Nelson Acosta Espinoza
Amigos lectores, sin la menor duda, me atrevo a sostener que el país
confronta una crisis de naturaleza sistémica. Su progresiva intensificación
socaba los cimientos económicos, sociales y culturales de la nación. Derechos
elementales como, por ejemplo, trabajo, salud, seguridad, alimentación,
justicia, paz se encuentran comprometidos. En especial el fundante de la vida
colectiva: el derecho a la vida.
En el marco de esta situación se ha
venido operando un proceso continuo de deslegitimación del gobierno. Los
resultados electorales del 6D muestran contundentemente la profundización de
esta pérdida de legitimidad del régimen
político. Con el pasar de tiempo, este rechazo aumenta al mismo tenor que se
acrecientan grados de desesperación en el
estado de ánimo de la población.
Sin embargo, este progresivo deterioro no hace mella en las políticas
diseñadas por el gobierno. Por el contrario, dan la espalda a las evidencias de
la crisis y persisten, tercamente, en transitar un camino que inexorablemente
conducirá a situaciones extremas y peligrosas para la convivencia social.
Insisto. El colectivo social experimenta esta situación en forma
desesperada. Estado de ánimo que se refuerza ante la negativa del oficialismo
de abrirse al juego democrático que permitan la formulación de compromisos en la búsqueda de soluciones a la crisis. Esta
actitud refractaria vigoriza, en sectores sociales, la idea de que confrontamos una situación límite: no
existe salida negociada a la actual situación conflictiva.
Es este el contexto dentro del cual la oposición democrática ha venido
operando políticamente. Sus propuestas legislativas han sido neutralizadas. Su
conducta pareciera reflejar una cierta debilidad política. Déficit de unidad y
dificultad para formular una visión estratégica compartida por todos los grupos
que hacen oposición al régimen. Esta carencia,
entre otras variables, ayuda a explicar su dificultad para articular sus
iniciativas con demandas concretas provenientes de la sociedad civil. Pareciera
que su formulación se encuentra auto referida.
No todo ha sido negativo. Los partidos que componen la oposición se han
organizado electoralmente a través de la MUD. Y, esa operación, ha sido exitosa. La aplastante derrota del
oficialismo el 6D alimenta la creencia de una victoriosa campaña electoral para
elegir gobernadores el próximo mes de diciembre. Presunción razonable y que
ejerce presión en los partidos para abocarse con fuerza en el camino electoral.
Esta presunción, en condiciones normales, estaría ajustada a la realidad política
del momento. El problema radica, precisamente, que esta coyuntura escapa a los
moldes de normalidad política. Experimentamos, si se quiere, un estado de excepcionalidad
política.
¿Qué se quiere decir con este concepto? Bien, simplemente que el poder
ejecutivo se ha rebelado y se enfrenta a la normalidad jurídica vigente en el
país. Vivimos en un estado de excepcionalidad jurídica y política. Lo que el país
está experimentando a propósito de la convocatoria del referéndum revocatorio
ilustra el grado de excepcionalidad jurídica que está practicando el gobierno.
La ciencia política distingue diversos tipos de excepcionalidad Por
ejemplo, indeterminación que consiste en crear vacíos de derecho que favorecen
la perpetuación en el poder del sector gobernante. Como técnica de gobierno, diseño estratégico para consolidarse en el poder y,
finalmente, la excepción como exclusión con la finalidad de neutralizar grupos
humanos concretos. Todos estos grados de excepcionalidad, con mayor o menor
intensidad, se han venido aplicando en el país. La neutralización de poder
legislativo y la resistencia a permitir el referéndum revocatorio son ejemplos
del grado de excepcionalidad a que están siendo sometido los venezolanos.
Las
elecciones serán posibles si la oposición se enfrenta decididamente a combatir
esta tendencia. Ello requiere articular los temas sociales y asentar sus
propuestas políticas sobre este terreno. Los demócratas están en la obligación de
construir una narrativa compartida que constituya una alternativa a la
oficialista y renueve el horizonte político del país.
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