principal: “A lo mejor hubo aquí una guerra que nadie ha visto, que está siendo y nadie nombra”. Lleva días hospedado en mi cerebro y, por lo visto, se niega a abandonarlo.

Fermín, así se llama, es un venezolano que muy poco ha vivido en Venezuela. Conserva entre sus pertenencias una foto de su infancia tomada en Barquisimeto. No recuerda si fue su padre, un diplomático de carrera, quien se la tomó. Su vida atraviesa un momento crucial, quizás de desengaño, uno de esos momentos en los que sientes un inexplicable llamado a reencontrarte con tus orígenes. Ya casi sepultados en el fondo de su memoria inconsciente. Emprende su viaje desde New York, entra por Maiquetía y así comenzamos a acompañarle en su sutil descripción del país con el que se encuentra.

Pero su voz narradora la dictan unos ojos normales, como los de cualquier ciudadano de un mundo del que los venezolanos nos hemos distanciado a rauda velocidad. Unos ojos externos, no acostumbrados a percibir como normal una chocante realidad esculpida a lo largo de un proceso que lleva más de dos décadas. A la que ya nos hemos habituados. Por eso su visión es como la de Superman: tiene el poder de ver lo que ya dejamos de ver. Preocupados, como todos andamos, por los nuevos desafíos que nos deparará una realidad que no se detiene en la degradación de nuestras vidas. Todo lo contrario: avanza inclemente con una rapidez que supera al asombro de la inmensa mayoría.

De esta reflexión surge el poderoso impacto sobre mi conciencia del  pensamiento casi profético de Fermín- Juan Carlos. ¿Será que nos encontramos en medio de una guerra de la cual no hemos tomado conciencia ni cuándo ni cómo comenzó? ¿Cuándo mutó de “Revolución” a Guerra?

Debo suponer, en atención a los tiempos asociados a la gestación y publicación de una novela, que la realidad detectable en el tiempo de aquel imaginario viaje de su alter ego distaba un mundo de lo mal que estamos ahora.  Aun así, en su cerebro se disparó la neurona responsable del reconocimiento de un patrón con un tenebroso poder prospectivo. Cuando un taxista le lleva a recorrer por la noche los alrededores del Parque Ayacucho, en su extraña intención de rememorar una fantasmagórica leyenda urbana, Fermín comienza a recordar su paseo, años atrás, por el Argel de Camus casi destruido. Es cuando se produce la asociación. Oxidadas conexiones neuronales, soldadas al calor de ese conocimiento vivencial que nunca se olvida, operan para producirla de manera casi inconsciente. Como si fuese una pompa de jabón, el pensamiento invocado por una “sensación tenuemente parecida” sube desde la profundidad a su nivel de conciencia. No encuentra a la dama fantasma, sólo ese terrible pensamiento sobre una guerra que está siendo y nadie nombra. Es el invalorable aporte de unos ojos externos cargados de cultura.

No se trata de presentar el análisis crítico de una novela, ni de hacerle propaganda aunque mucho se la merezca. Sino de destacar el impacto de la interrogante que me suscita su poderoso pensamiento. Me ha aportado una perspectiva distinta sobre cómo gestionar en mi mente este conflicto. Ahora, cuando el fantasma del hambre comienza a tocar, amenazadoramente, la puerta de hogares que, otrora, se consideraron de clase media –imaginemos lo que debe estar ocurriendo en estratos más desprotegidos-, reitero la pregunta, ya con escaso valor prospectivo comparado con el que ha quedado plasmado en la novela: ¿No será que estamos inmersos en una guerra que nadie quiere reconocer por su nombre?

