Manuel Barreto Hernaiz
"El hambre hace salir al lobo del bosque." Fernand Vanderem
Si bien podemos encontrar varias coincidencias con el tema que hoy nos ocupa y la extraordinaria trilogía de la novela de Suzanne Collins llevada a la pantalla por Gary Ross, en la cual se recrea un estado totalitario llamado Panem – por aquello de Panem et Circense- solo que acá el pan ya es inalcanzable y al circo se le voló la carpa, pues hoy lamentablemente el hambre campea en nuestro país…y eso no son juegos. Así como en el caso venezolano, se la cae no la carpa pero si la careta a la FAO, pues tuvo la irónica osadía de otorgarle al gobierno, un reconocimiento por haber logrado reducir a la mitad el número de personas que padecen hambre, meta que fue trazada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Ya para ese entonces -2014 - la Encuesta Condiciones de Vida del Venezolano, realizada por investigadores de las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello, y divulgada hace poco, alertaba precisamente acerca del desequilibrio del menú que consumían en los hogares venezolanos. Como tampoco resultó un juego, a pesar de haber sido todo un grotesco acto circense, aquellas televisadas expropiaciones de productivas fincas, en las cuales hoy día no solo los cujíes, sino los chaparrales y el mastranto lloran de dolor. Hoy hay hambre porque hay desabastecimiento y escasez. Hay escasez porque no hay producción. Y no hay producción porque la mayoría de las empresas que producían fueron expropiadas…y eso no era un juego.
Si bien la palabra hambre se utiliza en un sentido social y mucho más concatenada con la condición de extrema pobreza, miseria y desnutrición, el efecto del hambre o de ausencia de alimento en el organismo es una de las sensaciones más básicas no sólo del ser humano sino de cualquier ser vivo, y esta, más que una sensación, ha pasado a ser una terrible realidad que afecta a más del 60% de los compatriotas venezolanos.
Y ha sido tal la irresponsabilidad de este perverso régimen al descuidar la seguridad alimentaria de manera criminal, que hoy los niños venezolanos están faltando a clases porque no tienen qué comer, esto a consecuencia de las políticas erradas del Gobierno, tal como lo reseñó la prensa capitalina hace una semana. Los venezolanos hemos cambiado de manera considerable nuestros hábitos alimenticios producto de la crisis económica, de la escasez, del desabastecimiento y de la indetenible espiral inflacionaria ante la cual el régimen no encuentra otra respuesta que ese absurdo y totalitario “Estado de Excepción”. Con el hambre no se juega ni se hace política. Con el hambre se buscan soluciones. Y se resuelve. Sin demagogia, sin premios ni alharacas, y sobre todo, sin corrupción.
Un acucioso periodista simpatizante del PSUV - Modesto Emilio Guerrero- anotaba recientemente: “Hay un desabastecimiento programado sistemático y profundamente cruel. Ninguna sociedad soporta eso, así sea Mahatma Gandhi quien gobierne. El problema es cómo se produjo este fenómeno. Se debate entre la angustia y la desesperación, porque no consigue alimentar a su familia. La derecha ganó por la vía del estómago la cabeza de la gente. Si hay hambre, no hay gobierno que se pueda sostener”… Sobrada razón le asiste a Guerrero, a menos que Maduro, en su pasantía cubana, haya hecho de Stalin su modelo referencial, ya que entre los numerosos crímenes cometidos por Stalin se cuenta el de la hambruna forzosa de Ucrania durante los años 1932-1933, momento en el cual decidió exterminar a los kulaks, los productores agrícolas de aquellas latitudes.
Pero así como cientos de miles de Katniss Everdeen y Peeta Mellark se cansaron de ese absurdo “Juego del Hambre” de un gobierno irresponsable, incapaz y hambreador, la mayoría de nuestra carajeada Nación tampoco cree en revocatorios, constituyentes ni enmiendas y en las únicas elecciones que cree son en esas que sacien su sed y mitiguen su fatiga.
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