domingo, 25 de agosto de 2013

Evitar el electoralismo


Nelson Acosta Espinoza

De entrada lo afirmo: las elecciones municipales pudieran constituirse en la ruta para lograr la construcción de una nueva mayoría que le dispute la hegemonía al chavismo-madurismo e inicie la edificación de un nuevo proyecto de país compartido por la mayoría de los venezolanos. Desde luego, no es fácil alcanzar este último objetivo. El bloque opositor es heterogéneo y no todos sus componentes comparten la misma visión de la política y de lo político. Me voy a detener brevemente en la diferencia entre estos dos términos. Su comprensión me parece vital para poder diseñar esa visión de país que tanta falta nos hace.

Lo político alude a la conflictividad social siempre presente en la sociedad y, la política, a las prácticas e instituciones que "domestican" estos antagonismos. La política, entonces, debería "civilizar", por así decirlo, a lo político. El autoritarismo socialista, por el contrario, tiende a erradicar a la política de su visión del mundo. Es por ello que su enfoque de la sociedad es dicotómica y calza en la célebre distinción amigo/enemigo. Al "otro" se le destruye y, en consecuencia, se hace innecesaria la dimensión política de la vida colectiva. Los últimos acontecimientos en el país confirman esta práctica que busca destruir al adversario, visto como enemigo.

Los factores democráticos, por otro lado, están en la obligación de reconocer la dimensión de lo político, vale decir, el carácter ineludible e inerradicable del conflicto. Pero, a diferencia de la visión autoritaria, deben construir vínculos que sean comunes entre las partes en conflicto. De tal modo que se reconozcan como partes oponentes legítimos, como adversarios, y no como enemigos irreductibles. A esta forma de relación, los teóricos políticos la denominan "agonismo". Yo prefiero calificarla como la "ruta Mandela"; el camino hacia la reconciliación del país.

Esta distinción es válida, igualmente, para recalcar otro ángulo de esta relación. La actividad política debería acompañar las luchas y conflictos que expresa la dimensión de lo político. En palabras sencillas y alejadas del abstraccionismo teórico: la oposición debe escoltar a los actores colectivos cuyas necesidades entran en conflicto y no son satisfechas por el gobierno.

Las protestas son pan de cada día. El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) registró en el primer trimestre de este año 1.687 protestas.Las exigencias se orientaron hacia la solicitud de derechos laborales 569 (34%), vivienda digna (23%), demandas por seguridad ciudadana, derechos de personas privadas de libertad, derecho a la justicia, un total de 287 (17%), derechos políticos 265 (16%), exigencias educativas (176%).En fin, estas protestas cubren un amplio espectro y arrojan serías dudas sobre el carácter justiciero de este populismo rentista.

Me parece que es obvia la conclusión. La oposición, en cada estado, debe canalizar estas disputas; acompañar a sus actores y proporcionar cauce a este descontento y desencanto generalizado. ¿Qué se debe evitar? ¿Cuál ha de ser la vía para dar cuenta de ese desengaño?

En principio, hay que evitar el electoralismo. No debemos sustituir el compromiso doctrinal, por la búsqueda del voto. Todo lo contrario. Esto último debe estar subordinado a lo primero. Recordemos que es política, por antonomasia, la lucha electoral. Las municipales, en consecuencia, no deben ser asumidas en términos gerenciales, como un instrumento para dar respuestas a problemas puntuales. Han de ser la oportunidad para confrontar al socialismo de siglo XXI. Responsable de las calamidades que han motivado las 1.687 protestas que acontecieron a comienzo de este año.

Finalmente, y a riesgo de ser repetitivo, es indispensable la construcción de una narrativa que desafié, conecte e inspire a la población. Nuestros valores democráticos, héroes cívicos e historias y mitos populares, a mi juicio, podrían proporcionar los elementos fundantes del relato que deberá enfrentar y competir con el del socialismo del siglo XXI. Despues de todo, la atracción cultural es el medio más eficaz para doblegar la hostilidad.

La Despedida de Edmée


Una reflexión a raíz de la destitución de Edmée

Asdrúbal Romero Mujica

Suelo leer todos los artículos de Fausto Masó pues me parecen muy interesantes. De su más reciente, rescato la siguiente línea: “reemplaza bruscamente a la Presidenta del Banco Central cuando no cumple una orden”. Masó maneja buena información, por lo que supongo que, después de todo, la Ing. Edmée Betancourt de García salió por no querer ejecutar una orden presidencial y no por el escándalo del BANDES como tan insistentemente se rumorea.

Debo decir que recibí el Vicerrectorado Administrativo de manos de Edmée –año 1992-. Profesora de muy larga trayectoria en nuestra alma máter (Universidad de Carabobo), se jubiló con una imagen bien ganada de ser una persona muy trabajadora, responsable y honesta. Intentó dos veces, sin lograrlo, ser rectora y luego entró a ese mundo de la supuesta intelligentsia técnica del régimen. Se le ha identificado con la línea Giordani, otro ingeniero, que aunque, recurrentemente, ha venido ocupando los primeros lugares en los rankings de peores ministros de finanzas a nivel mundial, se le ha asignado una cierta aura de relativa honestidad. 

Bastante comentados han sido estos días, en los que el show anticorrupción domina los medios, los párrafos contenidos en un libro de su autoría en los que critica a los boliburgueses: una especie de catarsis de ese permanente ratón moral que le acompañará por el resto de sus días. Me parece escucharlos burlándose de “ese viejo loco”, cuando alguno de ellos dice con autoridad: “No os preocupéis, que a ese ni bo… le paran”. Y así ha sido. La misma Edmée, citando cifras calculadas por Giordani, declaró que empresas de papel creadas por personas cercanas a altos funcionarios del gobierno, habrían obtenido una buena porción de los 59.000 millones de dólares otorgados el 2012 al tipo de cambio preferencial. ¿Y qué ocurrió con una declaración tan grave como esa y compartida por funcionarios de tan alto nivel dentro del Régimen? Exquisita interrogante para planteársela a Maduro en su tan publicitado debate sobre la corrupción.