Es una pregunta para ser respondida desde la soledad de cada cual. Piense en su calidad de vida, cuando todo esto comenzó –si no puede determinar con precisión su inicio, escoja una fecha de su preferencia-. Piense en el potencial que tenía para hacer planes sobre su futuro y el de sus hijos. ¿Cuánto le queda de todo aquello? Si alguna persona, o un grupo de personas, le hubiese infligido una pérdida tan grande, como la que usted, seguramente, ha valorado: ¿No se sentiría agredido? ¿No se habría declarado en un estado de conflicto directo con esa o esas personas? ¿Habría sido un exabrupto reconocer que le habían declarado la guerra?

La agresión ha sido y está siendo incuantificable e injustificable.  Nos tomará muchos años recuperarnos del daño que nos han ocasionado. Y este no se detiene. Continúa. Pueden hacer una proyección sobre lo que nos viene en el corto plazo, ¡así salgamos de este gobierno ya! No vienen barcos cargados con comida. Ni medicamentos. Los industriales, ganaderos y agricultores lo dicen a viva voz: no podemos producir sin materia prima. Ni insumos. Ni equipos. Ni repuestos.  El Presidente lo dice, casi con orgullo, como si fuese nuestra culpa: dólares no hay. Cuando la hambruna se extienda, están preparados para decirnos que ellos nos lo advirtieron. Que es nuestra culpa que nos muramos de hambre por no haber sembrado unas cuantas maticas de cilantro en algún rincón de nuestras viviendas.


Para mí no hay duda. Debo reconocer que me han conducido hacia un estado de guerra, aunque no disponga de armas: sólo palabras. Me importa un comino que unos tipejos irresponsables, desvergonzados, me hagan parte de una conspiración golpista. Están plenamente conscientes del perjuicio que han causado y no quieren pagar por ello. Continúan causándolo. Saben de los setenta saqueos por mes este año. Del estallido social en pleno desarrollo. De los niños y neonatos que mueren diariamente en los hospitales. Si tuvieran aunque fuese un ápice de vergüenza, renunciarían.  

Pero no, han decidido atrincherarse en el poder. Y escudarse detrás de una narrativa política golpista, que ya no tiene ningún sentido. En el exterior lo saben. Las circunstancias son demasiado extremas. Ya lo que está en juego es la vida misma, la subsistencia. Quisiera, en consecuencia, que a nuestros representantes de la oposición también les importara un comino la fulana acusación de golpismo, con la que, lo poco que queda de Régimen, desea enmarcar el cuadrilátero político. ¡A vaina tan descaradamente fofa! Quiero líderes para la guerra, que asuman, sin tapujos, que de este gobierno hay que  salir ya. ¡Que ya: es tarde! Las razones abundan y son demasiado contundentes.

LOS JUEGOS DEL HAMBRE.

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 Manuel Barreto Hernaiz

"El hambre hace salir al lobo del bosque."                                   Fernand Vanderem

Si bien podemos encontrar varias  coincidencias con el tema que hoy nos ocupa y la extraordinaria trilogía de la novela de Suzanne Collins llevada a la pantalla por  Gary Ross, en la cual se recrea un estado totalitario llamado Panem – por aquello de  Panem et Circense- solo que acá el pan ya es inalcanzable y al circo se le voló la carpa, pues hoy lamentablemente el hambre campea en nuestro país…y eso no son juegos. Así como en el caso venezolano, se la cae no la carpa pero si la careta a la FAO, pues tuvo la irónica osadía de otorgarle al gobierno, un reconocimiento  por haber logrado reducir a la mitad el número de personas que padecen hambre, meta que fue trazada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.  Ya para ese entonces -2014 - la Encuesta Condiciones de Vida del Venezolano, realizada por investigadores de las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello, y divulgada hace poco, alertaba precisamente acerca del desequilibrio del menú que consumían en los hogares venezolanos. Como tampoco resultó un juego, a pesar de haber sido todo un grotesco acto circense, aquellas televisadas expropiaciones de productivas fincas, en las cuales hoy día no solo los cujíes, sino los chaparrales y el mastranto lloran de dolor. Hoy hay hambre porque hay desabastecimiento y escasez. Hay escasez porque no hay producción. Y no hay producción porque la mayoría de las empresas que producían fueron expropiadas…y eso no era un juego.

