sábado, 30 de enero de 2016

“Nuevo gobierno ya”

Nelson Acosta Espinoza
“Hacer la guerra y hablar de paz”. Esta frase definió con simpleza la estrategia desarrollada por el general Võ Nguyên Giáp durante la guerra de Vietnam. En forma sencilla, pudiéramos resumir esta táctica en la siguiente afirmación: las acciones guerreras  estaban supeditada al logro de objetivos políticos. Ellas, por si misma, carecían de valor estratégico.

Por el contrario, el ejército norteamericano, colocaba todas sus esperanzas de triunfo en su superioridad militar. Los acontecimientos probaron lo equivocado de esa estrategia y lo acertado que estaba el general Giáp  al colocar el acento en los efectos políticos de las batallas militares. La denominada ofensiva de Tet, impacto de tal forma la opinión pública americana que abrió  la senda definitiva para las conversaciones de paz en Paris. Lo demás es historia conocida.

Con esta referencia histórica intento ilustrar que la negociación siempre estará presente en el ámbito de los conflictos humano, sea estos de naturaleza militar o político. Pero en todos ellos es necesario desarrollar estrategias que presionen a los actores a iniciar conversaciones y transacciones de naturaleza política.

La historia brinda ejemplos que  ilustran las transiciones  vía la transacción política. Estas negociaciones se dieron en circunstancias difíciles y abortaron soluciones de naturaleza violentas. Me refiero, por ejemplo, la España de Adolfo Suarez (1932-2014); la ocurrida en Chile que permitió el traspaso del poder político desde las fuerzas armadas, encabezadas por su comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet, hacia el presidente democráticamente elegido, Patricio Aylwin.

Nuestra  historia política ofrece ejemplos tácitos de negociación para dar respuestas pacificas a situaciones de naturaleza conflictiva. El Programa de Febrero constituyo la respuesta de gobierno del  presidente Eleazar López Contreras al clima de inestabilidad política que se experimentó en el país a la raíz de la muerte del Juan Vicente Gómez. Su sucesor el general Medina Angarita, igualmente, dio muestras de voluntad de negociación a los pedimentos democratizadores de la oposición democrática de la época.

Con estos ejemplos intento salir al paso a ciertas posiciones presentes en el seno de la oposición democrática. Algunos sectores no ven la posibilidad de transacción ante la profunda crisis que vive el país. Sostienen que este gobierno está muy lejos de iniciar negociaciones conducentes a producir soluciones concertadas a la crisis. Desde luego, hay cierta certeza en esa afirmación.

Me explico. Se requeriría una fuerte resistencia popular para obligar a la gobierno a sentarse a negociar una transición política en paz. Y, este componente está ausente, por ahora. Hay un cierto “encantamiento” con las discusiones que se suceden en el parlamento y que son trasmitidas, parcialmente, en vivo por canales televisivos. Esta “distracción” y las próximas elecciones de alcaldes y gobernadores desvían la atención sobre lo verdaderamente importante: los sufrimientos que padece la totalidad de la población.

Ojo, la economía por sí misma no cambia gobierno. Se requiere colocarla al servicio de la resistencia política. Organizar la protesta cívica e intentar resumir la profunda crisis que sufrimos en consignas políticas que interpele a la población y la movilice en la búsqueda  de una salida política a esta crisis.

“Hablar de paz y hacer la guerra”. La dirección política de la oposición debe traducir políticamente esta consigna. Es indispensable obligar al gobierno a sentarse a negociar una solución pacífica a esta crisis terminal que sacude los cimientos de la nación.

En mi juventud los sectores de izquierda intentaron movilizar a la población  con la consigna “un nuevo gobierno ya”. Hoy día, la mayoría de los venezolanos culpan al gobierno como responsable de sus calamidades. “Nuevo gobierno ya” pudiera ser la consigna de la resistencia cívica.

El Dr. Eduardo Fernández visito la ciudad de Valencia y se reunió, en dos ocasiones y en escenarios distintos, con personalidades representativas del acontecer político, cultural e institucional de la ciudad. Durante sus presentaciones dio a conocer una agenda compartida compuesta de cuatro objetivos: fortalecer las instituciones democráticas, reactivar la producción y el empleo, desarrollar un amplio programa social y promover una política de reconciliación nacional. Al igual que la consigna de  mi juventud, el Dr. Eduardo Fernández se inclina, igualmente,  por la necesidad de “un nuevo gobierno ya”, dentro del marco de “una cultura de paz, civilidad y entendimiento”.


Sin duda alguna. Solo en el marco de grandes acuerdos podremos construir el camino hacia una transición democrática en paz. 

Sobre el debate en la AN. El tiempo ha comenzado a contarse en reversa


Asdrúbal Romero M. 



Me preguntan: ¿Por qué no has vuelto a escribir sobre el país? Cuando aprecio que dispongo de tiempo para explicar mi repuesta al interlocutor de turno, comienzo expresándole que en mi fuero interno no siento que haya nada nuevo sobre qué escribir. Suelen mirarme con cara de cómo puede ser eso, si todos los días se producen noticias profusamente comentadas, sobre todo con ese tira y encoge que se viene escenificando a nivel de la Asamblea Nacional (AN). Lo cierto es que, eventos más, eventos menos, yo siento que lo que viene ocurriendo en el país continúa apegado a las líneas gruesas de un guión que no se ha alterado ni en un ápice.

El país sigue encaminado hacia un desastre humanitario. Pareciera, incluso, que en el exterior están más claros sobre lo que nos viene. La resonante victoria de la oposición el 6D abrió una rendija de oportunidad para que se produjese un cambio de dirección, pero fue el mismísimo gobierno quien se encargó de cerrarla con un rotundo portazo, al dar muestras claras que no estaba dispuesto a rectificar sus políticas para atender lo que ellos mismos reconocen como una situación de emergencia económica.

No hay rectificación, por ende: las nefastas tendencias continúan, implacablemente, dictaminando el rumbo hacia el precipicio. Sobre su origen ya hemos hablado en diversas oportunidades en este espacio de opinión, por lo que no voy a abundar en ello. Sí voy a insistir en que tales tendencias, como consecuencia de su propia dinámica y de que no se ha producido ni una sola medida gubernamental que intente contrarrestar los dañinos desequilibrios que las generaron, continúan retroalimentándose positivamente, tal cual una bola de nieve que viniese rodando por una pendiente cada vez más escarpada, haciéndose más voluminosa e incrementando el esfuerzo que se requeriría para, al menos, desacelerar su marcha. Se requiere detenerla y comenzar a empujarla cerro arriba, lo que nos aporta una lectura sobre lo doloroso y traumático que será para todos los que aquí habitamos: el programa de ajustes que habrá de implementarse para corregir ciento ochenta grados este insensato rumbo hacia un gravísimo estado ruinoso del país en lo económico y en lo social.

Se ha perdido mucho tiempo ya. Y se continúa perdiendo. La explosión, estallido, o como se le quiera llamar, puede ocurrir en cualquier momento. Hay quienes me argumentan que no va a pasar nada, que el pueblo ya se ha acostumbrado a todo lo malo que le ha deparado este régimen. Y yo me enrabieto, realmente es así, cuando no logro hacerles ver que este proceso es como el de una liguita que se continúa estirando. Uno podrá equivocarse en el pronóstico del tiempo que le tomará a la liguita reventarse, pero: ¿puede haber dudas que de continuarse estirando a ésta va, ineluctablemente, a llegar el momento en que se rompa?

