Nelson Acosta Espinoza
Amigos lectores, en esta ocasión voy
a intentar describir y señalar algunos componentes de naturaleza discursiva
dominantes en el escenario político del país.
Desde luego, el electoral es uno de
ellos. Hoy el país se debate ante la encrucijada que significa la celebración
del referéndum revocatorio. Su aplazamiento, sin lugar a dudas, acentuaría la
crisis política a extremos altamente delicados. Pudiera estar en peligro la paz
de la república. Esperemos que los factores democráticos ejerzan las presiones necesarias para hacer
respetar la constitución y la voluntad de los electores expresada el 6D. Ojo,
es necesario estar atentos. Si bien la profundización de la crisis puede subrayar
el deseo del cambio; su prolongación acentuada pudiera incentivar sentimientos
de desánimo en la población.
Otro de los temas predominantes es
el de naturaleza social. En particular el rápido empobrecimiento a que está
siendo sometida la población. En especial los sectores medios. El gran logro de
la democracia fue haber asociado este término con el de progreso social. No
sería exagerado señalar que la construcción física y cultural de la clase media
fue uno de los éxitos del periodo democrático. Como contra parte, el
chavismo arruino a este sector y anclo a
los sectores populares en una pobreza “asistida” sin destino ni posibilidades
de ascenso social.
Lo electoral y lo social,
coyunturalmente, constituyen aspectos relevantes del impasse en que se
encuentra el país. Ahora bien, ¿cómo son abordadas estas dimensiones por los intelectuales y
académicos? ¿Cuál es la más resaltada?
Voy a pretender esbozar un despeje
de estas interrogantes. Digo bosquejar
por que las mismas apuntan hacia temas complejos difíciles de dilucidar
adecuadamente en este breve escrito. Lo
cierto, y aquí entramos en la búsqueda de respuestas a las anteriores incógnitas,
es que la economía ha proporcionado los parámetros dentro de los cuales se ha
encuadrado la discusión sobre la salida a los problemas del país.
Lo que quiero resaltar es que un
cierto “economicismo” ha impregnado la búsqueda de soluciones a esta crisis
terminal que azota a la sociedad venezolana. Por este término debemos entender
la tendencia de reducir la complejidad de los fenómenos sociales y culturales a
guarismos económicos o econométricos. Desde luego, no se está negando el aporte
proporcionado por las teorías económicas; igualmente, no se rechaza los
proyectos, planes y programas que se derivan de estas reflexiones teóricas.
Lo
que se intenta señalar es que una aproximación exclusiva desde este ángulo seria inapropiada y no captaría debidamente
el carácter estructural de esta crisis. Lo que ha colapsado es una forma de
vida y, en consecuencia, se hace necesario pensar sobre parámetros que pudieran
dar un nuevo sentido al quehacer colectivo y a una nueva democracia.
Me voy a permitir introducir una
reflexión de naturaleza antropológica y orteguiana: existe en la actualidad una
distancia entre la Venezuela oficial y la Venezuela vital. Me atrevería apostar
que es ahí donde residen los fundamentos de esta crisis de naturaleza orgánica
que padece la sociedad venezolana.
Desde luego hubo
una época en que estas dos Venezuela coincidieron. Este fue el gran logro de
los demócratas venezolanos el siglo pasado. Sin embargo, a inicios de la década
de los ochenta comienzan a distanciarse estas dos realidades. Este relato
modernizador se reveló obsoleto y se inicia, así, la crisis del régimen democrático.
Agotamiento que es “disfrazado” coyunturalmente por aumentos del barril de
petróleo que permito estirar la fantasía del progreso por cierto tiempo y
acentuar la naturaleza rentista del estado y sociedad venezolana.
El gran reto de
la oposición es intentar unir estas dos dimensiones. Ello requeriría una
aproximación más de naturaleza antropológica que económica. Implicaría hacer un
esfuerzo por entender las claves culturales de esa Venezuela vital y hacer de
esta compresión los fundamentos para una nueva propuesta de país.
CULTURA Y
POLITICA
En lo que sigue desarrollaré
una breve reflexión de nítida orientación antropológica. La hipótesis de inicio
se puede formular como sigue: ¿procesan las estructuras formales de la política
(partidos políticos) los componentes esenciales de la dimensión cultural de
nuestros colectivos humanos? Vamos a intentar explicar esta afirmación.
Un relato político es exitoso en la medida que incorpore y procese los
elementos culturales que proporcionan identidad a una comunidad particular.
Desde luego, estos componentes de naturaleza subjetiva son cambiantes a una velocidad, si se quiere,
superior a los relatos políticos formales predominantes en un lapso histórico
determinado. Cuando estos tiempos difieren se sucede una situación de impase
histórico y, en consecuencia, se abren posibilidades para la formulación de
proyectos de cambio social y cultural.
¿Qué intento señalar? ¿Existe, por
ejemplo, una desvinculación entre los relatos políticos y los culturales?
¿Entre la Venezuela oficial y la vital?
Un aspecto sustancial de esta crisis es, precisamente, la desvinculación existente
entre estas dos manifestaciones del Ser venezolano. La Venezuela del siglo XXI
se caracteriza por la eclosión de nuevos sujetos portadores de rasgos
culturales distintos a los que predominaron en el siglo pasado. Ello incluye
nuevos temas asociados a identidades culturales diferentes a las que
prevalecieron en el inicio de la democracia. El “pueblo” de hoy día es de
naturaleza urbano; ciudadano, por ejemplo, pudiera ser el término que
expresaría mejor las identidad de este nuevo sujeto. De ahí que es básico el
procesamiento de temas relacionados con la cultura urbana de los sectores
empobrecidos de la ciudad.
Por otra parte, es indispensable reconocer nuestras particularidades de
naturaleza regional. Lo marabino, lo oriental, llanero, etc., expresan una diversidad
cultural que debería proporcionar fundamentos a los nuevos planteamientos
políticos. Como, por ejemplo, el tema federal.
En otras
palabras, el nuevo discurso democrático tiene entre sus tareas acortar la distancia entre la “Venezuela oficial”
y la “Venezuela vital” Asumir un razonable grado de desconfianza ante las
soluciones simples a problemas complicados. En esta Venezuela en crisis existe
una vitalidad cultural que no ha sido procesada por el discurso político
opositor. Su narrativa no ha podido “descubrir” los parámetros fundantes de la
cultura urbana que arropa con su sentido a más del setenta por ciento de la
población del país.
En otro escrito señale lo siguiente: “las raperas
Mestiza & Neblinna, por ejemplo,
expresan con fuerza los sentimientos de esa “Venezuela vital”. Estas exponentes del
hip-hop combinan sus letras con fuertes imágenes de las protestas que se han
realizado en el país. “Venezuela Está Candela” trasmite con más fuerza la
situación del país que la mayoría de las declaraciones huecas de algunos
dirigentes opositores”.
1 comentario:
Estimado Nelson, como siempre tus artículos cargados de una profunda reflexión y análisis, le escribes a la oposición, que tristemente está mayormente asociada a la MUD, pero que en realidad hay una mayoría que no creemos en ella, otros que tampoco creen, pero en su desespero, la ven como la única salida, en nuestro país coincido que la causa de la crisis no es la economía, sino es su efecto, la causa profunda son unos anti VALORES y una carencia total de VIRTUDES, pero lo más triste que dirigentes de la MUD como Allup, Borges, Marquina, Ismael Garcia, Guanipa son unor "rolos de bandidos" y corruptos, escribele al país para que despierte, y no a esa cuerda de bandidos de la MUD.
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