lunes, 27 de octubre de 2014

AD y el socialismo del siglo XXI



Nelson Acosta Espinosa

Una cierta polémica se ha venido desarrollando en torno a la calificación que merece el régimen actual En este debate han participado un calificado grupo de articulistas y conocidos académicos. El eje central de la discusión ha sido dilucidar el carácter de este proceso, determinar si su orientación es marxista, fidelista, bolivariana, democrática, participativa, populista, bonapartista o una combinación de todas estas características.

En forma sucinta, mi hipótesis apunta a señalar que el "proceso" pudiera ser caracterizado como la expresión terminal y violenta de un particular arreglo político que pudiéramos denominar como petro democracia rentista. Ojo, La Gran Venezuela de Carlos Andrés Pérez y el socialismo del siglo XXI constituyen los puntos de partida y llegada de este petro arreglo político que ha caracterizado nuestra historia reciente. En este sentido, es bueno recalcarlo, aún estamos atrapados en esta lógica que definió el pasado siglo y que extiende hasta la actualidad. Oído al tambor, los predicadores golosos del electoralismo táctico, en especial los que hace vida en la MUD:

¿Cuál fue los el rasgo característico de esta configuración política? ¿Carlos Andrés y Hugo Rafael fueron expresiones del mismo dispositivo económico, político y, lo que es más importante, simbólico? ¿Estamos en presencia de la clausura de ese ciclo histórico? O, por el contrario, al igual que en el pasado reciente ¿se quiere cambiar para que todo permanezca igual? Veamos.

El común denominador que enlaza la Gran Venezuela con el socialismo del siglo XXI ha sido la necesidad de maximizar la renta petrolera para financiar el gasto público. Su rasgo definitorio ha sido la vocación distribucionista de estos ingresos a través de un sinnúmero de proyectos, programas o misiones diseñadas para asistir a la población y supuestamente elevar su calidad de vida. Programas carlosandresistas como la fabricación del carro popular, la fábrica de tractores, la planta de pulpa de papel, fortalecimiento de las industrias básicas, nacionalización del petróleo, desarrollo endógeno, mercadeo de productos agrícolas, corporaciones regionales de desarrollo, etc. en la actualidad han sido resucitados y, al igual que en la Gran Venezuela, constituyen la punta de lanza de una concepción del desarrollo que no ha podido dar respuesta apropiada a los graves problemas que confronta la población del país.

Sin embargo, bueno es resaltar, la existencia de un punto de quiebre entre estas dos Venezuela. Me refiero a la ruptura de la premisa sobre la cual se asentó el juego político democrático. Esta lógica pudiéramos denominarla como de la diferencia. Es decir, ella permitió la construcción de un espacio político donde los diversos rasgos que definían a los actores sociales eran reconocidos. Ser blanco, mestizo, oriental, llanero, católico, propietario, campesino, copeyano, magallanero, negro, alfabeta, caraquita, indio, iletrado, adeco, urbano, etc. constituían realidades valederas por sí mismas. En otras palabras, la democracia desarrollo un espacio en el cual la existencia real y simbólica de estas identidades fue reconocida y afirmada. Lográndose, así, arbitrar los antagonismos que generaban la coexistencia plural de estas discrepancias. Restituirla, significa salir al paso a la homogeneidad revolucionaria y no caer en la tentación polarizadora.

La referencia a Carlos Andrés Pérez y la comparación con Hugo Chávez tiene un propósito ilustrativo. Ambos presidentes pertenecen al mismo ciclo histórico. El segundo simboliza la clausura del dispositivo económico y político que inició el primero.

Lo nuevo, amigo lector, es el federalismo. Y Aquí coincido con "los gochos" debemos encaminarnos hacia el Estado Federal de poder descentralizado.

Sin lugar a dudas, la política es así.