En este escenario, que es el que a mí más me conmueve, todo lo demás me resulta, sinceramente, un tanto accesorio. ¿Para qué voy a escribir opinando sobre lo chévere que me pareció el discurso de Henry Ramos Allup después del de Maduro, supuestamente, rindiendo cuentas? ¿O el de Pizarro, Marquina o Montoya? Si lo hago, también tendría que destilar algunas críticas sobre las prioridades que se vienen reflejando en la selección de los temas que conforman la agenda legislativa –ya se comienza a observar acerbas críticas en las redes sociales con respecto a esto-. Ya se sabe lo mal que lo llevamos en este país los “managers de tribuna”, máxime cuando corremos el riesgo de ser calificados de impenitentes nubes negras.

En resumidas cuentas: yo no desestimo, para nada, el inmenso esfuerzo político que se ha hecho para que la AN recupere su espacio de ser la gran palestra política que el país se merece en este tiempo tan oscuro y ante el proceder tan correoso del régimen que controla los demás poderes. Pero, ya a estas alturas se debería haber internalizado que la AN, debata más, debata menos, no va a lograr con sus deliberaciones torcer el infausto rumbo de empobrecimiento que ya hemos caracterizado. Si la mayoría de la AN intentara navegar hacia aguas más profundas, tratando de ser pertinente a las expectativas de ese pueblo que votó, mayoritariamente, por ella para que le comenzaran a resolver sus problemas de sobrevivencia, ya está cantado que el Régimen la va a desconocer por “inconstitucional proceder”.

Los diputados de la Oposición, en consecuencia, deben tomar consciencia que ese espectáculo político en la AN, por sí sólo, tiene un lapso finito de tiempo en el que puede resultar políticamente eficaz. Transcurrido ese lapso, corren el riesgo de ser víctimas de un “Que se vayan todos”, como el que se produjo en Argentina (2001) en una crisis que me atrevo a calificar de menos grave que la que tenemos entre manos -también el movimiento de los indignados en España (2011) recurrió a este slogan-. Deben saber también, aprovecho para manifestarlo, que a una inmensa mayoría nos resulta, angustiosamente, irritante que estén dispuestos a protagonizar un debate electoral abierto sobre las diferentes opciones candidaturales para las elecciones de gobernadores para finales de este año. Señores, en este país el tiempo se ha comenzado a contar en reversa, con relojes de una arena humedecida por las copiosas lágrimas de esta crisis.

¿Qué debe entonces hacer la Oposición? El debate político en la AN debe continuar, pero la estrategia debe ajustarse con la visión de alcanzar una posición de mayor fortaleza política en ese enfrentamiento de poderes que ya es crónica anunciada. Lo otro, lo más importante, lo que es distinto al “por sí solo”, es ponerse a la cabeza del pueblo a los efectos de liderizar, con buen tino político, un gran movimiento de protesta pacífica que no se detenga hasta salir de este gobierno, porque con él, ya está demostrado, no vamos a salir de esta crisis, todo lo contrario: se va a seguir profundizando. Me sumo así, públicamente, a las voces de otros generadores de opinión que han comenzado a decirlo. El debate en la AN no puede convertirse en factor anestesiante de la voluntad de cambio que motivó al pueblo a conferirles una holgada mayoría.





sábado, 23 de enero de 2016

“Héroes en retirada”

Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigos lectores, pareciera que estamos llegando a la fase final de este nefasto experimento del socialismo del siglo XXI. Para sustentar esta afirmación bastaría un breve repaso de los sufrimientos que padece la población. Por donde usted se desplace y mire podrá observar la evidencia de este fiasco. Las “colas”, por ejemplo, constituyen el símbolo de la farsa que montó este gobierno sobre los ingresos petroleros más elevados de nuestra historia republicana.

Paradojas de la historia. Después de despilfarrar estas entradas, enfrenta en la actualidad una crisis de carácter terminal. El presupuesto para el año 2016 ha sido calculado a 40 dólares el barril. Los expertos en este ramo prevén un descenso de su valor de 20 a 10 dólares. Imagínese, amigo lector, la magnitud de la crisis fiscal que se avecina. Los costos de producción de un barril de petróleo están en el orden de 13,15. Esto deja al país con un ingreso de 8,72 dólares por barril producido, Estas cifras han sido señaladas por Eulogio Pino actual ministro de Petróleo y Minería. No hay opción. Se está configurando una situación de naturaleza catastrófica, en particular, en el área de abastecimientos de alimentos.

Para enfrentar esta crisis el gobierno intenta aplicar una estrategia de “huida hacia adelante”. Me parece que esta expresión califica adecuadamente el decreto de Emergencia Económica presentado a la consideración de la Asamblea Nacional. Se pretende aumentar el control discrecional sobre los recursos presupuestarios y activos del sector privado; combatir la inflación “a través de la implantación de un corralito a la moneda nacional” entre otras medidas, algunas de naturaleza confiscatoria. Se intenta, igualmente, que la oposición se haga corresponsable de la ejecución de este decreto de emergencia y, de este modo, hacerla corresponsable de los efectos negativos que la misma tendrá sobre el nivel de vida de la población. Corresponde, con la inmediatez del caso,  a los líderes de la oposición explicar en forma contundente las verdaderas razones detrás de este descalabro político, económico y social. Punto de partida para formular una política de transición hacia una sólida y genuina democracia.

Me parece que la situación crítica que vive el país requiere de una política y un liderazgo a contrapelo al que ha caracterizado este torbellino bolivariano. ¿Qué queremos señalar? ¿Qué naturaleza de “héroe” requeriría esta coyuntura?

Podría parecer extraño, a juicio de algunos lectores, afirmar que en el marco de esta confrontación la “retirada” podría ser una de las estrategias posibles en nuestro escenario político. No se asusten. Uso este término en el sentido que le otorgo el escritor alemán Hans Magnus Enzensberger (Alemania 1929). Este autor utiliza el término “héroes en retirada” para destacar figuras que orientan su conducta en el sentido contrario al de las grandes conquistas, Se refiere “a los héroes que no representan el triunfo, la conquista, la victoria, sino la renuncia, la demolición, el desmontaje”.

El país se encamina a una confrontación de consecuencias impredecibles. El oficialismo, por ahora, no da muestra de conducirse bajo  reglas democráticas. La alocución del vicepresidente Aristóbulo Istúriz, no mostró señales de rectificación y voluntad política para llegar acuerdos razonables con la oposición.

En fin, la historia enseña que en circunstancias similares los pueblos encuentran el camino que los conduce hacia una retirada de la situación que los acosa. ¿Quién podría ejercer este rol en el país? En la actualidad no es posible dar respuesta a esta interrogante. Sin embargo, la historia enseña que este tipo de héroes siempre aparecen. Eleazar López Contreras, Medina Angarita, por ejemplo,  supieron “retirarse” y con su conducta abrieron los cauces de la democracia en el país.