Si bien la palabra  hambre se utiliza en un sentido social y mucho más concatenada con la condición de extrema pobreza, miseria y desnutrición,  el efecto del hambre o de ausencia de alimento en el organismo es una de las sensaciones más básicas no sólo del ser humano sino de cualquier ser vivo, y esta, más que una sensación, ha pasado a ser una terrible realidad que afecta  a más del 60% de los compatriotas venezolanos.

Y ha sido tal la irresponsabilidad de este perverso régimen al descuidar la seguridad alimentaria de manera criminal, que hoy los niños venezolanos están faltando a clases porque no tienen qué comer, esto a consecuencia de las políticas erradas del Gobierno, tal como lo reseñó la prensa capitalina hace una semana. Los venezolanos hemos cambiado de manera considerable nuestros hábitos alimenticios producto de la crisis económica, de la escasez, del desabastecimiento  y de la indetenible espiral inflacionaria ante la cual el régimen no encuentra otra respuesta que ese absurdo y totalitario “Estado de Excepción”. Con el hambre no se juega ni se hace política. Con el hambre se buscan soluciones. Y se resuelve. Sin demagogia, sin premios ni alharacas, y sobre todo, sin corrupción.  

Un acucioso periodista simpatizante del PSUV - Modesto Emilio Guerrero- anotaba recientemente: “Hay un desabastecimiento programado sistemático y profundamente cruel. Ninguna sociedad soporta eso, así sea Mahatma Gandhi quien gobierne. El problema es cómo se produjo este fenómeno.  Se debate entre la angustia y la desesperación, porque no consigue alimentar a su familia. La derecha ganó por la vía del estómago la cabeza de la gente. Si hay hambre, no hay gobierno que se pueda sostener”… Sobrada razón  le asiste a Guerrero, a menos que Maduro, en su pasantía cubana, haya hecho de Stalin su modelo referencial, ya que entre los numerosos crímenes cometidos por Stalin se cuenta el de la hambruna forzosa de Ucrania durante los años 1932-1933, momento en el cual decidió exterminar a los kulaks, los productores agrícolas de aquellas latitudes.

Pero así como cientos de miles de Katniss Everdeen  y Peeta Mellark se cansaron de ese absurdo “Juego del Hambre” de un gobierno irresponsable, incapaz y hambreador, la mayoría de nuestra carajeada Nación  tampoco cree en revocatorios, constituyentes ni enmiendas y en las únicas elecciones que cree son en esas que sacien su sed y mitiguen su fatiga.


sábado, 14 de mayo de 2016

“El tiempo de la política no necesariamente es igual al tiempo del pueblo”


Nelson Acosta Espinoza

Bajo el lema de “el tiempo de la política no necesariamente es igual al tiempo del pueblo” un grupo de ciudadanos residenciados en la ciudad de Valencia, Estado Carabobo, redacto un sencillo documento en donde exponen consideraciones sobre el momento político actual. En forma breve, pero concisa, repasan las dimensiones de la crisis que confronta el país. Igualmente, elevan a consideración de los partidos que hace vida en la MUD un conjunto de propuestas enfiladas hacia el objetivo de ampliar la plataforma de esta organización política. Hacen énfasis en la necesidad de incorporar la dimensión social en su accionar político y comunicacional.

Esta primera reunión se llevó a cabo en la ciudad de Valencia el  11 de mayo. En la sede de la Asociación de Ejecutivos del Estado Carabobo (AEEC) se congregaron representante de todos los partidos políticos que encarnan la MUD regional  (AD, COPEI, Proyecto Venezuela, Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Cuentas Claras). Estuvo presente el nuevo Secretario Ejecutivo de la MUD,  el licenciado Carlos Santafé.