El teléfono de Nicolás


Rafael García Elias

Un nuevo concepto gerencial, muy de moda, asegura que “lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe”; quizás más actualizado seria tener el correo electrónico, el Facebook o el tuiter (versión recién incorporada al DRAE) o incluso el Whatsapp. En el muy difícil momento histórico que vivimos no creo que haya otro teléfono más necesario que el de Nicolás, para llamarlo de inmediato. Pero no crean que es el de Nicolás, el apátrida, no; me refiero al de Nicolás Maquiavelo…

Soy de los que creen que cuando a alguien le dicen “maquiavélico” no es que lo estén insultando; más bien me suena a un refinado piropo. Maquiavelo fue un maestro en la sociología, enseñó a los príncipes florentinos el difícil arte de decir y hacer lo políticamente correcto, lo que genere rédito político. Hoy, más actualizado y democrático: lo que más votos da.

Y ya que cometí el dislate de escribir en primera persona, recaeré en mi impertinencia al manifestar que tengo el malsano gusto de oír lo que dice y publican los escribidores del régimen. Confieso que prefería La Hojilla a Buenas Noches; me delato al declararme asiduo lector de Aporrea.com, confieso que creo que la mejor forma de saber lo que va a hacer el régimen es escuchar a José Vicente Rangel todos los domingos.

Un solo ejemplo: el único que dijo que la oposición intentaría atacar a Venezuela con unos aviones desde el exterior, fue el referido fablistan (no aparece en el DRAE), algunos se acordarán de eso. Pero de repente no se dijo nada más. Solo que varias semanas después de este anuncio las autoridades detuvieron a un barco chino en el canal de Panamá con dos Mig soviéticos, operativos, escondidos debajo de fardos de azúcar cubana, cuando pretendía atravesar el canal en ruta al Pacífico. El que adivine buen adivinador será.

Todo esto viene a colación, porque en la noche de hoy domingo 19 de octubre, el multi-laureado filósofo Miguel Angel Pérez Pirela, el de Cayendo y Corriendo, con más doctorados que Ascander Contreras (compañero profesor de la Universidad de Carabobo a quien envío mis saludos y respeto), fue entrevistado en el canal que se empeña en seguirse llamando Globovision, y ante las preguntas de Oscar Schemel (directivo de la encuestadora Hinterlaces), emitió una serie de conceptos sobre la oposición, que lastimosamente tengo que aceptar son ciertos: Pérez Pirela aseguró que el discurso de la oposición estaba “enfocado sólo en técnicas de marketing, sin contenido, como si vendieran shampoo o un automovil… Este discurso no ha calado en el pueblo… La oposición se encuentra en una bola de cristal,… Usa sólo el terrorismo sicológico,… Es un mensaje caótico que no cala,… Sin propuestas”.

Todo esto es cierto, hay que conseguir el teléfono de Nicolás Maquiavelo, para preguntarle:

1.- Si para la oposición, es bueno que el gobierno se quede sin plata, ¿cómo decirlo sin que se entienda que nos alegramos porque el pueblo también se queda sin plata?

2- ¿Cómo no satanizar a los colectivos, sabiendo que son una parranda de delincuentes, (no todos, por diplomacia) y tratar que se den cuenta que han sido utilizados y que más bien vengan para este lado, sin parecer hipócritas?

3.- ¿Cómo estructurar mensajes de economía política en los que se destaquen los beneficios de la libre empresa, sin aparecer como capitalistas salvajes?

5.- ¿Cómo explicarles a los jóvenes que se gradúan de ingenieros en las universidades del gobierno (que no conocen ni siquiera las Leyes de Newton), que están siendo estafados, sin parecer arrogantes e insultantes?

6.- ¿Como explicarle a una persona que hace una cola para comprar barato sus alimentos que esa no es la forma cívicamente correcta de adquirirlos? ¿Cómo hablarle de los beneficios de la economía formal sin parecer mercantilista?

7.- ¿Cómo elaborar una propuesta de país, que reivindique el pasado, pero no demasiado; que defienda el capitalismo, pero no demasiado; que rescate la meritocracia, pero no demasiado; que defienda la educación privada, pero no demasiado; etc., pero no demasiado largo?