Es tarea inmediata desactivar esta conflictividad, sin posturas heroicas. ¿Quién podrá ejercer el papel del “héroe en retirada”? Queda abierta la interrogante.

La descentralización es el verdadero poder popular

Carlos Tablante: 
Una de las tareas urgentes de la nueva Asamblea Nacional es restablecer la plena vigencia de la Constitución en todas las áreas.

Las prioridades están en los temas económicos, sociales y de seguridad ciudadana y justicia. Sin duda, la corrupción y la impunidad, causas principales de los males que estamos padeciendo, tendrán especial atención.
Para todo ello es indispensable convocar a los gobernadores y alcaldes y darles apoyo para la realización de las tareas que sea necesario acometer. Debemos revisar el funcionamiento del Consejo federal de gobierno y de los Consejos estadales de planificación para optimizar y hacer más eficiente el gasto de inversión pública en estos momentos de grave crisis económica y social.
El artículo 4 de la Constitución Nacional define a Venezuela como un estado federal y descentralizado. Los artículos 157 y 158 señalan a la descentralización como una política nacional dirigida a profundizar la democracia transfiriendo competencias hacia los estados, municipios y comunidades.
La existencia de una serie de competencias exclusivas y concurrentes entre los distintos niveles de gobierno hace necesario revisar la aprobación de leyes contrarias a los principios constitucionales que se han producido en los últimos años. Por ejemplo, hay que devolver a los gobiernos regionales la administración de autopistas, puertos y aeropuertos ya que se trata de competencias exclusivas, entre muchas otras.
Por otro lado, sin autonomía financiera no hay descentralización posible. Se debe exigir el cumplimiento estricto de la asignación del Situado constitucional y la revisión y promulgación de la Ley de Hacienda Pública Estadal, aprobada y engavetada desde 2004.
Como hemos dicho, la descentralización es el verdadero poder popular que se debe expresar mediante la corresponsabilidad y sin las ataduras del control clientelar y paternalista impuesto por el centralismo autoritario y militarista.
El objetivo de la descentralización es transferir poder al municipio y a la sociedad como garantía de un buen gobierno, transparente y eficiente.
No estamos en desacuerdo con la figura de los consejos comunales siempre y cuando estas instancias sean verdaderamente representativas de las comunidades y sus directivos sean escogidos democráticamente, sin necesidad de que sus registros y proyectos sean controlados por el gobierno central como ocurre ahora con el ministerio de las Comunas.
Hemos insistido que la transferencia estado-municipio y la transferencia estado-sociedad, son los motores de la descentralización que necesitamos en estos tiempos. Ello significa que las municipalidades y los consejos comunales deben convertirse en estructuras básicas para el relanzamiento de la descentralización en Venezuela.
Actualmente, por las desviaciones autoritarias y militaristas presentes en el gobierno, las organizaciones de base comunitaria están controladas por el poder central, anulando a las instancias intermedias: estados y municipios. A través de la imposición de un estado comunal inconstitucional han intentado borrar del mapa a los estados, a los gobernadores, a los municipios y alcaldes, los consejos municipales y las juntas parroquiales. La intención ha sido secuestrar a los movimientos comunitarios y usarlos como instrumentos de choque y conflicto al servicio exclusivo de una parcialidad política.
Debe existir la coordinación y la colaboración desde un Municipio fortalecido para promover así un auténtico poder popular que funcione en doble vía: de arriba hacia abajo con transferencia de poder del nivel central a los estados, de los estados a los municipios y de éstos a las comunidades. Se trata de municipalizar la vida pública, fortalecer la instancia de poder más cercana a la gente. Y de abajo hacia arriba, con unas comunidades más activas, más comprometidas y organizadas, movilizadas, contraloras del gasto para evitar el derroche, la ineficiencia y la corrupción. Organizaciones populares que exijan transparencia y rendición de cuentas a los administradores de los dineros públicos.

La verdadera autonomía fiscal de los estados pasa necesariamente por la reactivación del aparato productivo. Precisamos de una economía basada en el emprendimiento, la innovación, que nos permita abastecernos y ser capaces de transformar nuestras materias primas en productos terminados hechos en Venezuela para convertirnos en exportadores y depender menos de las importaciones. Nuestra economía debe ser productiva y solidaria, pero no se puede repartir riqueza si ésta no se genera.



El politólogo que vino del frío

Manuel Arias Maldonado*

Tras irrumpir en la conversación pública española con un puñado de artículos de opinión que demostraban a la vez originalidad reformista e independencia ideológica, el politólogo Víctor Lapuente se ha decidido a reunir las claves de su pensamiento en un volumen de título tan provocativo como seductor. Huelga decir que un producto editorial de estas características florece en el terreno abonado por la crisis económica que ha conducido a la sociedad española a un estado de efervescencia reflexiva cuyo final feliz no está garantizado. Para contribuir a asegurarlo, convendría tener a mano trabajos como este, ya que, como advierte el autor, la historia demuestra que la moderación es más adecuada que el radicalismo cuando de reformar se trata.

La pregunta fundamental que Lapuente se hace es sencilla: ¿por qué se vive mejor en unos países que en otros? Y su original respuesta es que depende de la retórica política dominante en cada sociedad. O sea, del modo en que se discuten los problemas colectivos, que condicionará las soluciones que con ellos se ensayen. Eso significa que otras categorías binarias, tales como izquierda/derecha o vieja/nueva política, tienen menos importancia de lo que parece en comparación con esa suerte de metacategoría que alude a la forma en que se encuadran los asuntos colectivos y se canaliza el conflicto entre versiones contendientes del bien. Se sentiría uno tentado a ver en la retórica política un lugar de encuentro de las tesis institucionalistas (para las que son las instituciones vigentes las que determinan el éxito o fracaso de una sociedad) y las culturalistas (que ven en las mentalidades el factor decisivo). Nótese que hablar de mentalidades o cultura no es lo mismo que aludir a la “genética” de una sociedad: esta no puede cambiar, aquellas sí. Igual que la retórica sobre la que Lapuente pone el foco. Y su deseo es que elijamos bien entre los dos tipos ideales que nos presenta: el chamán y la exploradora.

Sobre esta disyuntiva organiza el autor su discurso. En esencia, se trata de la distinción entre la ideología y el pragmatismo. Mientras que el chamán prefiere los ideales a los datos y desea realizar cambios radicales en todas las esferas sociales, agitando persuasivamente categorías fantasmales como “el neoliberalismo” y “el sistema” (que Lapuente acierta a definir como “equivalente progre de la palabra ‘diablo’ para los religiosos medievales”), la exploradora es más pluralista y atiende a los datos empíricos para forjar consensos de los que emergen políticas cuya implantación se encarga a profesionales con un alto grado de autonomía. No está claro por qué el maligno chamán es masculino y la virtuosa exploradora es femenina, pero asumamos que es el signo de los tiempos. En cualquier caso, tal distinción estaría presente en la cultura humana desde sus inicios: aquello que decía Borges de que todos los hombres nacen platónicos o aristotélicos.