Esta iniciativa fue organizada por un conjunto de personalidades de la sociedad civil carabobeña (Arquímedes Román,  Jesús “Chucho” Ganen, Jesús Enrique Lozada, Asdrúbal Romero, Gregorio Riera,  "Tomasin" Izaquirre, Nelson Acosta E., Miguel Parra,  Glenis Figueroa, entre otros).

En el marco de este encuentro, se acordó implementar mecanismos de consulta con representantes de la sociedad organizada  con la finalidad de procesar las diversas demandas que emergen de estos núcleos de la sociedad carabobeña.

A este tenor, se espera llevar a cabo otras iniciativas e iniciar un proceso de reflexión que conduzca a la elaboración de propuestas que estén a tono con la gravísima situación que confrontan los ciudadanos de este país.

Es indispensable, igualmente, dotar de una nueva identidad política a un elevado porcentaje de ciudadanos humildes dejados atrás por la actual crisis y que ya no interpretan sus necesidades dentro del marco de referencia del bolivarianismo chavista. De ahí la necesidad de hacer énfasis en la dimensión social de la crisis.
A continuación el documento.


El Tiempo de la política no necesariamente es igual 
al tiempo del pueblo. 

Propuesta de un grupo de ciudadanos demócratas

I-La Crisis

El país confronta una crisis de naturaleza sistémica, cuya acelerada dinámica destruye los cimientos económicos, sociales, culturales, institucionales y políticos de la nación. Cada día crece el porcentaje de venezolanos que enfrentan severas dificultades para acceder a la satisfacción de los derechos de ciudadanía más fundamentales: alimentación; salud; educación; trabajo; justicia y seguridad. El ciudadano, simplemente, subsiste; convencido que en el marco de esta crisis es ilusorio plantearse esperanzas para el futuro.

II- El Régimen ante la Crisis

Continúa aquejado de una parálisis paradigmática para tomar las decisiones que la crisis demanda. Ellas implicarían UN NECESARIO NEGARSE A SÍ MISMOS al que parecen no estar dispuestos. Esta parálisis, su negativa para abrirse al juego democrático que permita la concertación de salidas a la crisis y su evidenciada corrupción,  le han deparado al Régimen un significativo incremento del rechazo que se manifestó en la estruendosa derrota del 6D. Se ha deslegitimado. Ya casi nadie duda que bajo este régimen absolutamente refractario, dada su condición totalitaria, populista y militarista, no habrá ninguna posibilidad, ni siquiera, de iniciar la superación de la crisis actual, la cual pudiera desbordar cualquier mecanismo democrático o constitucional.

III- La oposición actual

La MUD es, y debe seguir siendo, la institución política más representativa de los factores democráticos, con reconocimiento dentro y fuera del país. De hecho, es el espacio donde las agrupaciones políticas democráticas conviven y desarrollan sus estrategias electorales unitarias. Aquí reside la clave de la victoria del 6D: una articulación orgánica entre los distintos partidos políticos que es percibida por la población en términos unitario. Condición indispensable para obtener éxito electoral y político.

Los partidos políticos que hacen vida en la MUD enfrentan, en un futuro próximo, retos electorales vitales para el futuro del país. La situación actual impone nuevas demandas a estas agrupaciones políticas. La oposición logró, con la MUD como operador político, la esperanzadora victoria electoral del 6D y el rescate de la Asamblea Nacional. Sin embargo, el Régimen en su accionar no democrático ha bloqueado, y lo continuará haciendo, todas las iniciativas constitucionales aprobadas por dicha asamblea. Es justo reconocer la batalla que están librando los diputados en la Asamblea Nacional. Hacia ellos nuestro reconocimiento.

La crisis se agrava, los tiempos se acortan y crece la indignación en el pueblo. Nunca antes como en el contexto de esta crisis devoradora de esperanzas, se cumple que EL TIEMPO DE LA POLÍTICA NO NECESARIAMENTE ES IGUAL AL TIEMPO DEL PUEBLO. En virtud de lo expresado, planteamos un conjunto de propuestas.

