sábado, 26 de mayo de 2018

Insubordinación ciudadana

Nelson Acosta Espinoza
El día esperado transcurrió sin sorpresas. Me refiero al pasado 20 de Mayo. Los resultados electorales confirmaron las predicciones de gran parte de los analistas políticos. La insubordinación ciudadana se impuso. Más del 50% de los votantes permanecieron en sus hogares en un gesto de rebeldía ciudadana. Es importante subrayar este último concepto. La abstención que prevaleció el 20 de los corrientes no puede ser interpretada como desaliento o indiferencia hacia el acto comicial. Por el contrario, fue una forma de rebeldía mediante la cual los ciudadanos enviaron un claro mensaje a la clase política oficialista y opositora: sus invocaciones políticas eran y son inapropiadas. No lograron interpelar a la ciudadanía. Sus estrategias y tácticas discursivas apuntaron en el sentido contrario al “humor” que prevalecía en la mayoría de la población opositora. Se requiere, entonces, formular una propuesta política que este a la altura de las necesidades de la población y, en consecuencia, logre mutar este sentimiento de insatisfacción en actos de rebeldía ciudadana.

No tengo la menor duda. El presente entorno social y político es propicio para albergar una apuesta de esta naturaleza. Son precisos los datos que proporciona la realidad. A saber: 80% de los hogares presentan inseguridad alimentaria (ENCOVI, 2017); el Observatorio Venezolano de conflictividad Social ha reportado más de 900 protestas a lo largo del mes pasado. La mayoría de ellas son por derechos sociales, económicos o laborales; los niveles de violencia y criminalidad han aumentado en forma significativa. Se prevé que esta situación empeorará. No hay alternativa. La hiperinflación continúa su marcha empobrecedora y la producción petrolera disminuye en forma drástica.

En síntesis: el Estado democrático ha desaparecido. Su lugar está siendo ocupado por aparatos de vocación represiva y autoritaria. Una única orientación prevalece en sus ejecutorias: garantizar la permanencia en el poder de la burocracia madurista. En otras palabras, las elecciones lejos haber sido un instrumento para procesar las preferencias ciudadanas ha mutado en procedimientos para legitimar la elite en el poder. No existe pluralidad democrática en el país. El gobierno se sostiene por la acción de los poderes facticos.

¿Cómo enfrentar esta situación? ¿Qué forma de protesta será apropiada en este contexto? En fin, ¿Cuáles acciones políticas han de ser las adecuadas en esta coyuntura?

Comencemos a dilucidar estas interrogantes por la última de ellas. Bien la respuesta, si se quiere, es simple. Hay que propiciar una unidad superior que aglutine todas las expresiones opositoras existentes en el país. Para alcanzar este objetivo, es indispensable cesar en la búsqueda de culpables en relación a los resultados electorales. Antes por el contrario, es imperante comprender las oportunidades que la presente coyuntura ofrece para impulsar el cambio político que la mayoría de la población anhela.

En relación a los otros temas o preguntas parece necesario revisar experiencias históricas homologas a nuestra coyuntura. Me viene a la mente las protestas que protagonizó el movimiento obrero polaco en la década de los ochenta del siglo pasado. En especial la de agosto de ese año en los astilleros Lenin de Gdansk. El líder obrero Lech Walesa obtuvo una victorial al lograr que el estado comunista reconociera a los trabajadores el derecho de organizar libremente sus sindicatos. A partir de este histórico hecho se desató la ola democratizadora que dio al traste con el régimen comunista de esa nación.

Lo que intento subrayar es que en el país se ha abierto un compás de tiempo que hace necesario explorar diversas formas de protestas. Encadenarlas en el sentido que cada una de ellas se evoque mutuamente y que tenga como objetivo demandar una única reivindicación: la renuncia de Maduro y la convocatoria de elecciones. He sacado el ejemplo polaco para ilustrar la necesidad de ubicar “nuestro astillero” y concentrar en él todas las formas de protestas en el marco, desde luego, de una nueva unidad superior.