Para Lapuente, los partidos populistas que han recobrado protagonismo en nuestras democracias de la mano de la crisis amenazan con imponer una retórica de chamanes, que por lo demás florece por igual a izquierda y derecha del espectro político. Un mérito destacado del autor es incluir a medios de comunicación e intelectuales públicos en el catálogo de causas que explican el rebrote del maximalismo populista: lejos de ser un espejo en el que la sociedad se refleja, aquellos pulen una lente deformada que distorsiona las expectativas ciudadanas y simplifica las causas de unos males también debidamente exagerados. Resulta así más difícil hacer diagnósticos ajustados sobre los problemas sociales y encontrar las políticas más prometedoras para atenuarlos. Es significativo que Lapuente defienda la Tercera Vía representada por Schröder en Alemania y Tony Blair en Gran Bretaña, líderes que se atrevieron a desatender sus obligaciones ideológicas en beneficio de la realidad: un delito de leso progresismo que los ideólogos de guardia jamás perdonarán.

Asimismo, el autor hace un elogio minucioso de los países nórdicos como sociedades pragmáticas que combinan un alto grado de protección social universalista, una política económica competitiva y una administración pública profesionalizada que limita los efectos perniciosos de la influencia partidista. Un incrementalismo, en suma, que Lapuente echa de menos en la Unión Europea, a la que critica por haber arruinado el laboratorio de políticas públicas que las sociedades europeas podrían implementar; una apreciación discutible a la vista de la diversidad que exhiben las sociedades europeas en muchos aspectos importantes de su política pública. Quizá la preferencia del autor por los Estados pequeños y flexibles permita explicar la severidad con que censura la Europa realmente existente, sin la indulgencia que acaso merezca la formidable dificultad de construirla. En cambio, es menos comprensible que no diga una sola palabra del nacionalismo, excluido sin razón aparente del listado de los relatos chamánicos de nuestro tiempo.

Hay mucho más en este libro recomendable para cualquier ciudadano interesado en los asuntos públicos, escrito de manera accesible, trufado de fábulas y ejemplos sencillos que buscan crear un estilo divulgativo en ocasiones un tanto chirriante (a estas alturas, quizá convendría imponer una tasa sobre las citas de La vida de Brian) pero por lo general eficaz. Su tesis central, indemostrable pero plausible, merece en todo caso la máxima atención en un país tan inclinado como el nuestro a elegir al revés de como debe: “Tremendismo en lugar de realismo, idealismo en lugar de pragmatismo, soberbia demagógica en lugar de escepticismo humilde, adjetivos calientes en lugar de sustantivos fríos, dialéctica de lucha en lugar de consenso, utopía de incrementalismo, fantasiosos Quijotes en lugar de pragmáticos Sancho Panzas.” Ojalá que este magnífico trabajo sirva para que nos parezcamos un poco más a la mejor Suecia y un poco menos a la peor Italia.

*Letras Libres Diciembre 2015

sábado, 16 de enero de 2016

¿Oposición y gobierno atrapados por la lógica de la polarización?

Nelson Acosta Espinoza
La situación económica es desastrosa. Los anaqueles de los supermercados y otros negocios dedicados al ramo de distribución de alimentos se encuentran vacíos. Se han cumplido las predicciones que alertaban que el país se encontraba enrumbado hacia una situación de crisis de naturaleza humanitaria. Se enfrenta una escasez que pone en peligro la salud y bienestar de los sectores populares. Esta circunstancia afecta por igual a los sectores medios de la población. En fin, el chavismo-madurismo logró lo impensable: al estilo cubano estamos atravesando nuestro “periodo especial”.

Es bueno recordarlo. En ese lapso, los cubanos se vieron afectados por un severo racionamiento, una destrucción de su industria y reformas en el sector agrícola que termino por arruinarlo.  En general el empobrecimiento de la población generó problemas de salud y una desmoralización generalizada que se expresó en migraciones (balseros) y prostitución de la juventud, entre otros males.

Ahora bien, ante este panorama ¿Cuál ha de ser la conducta política apropiada de parte de los sectores democráticos? O en términos más generales ¿Qué espera la población que sufragó mayoritariamente el 6D por la MUD?

Vamos a intentar responder esta interrogante. La respuesta apunta a un terreno movedizo y sujeto, desde luego, a diversas interpretaciones. Me permito postular lo siguiente. Ambas agrupaciones, oposición y oficialismo, optaron por la confrontación y, su consecuencia inmediata, la polarización.

El gobierno no ha dado un paso atrás. No ha enviado señales en busca de un entendimiento que pudiera sentar las bases para una salida acordada a la profunda crisis que confronta el país. Por el contrario, bajo la dirección del diputado Cabello se intentó un “fujimorazo” para desconocer la institucionalidad del parlamento. Previamente, el gobierno se apoderó del Tribunal Supremo de Justicia, en un jugada de corte antidemocrático y sin fundamento legal. La oposición, por su parte, desde la primera intervención en la Asamblea Nacional de su Presidente, el diputado Ramos Allup, anunció una política orientada a precipitar la salida del Ejecutivo. En cierto sentido envió señales que advertían que la bancada de la oposición no estaba en disposición de abrirse a un proceso de negociación. La precipitada salida de los cuadros del parlamento pudiera verse como símbolo de esa política.

Pareciera, entonces, que los actores políticos se encuentran atrapados dentro de la lógica de la polarización. Esta narrativa, ojo es importante insistir sobre este punto,  no interpela a la mayoría de la población que voto por un cambio que abriera horizontes de futuro. Tengo la impresión que los electores que hicieron posible este cambio no están siendo escuchados con la debida atención. La polarización no ayuda a construir la nueva mayoría que sustentara los anhelos de cambios que anidan entre los venezolanos.

Se aproxima un nuevo ciclo electoral (elecciones de alcaldes y gobernadores). Estos comicios se van a dar en el marco de una situación desastrosa desde el punto de vista económico. Déficit fiscal que sobrepasa los 18 puntos del PIB; cuatro tipos diferentes de cambios; caída de la actividad económica que alcanzó más de 10 puntos de PIB e inflación por encima del 270%.

La coyuntura es apropiada para formular una estrategia que despolarice. Sería pertinente, entonces,  ir a la búsqueda de acuerdos políticos que proporcionen soporte para enfrentar los retos políticos y económicos que demanda esta desastrosa situación económica.

Brevemente, un comentario sobre lo sucedido en la Asamblea Nacional el día viernes 15 de  este mes de Enero. La ocasión: el discurso anual a la Nación. No hubo sorpresas. El Presidente Maduro reiteró su confianza en el esquema económico y político que se ha venido implementado a lo largo de esta década y media de revolución bolivariana. Lo novedoso, hasta cierto punto, fue la presentación de un decreto de emergencia económica – propuesta diseñada para gobernar por decreto durante los próximos dos meses (prorrogables)- el objetivo sería compartir con la oposición el costo político del desastre en el cual estamos sumidos.

Por su parte el Presidente de la Asamblea Nacional, Ramos Allup, respondió todas y cada uno de los argumentos esgrimidos por el Presidente. En el inicio de su intervención apuntaló el carácter autónomo del poder legislativo. “Que nadie se equivoque. Este es ahora un poder constitucional autónomo que va a debatir, controlar y legislar”.

Por otra parte, reafirmó la voluntad de diálogo; “Si hay rectificación y diálogo sincero estamos dispuestos a sentarnos a conversar. Bienvenido el diálogo, pero que sea permanente, avisó”.