IV-Propuestas

-Ampliar la plataforma de trabajo de la MUD con la inclusión de todos los sectores de la ciudadanía organizados en instituciones, gremios y asociaciones. A tal efecto, deberá desarrollarse un plan de trabajo que canalice la articulación de la MUD con las demandas provenientes de la sociedad organizada.

-A tono con esta propuesta sugerir a los partidos políticos que hacen vida en la MUD incorporar en sus estrategias comunicacionales, de una manera más explícita, la dimensión social de la crisis. Las elecciones constituyen una oportunidad apropiada para profundizar las denuncias sobre el drama social que viven los venezolanos.

-Desarrollar mecanismos de lucha democrática, resistencia civil pacífica o protesta cívica, con la participación POPULAR, a fin de consolidar la presión política suficiente para lograr los cambios requeridos tendientes al ACATAMIENTO y ACEPTACION de las normas constitucionales, como lo es el Referendo Revocatorio sin las dilaciones y artificios obstructivos que el Régimen adelanta a través del CNE. Ceder y aceptar la NO realización de este referendo, generará la desesperanza generalizada y el abandono del soporte que hoy la población ha brindado masivamente a esta iniciativa y a la MUD.

Finalmente entendemos que la construcción de la nueva Venezuela es un reto inmenso al cual no estamos dispuestos como sociedad a renunciar.

¿Democracia o dictadura?

Simón García
Un ligero vistazo sobre la situación en Brasil muestra la diferencia entre Rousseff y Maduro. La primera se apegó a la Constitución, el de aquí llama a la rebelión. Allá el gobierno pidió una elección, aquí el gobierno le huye. Allá se respeta al parlamento, aquí se desconoce. Allá hay magistrados independientes, aquí un TSJ que es un cáncer para la justicia.
Maduro acude a la represión porque ya no puede manejar la democracia como formalidad. El sistema de normas en apariencia democráticas y de armónica subordinación de las instituciones al poder Ejecutivo y de éste a una sola voluntad personal, se trabó el 6d. El rescate, mediante una votación popular, de un primer poder público probó la viabilidad del cambio por vía electoral, pacífica y constitucional.
Un presidente sin soluciones, aislado y fracasado, está dando golpes a ciegas y se le están quebrando las piernas mientras la crisis está noqueándolo a él y al país. Sueña con un segundo aire si se sostiene una moderada recuperación de los precios del petróleo, pero ya el problema no es sólo del ingreso sino de salir de la crisis retornando a la democracia, reconstruyendo la economía y restableciendo la institucionalidad.  
Maduro opta por la violencia. Abandona el curso en zigzag de Chávez que combinaba autoritarismo con elementos momentáneos de democracia y que renovaba frecuentemente su legitimidad con elecciones. Maduro, al contrario, desata una guerra contra la economía, no es capaz de lidiar con el parlamento usando recursos democráticos y le aplica el ácido al referendo. Está despedazando la democracia participativa y protagónica.
¿Por qué traiciona las banderas que levantó el proceso? Porque todo lo que toca se vuelve una crisis, porque en sus manos se deshizo la mayoría y porque se ha convertido en el principal obstáculo para solucionar cualquiera de los problemas que está sufriendo la gente. Maduro no es la revolución sino su enterrador.
La permanencia de Maduro es una cuchillada diaria al derecho a la subsistencia de la población. Se está configurando una disyuntiva casi excluyente: o la salida democrática de Maduro o la inminencia de una hambruna y un estado de desesperación general.
La principal contradicción política de la actualidad es entre Maduro y su cúpula con el conjunto de la sociedad, incluyendo a la mayoría de los militantes del PSUV. No es entre la AN y el gobierno, ni entre la MUD y el PSUV. Es si vamos a vivir bajo inflación, inseguridad, escasez o si vamos a tener un país diferente al que nos impone una minoría.
La barbarie de Maduro y su cúpula es tal que la misión fundamental del CNE es no hacer las elecciones que el 80% del país exige. Esperar que el CNE aplique la ley es como pedirle imparcialidad al TSJ. Pero la contradictoriedad dentro del PSUV si abre la posibilidad de que sus militantes apoyen al 90% de los venezolanos que piensan que vamos por mal rumbo y no se dejen usar para continuar el camino de Maduro hacia la definitiva instauración de una dictadura.
A la MUD le corresponde profundizar la lucha firme por la realización del referendo el 2016 y trabajar, a la vez, por construir un entendimiento sobre los fines y modalidades de una transición que conduzca a un Gobierno de integración plural, de unificación de los venezolanos con distintos proyectos de país y de superación de la crisis. ¡Fuerza y amplitud!


