Nelson Acosta Espinoza
Todos a participar en las venideras elecciones municipales del 8 de diciembre; sin dudas, miedos, con coraje y a todo evento. Si el candidato de la MUD a su alcaldía, por ejemplo, goza de su simpatía, vote por él con la tarjeta de la unidad. Si tiene reparos hacia su persona lo invito, entonces, a votar contra Maduro mediante la tarjeta unitaria. Si al final no le gusta ni el candidato ni la tarjeta de la unidad, sufrague por el de su preferencia, siempre y cuando milite en el bloque democrático. Es necesario ir a votar en cualquiera de los escenarios descritos. Hay que obtener una mayoría de votos superior a la que obtenga el oficialismo. De esta manera pondríamos en evidencia al régimen y se abrirían las puertas para el ejercicio de otro tipo de política libre de las ataduras de carácter electoral.
Si, amigo
lector, yo le imprimo a este evento un carácter plebiscitario. Guardando las
distancias, tiene coincidencias con el que se llevó a cabo el 30 de noviembre
del año 1952. En esa fecha se realizaron elecciones para escoger los diputados
a la Asamblea Nacional Constituyente. El partido Unión Republicana Democrática
(URD) obtuvo una clara mayoría y fue desconocida por el gobierno de la época.
Hoy, al igual que en aquella ocasión, los votos que van a ser consignados el
próximo 8 de diciembre no buscan el triunfo exclusivo de una organización
política. Este evento, a mi juicio,
debería asumirse, por un lado, como el triunfo "de todas las fuerzas políticas con raíces
verdaderas en la entraña popular (Alberto Carnevali dixit)" y, por el
otro, a modo de llamamiento a la
rebelión ciudadana. Esta apelación podría constituir el punto de partida para
la formulación de una política a ser compartida por todos los factores
democráticos existentes en el país.
Como podrán
notar, amigos lectores, en esta lectura de los próximos comicios, no le otorgo
un valor máximo a los programas y promesas de gestión. En realidad las
elecciones, en general, se ganan mediante la elaboración de relatos que logren
alcanzar los corazones de los electores. Las apuestas programáticas, son
importantes y necesarias; de hecho ellas constituyen un blue print de la futura actuación del candidato. Pero, si esta
"copia en plano" no está inscrita en una narración apropiada, su
capacidad de seducción resulta limitada. En el marco de esta coyuntura, el eje
del relato opositor debería girar en torno a dos ideas sustantivas: primero, en
socialismo no podemos progresar y, segundo, en democracia se vive mejor. Para avanzar,
entonces, se hace indispensable
confrontar la visión socialista de la política y de gobierno. Antagonizarla
desde todos los frentes. En este sentido, las alcaldías constituyen un frente
de primera línea en las batallas que se avecinan. De ahí la importancia de
salir victoriosos en estas próximas elecciones.
Hay un punto que
es necesario resaltar. El chavismo como identidad política permanece
relativamente estable. A pesar de la
grave y caótica situación económica, los estudios de opinión revelan que esta
identidad ha mermado, pero no en las proporciones que se esperarían habida
cuenta del desastroso gobierno del Presidente Maduro. En fin, ganar estas
elecciones municipales contribuiría a la construcción de una sólida identidad
democrática que competiría con la socialista. Para ello sería necesario que
intervenga la dimensión afectiva; es decir, movilizar las "pasiones"
asociadas a nuestra rancia cultura democrática.
En otras
palabras, la gestión en las futuras alcaldías democráticas deberán estar al
servicio de este propósito: “gerenciar” proyectos subordinados a la construcción
de una sólida identidad ciudadana,
democrática y republicana.
Bajo esta óptica,
entonces, resulta imprescindible salir a
votar el 8D
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