
Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigo lector, el 1 de Septiembre la ciudadanía acompañada
por los partidos que conforman la MUD expresarán su firme voluntad de luchar
por la realización del referéndum revocatorio.
Bajo el nombre de la Toma de Caracas, venezolanos de
todas las regiones de la nación se reunirán en esta capital y marcharán por la dignificación
de la democracia del país. Esta actividad que pretende reunir a cientos de miles
de ciudadanos tiene una extraordinaria importancia simbólica. Pondrá,
nuevamente, al descubierto la precariedad de los cimientos sobre los cuales se
asienta este gobierno e, igualmente, enunciará
la irrenunciable decisión de ir hacia la recolección de 20% de las firmas para
convocar definitivamente al referéndum revocatorio.
Vale la pena detenerse y explorar algunos de los
escenarios predecibles para ese día. En primer lugar, es posible que el sector “duro”
del gobierno se imponga e intente reprimir la marcha con el objeto de repetir
los sucesos del 11 de Abril del año 2002. Este escenario, a mi juicio, resulta un tanto improbable por varias razones.
La primera de ellas es la debilidad del oficialismo y la actitud institucional
que esperemos prive en la conducta de la
FAN. Por otro lado, tal como se señaló anteriormente, esta manifestación tiene
un contenido simbólico. Sus organizadores no se plantean objetivos distintos a
la demostración de su voluntad cívica y a reforzar la decisión de demandar la realización
de RV. Igualmente, esta demostración tendrá
repercusiones a nivel internacional. Un conjunto de instituciones estarán observando
y evaluando el desarrollo de los acontecimientos y, la cobertura periodística, será
a nivel continental.
En fin, soy optimista. Espero que esta demostración se
haga en sana paz y los sectores democráticos logren alcanzar sus objetivos. Sin
embargo, es necesario estar atentos. El presidente Nicolás Maduro anunció
recientemente que su gobierno prepara un plan de ofensiva que se iniciará el 1
de septiembre.
Es importante resaltar el apoyo a esta iniciativa de
parte de sectores críticos del chavismo. Estas fracciones- son varias-
coinciden en señalar que no habrá cambio “económico ni social ni de ninguna índole
que no pase por la celebración de un referéndum revocatorio”. Como podemos
deducir esta solicitud tiene un amplio apoyo dentro de las distintas
parcialidades que hoy día hacen oposición a este gobierno socialista.
Voy a insistir en el carácter simbólico que tendrá esta demostración. Desde luego, con esta aseveración
no se pretende disminuir el impacto práctico que tendrá esta Toma de Caracas de
llevarse a cabo cívicamente. Lo que si deseo expresar es que esta actividad
debe ser vista como constitutiva, en el plano simbólico, de la conflictividad social y política que
marca actualmente al país. Ello implicaría, en consecuencia, la constitución subjetiva del actor colectivo
que suplantara al devaluado sujeto político chavista.
La historia brinda ejemplos de cómo acciones de esta naturaleza se convierten en símbolos que anuncian el inicio de una nueva era. La toma de la fortaleza de la Bastilla, el astillero de Gdańsk donde Lech Walesa junto otras personas fundaron el sindicato Solidaridad, la caída del muro de Berlín, la revolución naranja en Ucrania, se transformaron en iconos que encarnaron el fin de una época y comienzo de otra era histórica.
En otras palabras, la manifestación del 1S servirá,
entre otras cosas, para dotar de mayor
consistencia y autonomía a un nuevo sujeto político ciudadano que deberá ejercer
la hegemonía en la Venezuela por venir.
En este sentido, esta demostración puede
reforzar una nueva cultura política y serviría
como marcador simbólico de una Venezuela
en gestación.
Sin duda, la política es así.