Simón García
No me
refiero a la MUD cuyo equipo dirigente, firme y claro, está poniendo los huevos
en varios canastos. Su persistencia en no entregar gratuitamente espacios a
Maduro está incidiendo en reducirle el margen de maniobras del gobierno.
Todo el
liderazgo alternativo está actuando en función de aplicar la estrategia
dominante en la MUD. Pero se notan, no sólo diferencias de estilo sino también
ciertos contrastes, convenientemente matizados, en temas como el tratamiento a
la Fuerza Armada, el papel de lo jurídico dentro de lo político o la estimación
de cómo llegar al diálogo, bajo cuáles condiciones llevarlo a cabo y cuando retirarse.
La oposición
ha mostrado que no participará en un diálogo que desatienda sus primeras
demandas. Ha dicho, por ejemplo, que no irá a Santo Domingo y ha propuesto
otras sedes. La pelota está en la otra cancha.
La
motivación de la cúpula gubernamental es idéntica a la de anteriores
oportunidades: ganar tiempo. Pero, aunque conservan importantes centros de
poder, ahora la relación de fuerzas es favorable a la oposición. Al menos
tres factores determinantes le son adversos: perdieron el aplastante apoyo
internacional que tenían; son minoría en la Asamblea Nacional, producto de la
última expresión de la voluntad popular en diciembre de 2015; hoy están
enfrentando a un país volteado contra ellos.
La cúpula
gubernamental no tiene el control del juego, incluso está perdiendo terreno en
su propia área. Los siete del patíbulo que confiscaron las decisiones, se han
desplazado hasta la mitad de lo que todos los ciudadanos exigen: sacar a Maduro
para conservar el gobierno por dos años. Entregar algo, para mantener todo
igual.
Esta es la
significación práctica de las torceduras de leyes y procedimientos para imponer
el diferimiento del revocatorio para 2017. No podrán hacerlo sin profundizar la
ruptura del Estado de Derecho, agravar las crisis y arriesgar la extinción del
chavismo en medio de un estallido social. Negar dos postulados fundamentales
del proceso: fuera de la Constitución nada y poner la decisión en el pueblo
como expresión del poder constituyentes, es alta traición. Sobre todo para
ejercer un mando ilegítimo, conservar los privilegios de una minoría y alargar
el hambre que está empujando al pueblo al borde de la sobrevivencia.
Obligar al
gobierno a sentarse a la mesa para dialogar sobre la realización transparente
del referendo revocatorio para este año es un triunfo país. El inicio de una
nueva época
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