Desde luego, no es fácil implementar una estrategia de esta naturaleza. Sin embargo, incrementar la presión social pudiera constituir un mecanismo que ayude a disolver la polarización política. Siempre y cuando se encuentre en sintonía con los anhelos de la población que se pronunció el 6D.





La trampa del Decreto de Emergencia Económica


Humberto García Larralde, 
El presidente Maduro ha dado una vuelta más de tornillo a su guerra contra la economía presentándole a la Asamblea Nacional un decreto de Emergencia Económica, argumentando lo dispuesto en los artículos 337 y 338 de nuestra Carta Magna. Se solicita: 1) disponer a discreción de los recursos presupuestarios del 2015 (saldo en caja) y del 2016 para gasto social; 2) la eventual requisición del sector privado, de “…los medios de transporte, canales de distribución, centros de acopio, beneficiadoras, y demás establecimientos, bienes inmuebles y demás mercancías que resulten necesarios para garantizar el abastecimiento oportuno de alimentos a los venezolanos, así como otros bienes de primera necesidad”; y 3) la agilización de procedimientos administrativos referidos a contrataciones públicas, trámites cambiarios, y para importar y trasladar mercancías. Adicionalmente, insta a las empresas públicas y privadas a aumentar sus niveles de producción y abastecimiento, y anuncia posibles medidas, en coordinación con el BCV, para restringir los flujos monetarios y las transacciones, tanto de moneda nacional como de divisas. El decreto es salpicado además con alusiones al fortalecimiento de las misiones socialistas y a la participación de órganos comunales y de sectores sociales en su instrumentación. Finalmente, en el artículo 4° deja abierta la posibilidad de instrumentar medidas adicionales a conveniencia del Presidente.

En resumen, lo que se propone es un mayor control discrecional sobre recursos presupuestarios y activos del sector privado, incumplir algunos requisitos establecidos en trámites relacionados con la participación del Estado en la economía, y el combate a la inflación a través de la implantación de un “corralito” a la moneda nacional. ¡Un gobierno que ha pasado a la historia como el más incompetente de todos, se afianza en el voluntarismo para manifestar que la emergencia se supera a punta de medidas administrativas, siempre que se le dote de recursos para su libre disposición!

Como reseña la prensa, más de lo mismo, pero ahora amparado en un instrumento legal que sirve de patente de corso para aplicar controles y en cuanto al usufructo discrecional de bienes y recursos financieros. Aunque el decreto no se refiere a ella explícitamente, su presentación a la Asamblea Nacional se realiza en el marco de un discurso –la presentación de la Memoria y Cuenta de Maduro- que resaltaba a la “guerra económica” como causante de los descalabros a superar. Es decir, no hay la mínima disposición a rectificar la desastrosa conducción de los asuntos económicos.

Y uno se pregunta si la presentación de este decreto a la consideración del organismo legislativo nacional no será una especie de trampa de un Maduro desesperado para achacarle la culpa a las fuerzas democráticas de las penurias que agobian a los venezolanos. Porque nadie que tenga en mente el bienestar de la población podría aprobar, en su sano juicio, semejante insensatez.

Una lectura diferente podría señalar, empero, lo positivo que el Presidente de la República esté pidiendo, por primera vez, apoyo para salir de un atolladero que está acabando con su gestión y de la cual no tiene idea cómo superar. En este caso la trampa la representa la incapacidad de Maduro de romper con el cepo impuesto a sí mismo de no desviarse del legado del “comandante eterno” y de rendirle pleitesía al discurso comunistoide para conservar la poca legitimidad que tiene entre los suyos. No tiene idea de por qué se engendró la crisis, ni mucho menos cómo salir de ella.

Lo anterior se refleja en el diagnóstico del que parte el decreto cuando señala, en su artículo primero, que su propósito es “…atender eficazmente la situación excepcional, extraordinaria y coyuntural por la cual atraviesa la economía venezolana…” ¿Qué tiene de “coyuntural” una crisis engendrada por la implantación deliberada de un proyecto que pretende pasarle por encima a las leyes que rigen el comportamiento económico? ¿Cómo no entender que el esquema de controles y de regulaciones, de financiamiento monetario de los déficits de la gestión pública, de la ausencia de rendición de cuentas y de la discrecionalidad en el usufructo de los recursos del Estado, del negocio de reventa de bienes regulados, dólares obtenidos a tasas preferenciales y –sobre todo- gasolina (en otros países), representan una verdadera mina para hacer fortunas de la noche a la mañana, la fuente primal de la corrupción y de la degradación moral que está carcomiendo al país? ¿Cómo pedirle al sector productivo que incremente sus niveles de producción, como pretender “…estimular la inversión extranjera en beneficio y desarrollo del aparato productivo nacional, así como las exportaciones de rubros no tradicionales como mecanismos para la renovación de nuevas fuentes de empleo, divisas e ingresos”, cuando el verdadero negocio está en la extorsión, las empresas de maletín, el tráfico de estupefacientes, el lavado de divisas mal habidas, el arbitraje entre el precio oficial de la divisa y su cotización en el mercado paralelo, y el “bachaqueo” especulativo, todo ello resultado  de la impunidad, la destrucción del Estado de Derecho, la ausencia de controlaría a la gestión pública y la toma discrecional de decisiones centradas en la Presidencia? ¿No estará aquí la razón del Decreto?

Y ello pauta el desafío de la oposición democrática para no caer en la trampa representada por el Decreto de Emergencia Económica. Insistir en que si no se levantan los controles, se endereza el gasto público, se elimina el financiamiento “inorgánico” del BCV al gobierno, se unifica el tipo de cambio y se negocia inteligentemente la consecución de financiamiento internacional para romper la asfixia del sector externo, no hay manera de superar el “Estado de Emergencia”. Y ello no requiere de ningún estado de excepción sino voluntad política y un equipo capaz y coherente, menos cuando ello significa poner en manos de un individuo tan torpe y de mente enfermiza como Nicolás Maduro la suerte económica del país -sin las garantías constitucionales del caso-, durante 60 días, prorrogables dos meses más. La naturaleza estructural –¡no “coyuntural”!- del desastre ungido por la aplicación de un proyecto retrógrado, rígido, despilfarrador y destructivo, requiere de un ajuste omnicomprensivo y profundo que este gobierno no es capaz de realizar.

El desafío de las fuerzas democráticas en la Asamblea Nacional es, al respecto, de naturaleza educativa, comunicacional, de saber explicar las verdaderas razones del descalabro económico que está acabando con los medios de vida del venezolano, como razón para negar el decreto. Y quien quita que ello no abra espacios para que factores ligados al gobierno rompan la trampa en que ellos adrede se han metido por su incapacidad de pensar con cabeza propia.  La transición hacia un gobierno distinto, que rescate un futuro mejor para los venezolanos, pasa por ahí.



sábado, 9 de enero de 2016

La tozudez del oficialismo

Nelson Acosta Espinoza
Como era de esperarse, el año se inició con turbulencias de naturaleza política. Al oficialismo le cuesta asimilar la derrota electoral sufrida en las pasadas elecciones parlamentarias. No logran articular, en forma apropiada, una conducta política a la altura de un parlamento, ahora sí, de talante democrático. Hasta el momento han exhibido, en el debate parlamentario,  respuestas cónsonas con su naturaleza autoritaria.