Son muchas las cosas que para poder explicarlas de manera convincente, que calen hondo, como diría la autora más leída en idioma español, después de Cervantes, Corín Tellado, “necesitan de la sabiduría de expertos en sociología”. ¿Necesitaremos a alguien con la formación de Pérez Pírela? O en su defecto, ¿sería más factible conseguir el teléfono de Nicolás Maquiavelo y consultarle?

rafaelelias1c@hotmail.com

miércoles, 15 de octubre de 2014

Chuo Torrealba visita a Valencia


El nuevo secretario general de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús "Chuo" Torrealba, visitará Valencia el jueves 16 y viernes 17 de octubre. A pesar de su apretada agenda, Torrealba ha concedido a este Observatorio la gentileza de asistir, en calidad de invitado, al evento que celebramos regularmente bajo el título "Coffee&Politics", que es un encuentro para personas interesadas en un "debate político equilibrado sobre temas pertinentes para Venezuela y el mundo".

Se ha creado una gran expectativa en relación a este evento, abierto al público, que ha sido posible gracias al auspicio del Alcalde de Naguanagua, Alejandro Feo La Cruz, quien patrocina el acto y el coordinador de la MUD en Carabobo, Eli Yepez.

Los esperamos este viernes, a las 9 de la mañana, en el salón Centenario del Colegio de Abogados del Estado Carabobo. Promete ser un acto donde participarán las fuerzas vivas del estado. Mención especial merece el incansable Carlos Graffe que ha coordinado partes de la agenda de Chuo Torrealba. A él y a todos los que han aportado tiempo, esfuerzo y recursos para la realización del evento, les estamos muy agradecidos.



domingo, 5 de octubre de 2014

Una constituyente, ¿para qué?


Miguel A. Megias

En los últimos días y semanas hemos leído numerosos comentarios sobre la conveniencia o no de convocar una constituyente. Creo que la mejor respuesta la ha dado el profesor Mires en su artículo “Respuesta de Fernando Mires a Leopoldo López”, publicada en su blog polisfmires.blogspot.com, el 16 de julio pasado. Les recomiendo su lectura o relectura. Hoy, el periodista Vladimir Villegas pone sus argumentos sobre el tapete, y explica la inconveniencia de una constituyente, argumentos todos muy válidos y con los que coincido.

Dice Villegas en su artículo “¿Una constituyente?” lo siguiente: “No hay razones para derogar la actual carta magna y sustituirla por otra. No existe en la Venezuela de hoy un proyecto de país que pueda unificar a los hombres y mujeres de esta tierra como lo puede hacer la actual carta magna. Con todo y sus imperfecciones, que seguramente las tiene, dudo de que en esta coyuntura pueda salir de una asamblea nacional constituyente un pacto social mejor que el actual. Uno de sus defectos es precisamente que no se cumple, que muchos de sus postulados tienen encima el papel celofán, porque no se han aplicado. Y otros, sencillamente, han sido irrespetados e incumplidos. “

Y creo que muchos ciudadanos están de acuerdo con esa posición. Entonces, ¿porque el empeño del partido Voluntad Popular (VP) por seguir el escabroso camino de convocar a una asamblea constituyente? Es que, después de haberlo comentado con varios amigos que saben de política mucho más que este ciudadano, no le vemos “ni pies ni cabeza”. Hay que tomar en cuenta el costo (en tiempo, dinero y recursos) de este inútil esfuerzo en frustración. Esto me hace recordar al señor Artur Mas, el president de la Generalitat de Cataluña que está empeñado en llevar a cabo un referéndum a sabiendas de que el gobierno de España no lo permitirá; arriesgando incluso su propia libertad, pues de seguir insistiendo se le puede imputar por desacato a las leyes. ¿Que impulsa a López, o que impulsa a Mas, en contra de toda lógica? Imposible responder y aclarar, al menos bajo la óptica de la lógica de un ingeniero. En mi opinión, tiempo, energía y recursos mal utilizados.