La mesa está servida. Estamos en presencia de una crisis que rebasa las fronteras y tiene connotaciones de carácter internacional. La presencia de Maduro en el poder es un obstáculo que impedirá dar respuestas apropiadas para enfrentar la hiperinflación, el colapso de la producción petrolera y la emergencia social que sacude el país.

La única alternativa viable es la renuncia del Presidente Maduro y la convocatoria de nuevas elecciones.

La política es así.

domingo, 13 de mayo de 2018

¿Expresa Falcón una nueva opción política en el país?


Nelson Acosta Espinoza

Iniciemos este breve escrito con una sencilla pregunta ¿representa la candidatura de Falcón la vía mas expedita hacia una transición democrática? La repuesta podría ser afirmativa si esta expresión contara con el respaldo masivo de la población. Sin embargo, su postulación no ha podido interpelar a la inmensa mayoría de los electores. En otras palabras, no ha logrado concitar altos niveles de confianza en la población votante. Este rechazo, es importante subrayarlo, no es producto exclusivo de la negativa de la MUD de apoyarlo. Obedece a varias circunstancias. Por un lado, a no haber podido despejar las dudas que existen sobre su candidatura y, por el otro, su dificultad para expresar en forma contundente los sentimientos de cambios que anidan en la población. Falcón no emociona y, en consecuencia, no convence. Este es un dato de la realidad. No es producto de ninguna postura anti política. Es obvia, entonces, la tarea que a corto plazo  deben emprender los demócratas. Emocionar de nuevo a la población y construir una nueva mayoría política.

Es vital la compresión de esta última afirmación. Tengo la impresión que el comando de campaña de Falcón asume como dado esta última aseveración. La desastrosa situación económica, los niveles crecientes de empobrecimiento, entre otras calamidades, son vista como suficientes como para que la población endose esa candidatura. Después de todo, así piensan sus proponentes, Falcón expresa la oposición al régimen. Responsable de esas calamidades.

Sin embargo la dinámica electoral no funciona de esa forma. Las circunstancias económicas por si solas no son suficientes para la construcción de una nueva voluntad política colectiva. De ser así, ya habríamos salido de este régimen chavista. Responsable del empobrecimiento de la población y la destrucción de la economía del país.

La dimensión económica de la crisis es importante. Pero se requiere que ésta tenga su correlato político y subjetivo. Y esta condición, combinación de determinaciones objetivas y subjetivas, es la que ha estado ausente en el accionar político tanto de Falcón como de la MUD. No se ha intentado politizar la grave situación social que afecta a casi la totalidad de la población del país.

Esta es, precisamente, la tarea que debe acometer la oposición democrática del país. Después de esta contienda electoral se abre un nuevo campo de accionar político para los demócratas en el país. Descartada la distracción electoral, desnudada la dictadura y en el marco de esta desastrosa situación social, la opción política es politizar, con consignas agresivas, este contexto social.

Desde luego esta no es una tarea fácil. El gobierno, con inteligencia, ha desmontado los escenarios donde una nueva oposición pudiera actuar. La nueva dirección política que surja después de esta contienda electoral, tendrá que exhibir fortalezas de distintas índoles. La imaginación política será una de ellas. Igualmente y, como consecuencia de lo anterior, deberá explorar nuevas formas de accionar político. Esta ha de ser una tarea de carácter prioritario. Y, lo más importante, construir una narrativa que logre transformar las vicisitudes de naturaleza social en el fundamento de las nuevas iniciativas políticas que enfrente, en sus diversas dimensiones, el poder del régimen.

Una labor inmediata, post elecciones, seria la elaboración de una consigna que condense los diversos antagonismos de naturaleza social existente en el país y, que simultáneamente, exprese la firme voluntad de construir un nuevo arreglo de naturaleza política. Una nueva hegemonía que dote de sustento a la nueva democracia que inexorablemente se construirá en el país.

Tengo confianza que al calor de los acontecimientos por venir, surgirá la repuesta apropiada que abra las compuertas del futuro democrático en el país.