En esta semana, este espíritu de confrontación llego a su altura máxima. El diputado Diosdado Cabello rechazó que la mayoría parlamentaria haya juramentado a tres diputados del estado Amazonas, cuya investidura el Tribunal Supremo de Justicia había suspendido cautelarmente. Insistió,  que la Asamblea Nacional, tras esta decisión “no tiene legitimidad de ningún tipo”. La consecuencia de una afirmación de esa naturaleza es obvia: se intenta estimular artificiosamente una confrontación entre los dos poderes fundamentales de la democracia del país: Asamblea Nacional vs. Ejecutivo.

Esta provocación se produce en el marco de una situación económica de extrema gravedad. El año 2015 cerró mostrando los peores indicadores económicos de nuestra historia reciente. La inflación alcanzó niveles nunca antes experimentados y la escasez se ha profundizado al punto de comenzar a configurar un escenario de naturaleza humanitaria. Por otro lado, la actividad económica descendió por la baja productividad y la caída del consumo de la población. Con estos antecedentes este año promete ser aun peor ante las decisiones del gobierno de no tomar medidas para superar esta crisis.

La reciente designación del sociólogo Luis Salas Rodríguez como Ministro de Economía Productiva quien tendrá la responsabilidad de coordinar el gabinete económico, revela la negativa del gobierno de introducir cambios en su estrategia económica. Antes por el contrario, el nuevo ministro es un ferviente partidario de la tesis de la “guerra económica” como causante de los problemas que confrontan los venezolanos. Para este ministro carece de sentido “seguir hablando de inflación y escasez cuando de lo que estamos hablando es de especulación, usura y acaparamientos”.

Bien, entre la postura política  asumida por Diosdado Cabello y la tomada, en el ámbito económico por este ministro de economía, no queda mucho espacio para el entendimiento y la necesaria reconciliación entre los venezolanos. Pareciera que el sector “duro” del oficialismo apuesta  por la confrontación.

Sin embargo, la dirección política de la oposición debe insistir en la construcción de espacios para la coincidencia con sectores moderados del oficialismo. Estos grupos existen y demandas fórmulas de entendimiento. La base electoral que dio el triunfo a la Mesa de la Unidad aspira conductas de esta naturaleza. La profundidad de la crisis demanda imperativamente la formulación de políticas de este corte. Desde luego, con firmeza y sin vacilaciones.

Esta debería ser la conducta política que deberá exhibir la MUD para poder enfrentar con éxito las confrontaciones que se avecinan.

Un articulista recordaba recientemente que los primeros meses del año, históricamente han sido escenarios de tormentas políticas. Mezcla de “resaca económica con rompimientos de naturaleza política”. El siglo pasado se caracterizó, entre otras cosas, por las convulsiones políticas que se sucedieron en esos meses. Recordemos, el programa de febrero del General Eleazar López Contreras; los trágicos sucesos de los años 1989 y 1992.

En fin, estamos ante la presencia de una mezcla explosiva: tozudez del oficialismo y  grave situación social y económica: Se está  arribando al fin de este ciclo del socialismo del siglo XXI. Esperamos que la  inteligencia política que ha mostrado la MUD se prolongue en el tiempo y su dirección política haga gala de ella para sortear con éxito esta grave situación que confronta la población del país.

Hoy más que nunca, la política es así.

El reto de la descentralización para 2016

JAIME MERRICK
La descentralización prevista en el ordenamiento jurídico venezolano va más allá de una simple enunciación de normas constitucionales y legales para dotar a los Estados y Municipios de competencias. La descentralización como política nacional (artículo 158 de la Constitución) también supone un sistema económico, político y social. Un nuevo modelo económico supone necesariamente superar el rentismo petrolero para dar paso a un desarrollo en el que los Estados sean ejes industriales y agropecuarios; una reforma política del Estado venezolano transita obligatoriamente por órganos y entes públicos más cercanos al ciudadano y menos dependientes del Poder Nacional; y cualquier cambio en la relación ciudadano-gobernante, debe implicar que el propio ciudadano deje de ser un simple usufructuario de renta y de bienes y servicios, para dar paso a un ciudadano corresponsable, empoderado e involucrado en las distintas instancias de participación política previstas en los niveles locales y regionales de gobierno.
Este año 2016 nos corresponde enfrentar una crisis política, social y económica sin precedentes. Y el panorama seguirá siendo sombrío si no se asumen los cambios estructurales que requiere nuestro país.
Siendo la descentralización un aspecto fundamental para el desarrollo de Venezuela, las líneas que siguen tienen por objeto sugerir cuales serían aquellos textos normativos que merecen ser reformados o sancionados por la próxima Asamblea Nacional.
Leyes Financieras
Ley Orgánica de Hacienda Pública Estadal: Los Estados no pueden seguir siendo estructuras político territoriales mendigantes del situado constitucional. A los Estados hay que devolverles las fuentes de ingresos que les han despojado en los últimos 15 años. Las regiones deben volver a ser ejes industriales y agropecuarios, y para que eso suceda, es imprescindible dotarlas de fuentes de ingresos para que inviertan en bienes, proyectos de infraestructura, servicios. 
Ley de Asignaciones Económicas Especiales: La reforma de este texto normativo es importante para lograr una mayor participación de los Estados y Municipios por los ingresos provenientes de los hidrocarburos.
Ley Fondo de Compensación Interterritorial: Actualmente, el Fondo de Compensación Interterritorial constituye una de las fuentes de ingresos tanto de los Estados como de los Municipios. Del contenido de la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno y su Reglamento se desprende la estrecha vinculación del FCI con el fortalecimiento de estructuras político territoriales distintas a los Estados y Municipios. Igualmente, los ingresos del FCI provienen de un  porcentaje de la recaudación anual del Impuesto al Valor Agregado, el cual es distribuido entre los Estados, Municipios y organizaciones de base del Poder Popular. De modo que la sanción de Ley del Fondo de Compensación Interterritorial, por un lado, debe ubicar a los Estados y Municipios como sujetos destinatarios exclusivos de los recursos que se deriven de dicho Fondo; y por el otro, es necesario aumentar la participación de los Estados y Municipios del porcentaje correspondiente al Impuesto al Valor Agregado recaudado anualmente.
Leyes de Servicios
Reforma de la Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y Transferencia Competencias del Poder Público: La reforma de esta Ley debe implicar la devolución de aquellas competencias estadales y municipales que fueron centralizadas vía legislativa y judicial, pero también, consagrar mecanismos jurídicos que permitan la transferencia paulatina de otras competencias de vinculada a la gestión de servicios públicos.
Ley Orgánica para la Gestión de Competencias y otras atribuciones del Poder Popular. Las llamadas leyes del Poder Popular van más allá de enunciados políticos plasmados en artículos; a sus estructuras político territoriales se les ha dotado de competencias para la gestión de servicios públicos que constitucionalmente corresponden a los Estados y Municipios. Además, si se toma en cuenta que todas las manifestaciones organizativas consagradas en las leyes del Poder Popular dependen directamente del Poder Ejecutivo Nacional, el resultado es la centralización de competencias de servicios públicos a través de una falsa democracia participativa.
Leyes Políticas
Reforma de la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno.Constitucionalmente, el CFG es el órgano rector de la planificación y coordinación de la descentralización desde el Poder Nacional hacia los Estados y Municipios. Hoy, es un instrumento más que ha fortalecido el centralismo en Venezuela. Nuevamente: La reforma de este texto normativo debe enfatizar en los Estados y Municipios como los destinatarios exclusivos del proceso de descentralización. Además, el CFG presenta un reto institucional: no es posible que el Presidente del CFG (el Vicepresidente de la República) sea un funcionario de libre nombramiento y remoción por el Presidente de la República. El desarrollo de los planes y proyectos en materia de descentralización requiere de estabilidad institucional para que se mantengan en el tiempo. ¿Por qué no plantear que el Presidente del CFG sea nombrado por periodos de 4 o 5 años?, por ejemplo.
Derogatoria de la Ley Orgánica de las Leyes del Poder Popular.Los Estados y Municipios son instancias político territoriales consagradas constitucionalmente, y el propio Texto Fundamental ordena su fortalecimiento en lo económico, social, político, financiero, administrativo a través de la descentralización. De allí que la próxima Asamblea Nacional deba tender a derogar paulatinamente aquellos textos normativos  que desconozcan la estructura político territorial consagrada constitucionalmente.

