Rigoberto Lanz |
Nelson Acosta Espinoza
La conciencia colectiva del país muestra síntomas de agotamiento que afectan profundamente a la nación. Esta postración se expresa dramáticamente en los graves sucesos que reporta la prensa a diario. Pensar, construir intelectualmente futuros no constituye tarea prioritaria para las instituciones que tradicionalmente han hecho de esta labor su objeto de vida. Un retraimiento se ha calzado en su horizonte de imaginación.
Al parecer han clausurado su capacidad proyectiva. Son escasos los ensayos de reflexión cultural y de producción política y ética. Parafraseando al gran poeta de Canoabo, Vicente Gerbasi, pareciera “que de la noche venimos y hacia la noche vamos”.
A pesar de este tono pesimista, es válido recordar el poder creativo de los pueblos y como se alzan victoriosos sobre los obstáculos que estorban en su inexorable búsqueda y construcción de horizontes alternativos. Recientemente, en el plano de las ideas, se han producidos eventos que apuntan hacia la dirección señalada. Diversos grupos de investigadores han asumido esta discusión y la búsqueda de respuestas alternativas a los problemas que confronta el país.
En esta ocasión vale la pena resaltar dos de estos eventos. Desde luego, otros encuentros han sido organizados y orientados hacia metas similares. Resaltamos estos dos por la diversidad de sus actores y la distancia de las preocupaciones que orientaron la organización de los mismos.
En la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) se produjo el Encuentro de Organizaciones Sociales 2012. Este acontecimiento fue concebido como un espacio para la consulta de políticas públicas y la construcción de alternativas de innovación social. Durante seis días se debatieron los principales problemas de la sociedad venezolana con un conjunto abigarrado de actores sociales. Un ejemplo que demuestra la posibilidad de que distintos grupos lleguen a acuerdos para el desarrollo del país.
En otro extremo geográfico y “discursivo” se lleva a cabo un interesante encuentro discusión en torno a libro del economista Enzo del Búfalo “Adiós al Socialismo”. Actividad llevada a cabo en vivo en los predios de la Universidad de Carabobo y seguida a través de los medios modernos de comunicación (red). Iniciativa motorizada por el incansable Rigoberto Lanz y su espació para la discusión “A tres Manos” que se púbica en el diario El Nacional.
Su importancia no reside tan sólo en la discusión abordada. Desde luego, esta polémica tiene un alto valor político e intelectual y se encuentra articulada a las preocupaciones prácticas que se derivan de las circunstancias que nos toca vivir. Este encuentro permitió, igualmente trasmitir, en palabras de Rigoberto Lanz, “la sensación de lo que debería ser una verdadera vida universitaria, la atmósfera que se respiró suscita la imagen de las comunidades académicas que se deben al debate, a la producción de ideas, a la crítica fecunda”
Pareciera, entonces, que estamos recuperando el camino de la tolerancia, el debate abierto y la construcción de una nueva representación o imaginario social que gratifique la diversidad y la disidencia.
Una entrada oportuna. Me permito introducir un tema en la discusión suscitada. En política, al igual que en las carreras de caballos, no existe guía para escoger al ganador. La vida proporciona una advertencia valida para ambos actores: apostadores en carreras de caballos y quienes pretenden ejercer el poder: “la sabiduría es olfato y no puede reducirse a los manuales técnicos".
El verdadero genio de la política es aquel que está bien empapado de las tradiciones de su país y que puede responder con agilidad a las circunstancias. La vida misma es un juego cuyo desenlace nadie conoce. "El hombre juicioso acepta las limitaciones de su conocimiento y apuesta consciente de los riesgos que toda apuesta conlleva” (Michael Oakshott 1901-1990) En fin, siguiendo a este filósofo británico, no existe instrumento o ideología para que el hombre actue con certeza y pueda doblegar la suerte a su beneficio.
El verdadero genio de la política es aquel que está bien empapado de las tradiciones de su país y que puede responder con agilidad a las circunstancias. La vida misma es un juego cuyo desenlace nadie conoce. "El hombre juicioso acepta las limitaciones de su conocimiento y apuesta consciente de los riesgos que toda apuesta conlleva” (Michael Oakshott 1901-1990) En fin, siguiendo a este filósofo británico, no existe instrumento o ideología para que el hombre actue con certeza y pueda doblegar la suerte a su beneficio.
2 comentarios:
Me gusta mucho el título de tu artículo, Nelson, que es la misma frase conque lo terminas. Metáfora muy bien entendible para quienes deambulamos por el medio académico. ¿Qué debemos hacer ahora? Ponerla en práctica, será.
Es lo que he tratado de hacer siempre, y fue por lo que luché en el doctorado que tú conoces. Lo que pasa es que mi voz no es de largo alcance.
Pero sí he sentido que a los universitarios nos cuesta mucho salir de la biblioteca y no nos defendemos bien en la cocina. Por eso es que llega un militarote, que no tiene ni una pisca de tolerancia, que evita el debate abierto y rechaza de plano la diversidad y la disidencia, y tiene un gran éxito allí, donde están los comensales. Él no tiene nada de lo que para nosotros es una virtud; pero nosotros,como no sabemos nada de cocina, nos estamos siempre cocinando en nuestra propia salsa (salsa académica).
¿Cómo salimos de esto? ¿Cómo practicar una academia mas "gastronómica"? ¿Congresos? ¿Ponencias? ¿Encuentros? ¿Simposios?
Por ahí van mis preguntas angustiosas. Hace tiempo he estado haciéndomelas y no he encontrado las respuestas.Quizás pudieras ayudarme un poco a encontrarlas (sigues siendo mi profesor).
Admiro mucho tu tenacidad y te felicito por ello. Un abrazo.
Gracias, nuevamente. Se trata de articular cultura con política. Emoción con razón. Tradicionalmente hemos actuado en la dirección contraria. El racionalismo, vale decir, la fantasía que desde la "razón instrumental" se puede ordenar la sociedad y la vida ha sido responsable de nuestras tragedias. Por tal razón para cocinar, lo primero es aprender a sazonar.
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