domingo, 22 de febrero de 2015

Documentos en cinco minutos

                   
Cartel de aviso en la oficina del Ministerio de Justicia, Tenerife
                                           

Miguel Angel Megias


 Carta abierta a los alcaldes de Venezuela

Estimados amigos:

Acabo de llegar a una isla muy amiga de Venezuela, donde residen miles de venezolanos, muchos de ellos nacidos aquí o sus hijos nacidos en esa maravillosa “tierra de gracia”, como la llamara Colón hace ya 500 y tantos años. Me refiero a la isla de Tenerife, la mayor de las islas Canarias que durante tantas generaciones fuera fuente de hombres trabajadores y honestos que labraron el campo venezolano e hicieron miles de trabajos útiles y productivos.

Les escribo desde esta tierra bendita para hacerles ver que hay algunos problemas no resueltos que pueden solucionarse si hay el vehemente deseo de servir a quienes los eligieron. Y así empiezo mi cuento…

Hace unos días tuve que renovar mi cédula de identidad.  Hice mi primer intento, un lunes a las 10 de la mañana y en la oficina del SAIME (nuevo nombre, viejas mañas) me dijeron “venga mañana a las 6 y póngase en la cola”. Al día siguiente llegué a las 5:50. De nuevo, vano intento, pues según me contaron los extranjeros que ya estaban en la cola, “acaba de pasar la gorda” (así llaman a la funcionaria  encargada de recoger los pasaportes de los extranjeros a las 5:45). O sea, llegué con cinco minutos de retraso. Espera de dos horas para ver si el funcionario encargado se compadecía, pero fue inútil: no es no. Al tercer día, me levanté, a mis 79 años, a las 4:30 de la madrugada para, esta vez si, poder estar a tiempo para el pase de “la gorda”.

Varias horas después se formó la fila “de los extranjeros” (apenas éramos siete viejos de varias nacionalidades).  A las 9 salió una funcionaria y a gritos “¡vayan a pagar al banco, el punto de ventas no funciona!”. Con lo que tuvimos que correr a copiar el número de cuenta, ir al banco, hacer cola, pagar y regresar con el codiciado “voucher”. Por fin, casi a las 11 de la mañana nos llamaron y entramos a “la oficina”(más bien, una especie de galpón), con asientos. Cuando  llamaron mi nombre me dije “¡bingo, me tocó la lotería!” Pasé al interior de la oficina, donde seis funcionarios con sendas computadoras portátiles, dispositivos captahuellas y camaritas digitales tomaban datos, fotos, huellas (mano izquierda, mano derecha y los dos pulgares); me tocó que me atendiera una dama, de caracteres muy criollos, morena, pelo negrísimo y largo y, en cierto modo, bastante guapa.  

 Mientras hacía su trabajo no cesaba de mascar chicle y escribir mensajes en su teléfono “inteligente”, supongo que asuntos  de mayor urgencia que atender prontamente a este ciudadano que soy yo. Finalmente, tras responder todos los mensajes, se dignó a tomar mi foto, me indicó la salida, me dieron un comprobante y… en dos semanas estará lista mi nueva y flamante cédula (o eso creo, al menos). Fin de la historia (por ahora…). Tres días después de este episodio salí del país en avión rumbo a Canarias.

Al día siguiente de mi llegada era lunes de carnaval y pensé que estarían cerradas todas las oficinas, pero no fue así. Caminé hasta la Alcaldía (aquí es el Ayuntamiento) y, en una oficina limpia, amplia, moderna, dotada de buenos computadores y en total silencio (¡como en una iglesia!), en cinco minutos me tocó mi turno y, ¡zas! 30 segundos después mostré mi DNI (cédula española) e indiqué lo que requería y enseguida tenía en mis manos los papeles sellados y firmados.

Diez minutos después llegué a la oficina del Registro Civil para obtener una Fe de Vida; me dieron  un ticket y en menos de dos minutos mostré mi DNI y la funcionaria me dio las dos copias firmadas y selladas. ¡todo en menos de cinco minutos!

Por último, caminé unos 15 minutos hasta la oficina donde colocan la Apostilla de La Haya, un sello que es requerido en todos los documentos que se utilizan entre naciones. Entré al recinto, no había nadie delante de mi y en menos de un minuto ya tenía mis documentos debidamente sellados y apostillados. Tres solicitudes, tres resultados y todo en menos de una hora. Yo diría que los sistemas funcionan muy eficazmente. Fin de la historia…

Mis queridos señores alcaldes:  ustedes podrían si se lo propusieran, igualar estos tiempos. Para ello deben tomarse en serio las necesidades de sus electores. Plantéense la meta, alcanzable: ¡documentos en cinco minutos o menos! Atender al ciudadano en la obtención de partidas de nacimiento, de matrimonio, defunciones, fe de vida, etc., es una obligación de ustedes, sea éste un estado socialista o de otro tipo. Para eso, entre otras cosas, fueron ustedes electos. Y para ello deben contar con oficinas limpias, amplias, con funcionarios uniformados, que no masquen chicle ni envien mensajes, que atiendan en horas normales de oficina, que no tengan “gordas” para pasar a las seis de la mañana y que entiendan que sus “clientes” son ciudadanos como ellos, padres o madres como ellos. Que las personas no tengan que pasar por atropellos ni humillaciones para obtener un documento. Que sean ágiles los procesos, que no se forman colas innecesarias, que hayan asientos cómodos donde esperar y que a los de la tercera edad o señoras embarazadas se les de tratamiento preferencial. ¿Es eso mucho pedir? Para este asunto sólo hace falta voluntad, buena voluntad, un poco de organización y, sobre todo ponerse en el lugar del público. Y que el SAIME se desconcentre y cualquier persona, venezolano o extranjero pueda sacar sus documentos en horas normales de oficina, en su propio municipio.

Esa sería una actividad típica de la autonomía que reclamamos en este Observatorio y que deben tener los municipios; se debe descentralizar las gestiones para que el habitante de un municipio pueda resolver fácil y cómodamente sus requerimientos.

Ojalá alguno de ustedes tomen la iniciativa, estudien como se están llevando a cabo los procesos en este momento, en que tipo de oficinas y por que tipo de funcionarios y cuanto tiempo se tardan en obtener resultados. De ese estudio, con seguridad, surgirán las formas de hacerlos más eficaces. La meta: documentos en 5 minutos (o menos…)

Finalmente, queridos señores alcaldes. Pónganse en los zapatos del ciudadano de a pié: ¿cuándo fue la última vez que ustedes hicieron cola para obtener un documento?

Que pasen un feliz día,

Miguel A. Megias Ascanio


Ciudadano español que desea aportar su granito de arena para vivir mejor en ese bello y querido país que es Venezuela

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