Sin la menor duda, la política es así.











domingo, 6 de mayo de 2018

Construir una nueva mayoría política


Nelson Acosta Espinoza
Estamos a días para la celebración de la elección presidencial. Son cinco los aspirantes que participan y juegan un papel decisivo en esta contienda de naturaleza electoral. En un cierto sentido pudiéramos agregar un nuevo actor: la ciudadanía. Su participación o inhibición será el factor determinante en este nuevo ejercicio electoral. Desde luego, esta última afirmación es una verdad de Perogrullo. Es obvio que son los ciudadanos quienes determinan el resultado final de cualquier ejercicio electoral. Sin embargo, en esta ocasión existe una opción El Frente Amplio. Esta agrupación intenta capitalizar el descontento ciudadano con una visión que va más allá del acto comicial. Es en el marco de esta lógica que adjudicamos el carácter de actor a esta agrupación. Intentare, en las próximas líneas, explicar esta circunstancia y sus implicaciones de cara al futuro post electoral.

Una descripción apresurada de la contienda adjudicaría un candidato al oficialismo, Nicolás Maduro y cuatro al sector oposicionista.: Henri Falcón, Javier Bertucci, Luis Alejandro Ratti y Reinaldo Quijada.

Desde luego Maduro representa la continuidad del régimen. Su campaña, de carácter asistencialista, intenta preservar los cuatro millones de votantes que las encuestas le adjudican. El instrumento clientelar para solidificar esta cifra es el Carnet de la Patria. Es importante recalcar que los estudios de opinión muestran un rechazo a esta opcion del 70% de la población habilitada para ejercer el voto.

Por su parte la oposición concurre a este evento con cuatro candidatos. El más representativo es Henri Falcón. Sobre esta opción electoral es posible hacer las siguientes observaciones. Su candidatura intenta capitalizar el descontento existente en la población del país. De hecho su campaña intenta hegemonizar a esta mayoría que las encuestas señalan como desafecta al gobierno y sus políticas. Sin embargo, su estrategia comunicacional es de naturaleza programática (por ejemplo, oferta de dolarizar a la economía) y no captura la naturaleza de la conflictividad social existente en el país. Dicho en otros términos, su propuesta no emociona. No logra transformar a sus destinarios (población empobrecida) en interlocutores. En “sujetos” que encarnen su propuesta electoral. Sospecho, que esta conducta es propia de la gramática comunicacional que prevaleció en campañas electorales donde la oposición ejerció el papel protagónico en el pasado.

Sobre los otros candidatos no es mucho lo que podamos señalar. El que luce con más brío electoral es Javier Bertucci. Su estrategia comunicacional presenta rasgos de naturaleza populista. Recuerda las campañas electorales que se sucedían en la IV república. Sus posibilidades de éxito son muy precarias. Igual sucede con los otros postulantes.

El Frente Amplio. Esta agrupación no se plantea opciones de naturaleza electoral. Por el contrario, intenta expresar y dar contenido político a las protestas sociales que a diario se suceden en el país. Hasta cierto punto, intenta llenar el vacío que la contienda electoral no asume. Y, esta tarea, puede llevarse a cabo con independencia de las elecciones.

En otras palabras, el deterioro social tiende a profundizarse. Es vital, entonces, dotarlo de sentido político y, a partir de esta acción, generar las condiciones para la construcción de una nueva mayoría POLITICA que suceda la actual organización de los poderes públicos en el país. A mi juicio esta ha de ser la tarea que el Frente Amplio, a nivel nacional, deberá asumir después de los venideros comicios.

Voy a finalizar este breve escrito con una aseveración de naturaleza teórica. Una de las dificultades recurrentes en la práctica política de la oposición ha sido no prestar la debida atención a las emociones. Un cierto “racionalismo” ha prevalecido en el marco de sus aproximaciones políticas. Pragmatismo responsable de la poca atención brindada a esta dimensión subjetiva de la conducta humana.

La actual coyuntura exige articular lo objetivo (condiciones económicas) con lo subjetivo (pasión, emoción) y hacer de esta relación el punto de partida para la elaboración de la nueva propuesta política que sacará al país del atolladero en que se encuentra.

No tengo la menor duda, la política es así.