Juan Manuel Trak
Las elecciones del 6 de diciembre son de suma
importancia para el proceso político que atraviesa Venezuela. Sus
resultados van a afectar de manera inmediata los cursos de acción de los
actores políticos y traerán como consecuencia cambios importantes en la
dinámica nacional. Los escenarios que se dibujan a cinco meses de su
celebración conducen a preguntarnos sobre el sentido de la elección, es decir,
cuál es el propósito de elegir diputados a la Asamblea Nacional.
En primer lugar, en cualquier país democrático la
elección de los miembros del Poder Legislativo supone una evaluación del
gobierno y la principal fuerza de oposición. En el caso del gobierno, la
elección es un examen sobre los resultados de las políticas implementadas: la
economía, la seguridad, las políticas sociales, los servicios públicos, entre
otros. En este sentido, es una prueba importante para el partido de
gobierno convencer a la mayoría de los ciudadanos que lo está haciendo bien.
En el caso del PSUV, esto es una tarea cuesta arriba, pues la percepción
generalizada de la ciudadanía es que el país está mal y en el futuro inmediato
va a estar igual o peor. Para la oposición supone también un examen sobre
su capacidad de ejercer su rol, sobre su proactividad para defender los
intereses y preferencias de aquellos que no están satisfechos con el desempeño
del gobierno. En este sentido, los partidos de la Mesa de la Unidad
Democrática tienen el desafío de presentarse como un contrapeso y alternativa
al partido de gobierno. Su mayor deficiencia es la incapacidad de articular
estrategias más allá de lo electoral, de presentar un proyecto compartido de
país y demostrar que tienen lo que se necesita para ser gobierno en el mediano
plazo.
En segundo lugar, la elección de los diputados a la
Asamblea Nacional sirve para que los ciudadanos expresen sus preferencias
políticas, indicando con su voto el curso de acción que deberían tomar las
instituciones políticas. Así, una supuesta victoria del partido de
gobierno supondría la anuencia de los ciudadanos para que se continúe con el
conjunto de políticas que se han implementado hasta el momento. Por el
contrario, la victoria de la oposición debería implicar un primer paso
para un cambio de rumbo en la manera como se dirige el país. En este
último escenario, una Asamblea Nacional dominada por la oposición debería
obligar al gobierno a negociar un esquema de convivencia política que tome en
consideración las preferencias de la mayoría de la población.
Finalmente, la elección de los miembros del poder
legislativo también entraña la solución pacífica de los conflictos por el
poder, es decir, es la redistribución del poder en función del mandato de los
ciudadanos. De allí que sea de vital importancia que el Consejo Nacional
Electoral sea un actor neutral en el proceso electoral. Lamentablemente
se observa cómo la mayoría de sus autoridades actúan para favorecer a una
parcialidad política, manipulan los procesos y los reglamentos, minando
sistemáticamente la confianza en el voto como mecanismo para la resolución
pacífica de los conflictos propios del poder.
Así las cosas, la elección de la Asamblea Nacional
definirá los escenarios en el corto y mediano plazo. Cabe preguntarse si
todos los actores políticos están claros sobre la importancia de los comicios
que se avecinan y la responsabilidad que tienen en sus manos.
por PolitiKa UCAB
• julio 3, 2015
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