El narcisismo de Podemos

Podemos

Para “entender Podemos” no hay que verlo como lo que dice ser, sino como lo que es. No es un núcleo de pensamiento crítico, sino un núcleo de narcisismo universitario (típicamente latinoamericano) como el que ha estudiado desde hace cuarenta años el mexicano Gabriel Zaid. En De los libros al poderescribe: la universidad otorga credenciales de saber para escalar en la pirámide del poder. A veces, ese asalto al poder ha sido pacífico, otras no. En América Latina, a partir de la construcción imaginaria de la universidad como nueva iglesia, varias generaciones de universitarios buscaron imponer a la realidad la maqueta ideal de la sociedad perfecta. La guerrilla latinoamericana (en Perú, Centroamérica) no fue campesina, ni obrera ni popular: la encabezaron profesores y estudiantes. Si la realidad no se ajustaba a sus teorías, peor para la realidad. Para nuestros países, el costo histórico de la guerrilla universitaria ha sido inmenso.

Podemos es la versión española de la caracterización de Zaid. La confirmación está en el texto Entender Podemos, publicado por Pablo Iglesias en la revista inglesa New Left Review (julio/agosto de 2015). Se trata de una vaporosa teoría de la historia universal que desemboca en… Podemos. Ante la “derrota de la izquierda en el siglo XX [informaba Iglesias], el pensamiento crítico quedó reducido al trabajo de universitarios”. Solo en el claustro universitario podía surgir la “producción teórica” que hiciera posible una “izquierda realista”. Al sobrevenir la crisis financiera global, el “vaciamiento” de las soberanías estatales europeas y la indignación social por los casos de corrupción en las elites políticas, España tuvo la fortuna de contar con “el conocido grupo de docentes e investigadores de la Universidad Complutense de Madrid”, que integraría Podemos.

El objetivo de ese “núcleo” de “pensamiento crítico” era “agregar” las nuevas demandas derivadas de la crisis en torno a un “liderazgo mediático” capaz de “dicotomizar” el espacio público. ¿Cómo lograrlo? Volteando a “las experiencias acontecidas en América Latina”, ricas en “instrumentos teóricos para interpretar la realidad española”. De hecho —imaginaba Iglesias—, Europa toda se hallaba en un “proceso de latinoamericanización, entendido como la apertura de una estructura política”. Por un lado, había que absorber la obra del filósofo Ernesto Laclau (principal teórico del populismo en Latinoamérica). Por otro, había que “pensar políticamente en clave televisiva”, objetivo que se logró con los programas La Tuerka y Fort Apache, nuevos “partidos” que trasladaron la política del Parlamento a la televisión. Esos programas —revelaba Iglesias— fueron la escuela que “nos formó para el asesoramiento en comunicación política que desarrollamos paralelamente en España y América Latina”. Pero, para superar “ciertos estilos” (que Iglesias, enemigo del castellano pero amigo del oxímoron, llamaba “movimientistas paralizantes”), se requería algo más: “Usar mi protagonismo mediático”. Era necesario “identificar al pueblo de la televisión con un nosotros nuevo”. Así fue como la “representación de las víctimas de la crisis” encarnó en su propia persona: “El fenómeno televisivo”, el “tertuliano-referente”, “el significante”, “Pablo Iglesias/el profesor de la coleta”.