El desarrollo normativo de la descentralización no se agota en las leyes mencionadas. Se reitera: este artículo de opinión únicamente pretende resaltar aquello textos normativos que son de imprescindibles sanción en materia de descentralización. 

Un gallo al frente de la Asamblea


 
                                                                                                               JUAN JESÚS AZNAREZ 


Considerado por Estados Unidos una "reliquia del pasado", la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) tendrá sus razones para haber designado a Henry Ramos Allup presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. Su impetuoso carácter probablemente sea una de ellas porque se avecinan choques con un chavismo en minoría, miliciano, resentido por la pérdida de una Cámara que fue de su propiedad. Su nombramiento indica que la invocada reconciliación nacional tardará en llegar. La confluencia de los astros es adversa: Nicolás Maduro sigue pendenciero y el nuevo rector parlamentario también es testicular y escorado hacia la imposición y la miopía durante sus años de secretario general de Acción Democrática (AD).

La diplomacia norteamericana destrozó personal y políticamente a Ramos en un documento secreto filtrado por Wikileaks hace cuatro años. El entonces embajador de Estados Unidos en Caracas, William Brownfield, escribió en 2009 que el principal problema de Acción Democrática tenía un nombre, Henry Ramos, y que el principal partido de la oposición en Venezuela se dirigía hacia ninguna parte. "Su líder no tiene imaginación, es fanfarrón e incluso repelente. En lugar de buscar la unidad [contra Chávez] insulta a los representantes de los otros partidos". El funcionario le imputó haber abogado por la abstención opositora que en las elecciones de 2005 permitieron a Hugo Chávez copar la Asamblea Nacional. Esa abstención tuvo consecuencias: el oficialismo aprobó todos los proyectos de ley e iniciativas enviadas por el Ejecutivo.
Acción Democrática, socialdemócrata, miembro de la Internacional Socialista, es una de las dos formaciones venezolanas, junto COPEI (democristiana), que controlaron las instituciones hasta la victoria de Chávez en las generales de 1998. La corrupción y clientelismo de esos partidos, desbordados por otros más actualizados, acabaron hartando a los venezolanos, que también se hartaron del desgobierno bolivariano. En los años de orfandad opositora, el encargado de negocios, John Caulfield, redactó otro informe sobre una reunión mantenida por el consejero político de la embajada con varios dirigentes antigubernamentales, a los que aconsejó que jubilaran a la desacreditada vieja guardia de AD.
Ramos Allup, de 72 años, se negó en redondo y sacó de quicio al director de la oficina de asuntos andinos, Phillip French, que golpeó la mesa con los puños y cargó contra Ramos, cuya principal estrategia fue desembarazarse de rivales y recabar la ayuda de la comunidad internacional y entrevistas periodísticas a conveniencia. "Ramos es tan fanfarrón como poco imaginativo", escribió.
Posiblemente, la dirección de la MUD haya llegado a la conclusión de que en los abrasivos tiempos que se vienen, nada mejor que quemar a un hombre ya calcinado, dispuesto a gallear en un hemiciclo susceptible de convertirse en cuadrilátero. El relevo de mayorías legislativas hubiera sido rutinario en una democracia asentada, no en Venezuela, subdesarrollada institucionalmente, donde los conceptos de legalidad y legitimidad siguen a la greña y el sentido de Estado no abunda.
La democracia fue envilecida o distorsionada por el bipartidismo de AD y COPEI, el caudillismo de Chávez y por la mala copia que le sustituyó a su fallecimiento. Todo ha sido bronca, despilfarro e improductividad. Lo lógico hubiera sido que el nuevo presidente de la Asamblea Nacional fuera un hombre de consenso y diálogo, un operario de la conciliación nacional, y no un púgil dispuesto a seguir cruzando guantes con quienes los tienen calzados desde hace 15 años. Pero la lógica es otro bien escaso en el Orinoco.
El País 9 Enero, 2016



domingo, 3 de enero de 2016

El 2016: año de cambios políticos

Nelson Acosta Espinoza
Bien, arribamos al año 2016. Mis mejores deseos. En el 2016 se iniciará en el país  un periodo difícil en el ámbito de lo económico y político. Las tendencias que se arrastraban del pasado se van a profundizar. Lo lógico y deseable, en consecuencia,  sería procurar acuerdos entorno a un programa de transición que le evite al país salidas traumáticas, dolorosas y peligrosas.

Sin lugar a dudas, el 6 de diciembre los venezolanos votaron  por la alternativa representada por la Mesa de la Unidad Democrática. Este sufragio mayoritario de la población expresó una demanda específica: un cambio político y constitucional que solventara la inmensa crisis política, económica y social que confrontamos los venezolanos.

Desde luego, para llevar a la práctica un programa de esta naturaleza se requiere la construcción de un acuerdo político en el cual participen todos los actores políticos: los de la oposición y los del oficialismo. En las primeras de cambio, el gobierno ha mostrado su falta de interés de acordarse en un planteamiento de esta naturaleza, Por el contrario, la decisión de inhabilitar a 8 diputados muestra, fehacientemente, la tozudez autoritaria que orienta su conducta pública.

Bien, el país enfrenta una situación difícil. Por un lado, el madurismo se encuentra perdido y muestra una incapacidad de generar políticas para afrontar la crisis. Por el contrario, formulan estrategias  que  conducen a profundizar sus errores. De ahí la idea de radicalizar la “revolución”. Pero vamos a estar claros. Sin Chávez, no existe el chavismo. Este espacio vacío no es susceptible de ser ocupado por ningún dirigente del PSUV. La “revolución”, en consecuencia,  se encuentra agotada y sin brújula. Muchos activistas, presagian que el fin está cerca. En cierto sentido en esta idea coinciden Jorge Giordani, Jesús Faría, Aristóbulo, entre otros. Basta leer Aporrea para tener una dimensión de este agotamiento político y discursivo.