Pienso que el régimen ha utilizado  a figuras como la de Giordani y Edmée como “detergentes de honestidad”. Les promovió esa imagen de “viejos maestros morales” venidos de las aulas universitarias, para encargarse de las más altas responsabilidades de gobierno, cuando, en verdad, no hicieron otra cosa sino avalar las disparatadas políticas que las próximas generaciones conocerán como "el legado de Chávez". Ahora, cuando ese legado comienza a develarse en su verdadera dimensión trágica, ya el régimen no está dispuesto a dejarles un espacio para que se conviertan en piedritas en el zapato de nadie.

Aunque Maduro no reúna las condiciones personales de Chávez para conducirse como un autócrata, no le queda otro remedio que hacerlo. Seguramente tendrá que consultar más con unos pocos, pero después de hacerlo tiene que asumir su rol de tirano; lo que tiene debajo es una organización vertical ya habituada en demasía a operar bajo los principios de imposición de órdenes de arriba y la sumisión total. Quien quiera seguir ocupando posiciones de poder, sabe perfectamente que no puede ni rechistar las “órdenes superiores”.

Aunque luzca exagerado, me cuento entre los que creen que ese estilo de gerencia pública autocrática a la que se ha hecho adicto este régimen, es responsable en buena parte de su ineptitud y de la proliferación metastásica de la corrupción. Trataré de explicarme con un par de ejemplos. Imaginemos a un alto gerente de CORPOELEC (la empresa de electricidad), recibiendo la orden de asumir la instalación de un conjunto de plantas de generación distribuida compradas a Cuba con la supuesta finalidad de resolver la crisis eléctrica. Si es un profesional con buen nivel técnico, sabrá, de entrada, que las dichosas plantas en vez de ser la solución se convertirán en un problema (lo que, efectivamente, ya ha quedado demostrado). Como una guinda adicional, se enterará del grosero sobreprecio al cual han sido adquiridas. ¿Cuáles son sus opciones en un régimen como éste? Si se atreve a escribir un buen informe técnico oponiéndose a la solución venida de arriba, está consciente que muy probablemente será removido de su alto cargo. Similar dilema confrontaría un alto gerente de PDVSA, al cual se le ordena comprar sopotocientas toneladas de productos alimenticios –un negocio de algún actor ubicado en un nivel superior-, cuando él bien sabe que las restricciones logísticas en cuanto a la operatividad de nuestros puertos y sitios adecuados de almacenamiento, muy probablemente, causarán que una buena porción de lo adquirido termine en los pudrevales. ¿Cómo proceder? Mi tesis es que en la medida que el gerente desempeñe su profesión con buen nivel técnico, dignidad, apego a su código de ética profesional y celo por cuidar una reputación ganada a lo largo de una trayectoria de años, con mayor probabilidad se opondrá a la “solución superior” aun a riesgo de perder su cargo (nótese que el argumento se plantea bajo una lógica probabilística y no determinística).

Las malas decisiones en el vértice superior de la jerarquía generan en una organización vertical la pérdida de sus mejores recursos humanos. ¿Quiénes quedan? Los más ineptos, aquellos cuya baja autoestima de su condición profesional los hace ser más dependientes del cargo que desempeñan: no tienen la confianza suficiente como para arriesgarse afuera y optan por ser cómplices del desastre así tengan plena conciencia del mismo (algunos se auto engañan). Pero no sólo ellos, también están los que se quedan para beneficiarse ilícitamente del cargo sin importarles el daño que se pueda estar causando. Este es el punto en el que nos encontramos: la ineptitud y la corrupción han hecho mella de nuestra gerencia pública.

En cuanto a Edmée: no sé si algún día se llegará saber cuánto del desastre del BANDES y el Fondo Chino se debió a sus propias decisiones y ejecutorias o, quizás, cuánto se debió a no haber tenido ella la suficiente valentía para oponerse a las inconvenientes decisiones superiores cuando Chávez ejercía vivazmente su condición de puedelotodo. Al parecer, finalmente plantó cara, tal vez demasiado tarde. Perdió el cargo, así fuera la presidencia del Banco Central (¡qué autonomía!) pero no creo que la cosa vaya mucho más allá. A este gobierno no le conviene perjudicar toda la mitología creada alrededor de su profeta, ni tampoco dañar la imagen de una de sus figuras “detergente de honestidad”. ¡Ya no quedaría ni en quién creer!

Coffee&Politics: encuentro a propósito de la autonomía universitaria


"¿Tenemos autonomía? ¿La queremos? 
¿La necesitamos?"

El miércoles 21 de los corrientes el Observatorio Venezolano de las Autonomías celebró su segundo Coffee&Politics en la sede de la Asociación de Ejecutivos del estado Carabobo (AEEC). Iniciativa ésta organizada para promover, en un ambiente informal y cordial, el intercambio de ideas sobre temas de interés nacional y regional. En esta ocasión el contenido del encuentro versó sobre la autonomía universitaria ¿Tenemos autonomía? ¿La queremos? ¿La necesitamos? 

La introducción al tema estuvo a cargo del ingeniero Octavio Acosta. Participó un grupo importante de profesores y ex autoridades de la Universidad de Carabobo: Edgard Caraballo, Argenis Urdaneta, Luis Enrique Vizcaya, Frank López, Elis Simón Mercado (ex rector), Asdrúbal Romero (ex rector), Ricardo Maldonado (ex rector), Miguel Megias, Nelson Acosta Espinoza, Rafael García Elías, Ramón Viggiani, Rolando Smith, Sergio Noguera y Arquímedes Román, presidente, ése último de la AEEC.

Resulta difícil resumir en estas cortas líneas el contenido de la intervención del profesor Octavio Acosta y los comentarios que suscitó su aguda y bien documentada exposición (se acordó publicar su ponencia). Sin embargo aquí van algunas de sus ideas. En principio, señaló el proceso de achicamiento a que ha estado sometida la autonomía universitaria. Distinguió tres dimensiones de la misma: académica, financiera y organizativa. En las distintas modificaciones y formulaciones jurídicas realizadas en esta década, la financiera y organizativa, han sido reducidas sustantivamente. Igualmente, la nueva Ley Orgánica de Educación Superior reduce la capacidad de las universidades para nombrar sus autoridades. Exploró algunos de los fundamentos epistémicos que se intentan modificar; señaló, por ejemplo, que en la nueva formulación jurídica el concepto de verdad (búsqueda de la verdad) es sustituida por conocimiento; y la idea de Hombre por el de nación.