Para los huérfanos de “pensamiento crítico”, estas ideas seminales no son fácilmente comprensibles. Por eso, en beneficio de los legos, a mediados de 2014 el tertuliano/referente y significante concedió en Venezuela una entrevista para un programa de televisión donde se le ve escuchando a Hugo Chávez: “La revolución avanza, la patria avanza [decía el Comandante en 2012]. Esto solo es posible en socialismo, solo es posible con un Gobierno que coloque en primer lugar al hombre, al humano, a la mujer, a la niña, al niño”. Visiblemente conmovido, Iglesias reacciona en “clave televisiva”: “…Cuántas verdades nos ha dicho este hombre... Lo que está ocurriendo aquí es una demostración de que sí hay alternativa, de que la única manera de gobernar no es gobernar para una minoría de privilegiados y contra las mayorías sociales. Ese es el ejemplo de América Latina… una alternativa para los ciudadanos europeos”.
El mensaje era el mismo para el lector de la New Left Review y el “pueblo de la televisión”: el futuro de España y de Europa era y debía ser (historia y norma, poder y deber, hermanados) la Revolución Bolivariana encabezada por su respectivo caudillo mediático.
Para refutar a Iglesias, alguien señaló lo mucho que Laclau debe a Carl Schmitt, teórico del nazismo, experto en la “dicotomización”, que veía la historia como el escenario de dos fuerzas: “Amigo” y “enemigo”. (Traducción para España: por un lado “el pueblo”, representado por Podemos, representado por Iglesias; por otro el “no pueblo”, representado por todas las otras formaciones políticas). Pero a estas alturas esos reparos intelectuales son lo de menos. Ahora, la mejor refutación de la teoría de Podemos está en la espantosa realidad en la que viven “el hombre, el humano, la mujer, la niña, el niño” en la Venezuela creada por el chavismo, una devastación sin precedente en América Latina, comparable a la provocada en Zimbabue por Robert Mugabe.
El profesor Iglesias, por supuesto, no admitirá nunca esa realidad. Y se entiende: Podemos tiene intereses creados en creer lo que cree o dice creer. Esos siete millones de euros no se cobraron en vano. Lo que no está claro es el sentido de esa operación de “asesoramiento en comunicación pública”. ¿Cobraron por un servicio prestado al chavismo o cobraron por el honor de ser asesorados por Hugo Chávez, el mayor experto mundial en “dicotomizar” a la sociedad, “pensar políticamente en clave televisiva” y construir un “liderazgo mediático”?
Sobre el peso relativo de la teoría y la práctica en su doble rol de Secretario General y Politólogo, Iglesias confiesa: “Sin el segundo, el primero no habría sido posible”. Lo cual supone que la universidad prepara a las personas para la vida. ¿Es así? Zaid llegó a la conclusión de que la mitología universitaria es responsable de ese y otros equívocos, que impiden un progreso que sirva a la vida. Cualquier profesionista responsable sabe que la experiencia práctica, con sus errores inevitables, es la verdadera maestra. No obstante, en una extraña vuelta al platonismo, hay quien piensa que la teoría prepara para la práctica y en cierta medida la supera. Y que para ser político nada mejor que ser politólogo.

Los líderes de Podemos han escalado el poder con credenciales del saber. Son capitalistas curriculares. Son guerrilleros de salón. Desde los peligrosos cañaverales de la Complutense, construyeron teorías contra el poder democrático financiados por el poder revolucionario. Del ciudadano español depende desenmascarar su inanidad teórica, su inexperiencia práctica, su vasta mentira, su mala fe.
Enrique Krauze es escritor y director de la revista Letras libres.


sábado, 7 de mayo de 2016

¿Vivimos dentro de un estado de excepción?

