domingo, 23 de junio de 2013

La universidad y su compromiso con el país

Acto de conferimiento del doctorado Honoris Causa a
Nelson Mandela en la Universidad de Carabobo en 1988

Nelson Acosta Espinoza

Año 1988, en el estadio inglés de Wembley se celebra un concierto de rock solicitando la liberación del preso número 46664, confinado en Robben Islan, Sudáfrica. En la ciudad de Valencia, auspiciado por la Universidad de Carabobo, el 30 de Junio de ese mismo año se le confiere el título de Dr. Honoris Causa al ciudadano Nelson Rohlihlala Mandela, prisionero por más de 25 años, en esa isla prisión. Este acto fue, quizás, uno de los más relevantes llevado a cabo por las autoridades de esta universidad en esa década. Se reconocía, en este líder político sudafricano, la eterna lucha por la libertad y la democracia. Ideales consustanciales con la esencia misma de la universidad venezolana.

No podía ser de otra manera. Nuestras universidades autónomas han sido baluarte de la democracia y del desarrollo del conocimiento científico y tecnológico sobre el cual se han apoyado nuestras libertades en todos los órdenes.
En cierto sentido, más implícito que explícito, ha existido un acuerdo entre la comunidad académica universitaria y el Estado. Los términos de este contrato se han mantenido hasta el día de hoy. Consiste en que el Estado asume que la ciencia es un espacio ordenado por los científicos y sus reglas; al Estado le incumbe financiar la investigación científica y la formación de recursos humanos; en retorno, a los investigadores les corresponde producir conocimientos, capital humano y tecnologías transferibles a los diversos tejidos que conforman la urdimbre social y cultural del país.

Este pacto permitió a las universidades autónomas y a sus comunidades científicas generar una visión de largo plazo. Enfoque este que hizo posible que la sociedad y el estado venezolano pudiesen contar con capacidades científicas y técnicas que no hubieran podido ser previstas desde la esfera política. Ilustra esta idea de anticipación, la formación de profesionales en hidrocarburos antes que la nacionalización del petróleo se decretase. Esta circunstancia permitió organizar, en corto tiempo, una institución dedicada a la tecnología, como lo fue INTEVEP (Instituto Tecnológico Venezolano de Petróleos) de un alto perfil innovador.

La Universidad Central de Venezuela, por ejemplo, ha aportado importantes avances científicos y tecnológicos al país. De sus laboratorios ha salido la vacuna contra la lepra creada por Jacinto Convit, la Vacuna New Castle que ha hecho posible la cría masiva de aves de corral, la raza Carora de ganado vacuno de engorde y lechero de gran calidad; el pabellón de Venezuela en Sevilla para la celebración de V Centenario del Descubrimiento. Por citar algunos logros de nuestra primera casa de estudios.


La Universidad Simón Bolívar (USB) ha honrado este acuerdo desde su fundación. En su corto período de existencia ha graduado aproximadamente 25.000 ingenieros, arquitectos, urbanistas y licenciados. Junto con 5.000 especialistas, magisters y doctores. La Universidad de los Andes (ULA), igualmente, ha cumplido su cuota de responsabilidad con el país y la región. Conformada por 11 facultades repartidas en el Núcleo de Mérida, y tres núcleos autónomos localizados en las ciudades de San Cristóbal, Trujillo y el Vigía. Cuenta con estaciones experimentales, haciendas de producción agrícola y reservas naturales para el desarrollo de la flora y fauna. De la Católica Andrés Bello (UCAB), entre sus numerosas iniciativas, vale la pena resaltar las investigaciones sobre la pobreza desarrolladas por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales o sobre los derechos de la niñez y adolescencia del Instituto de Investigaciones Jurídicas. La Universidad de Carabobo (UC), ha cumplido cabalmente con la obligación de articularse a su entorno geográfico y social. Con sus aportes científicos, tecnológicos y capital humano ha apuntalado el desarrollo industrial de este vital polo de crecimiento del país. Dos ejemplos, en épocas distintas, ilustran este compromiso de la UC con su entorno. El profesor Miguel Angel Megias, premio nacional de tecnología por sus trabajos en microelectrónica y L. Rafael Reif, actual presidente del MIT (Massachusetts Institute of Technology), ingeniero electricista, egresado de esta universidad.

Hasta el día de hoy las universidades autónomas han cumplido fielmente la parte que les corresponde en ese acuerdo no explícito con el estado venezolano. La contraprestación ha existido. Sin embargo, en las actuales circunstancias, corremos el peligro que se rompa este pacto entre la academia y la élite política que gobierna el país. La reciprocidad equilibrada podría ser sustituida por una de carácter negativo.

En consecuencia, es tiempo de reformular este acuerdo. Por un lado, se hace imperativo preservar y ampliar la autonomía académica y financiera de nuestras universidades; por el otro, el estado debe implementar una política de correspondencia equilibrada y satisfacer las necesidades financieras que demandan estas instituciones. Sólo así se podría restablecer la reciprocidad y la universidad podría así asumir cabalmente su compromiso con el país.









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