Los comentarios a su intervención se divieron en dos grupos (nuevamente estoy siendo arbitrario). Por un lado, los de carácter teórico, aquí vale la pena destacar los de Argenis Urdaneta y Frank López. Urdaneta enfatizó el nexo existente entre libertad y autonomía y señaló que esta última es indispensable para garantizar ell desarrollo pleno de la actividad académica. Frank López, por su parte, hizo un interesante recorrido conceptual de este concepto partiendo desde Kant (la ilustración) hasta la filosofía del lenguaje.

Los otros comentarios se enfocaron e aspectos puntuales: relación con el gobierno, sindicalización, homologación, concepto de trabajadores universitarios, temas laborales.
Se concluyó en la necesidad de convocar un Congreso Nacional Universitario.

Esta edición del Coffee&Politics fue sumamente exitoso y mostró la imperiosa necesidad de abordar estos temas en su dimensión intelectual.

A continuación una galería de fotos del encuentro.





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domingo, 18 de agosto de 2013

La Rebelión de las Regiones


Artículo publicado en El Republicano Liberal el 15 de agosto de 2013
Luis Manuel Aguana

“La rebelión de las regiones salvaría a Venezuela, presa, desde la Independencia, de una Caracas sin capacidad productiva y que vive, lujosamente, del esfuerzo de los otros 25 millones de venezolanos que habitan el interior”.

Esta frase y el título de la nota pertenecen a Don Rafael Grooscors, ilustre venezolano, de quien desde sus entrados 80 años y su extraordinaria lucidez política aprendo más acerca de la Venezuela que todos queremos cada vez que me escribe.

Quise publicar su frase porque resume el fondo del proyecto de cambio Constitucional sobre el cual se basa el Proyecto País de AVERU/MID Táchira para Venezuela y que precisamente se fundamenta en crear los mecanismos constitucionales para que sean las regiones las que salgan favorecidas, dándole un vuelco a ese lugar común de que es en Caracas de donde deben salir las cosas.

No hay más que pasearse por Venezuela para ver el abandono de nuestras regiones. Lo resalte especialmente en una nota del hace dos años en la que describo no solo el abandono actual de la provincia sino el olvido desde siempre por parte de las élites que se hacen del poder en Venezuela, viéndolo desde la perspectiva de un sencillo y sentido entierro de pueblo ¿Hasta cuándo será eso?

El empoderamiento del Municipio como la unidad político-territorial fundamental para el desarrollo y la profundización de la descentralización, con la reingeniería completa del territorio de cada una de los Estados, es la base de nuestro planteamiento al país.

Elevando significativamente el número de municipios  de acuerdo a su realidad poblacional, entregándoles sus recursos y responsabilidad, las regiones se convertirían en las plataformas de arranque para que el impulso del desarrollo del país venga de las regiones.

Es por eso que no me extraña que este planteamiento de cambio provenga del interior del país, particularmente del Estado Táchira. Es un grito desde las regiones al centro y un campanazo por el olvido en que se encuentra la región. Una vez dije que no era la primera vez que el Táchira nos daba ejemplos de aportes al país. Pero así como el Táchira muchas regiones están llevándose la peor parte de esta crisis que nos conmueve a todos los venezolanos.

Es impresionante ver como el interior es maltratado por el gobierno. Primero se va la luz por 12 horas en Maturín, Estado Monagas, antes que haya un apagón en La Vega en Caracas por una hora. El gobierno se esfuerza en mantener las regiones en el peor de los estados en beneficio de Caracas. Hay gente que viene a hacer mercado en Caracas desde Valencia porque primero hay papel higiénico y comida en Caracas que en el interior. Existe un miedo demencial de los gobiernos que a Caracas no puede faltarle nada. Primero que se reviente el interior porque si no se cae el gobierno.

Sin embargo olvidamos que la independencia de Venezuela se selló en Carabobo, no en Caracas. Olvidamos que El Libertador realizó su Campaña Admirable desde el interior, marchando por la vía de San Cristóbal, La Grita, Mérida y Trujillo culminando con su entrada triunfal a Caracas, después de haberse impuesto sobre los realistas en una larga campaña desde occidente y oriente- el interior del país-, que daría el origen a la Segunda República de Venezuela.

¿Para qué votar?


Nelson Acosta Espinoza

Arrancó en Venezuela lucha entre gobierno y oposición por las elecciones municipales. Son, apenas, cuatro los meses que distan para la votación del 8 de diciembre. Sin duda, estos comicios hay que asumirlos en términos plebiscitarios. Se jugará, entendámoslo así, en estos comicios locales el futuro de la república. Puede parecer exagerada esta afirmación. Pero, en mi opinión, esta debería ser la percepción que debería prevalecer en torno a estas elecciones municipales. Una perspectiva de esta naturaleza haría factible la construcción de una férrea voluntad política que enfrente con éxito al oficialismo.

El término "ofensiva a ultranza" fue de uso corriente en la doctrina militar francesa. Se aplicó en la segunda guerra mundial y era visto como la estrategia apropiada en el marco de una confrontación que implicaba el uso de nuevas armas de carácter estratégico.

En el plano político, en el país, esta estrategia fue utilizada por el difunto presidente Chávez. Su novedad desconcertó a la oposición. Hasta cierto punto, esta incapacidad de reaccionar, estuvo anclada en su cultura política que se asemejaba a un "simulador electoral suizo": fueron numerosos los años en que estuvieron amparados en la comodidad de un discurso que les fue exitoso. Si ánimos de exagerar o descalificar, muchos de los avances que la oposición se ha atribuido, han sido más productos de los reveses de la proverbial incompetencia bolivariana que a una estrategia bien concebida y asumida por la totalidad heterogénea de los partidos que componen la MUD.

Ahora bien, el 8 de diciembre se presenta como una ocasión para experimentar una estrategia distinta y unitaria. Son diversos, en mi modesto entendimiento, los requisitos que una política de esta naturaleza debería cumplir para alcanzar su meta. Vamos a intentar delinear algunos de ellos.

En primer lugar, tal como lo señalamos anteriormente, las municipales han de ser unas elecciones de sesgo plebiscitario. Vale decir, para derrotar a Maduro, voto por mi alcalde o concejal. El tema estratégico no es la calle, el aseo, el tránsito, etc. O el buen carácter del alcalde o concejal; o cursos de formación ciudadana. No. El texto político, el relato, deberá girar en torno a temas que delineen una "ofensiva a ultranza" que permita derrotar electoral y políticamente al oficialismo. Para ello sería indispensable que la oposición acompañe a la gente en sus conflictos sociales. Que los haga suyo y los oriente al cuestionamiento de este régimen que es incapaz de proporcionar solución a los mismos.