La constitución venezolana actual, es verdad, tiene sus puntos débiles; como toda hechura humana, es perfectible: sus fallas pueden ser, eventualmente, corregidas, sin necesidad de reescribirla en su totalidad. Para quienes defendemos una Venezuela federal, por ejemplo, el artículo 4 reza “La República Bolivariana de Venezuela es un Estado federal descentralizado en los términos consagrados en esta Constitución, y se rige por los principios de integridad territorial cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad”. Según esto, la federación estaría garantizada; pero todos sabemos que no es así. Para citar solo un defecto: en la constitución de 1999 se eliminó el senado (el Congreso venezolano solo tiene la cámara baja, la de diputados) que es, en todos los estados federales, el lugar donde se ejerce la representación territorial (en España hay un senado, pero infelizmente, tampoco es territorial). Otro ejemplo: el vicepresidente no es electo, sino nombrado a dedo por el presidente -un grave error pues en caso de falta del presidente asumiría la máxima magistratura una persona no electa. No se ha consagrado tampoco una segunda vuelta, cuando la presidencia no se gana por mayoría absoluta. La reelección indefinida forma parte de la controversia. Y así, hay muchos otros cambios que pudieran ser hechos puntualmente sin necesidad de convocar a una constituyente. De hecho, Chávez modificó un  artículo de la constitución para lograr la reelección por tiempo indefinido tanto para la presidencia como para gobernaciones y alcaldías.

Pero regresando al tema, ¿cual es el empeño de los dirigentes de VP en llamar a una constituyente? Me dice un amigo que es “para diferenciarse de los otros partidos”. No lo se, es una hipótesis que no me atrevo a validar. ¿Será para alcanzar un protagonismo que no tienen por otros métodos? ¿Cuantos venezolanos de pocos recursos -que son una mayoría- estarían dispuestos a apoyar esta aventura cuando sus dificultades son de supervivencia? Sus problemas nada tienen que ver con la constitución, algo muy lejano, sino en como alimentarse en medio de una crisis económica y social donde escasean muchos alimentos de primera necesidad, donde el dinero no les alcanza y donde sobran criminales dispuestos a robarlos y matarlos. No, sus problemas no son la constitución, eso está claro. Y sin el apoyo del sector popular, que es mayoría, el pacto social de una nueva constitución estaría llamado al fracaso.

Sobre lo que si opino es sobre lo inconveniente del momento en que se está llamando a la constituyente. Este es el momento de concentrarse en las elecciones de diputados al congreso, la elección de diputados en el 2015. En el lenguaje de los ingenieros, VP lo que ha hecho es “introducir ruido en el sistema”, impedir que otras opciones se oigan con la necesaria nitidez. Créase o no en la imparcialidad del CNE, lo inmediato, lo inminente es la selección de los candidatos a diputados para la elecciones previstas para el 2015. Todo lo demás, por muy “salida democrática” que luzca, debe quedar fuera de foco, fuera de los grandes discursos. Si la oposición logra capitalizar el descontento popular (que lo hay, y mucho), si se logra una mayoría importante y se llega en verdad obtener las tres cuartas partes del total de diputados, bien puede esa nueva asamblea propiciar, en su momento, el cambio en los artículos de la constitución que sea necesario reformular.

Muchos analistas opinan que la expectativa de Leopoldo López, con el impulso que le dió a “la salida” fue ingenua y carente de experiencia política. Que el pueblo desfavorecido no participó, sino en muy pequeña medida, en las guarimbas y otras expresiones de descontento. Que se entregó al gobierno (cosa extraña, nada menos que su enemigo mayor, a Diosdado Cabello) creyendo que éste, presionado por las manifestaciones, iba a soltarlo muy pronto. Craso error. Y los errores, en política, se pagan caros, muy caros. La única posibilidad de que Leopoldo (y los demás presos políticos) puedan salir en libertad es que un nuevo congreso electo tenga suficiente músculo como para torcerle el brazo al actual gobierno. Lo que VP debe hacer, si en verdad quiere liberar a su lider, es concentrar esfuerzos en lograr a una mayoría amplia en el Congreso y en rezar porque eso ocurra, y no en propiciar desviaciones costosas y a destiempo, como lo es la llamada a una constituyente. Como dijera el recién electo Jesús (“Chuo”) Torrealba, nuevo secretario de la MUD, “si, hay un plan para sacar a Leopoldo de la cárcel: las elecciones de diputados de 2015”. Un consejo a los amigos de VP: no desperdicien su tiempo, energía y dinero en empresas que lucen fútiles: concéntrense en conseguir mayoría amplia en el congreso.

Nos alegraron las palabras del diputado Cristóbal Fernandez Daló, quien en su reciente presentación en el Foro Social de Carabobo afirmó que desde su posición, ya fuera de la secretaría de la MUD, defendía la posición de buscar el consenso para ir a las elecciones parlamentarias de 2015 con una oposición unida y dispuesta a conseguir mayoría en el congreso. Y que aunque respeta la posición de VP, tampoco él la comparte.

