sábado, 9 de noviembre de 2013

¿Tienen un léxico propio los demócratas?


Nelson Acosta Espinoza

Llegaron puntualmente a nuestra tertulia de los días jueves. Este grupo de amigos, diversos desde el punto de vista de sus profesiones y creencias, se reúnen rutinariamente en una cafetería de la ciudad con la finalidad de cordializar y opinar sobre temas de actualidad. Una suerte de "focus group" espontáneo, en el vocabulario de las técnicas de mercadeo político. Este intercambio de ideas siempre resulta interesante, no tan sólo por la calidad de los participantes sino, igualmente, por que sus opiniones expresan un "humor" político extensible a los sectores medios de la población de la ciudad.

En el encuentro del jueves pasado llevamos a cabo un pequeño experimento. Quizás, peque de pretenciosa esta conceptualización para describir la experiencia de ese día. En fin, motivado por el trabajo titulado El diccionario del chavismo, publicado en el diario El Nacional y elaborado por los comunicadores Edgar López y Mireya Tabuas, se pensó en explorar el diccionario de los demócratas; vale decir, auscultar en el vocabulario político de estos militantes de la oposición para establecer el uso de un léxico político alternativo al oficialista. Desde luego amigo lector, coincido con sus pensamientos en este momento: esta experiencia no constituye un experimento serio; no se encuentra guiado por los cánones que suelen orientar estas actividades y, la escogencia de los sujetos participantes, no responde a protocolo alguno. Todo esto es cierto. A pesar de estas carencias, no deja este ensayo de tener un relativo valor cognitivo.

Bien, en esta ocasión, la reunión de los jueves arrojó algunos datos que pudieran ser de utilidad a los comandos políticos del bloque democrático. Me voy a permitir describir la "metodología" utilizada. Se le pidió a cada uno de los participantes de la tertulia, ocho personas en total, que pronunciara sin pensarlo, dos palabras que connotaran la opción política democrática. Dieciséis vocablos fueron identificados como parte de este léxico oposicionista. Un porcentaje constituían vocablos emblemas y eslóganes políticos (democracia, libertad, estado, nación, progreso, cambio). Estos términos tienen una naturaleza abstracta y su capacidad para formar y/o interpelar identidades políticas alternativas es débil. Su "pegada" se restringe a sectores educados de la población. Sin embargo, aparecieron otro grupo que podemos describir como palabras testigo (son las que expresa hechos políticos acaecidos en una determinada etapa histórica). En este conjunto vale la pena destacar términos como vecinos, descentralización, peleadera, alegría, federal, reconciliación, unidad democrática. Lo interesante, a pesar de lo irregular de la muestra, es que aparecieron vocablos asociados a una cultura política distinta y alternativa a la oficialista. Desde luego, mucho de esas voces están ancladas geográficamente; son de uso común en el estado Carabobo.

Explorar este ámbito de la vida política no es una curiosidad académica. Sin un lenguaje diferente no es posible construir nuevas realidades políticas. El chavismo es poseedor de un diccionario autoritario. Un léxico que le ha permitido construir discursivamente su realidad y hacerla común denominador para un porcentaje importante de la población. No son únicamente palabras y frases. A lo largo de estos catorce años se han transformados en señas de identidad.

No olvidemos que el léxico político es un reflejo de la sociedad. La presencia de unos determinados términos proporcionan datos de lo que es una sociedad, y, lo que es más importante, la ausencia de ciertas palabras es tan significativa como su aparición. Los "panas" de los jueves especulan que todavía los demócratas no tienen un léxico propio. Entonces, hay que construirlo.

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