En segundo lugar esta acción política ha de ser coherente y asumida por las MUDs regionales. Es necesario descartar esa enfermedad que ha atacado a la oposición: su disonancia cognitiva. En otras palabras, una política para ser exitosa no puede presentar tensión o desarmonía interna en su propuesta y en el sistema de ideas que la respalda. El relato o la visión de país que propone han de ser creíble y asumida, sin desentono, por todos los factores de la oposición.

En tercer lugar, la Mesa de la Unidad Democrática debe ampliarse y abrirse hacia otros sectores que hacen vida política en el país. El sectarismo debe ser derrotado.

Desde luego estas sugerencias no implican abandonar el ámbito local. Lo que se sugiere, es subordinarlo a esta estrategia política mayor. No basta con prometer, es necesario además, denunciar. Valencia no podrá cambiar bajo este régimen que exhibe una fuerza centralizadora centrípeta.

Sin embargo, ahí van algunas sugerencias para los candidatos locales. Obviamente, inscritas en mi particular punto de vista. Veamos. Se debe contar la historia del gobierno que se piensa desplazar. Insistir que problemas como la vialidad, suministro de energía eléctrica, salud hospitalaria, seguridad, costo de la vida, etc., no podrán ser solucionados bajo un régimen socialista. El poder local se autonomiza sólo en democracia. Relatar la biografía del candidato (la historia de vida es una herramienta poderosa de persuasión electoral); concebir la campaña como una guerra de relatos. Por ejemplo, como una confrontación en torno a relatos sobre la ciudad, gobierno, candidato y democracia. Hacer énfasis en la calidad civil de los héroes carabobeños vs el militarismo oficialista.

En Carabobo se tiene una oportunidad excepcional para llevar a la práctica estos consejos. El gobierno central y local han dado muestras de despreciar el acervo cultural e histórico de esta entidad. Por ejemplo, el intento de cambiar el nombre de la parroquia Miguel Peña por Hugo Chávez; y descartar el nombre histórico de Morillo al primer puente que daba acceso a Valencia. No olvidemos que el gobierno de Acosta Carlés cambió el nombre al parque Fernando Peñalver por el de Negra Hipólita.

En fin, en elecciones gana siempre el mejor relato.





Atrapado en el pasado


Carlos Ochoa

El fallecimiento del caudillo de Sabaneta ocasionó un vacío como era de esperar en la fibra emocional del chavismo, Nicolás Maduro se aferra a su memoria e intenta construir un nuevo mito de estado, un culto bajo el cual cobijarse y mantenerse en el poder. Guzmán Blanco en el siglo XIX, Gómez, Pérez Jiménez y el propio Chávez se aprovecharon del Libertador Simón Bolívar, llevando hasta el ridículo el culto al héroe, sirviéndose de un presentismo histórico, que tal como analiza el teórico social y filosofo francés Michel Foucault, constituye un anacronismo peligroso para la comprensión de las singularidades históricas.

El oportunismo histórico consiste en imponer un relato subjetivo, una interpretación de un evento o actuación de un personaje del pasado, adaptándolo a conveniencia al presente, de esta manera la comprensión de la historia estaría despojada de las causas propias que dieron origen a los acontecimientos, y a la manera de proceder de acuerdo a la realidad que les tocó vivir a los protagonistas de los eventos.

Esta postura cómoda e interesada de hacer historia para aprovechar los réditos ajenos, o para negárselos a otros como en el caso del general José Antonio Páez y el valenciano Miguel Peña, es la que desplegó hasta el cansancio Hugo Chávez para dividir a la sociedad venezolana, para hacerle creer a la mitad que engañó con su capacidad innegable de comunicador, que la otra mitad es el enemigo.

Pero si bien es cierto que la carga emocional del pasado es todavía muy fuerte en la política venezolana, ya se avizora una nueva narrativa, que sin salirse de la emoción apuesta a la esperanza como conector con el presente y el futuro. Esta esperanza no está anclada al mesianismo salvador de ningún neo caudillo, ni a la mitificación de los eventos históricos del siglo XIX o el siglo XX. La esperanza que la sociedad civil y las organizaciones políticas de la MUD con Henrique Capriles a la cabeza le están proponiendo a la sociedad venezolana es incluyente, tolerante, reconoce la existencia del otro, y los errores del pasado, empieza por plantear en el desierto espinoso que es la Asamblea Nacional en la actualidad, la necesidad del dialogo en temas puntuales que nos competen a todos, sin embargo más por rutina de sobrevivencia que por lógica política, el oficialismo insiste con todo el poder de los medios en sus manos que la oposición democrática es fascista, intolerante, apátrida, y en resumen se niegan a reconocerla para mantener la polarización que heredaron de Chávez.

El acto transmitido en cadena desde el cementerio para conmemorar los 37 años del asesinato en los sótanos de la Disip del recordado dirigente de la Liga Socialista Jorge Rodríguez, lo que evidenció es la carencia de una épica revolucionaria propia en Maduro.

Maduro quiere ser percibido como uno de los históricos de la izquierda de los 60, y por eso inventa que asistió a la “Sala E” de la Biblioteca de la UCV a los 11 años para ver y oír a Jorge Rodríguez. Está atrapado en el pasado que heredó de Chávez, sin esperanzas de que le crean que nació en Caracas, que ganó limpiamente las elecciones, y de que terminará sin tropiezos su cuestionado mandato.

domingo, 11 de agosto de 2013

Políticos sin relato


Nelson Acosta Espinoza

De nuevo los venezolanos ejercitaremos nuestra voluntad política en las venideras elecciones municipales. En el marco de este acontecimiento, la prensa diaria informa sobre las dificultades que han enfrentado los dos bloques que medirán fuerza en estos próximos comicios. Apuros estos que no son de naturaleza doctrinaria. Apuntan, más bien, a contingencias de carácter electoralistas. Los del gobierno, por ejemplo, intentan aplacar una cierta resistencia de sus bases que se encuentran descontentas por la forma como seleccionaron los candidatos. Se reclama el hecho que su cogollo no apostó por dirigente comunales y, en alcaldías emblemáticas, escogió personalidades provenientes del mundo de la farándula. La oposición, por su parte, ha confrontado dificultades parecidas y se han presentado algunas “deserciones” como la que protagoniza el joven Antonio Ecarri Angola. Este dirigente competirá, fuera de la mesa de la unidad, como candidato a la alcaldía del Municipio Libertador. Por su parte el MAS ha manifestado su decisión de participar con tarjeta y candidatos propios.