Finalmente, respondo a mi propia pregunta: una constituyente es un mecanismo demasiado complejo como para que sea invocado con ligereza. Los cambios requeridos a la constitución actual bien pueden ser hechos sin tanto esfuerzo. En la distancia, me luce como la pretensión de matar un mosquito con una bala de cañón. Seguro que se falla...


Una estrategia alternativa para la oposición


Nelson Acosta Espinoza

En la entrega anterior ("¿De regreso a la política?") argumentábamos que la oposición democrática carecía de una apuesta de carácter estratégico. Disculpe, el amigo lector, por la contundencia de esta afirmación. Quizá sería más justo señalar que, por ahora, este sector no ha podido generar una visión alternativa de país. Y, añadíamos, que esta insuficiencia explicaba su vocación de carácter táctico. Desde luego, esta afición tiende, por un lado, a operar como obstáculo para pensar el país en términos de un nuevo paradigma y, por el otro, explica su propensión de actuar exclusivamente en el ámbito de carácter electoral. Cuidado, no estoy afirmando que desplegarse en esa esfera sea incorrecto. Por el contrario, lo erróneo es actuar sin la debida elaboración de una nueva narrativa que sustituya la ya agotada de la IV y V república.

Llegado a este punto parece necesario puntualizar algunos aspectos de orden teórico. De entrada excusen este sesgo de carácter académico. La semiótica enseña, por ejemplo, que el signo es uno de los ladrillos fundamentales usados para construir el significado. Éste se encuentra codificado por el emisor y debe ser decodificado por el receptor en función de su experiencia pasada, colocando el mensaje en un contexto cultural apropiado. Si usted usa el orden narrativo de su adversario, (por ejemplo, la oferta de las misiones) su destinatario (votantes, partidarios, ciudadanos, pueblo, etc.) lo decodificara en términos de ese paradigma. Y, en cierto sentido, reforzará el orden discursivo que se pretende modificar.

¿Cómo traducir lo anterior en términos del accionar político? ¿Gobierno y oposición hacen uso de una gramática política común? ¿Operan ambos en el mismo horizonte y comparten el mismo paradigma? Bien, preguntas complejas que apuntan hacia la necesidad de reforzar la idea de generar un nuevo pensamiento de carácter estratégico. Veamos.

En principio parece razonable sostener que fracciones de la oposición comparten con el oficialismo una concepción monolítica del país que no se presta para la valoración positiva de las diferencias que proporcionan identidad al colectivo nacional. En el plano práctico y, articulado a esta visión, sus organizaciones ejercen un "centralismo" que resta eficacia práctica e ideológica a la lucha política; operan, por así decirlo, con herramientas conceptuales que no facilitan la creación de un proyecto político alternativo.

A lo largo del siglo XX hasta el día de hoy, este paradigma fue conceptualizado con la famosa frase, (Uslar Pietri dixit) de "sembrar el petróleo". Más allá de su obvio significado, esta expresión equivalía a la idea, de acuerdo a la cual modernizar consistiría en domar los atavismos culturales regionales que supuestamente obstaculizaban el acceso a una supuesta condición moderna, unitaria y homogénea para todo el país. Un "Santos Luzardo"(misiones) gubernamental llevaría la civilización a los espacios emblemáticos donde reinaba, una "Doña Bárbara", símbolo de la barbarie. Desde Pérez Jiménez a Hugo Chávez, con distintas denominaciones, ha prevalecido este afán voluntarista de proporcionar homogeneidad a la diversidad que nos caracteriza como pueblo y nación. Desde luego, siempre cabalgando sobre el potro de la renta petrolera.

En fin, un proyecto político alternativo debería asumir discursivamente esta relación entre lo "uno" y lo "diverso". En otras palabras, pensar al país en términos del juego infinito de sus diferencias. Federalizar el discurso político, en consecuencia, implicaría traspasar los límites de las propuestas jurídico-constitucionales y hundir sus raíces en los particularismos e identidades que alimentan conflictos y antagonismos que enriquecen nuestra complejidad cultural y política.

Como sabemos, la uniformidad no es democrática.