La oposición democrática comienza el año con buen pie. Tiene mayoría calificada en la Asamblea Nacional. Este triunfo electoral conlleva una responsabilidad política: obligación de dar respuesta a la oferta electoral con la cual obtuvo esta mayoría calificada. Los votantes tienen altas expectativas en relación a la conducta qué esperan del bloque opositor.  Esta población –ojo, incluye no tan solo los que votaron por la unidad, sino también aquellos que se abstuvieron y una parte de quienes votaron por el PSUV-  demanda medidas concretas que proporcione sentido a la consigna del “cambio”. Desean ver el cambio concretado en iniciativas que mejoren  sus condiciones de vida. En consecuencia, para la oposición es vital que la población, más temprano que tarde, perciba que este movimiento de transformación ha comenzado.

Me parece que es indispensable, para hacer frente a los retos que emergerán este año, que los sectores democráticos construyan una unidad que trasciende lo electoral y se exprese políticamente. La historia política del país da cuenta de  fracaso (1945-48) y de éxito (1958) en la construcción unitaria. España, Chile, Portugal brindan ejemplos triunfantes de políticas formulada dentro del marco de la transición democrática. Más allá de la resistencia de grupos en el poder, existe en el país una demanda de cambio que debería traducirse en acuerdos políticos amplios que pongan fin a este ciclo del mal llamado Socialismo del Siglo XXI.

Una advertencia. La MUD deberá sortear la inmediatez táctica. Evitar el desgaste que implica la lucha entre aliados y el personalismo dieciochesco. Los tiempos demandas políticas y políticos que estén a la altura de las actuales circunstancias. En caso contrario, se abriría un vacío de consecuencias impredecibles.

Sin la menor duda, la política es así.





La necesaria transición

CÉSAR PÉREZ VIVAS
La victoria popular de las fuerzas democráticas el pasado 6 de diciembre, mediante la cual ha sido elegida una nueva Asamblea Nacional a posesionarse e iniciar funciones el próximo 5 de enero de 2016, ha creado una expectativa y una ola de esperanza en la mayoría de los ciudadanos de nuestra querida Venezuela.
Esa mayoría se ha expresado a favor de la plataforma electoral de la Mesa de la Unidad Democrática en búsqueda de un cambio pacífico y constitucional a la inmensa crisis política, económica y social que padecemos.
Dicha crisis es de una profundidad y magnitud tal,  que amerita un ambicioso plan de reformas en el plano institucional y económico, para lo cual se requiere de un acuerdo político que le dé sólido apoyo en el parlamento recién elegido, en las organizaciones políticas y sociales de toda la nación, en la opinión pública y en el pueblo.
El acuerdo político requerido requiere el concurso del actual gobierno nacional, y de las demás ramas del poder público, pues la aplicación de un conjunto importante de esas políticas públicas, son fundamentalmente una responsabilidad del poder ejecutivo nacional.
El comportamiento del presidente Maduro, y demás voceros políticos del gobierno, demuestran de manera contundente, la ausencia de una voluntad política para dialogar y para corregir el errado rumbo que se le ha dado a los asuntos públicos de nuestro país.
Hasta ahora,  la línea de la cúpula roja ha sido la de la confrontación, característica histórica de este sector de nuestra sociedad, que en nada favorece la recuperación de nuestra deteriorada calidad de vida.
Venezuela no puede seguir agotando su tiempo, su energía, sus recursos, y su espíritu en una interminable confrontación política, que para nada aporta soluciones a los ciudadanos, y que por el contrario nos hunde cada día más en la pobreza y en la violencia.
Es necesario y urgente salir de ese círculo vicioso. Nuestro pueblo ha respondido de manera positiva a la primera gran tarea que nos hemos propuesto, la construcción de una mayoría que convertida en votos, se exprese en un poder del estado: la Asamblea Nacional.
Para avanzar en la recuperación de la nación se requiere planificar una etapa de transición enmarcada en las normas establecidas en la vigente carta magna de la Nación.
Vale decir necesitamos una etapa de transición. Transición del caos al orden. De la ruina económica a la estabilidad y crecimiento. De la escasez al abastecimiento. De la autocracia a la democracia.
Dado el nivel de autismo, ceguera y soberbia del actual gobierno se requiere cambiarlo con urgencia. El país necesita un nuevo gobierno de unidad y reconciliación. Maduro no está en capacidad de asumir los cambios que la crisis amerita, por lo tanto es vital relevarlo, por una vía constitucional y pacífica, de sus responsabilidades como jefe de Estado y de gobierno.
Para hacerlo, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela nos ofrece diversas opciones en su articulado.  De ellas expreso mi preferencia por el mecanismo consagrado en el artículo 72. Ahí se consagra la figura del referéndum revocatorio.
Este mecanismo es difícil y complejo, pero al final, es el que ofrece la ruta menos traumática para el país.
Una victoria de la sociedad democrática logrando revocar el mandato del presidente Maduro generaría una vacante absoluta de la primera magistratura de la República. Esta situación de vacante absoluta del Presidente de la República está regulada en el artículo 233 del texto constitucional, y más concretamente en el segundo y tercer aparte de dicha norma.
Tal situación obliga a elegir un nuevo presidente en los treinta días siguientes para completar el periodo constitucional. Estamos hablando que de llevarse correctamente ese proceso, elegiríamos un nuevo mandatario, y por lo tanto un nuevo gobierno,  para un lapso de dos años y unos meses.
Ese sería el lapso de una transición necesaria. Esa transición es fundamental para lograr aplicar un conjunto de reformas políticas y económicas básicas que permitan una gobernabilidad y una recuperación del país para las próximas décadas.
Para garantizar el éxito de esa transición, que se limita al espacio de tiempo necesario para completar el periodo constitucional en curso, es fundamental lograr los siguientes acuerdos políticos fundamentales:
1.Un acuerdo político de todos los partidos democráticos y de los principales líderes de la sociedad democrática, para seleccionar un estadista por consenso, que sea presentado como candidato presidencial a los fines de elegirlo Presidente Constitucional de la República, para completar el periodo constitucional en marcha. Dicha persona no podrá postularse para ser elegido como candidato a las elecciones presidenciales a convocarse al cumplirse el actual periodo constitucional, es decir en las elecciones presidenciales a finales de 2018.
Esta selección por consenso es vital para garantizar la unidad democrática, ya que, dada la premura constitucional de convocar a los 30 días siguientes al producirse la vacante absoluta, la elección del nuevo presidente, la selección por primarias de un candidato se haría imposible.
2.-Promover una enmienda constitucional que establezca una reducción del periodo presidencial a cinco años, consagrando la no reelección absoluta del Ciudadano que haya ejercido la Presidencia de la República.
3. Acordar un programa de recuperación de la economía, ordenación de las finanzas públicas, estabilización de la moneda, restitución de los bienes confiscados y restitución de las garantías y derechos económicos.
Es esa la transición necesaria que aprecio requiere el país, y cuyo debate se abre ahora. Cumplida esa etapa, relevada la autocracia del ejercicio del poder ejecutivo, podrán impulsarse otra serie de cambios esenciales para la vida in