En cierto sentido estas refriegas expresan una carencia fundamental: la ausencia de un relato político convincente. El del oficialismo luce agotado y la oposición presenta aprietos para elaborar una estructura narrativa alternativa que comunique verosímilmente sus ideas, logros y sueños.
Vamos a detenernos, brevemente, en analizar el caso de la oposición. Es palpable que esta opción enfrenta una circunstancia electoral apropiada. Las elecciones municipales ofrecen una excelente oportunidad para que los ciudadanos perciban que el proyecto democrático avanza y progresa. Pero para que ello sea así, sería necesario elaborar un relato que emocione y convenza a sus electores.

Ahora bien, ¿Cuál relato¿ ¿Dónde obtener las fuentes para su construcción? ¿En qué consistiría su naturaleza alternativa? Veamos. En principio no vale cualquier relato. Se requiere uno que combine acertadamente hechos, sentimientos, valores los cuales movilizarían las pasiones, los miedos y los deseos de las personas. Es imprescindible tocar la intimidad más arcaica del ciudadano. Estamos hablando de un relato político que debe trascender las promesas electorales y las fantasías de gestión. Más que la figura de un gerente, se requiere la de un narrador. Su formato lo proporcionaría la estructura narrativa de los cuentos populares, las historias míticas y los relatos bíblicos. Cada una de ellas suministraría las materias primas sobre las cuales se puede edificar las conexiones con el electorado y construir, de esta forma, la esperanza en el futuro.

Desde luego estas macro narrativas por si solas no son suficientes. Es indispensable articularlas a situaciones reales que tengan potencialidad de interpelar a la ciudadanía. De la historia de cada entidad, por ejemplo, se podría extraer los elementos que dotarían de verosimilitud a una narración. En Carabobo un relato exitoso sería aquel que apele a los héroes civiles de este estado: Fernando Peñalver, Miguel Peña, Jose Rafael Pocaterra, Vicente Gerbasi, Alejo Zuloaga, Miguel José Sanz, Arturo Michelena, Antonio Herrera Toro, etc. A partir de estos y otros datos se podría construir un frame que oponga al militarismo oficial la civilidad republicana. Y ésta nació en Valencia.

En este estado se ha probado, con éxito, experiencias que apuntan a lo señalado. El primer gobierno de Henrique Salas Römer, por ejemplo, invocó a determinaciones históricas propias de esta región. Igualmente, ensayó la construcción de un léxico político alternativo al dominante: vecinos, alegría, ciudadanos, Valencia tierra de lo posible, etc. Temas nacionales fueron enmarcados en esta lógica regional y, así, se le dió un caracter general a la experiencia descentralizadora que se experimentó en Carabobo en los años que gobernó Salas Römer. Desafortunadamente no ha habido continuidad en esta línea narrativa.

En fin, no se debe olvidar que las sociedades se construyen a través de relatos que les dotan de sentido, explicando cuál fue su pasado, el por qué de su presente y cómo será su futuro. El reto político actual puede visualizarse como la necesidad de construir una utopía que dote de una nueva identidad y motivaciones compartidas a los venezolanos. Y esta meta se logra mediante el uso de símbolos, historias y expresiones culturales que enfaticen una narración que de cuenta de nuestra civilidad republicana en contraposición al militarismo socialista del siglo XXI.

Esta nueva utopía ha de ser capaz de re-enmarcar los temas críticos que el relato de la modernidad democrática no pudo dar una respuesta apropiada.

Francisco Ameliach: ¿una gestión impecable?

¿Será que el gobernador Ameliach logrará los recursos para terminar el Metro de Valencia?

Miguel A. Megias

A juzgar por el silencio de la oposición, el gobernador del Estado Carabobo, el Mayor del ejército (R) Franciso Ameliach Orta debe estarlo haciendo muy bien.

El papel que debe jugar una oposición, tal como se concibe en los paises con gobiernos democráticos, no es el de “oponerse por oponerse”, sino ejercer una voz crítica de la gestión de un gobernante, sea éste Jefe de Gobierno, Diputado, Alcalde o Concejal. La oposición llega a serlo porque pierde elecciones o porque su partido no logra alcanzar puestos de poder. Tal es el caso de los partidos políticos que, reunidos en un bricolaje llamado MUD (Mesa de la Unidad Democrática), deberían ser los más calificados voceros señalando los errores o fallas que encuentran en la gestión de gobierno nacional o local.

La MUD, aparentemente, se ha federalizado. Y decimos aparentemente porque hay MUDs locales en cada estado. Sin embargo, la federalización (autonomía) del conglomerado de partidos que la conforman no parece ejercer coherentemente su primigenia autonomía.

Hoy nos ocuparemos de la MUD que nos es más cercana, la MUD del Estado Carabobo. En las recientes discrepancias entre partidos que la integran para determinar los candidatos a los diversos cargos que serán elegidos el 8 de diciembre de 2013, la MUD-Carabobo fue incapaz de resolver el embrollo y algunos de los dirigentes de partidos locales acudieron a la MUD-Central a fin de que esta dirimiera la contienda. Cuando lo apropiado, en un conflicto local, que para nada afecta al resto del país, hubiera sido resolverlo “en casa”, sin acudir a instancias superiores donde privan intereses muy diversos y distintos a los del propio Estado Carabobo. Es decir, la mente de los MUDeros sigue siendo centralista en vez de autónoma. La federalización no parece formar parte de la cultura política de nuestros dirigentes. “Seguir el ejemplo que Caracas dio”, según cantamos diariamente a la medianoche.