Nelson Acosta Espinoza

Amigos lectores, sin la menor duda, me atrevo a sostener que el país confronta una crisis de naturaleza sistémica. Su progresiva intensificación socaba los cimientos económicos, sociales y culturales de la nación. Derechos elementales como, por ejemplo, trabajo, salud, seguridad, alimentación, justicia, paz se encuentran comprometidos. En especial el fundante de la vida colectiva: el derecho a la vida.

En  el marco de esta situación se ha venido operando un proceso continuo de deslegitimación del gobierno. Los resultados electorales del 6D muestran contundentemente la profundización de esta pérdida de legitimidad del  régimen político. Con el pasar de tiempo, este rechazo aumenta al mismo tenor que se acrecientan  grados de desesperación en el estado de ánimo de la población.

Sin embargo, este progresivo deterioro no hace mella en las políticas diseñadas por el gobierno. Por el contrario, dan la espalda a las evidencias de la crisis y persisten, tercamente, en transitar un camino que inexorablemente conducirá a situaciones extremas y peligrosas para la convivencia social.

Insisto. El colectivo social experimenta esta situación en forma desesperada. Estado de ánimo que se refuerza ante la negativa del oficialismo de abrirse al juego democrático que permitan la formulación de compromisos  en la búsqueda de soluciones a la crisis. Esta actitud refractaria vigoriza, en sectores sociales,  la idea  de que confrontamos una situación límite: no existe salida negociada a la actual situación conflictiva.

Es este el contexto dentro del cual la oposición democrática ha venido operando políticamente. Sus propuestas legislativas han sido neutralizadas. Su conducta pareciera reflejar una cierta debilidad política. Déficit de unidad y dificultad para formular una visión estratégica compartida por todos los grupos que hacen oposición al régimen.  Esta carencia, entre otras variables, ayuda a explicar su dificultad para articular sus iniciativas con demandas concretas provenientes de la sociedad civil. Pareciera que su formulación  se encuentra auto referida.

No todo ha sido negativo. Los partidos que componen la oposición se han organizado electoralmente a través de la MUD. Y, esa operación,  ha sido exitosa. La aplastante derrota del oficialismo el 6D alimenta la creencia de una victoriosa campaña electoral para elegir gobernadores el próximo mes de diciembre. Presunción razonable y que ejerce presión en los partidos para abocarse con fuerza en el camino electoral. Esta presunción, en condiciones normales, estaría ajustada a la realidad política del momento. El problema radica, precisamente, que esta coyuntura escapa a los moldes de normalidad política. Experimentamos, si se quiere, un estado de excepcionalidad política.

¿Qué se quiere decir con este concepto? Bien, simplemente que el poder ejecutivo se ha rebelado y se enfrenta a la normalidad jurídica vigente en el país. Vivimos en un estado de excepcionalidad jurídica y política. Lo que el país está experimentando a propósito de la convocatoria del referéndum revocatorio ilustra el grado de excepcionalidad jurídica que está practicando el gobierno.

La ciencia política distingue diversos tipos de excepcionalidad Por ejemplo, indeterminación que consiste en crear vacíos de derecho que favorecen la perpetuación en el poder del sector gobernante. Como técnica de gobierno, diseño estratégico para consolidarse en el poder y, finalmente, la excepción como exclusión con la finalidad de neutralizar grupos humanos concretos. Todos estos grados de excepcionalidad, con mayor o menor intensidad, se han venido aplicando en el país. La neutralización de poder legislativo y la resistencia a permitir el referéndum revocatorio son ejemplos del grado de excepcionalidad a que están siendo sometido los venezolanos.

Las elecciones serán posibles si la oposición se enfrenta decididamente a combatir esta tendencia. Ello requiere articular los temas sociales y asentar sus propuestas políticas sobre este terreno. Los demócratas están en la obligación de construir una narrativa compartida que constituya una alternativa a la oficialista y renueve el horizonte político del país.

Activar bajo las reglas de la vieja gramática política nos conducirá a repetir errores del pasado