Miguel Angel Megias
Carta
abierta a los alcaldes de Venezuela
Estimados
amigos:
Acabo
de llegar a una isla muy amiga de Venezuela, donde residen miles de
venezolanos, muchos de ellos nacidos aquí o sus hijos nacidos en esa
maravillosa “tierra de gracia”, como la llamara Colón hace ya 500 y tantos
años. Me refiero a la isla de Tenerife, la mayor de las islas Canarias que
durante tantas generaciones fuera fuente de hombres trabajadores y honestos que
labraron el campo venezolano e hicieron miles de trabajos útiles y productivos.
Les
escribo desde esta tierra bendita para hacerles ver que hay algunos problemas
no resueltos que pueden solucionarse si hay el vehemente deseo de servir a quienes
los eligieron. Y así empiezo mi cuento…
Hace
unos días tuve que renovar mi cédula de identidad. Hice mi primer intento, un lunes a las 10 de
la mañana y en la oficina del SAIME (nuevo nombre, viejas mañas) me dijeron
“venga mañana a las 6 y póngase en la cola”. Al día siguiente llegué a las
5:50. De nuevo, vano intento, pues según me contaron los extranjeros que ya
estaban en la cola, “acaba de pasar la gorda” (así llaman a la funcionaria encargada de recoger los pasaportes de los
extranjeros a las 5:45). O sea, llegué con cinco minutos de retraso. Espera de
dos horas para ver si el funcionario encargado se compadecía, pero fue inútil:
no es no. Al tercer día, me levanté, a mis 79 años, a las 4:30 de la madrugada para,
esta vez si, poder estar a tiempo para el pase de “la gorda”.
Varias
horas después se formó la fila “de los extranjeros” (apenas éramos siete viejos
de varias nacionalidades). A las 9 salió
una funcionaria y a gritos “¡vayan a pagar al banco, el punto de ventas no
funciona!”. Con lo que tuvimos que correr a copiar el número de cuenta, ir al
banco, hacer cola, pagar y regresar con el codiciado “voucher”. Por fin, casi a
las 11 de la mañana nos llamaron y entramos a “la oficina”(más bien, una
especie de galpón), con asientos. Cuando
llamaron mi nombre me dije “¡bingo, me tocó la lotería!” Pasé al
interior de la oficina, donde seis funcionarios con sendas computadoras
portátiles, dispositivos captahuellas y camaritas digitales tomaban datos, fotos,
huellas (mano izquierda, mano derecha y los dos pulgares); me tocó que me atendiera
una dama, de caracteres muy criollos, morena, pelo negrísimo y largo y, en
cierto modo, bastante guapa.
Mientras
hacía su trabajo no cesaba de mascar chicle y escribir mensajes en su teléfono
“inteligente”, supongo que asuntos de
mayor urgencia que atender prontamente a este ciudadano que soy yo. Finalmente,
tras responder todos los mensajes, se dignó a tomar mi foto, me indicó la
salida, me dieron un comprobante y… en dos semanas estará lista mi nueva y
flamante cédula (o eso creo, al menos). Fin de la historia (por ahora…). Tres
días después de este episodio salí del país en avión rumbo a Canarias.
Al día
siguiente de mi llegada era lunes de carnaval y pensé que estarían cerradas
todas las oficinas, pero no fue así. Caminé hasta la Alcaldía (aquí es el Ayuntamiento)
y, en una oficina limpia, amplia, moderna, dotada de buenos computadores y en
total silencio (¡como en una iglesia!), en cinco minutos me tocó mi turno y,
¡zas! 30 segundos después mostré mi DNI (cédula española) e indiqué lo que requería y enseguida tenía en mis manos los papeles sellados y firmados.
Diez
minutos después llegué a la oficina del Registro Civil para obtener una Fe de
Vida; me dieron un ticket y en menos de
dos minutos mostré mi DNI y la funcionaria me dio las dos copias firmadas y
selladas. ¡todo en menos de cinco minutos!
Por
último, caminé unos 15 minutos hasta la oficina donde colocan la Apostilla de
La Haya, un sello que es requerido en todos los documentos que se utilizan
entre naciones. Entré al recinto, no había nadie delante de mi y en menos de un
minuto ya tenía mis documentos debidamente sellados y apostillados. Tres
solicitudes, tres resultados y todo en menos de una hora. Yo diría que los
sistemas funcionan muy eficazmente. Fin de la historia…
Mis queridos
señores alcaldes: ustedes podrían si se
lo propusieran, igualar estos tiempos. Para ello deben tomarse en serio las
necesidades de sus electores. Plantéense la meta, alcanzable: ¡documentos en
cinco minutos o menos! Atender al ciudadano en la obtención de partidas de
nacimiento, de matrimonio, defunciones, fe de vida, etc., es una obligación de ustedes,
sea éste un estado socialista o de otro tipo. Para eso, entre otras cosas,
fueron ustedes electos. Y para ello deben contar con oficinas limpias, amplias,
con funcionarios uniformados, que no masquen chicle ni envien mensajes, que
atiendan en horas normales de oficina, que no tengan “gordas” para pasar a las
seis de la mañana y que entiendan que sus “clientes” son ciudadanos como ellos,
padres o madres como ellos. Que las personas no tengan que pasar por atropellos
ni humillaciones para obtener un documento. Que sean ágiles los procesos, que
no se forman colas innecesarias, que hayan asientos cómodos donde esperar y que
a los de la tercera edad o señoras embarazadas se les de tratamiento
preferencial. ¿Es eso mucho pedir? Para este asunto sólo hace falta voluntad,
buena voluntad, un poco de organización y, sobre todo ponerse en el lugar del
público. Y que el SAIME se desconcentre y cualquier persona, venezolano o
extranjero pueda sacar sus documentos en horas normales de oficina, en su
propio municipio.
Esa
sería una actividad típica de la autonomía que reclamamos en este Observatorio
y que deben tener los municipios; se debe descentralizar las gestiones para que
el habitante de un municipio pueda resolver fácil y cómodamente sus
requerimientos.
Ojalá
alguno de ustedes tomen la iniciativa, estudien como se están llevando a cabo
los procesos en este momento, en que tipo de oficinas y por que tipo de
funcionarios y cuanto tiempo se tardan en obtener resultados. De ese estudio,
con seguridad, surgirán las formas de hacerlos más eficaces. La meta: documentos
en 5 minutos (o menos…)
Finalmente,
queridos señores alcaldes. Pónganse en los zapatos del ciudadano de a pié: ¿cuándo
fue la última vez que ustedes hicieron cola para obtener un documento?
Que
pasen un feliz día,
Miguel
A. Megias Ascanio
Ciudadano
español que desea aportar su granito de arena para vivir mejor en ese bello y querido
país que es Venezuela
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