sábado, 1 de julio de 2017

La fuerza de los hechos.





SIMON GARCIA.
Maduro está gobernando como dictador. Está claramente fuera y por encima de la ley, desconoce a otros poderes públicos, reprime la voluntad popular y actúa diariamente para liquidar la democracia.

El golpe de Estado ya se dio. Ahora está en su fase de consolidación. Lo que se mantiene en forma continuada no es el golpe sino la admirable lucha desigual para restablecer el Estado de Derecho.

La Asamblea Nacional es una de los espacios que se opone, desde la Constitución Nacional, a ese golpe de estado consumado. Pero el poder, que se cuida de proyectar la imagen de una dictadura convencional, la anula en lo esencial, mientras mantiene un delgado respeto formal.

El régimen pretende usarla como un adorno que se exhibe en una vitrina y aliviadero para las tensiones sociales. Criminaliza la protesta y actúa como una fuerza de ocupación para reducirla, juega a su rutinarización y apuesta a que el desgaste haga aparecer el arma secreta de la falta de confianza en el triunfo civil y el manos abajo de la frustración.

El principal escollo de la dictadura es que su fractura, en contra de lo habitual, comenzó por su base social. Hoy existe una marcada ruptura entre casi toda la población y una élite descompuesta que no sobrepasa a cien mil privilegiados.

El dictador tropieza con dos puntos débiles más. No puede contener el agravamiento de los problemas de producción, inflación, escasez, deterioro de los servicios públicos o más pobreza. Y tampoco puede lograr la sumisión de la mayoría de la población a sus dictados: la calle es la punta de un repudio sumergido. Al gobierno se le acabarán las balas antes de doblegarla.

Existen sectores que sostienen el inicio de la dictadura y cuyo comportamiento inmediato determinará si se convierten en sus pilares: en primer lugar la Fuerza Armada sometida a un conflicto de lealtad y segundo, la reacción del chavismo descontento que aún permite que la dictadura hable en su nombre. ¿Terminarán ante la fuerza de los hechos oponiéndose a los hechos de fuerza?

A favor de la prolongación indefinida de la cúpula están fuerzas ilegales que han infiltrado al Estado para asegurar la impunidad de una maraña de economía delictiva, cuyo más conocido emblema es el públicamente señalado cartel de los soles. El incremento de la agresividad gubernamental obedece más a la defensa de estos intereses que a una idea de patria o al traicionado proyecto original del chavismo. Estas fuerzas, que tienen alcance global, son el factor extranacional más difícil de remover para despejar una salida pacífica, democrática y republicana.

Nunca antes había quedado tan claro que la contradicción principal no es entre oposición y chavismo, sino entre partidarios de la democracia o de la dictadura. Es tiempo para que la MUD abra un diálogo y una oferta concreta de acuerdos con el chavismo no madurista en condiciones de actor legítimo y autónomo.

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