Regresando al tema del término “oposición”, tal pareciera que, a juzgar por lo que se lee en la prensa local, su única ocupación –y preocupación- es la de producir arreglos para la distribución de cargos de alcaldes y concejales no importando mucho si los candidatos son o no idóneos para los mismos. La oposición, en otros paises, se conduce en forma distinta. Por ejemplo, en España, la oposición ha divulgado y combatido los hechos de corrupción. Hasta tal pùnto que el Jefe de Gobierno, señor Mariano Rajoy, ha tenido que dar cuentas públicamente en el Congreso de los Diputados sobre dichos hechos. Pero nuestra oposición local, en vez de dedicarse a lo suyo, que es oponerse, sólo parece saber hacer listas de candidatos.

El gran dedo de la MUD-Carabobo –suponemos que el de Scarano– ha señalado quiénes son los ungidos y por ahí nos vamos. ¿Y de la gestión de Ameliach? Pues, que sepamos, no hay ni comentarios ni críticas –tampoco alabanzas– sólo un silencio que le lleva a uno a pensar en una de dos alternativas: o Ameliach lo está haciendo tan, pero tan bien, que no hay crítica posible y su gestión es quasi perfecta; o la oposición no se ocupa de estas “minucias”, dado que están demasiado atareados en la lucha electoral que les permitirá a un grupo de desconocidos –para la mayoría de los ciudadanos– alzarse con la posibilidad de acceder a una minúscula cuota de poder. Como dice mi buen amigo (cuyo nombre omito), “la política es así”. Apuesto a que usted, amigo lector, no se conoce los nombres de nuestros actuales concejales –a menos que usted sea uno de ellos. Si estoy equivocado, por favor me envían el comentario a mi correo. Gracias.

Si la oposición entiende su papel y lo ejerce, algo distinto debiera pasar. Por ejemplo, preguntarse si la gestión de nuestro gobernador –sí, es nuestro gobernador, aunque no hayan votado por él– es buena, regular o mala. Si ha hecho obras o no. Si tiene planes en ejecución en los diversos aspectos de la vida del estado –cultura, deporte, salud, vialidad, seguridad, etc. Si sus asesores y colaboradores cumplen o no, si hay apertura política hacia la oposición o no. En fin, la lista de lo que una oposición verdadera debería estar verificando es larga y no les voy a cansar. La pregunta al ciudadano entonces es: ¿Siente usted que la oposición, en Carabobo, está ocupándose de la gestión del gobernador? ¿Ha leído o escuchado usted críticas al gobierno local? Porque si a mí me preguntaran, mi respuesta creo que ya la saben: no siento que la oposición esté cumpliendo con su rol contralor, de contrapeso, de crítica sana a una gestión, de indicador de lo que se hace pero puede mejorarse o lo que no se hace y pudiera hacerse mejor. Silencio absoluto. Nichts.

Por esa razón, y no porque la gestión de Ameliach sea tan buena que no hay como encontrare fallas, es que no percibimos ni lo bueno ni lo regular ni lo malo: porque la oposición no se ocupa de esos temas. Ameliach, sencillamente, existe, es gobernador, tiene bajo perfil (eso es lo correcto), da pocas declaraciones pero parece que hace cosas, y punto. De su gestión, salvo las loas que su partido le canta, nada más sabemos. Y es que, a lo mejor, lo está haciendo muy bien. ¡Siga así, gobernador!

¿El final de los partidos?



Daniel Innerarity*,  
Publicado en el diario El País el 11 de agosto de 2013

La actual crisis de los partidos políticos, su descrédito, pérdida de relevancia o fragmentación, es manifestación de una crisis más profunda. Se acaba, a mi juicio, una era política que podríamos llamar “la era de los contenedores”. El mundo de los contenedores presuponía un contexto social estructurado en comunidades estables, con roles profesionales definidos y formas de reconocimiento y reputación consolidadas. En esa realidad social se gestaron esas máquinas políticas que son los partidos de masas clásicos.

El periodo de la “democracia de los partidos” tal como la hemos conocido representaba una geografía sólida, mientras que hoy parecemos movernos más bien en un escenario de liquidez, inestabilidad e incluso volatilidad que afecta a los grandes contenedores de antaño (los partidos, las iglesias, las identidades e incluso los Estados). Este panorama líquido, cuyos flujos no tienen una dirección reconocible, afecta tanto al público como a sus representantes. A los primeros les confiere una desconcertante imprevisibilidad. En la terminología del marketing se habla de un electorado menos fidelizado, volátil e intermitente. Hemos pasado del “cuerpo electoral” al “mercado político”, con todas las reglas (o ausencia de ellas), todos los riesgos y toda la imprevisibilidad del mercado.

La volatilidad de los electores afecta igualmente a los agentes políticos y a los partidos. Si los electores son tan “infieles”, los partidos se ven cada vez menos obligados a unos compromisos ideológicos. No lo digo para disculpar esos incumplimientos, sino para tratar de comprender a qué obedecen. Es la volatilidad general del espacio político lo que explica que se haya debilitado la idea de programa electoral e impere un cierto ocasionalismo de las decisiones y los programas. La racionalidad estratégica se ha vuelto muy difícil cuando ya no se dan las circunstancias de estabilidad del mundo que la hacían posible.

¿Cómo será el paisaje después de la actual crisis de los partidos? La crisis de los partidos solo se superará cuando haya mejores partidos. Tirar el niño con el agua sucia, como suele decirse, no sería una buena solución, y la experiencia nos enseña que todavía peor que un sistema con malos partidos es un sistema sin ellos; quien lamente su carácter oligárquico tendrá más motivos para quejarse si los partidos se debilitan hasta el punto de ser incapaces de cumplir las expectativas de representación, orientación, participación y configuración de la voluntad política que se espera de ellos en las democracias constitucionales.

El movimiento 5 Estrellas es muy ilustrativo de la ambigüedad digital. Digo esto como una invitación a explorar las posibilidades de desintermediación que tenemos por delante —las expectativas suscitadas por las redes sociales, la realización de elecciones primarias o la renovación procedente de los movimientos sociales, por ejemplo—, pero a no hacerse demasiadas ilusiones con ellas.

Las nuevas organizaciones políticas surgidas con el impulso de inmediatez y horizontalidad de las redes sociales han tenido unos resultados más bien pobres en relación con las expectativas que suscitaron. Es cierto que la Red confiere una capacidad inédita de conectar a todos instantáneamente, aproxima aquello que se había separado (como los representantes y los representados), permite la observación y el control, sin necesidad de mediación organizativa, como los partidos. Ahora bien, convertir esa inmediatez en el único registro democrático lleva a minusvalorar otros elementos centrales de la vida democrática, como la deliberación o la organización.

Como ocurrió con Margaret Thatcher —que debilitó el Estado y se fortaleció a sí misma— en algunos movimientos políticos surgidos al amparo de las redes sociales, sin estructura, ni reglamentos, ni programa, la autoridad se ejerce a veces de manera más despótica que en los partidos tradicionales, ya que la supuesta flexibilidad permite una adopción de decisiones menos limitada por los derechos de los afiliados, las comisiones de garantías y la referencia a un cuerpo de doctrina o programa estable. El destino del movimiento italiano 5 Estrellas es un caso muy ilustrativo de la ambigüedad digital. Como decía Michels en un célebre ensayo sobre la sociología de los partidos políticos, la organización es el arma de los débiles contra el poder de los fuertes.

Algo similar podría decirse de la institución de las primarias para elegir a los líderes políticos y sus candidatos electorales. De entrada, es un recurso interesante que introduce un elemento de imprevisibilidad en la vida de los partidos. Pero también tiene su ambivalencia: permite a los partidos generar un simulacro de democracia en el exterior, mientras mantienen una vida interna empobrecida, externalizando la participación en un momento concreto y en torno a una elección de personas, que se resuelve frecuentemente con una lógica más mediática que política.

Tampoco deberíamos esperar de los movimientos sociales lo que no pueden dar, que es algo más radical que lo proporcionado por los partidos políticos, pero que no puede sustituirlos. Como dice Michael Walzer, los partidos se dedican a recoger votos y los movimientos sociales a modificar los términos de esa recogida. Ambas cosas no se llevan muy bien, pero de esa tensión cabe esperar una mayor revitalización de nuestra política extenuada que de esa mezcla fatal de fórmulas mágicas, propuestas populistas y lugares comunes.

Comparar a Grillo con Thatcher no es por mi parte un recurso retórico ni una maledicencia. Responde a una coincidencia objetiva que siempre me ha parecido muy sospechosa entre quienes quieren desregular el espacio político desde la izquierda digital y quienes, desde la derecha extrema, impulsan esa desregulación de la esfera pública porque confían en que decaigan así determinadas exigencias sociales y políticas.

Hay una creciente intolerancia del electorado hacia las connotaciones oligárquicas de los sistemas consolidados de representación. Pero no simplifiquemos la complejidad de la vida democrática al esquema populista de un pueblo-víctima, sano y virtuoso, opuesto a un cuadro institucional corrupto y desorientado, un esquema que encuentra ardientes defensores en todo el arco ideológico, que tienen en común la estigmatización de todo lo que parece oponerse a la homogeneidad del pueblo imaginario: ya sea el enemigo, el extranjero, la oligarquía o los cuadros dirigentes.

Lo que se ha acabado es el control monopolístico del espacio público por parte de los partidos políticos, el partido-contenedor, pero en absoluto la necesidad de instancias de mediación en las que se forma la voluntad política. Una cosa es que los partidos y los sindicatos deban renovarse profundamente y otra que las conquistas sociales y de participación ciudadana puedan asegurarse sin organizaciones del estilo de los partidos y los sindicatos. Es evidente que los partidos actuales están muy lejos de cumplir satisfactoriamente tales expectativas; tras la crisis de los partidos estamos en la encrucijada de o bien hacer mejores partidos o bien ingresar en un espacio amorfo cuyo territorio será ocupado por tecnócratas y populistas, definiendo así un nuevo campo de batalla que sería todavía peor que el actual.

(*) Daniel Innerarity es catedrático de Filosofía Política e investigador “Ikerbasque” en la Universidad del País Vasco. Acaba de publicar el libro Un mundo de todos y de nadie. Piratas, riesgos y redes en el nuevo desorden global (Paidós).

domingo, 4 de agosto de 2013

La ruta Mandela



Nelson Acosta Espinoza

“No permitan que la política los separe, pueden perder la patria”. Esta afirmación fue pronunciada por S.E. Thaninga Pandit Shope-Linney, embajadora de la república de Sudáfrica, en el acto formal llevado a cabo con motivo de la conmemoración de los 25 años del conferimiento del doctorado Honoris Causa al líder africano Nelson Mandela. La frase se encuentra enmarcada en su narración sobre la lucha empeñada por el pueblo sudafricano para superar el oprobioso régimen del apartheid. Esta experiencia marcó una ruta en la búsqueda de espacios donde las partes en conflicto pudieran encontrarse y reconocerse. En ese país, el deporte, la música y las artes proporcionaron esos espacios para el reencuentro y la reconciliación y, de ese modo, se evitó que esa nación se embarcara en una guerra civil de negros contra blancos.

William Uri, autor del conocido best seller “El camino hacia el sí” (Getting to yes), es cofundador del Programa de Negociación de Harvard. También es mediador en conflictos internacionales y empresariales. Junto a Jimmy Carter creó una asociación para ayudar a terminar las guerras civiles en el mundo. Ha desarrollado una ingeniosa iniciativa denominada Abraham Path Initiative que busca crear un corredor turístico en Medio Oriente que siga el camino de Abraham, una figura unificadora entre cristianismo, judaísmo e islam.

Estas dos personalidades, ubicadas en contextos distintos, a través de sus respectivas experiencias proporcionan una gran enseñanza: la polarización, por muy extrema que ésta sea, puede vencerse. Se requiere imaginación y creatividad para diseñar la estrategia apropiada que favorezca el encuentro entre las partes en conflicto.

El país se encuentra políticamente polarizado. Distintas instituciones y grupos políticos han llamado la atención sobre la necesidad de delinear una estrategia que propicie la reconciliación entre los venezolanos. La jerarquía católica, el Movimiento al Socialismo (MAS) e importante figuras del acontecer nacional, han hecho de este concepto elemento sustantivo de sus propuestas alternativas. Recientemente, intelectuales y académicos han advertido que el virus de la polarización ha penetrado los relatos mediante los cuales sectores de la oposición describen la coyuntura política. Ramón Piñango, por ejemplo, ha llamado la atención sobre esta radicalización de posiciones dentro de la misma oposición. Señala un distanciamiento entre quienes plantean que la atención política debe concentrarse en las venideras elecciones municipales del mes de diciembre y, los que por el contrario, piensan que el acento debe ubicarse en acciones de calle que acompañen a los ciudadanos en sus luchas sociales. Esta contrariedad se ha agudizado, al punto, que ambos grupos comienzan a construir identidades alternas: un “nosotros” que se contrapone a un “otro” situado en espacios diferentes.

Es imperativo combatir este doble desencuentro. El del país y el que comienzan a padecer sectores de la oposición. La experiencia sudafricana y los experimentos de imaginación política llevados a cabo por William Uri constituyen puntos de partida. Me parece que estamos en el momento apropiado para ensayar alternativas distintas a las usuales para propiciar este reencuentro entre venezolanos. Llamémoslo el momento Mandela; exploremos, por ejemplo, el poder de convocatoria de las artes, música y deportes. Intentemos colocar estas disciplinas al servicio de la reconciliación nacional. 

El acto celebrado recientemente por la Universidad de Carabobo, conmemorando el conferimiento del doctorado Honoris Causa a Nelson Mandela constituyó un ejemplo de cómo desde estos escenarios se puede propiciar el reencuentro de los venezolanos. De ahí, la necesidad de comenzar a transitar la ruta Mandela.

Coffee & Politics: primer encuentro

Arquímides Román, presidente de la Asociación de Ejecutivos
escucha atentamene la exposición de Asdrúbal Romero


El Observatorio organizó el pasado miércoles 24 de julio el primer encuentro denominado "Coffee & Politics", con la asistencia de los ex rectores Ricardo Maldonado, Asdrúbal Romero y Elsie Pérez y Cesar Peña Vigas. Igualmente, participaron miembros de la Cámara de Comercio (Guillermo Manosalva), el presidente de la Asociación de Ejecutivos ( Arquímides Román), y varios dirigentes políticos y miembros de la sociedad civil (Ely Yepez, Julio Martí, Reinaldo Gil y otros).

La introducción del tema, "Un relato político para Carabobo" estuvo a cargo de Asdrúbal Romero y resultó ser productivo pues hubo amplia participación de los asistentes, cada quien exponiendo su punto de vista.

Se concluyó que el antiguo relato de una Valencia industrial, vigorosa, en crecimiento y con bienestar para su población se encuentra agotado. Aquella Valencia atractiva, segura, que absorbía población y capital humano se encuentra exhausta. Entre los relatos que se manejaron en esta edición de "Coffee & Politics" hubo diversos enfoques de cada grupo (Asociación de Ejecutivos, Cámara de Comercio, universidades, políticos, etc.). 

Resultó interesante constatar que en la actualidad los grupos que compiten por el poder no han producido un relato alternativo. Sin embargo, vale la pena enfatizar que el esbozo que se generó durante el gobierno de los Salas se ha abandonado. Este relato que giraba en torno a los conceptos de regionalización y un ingenioso intento de reivindicar la importancia cultural y política de esta ciudad: Valencia, tierra de lo posible; Valencia, donde nació Venezuela; y un nuevo léxico político: vecinos, ciudadanos, alegría, etc.

Como conclusión, el ex rector César Peña Vigas propuso continuar esta línea de reflexión, analizando los relatos existentes en este momento en el estado Carabobo para su posterior difusión.

Continuará...


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¿Se desinfló Capriles?


Simón García
Artículo publicado en el diario Tal Cual el 01/08/2013

Suele ocurrir, cuando la realidad alarga su apariencia de normalidad, que insurja algún analista profesional rompiendo la quietud. Agarra un rasgo de ella y lo exagera, se hace abogado del diablo o descarrila conscientemente un razonamiento. Es indiferente a las consecuencias de su juego.

Quiere sacar la bola del campo de la rutina. Busca aparecer viendo más allá de más lejos. No importa si en el lance, siguiendo las características de las noticias mediáticas, tipea una batahola escandalosa en vez de fundamentar con propiedad lo que afirma. A fin de cuentas la responsabilidad de opinión puede ocultarse tras derechos como abrir un debate o ejercer la crítica. Por ejemplo.

El éxito titila cuando el juicio adquiere eco, especialmente si hay un aparato comunicacional con el interés suficiente para evitar la caducidad súbita que es también hoy otra característica de las noticias.

La gratificación del analizador es el reflote pasajero de su nombre.

A esta clase de caligrafías políticas, acometidas bajo el pretexto de sacudir conciencias, pertenece el señalamiento sobre un desinfle de Capriles, cuando todos los datos apuntan a que el espiche está ocurriendo en el globo oficialista.

No verlo así, probablemente nublados por el reflejo intelectual de espantarse ante lo obvio, es parte de la confusión alentada por quienes se aferran al poder. Calculan que regar desesperanza los favorece.

En estos momentos, la gritería contra Capriles es producto de un diagnóstico pegado a la nariz. Las investigaciones de opinión conocidas, encuestas y grupos focales, desmienten la declinación de Capriles.

Al contrario, su liderazgo es más aceptado que el de Maduro y está acompañado de expectativas favorables, pese al poder del Estado y al ataque sistemático hacia él, la MUD y la alternativa que representan.

Pudiera decirse que los dos competidores tienen dificultades, pero lo específico de la situación es que sólo uno está demostrando dos hechos graves: que no puede salir de ellas y que su gestión empuja al país hacia mayores retrocesos. Maduro es mal conductor.
Es cierto que Capriles y la oposición no han entrado aún en su zona de óptimo rendimiento, pero van hacia ella, sobreponiéndose a limitaciones, carencias e incluso errores venales.

Acosar a un liderazgo colectivo que está prácticamente naciendo, exigiéndole incesantemente pruebas de perfección, contiene una cierta apariencia de bullying.

No olvidemos que hasta hace poco la oposición estuvo pagando muy caro la maniobra golpista que confiscó a las admirables movilizaciones de calle del pueblo venezolano o el error de abstenerse en las parlamentarias para no legitimar al régimen.

En esos días, fueron pocos los analistas que le pusieron su brasa a la recuperación.

Se abrió un nuevo ciclo con la proeza, lograda apenas en seis meses, de remontar once puntos de diferencia y conquistar unos resultados que llevaron a cuestionar no sólo las condiciones no democráticas en las que se llevó a cabo el proceso electoral sino la legitimidad del triunfo proclamado por un CNE dócil al proyecto neototalitario.

Capriles está de pié ante el desafío de hacerse un líder de país. Es decir, llenar los requisitos para convertir el progresismo en una causa de la gente. Ayudemos.