sábado, 28 de mayo de 2016

¡En octubre: revoca el hambre!


 

Nelson Acosta Espinoza

La semana pasada tuve la oportunidad de participar en un conversatorio sobre la situación alimentaria en el país. Este tema convocó a un conjunto de expertos que abordaron la problemática desde distintas perspectivas. Hubo presentaciones, cuadros, estadísticas, etc. Todas las intervenciones concluyeron que es dramática la situación del abastecimiento de alimentos en el país. La comida se está agotando y escasean los recursos financieros para reponer esos inventarios. Estamos alcanzando una situación de crisis humanitaria, nunca antes experimentada en Venezuela.

En este encuentro se afirmó que los venezolanos están pasando hambre. Malestar éste que se encuentra presente en la mayoría de la población (sectores populares y de clase media urbana).  Escasean productos básicos como; leche, azúcar, café, aceite, salsa de tomate, harina de trigo, caraotas negras, aceite de maíz, aceite de soya y margarina. A esta descripción debemos añadir que los canales de distribución del gobierno están colapsados y, en consecuencia, tienen poco impacto en la vida cotidiana de la población. Ello explica las colas en los supermercados de cadena.

Hasta aquí la descripción técnica y racional de la grave crisis alimentaria que estamos padeciendo. Sin embargo, lo que más impactó a la audiencia fue el testimonio de una de las participantes en este conversatorio. Una dirigente vecinal de más de setenta años; madre de cinco hijos y abuela de diez nietos. Una mujer venezolana: recia, luchadora y elocuente. Su relato de la situación que está confrontado la población humilde de esta ciudad fue desgarrador. Acaparó la atención de los participantes y logró llegar a los corazones de la audiencia. Su poder de convencimiento, perdonen los amigos expositores académicos, fue intenso y superó al de los analistas racionales. En pocas palabras: emocionó y, en consecuencia,  convenció a los destinatarios de su mensaje.

De esta experiencia, creo posible extraer algunas conclusiones útiles para mejorar la calidad de la comunicación política de la oposición. La dirigente vecinal que participó en este evento se comunicó a través de un relato. Narró las vivencias de los habitantes de su barrio. Y, lo hizo, con prescindencia de datos y estadísticas. Por el contrario, construyo una “historia” que sedujo a la audiencia y la comprometió mediante la activación de sus sentidos y emociones.

Hoy día los sectores populares se encuentran “huérfanos”; el discurso político que eventualmente los dotó de una identidad se ha agotado. Los referentes que los constituyeron como sujeto de acción colectiva han desaparecido. La intervención de la señora participante en este conversatorio explicitó, precisamente, la ausencia de una narrativa que diera cuenta de las situaciones desesperadas y angustiantes que confronta la población en este moribundo entorno económico.

La conclusión en el orden político es obvia. La oposición democrática que hace vida en la MUD requiere, con urgencia, elaborar una narrativa que se encuentre arraigada con los componentes simbólicos de la cultura popular de nuestra población. Desde luego, estos elementos discursivos, deberán ser resignificados y puesto al servicio de las aspiraciones políticas del sector democrático.

Por ejemplo, la literatura sobre este tema señala la existencia de narrativas conformadas por guiones culturales clásicos: el héroe, la víctima y el villano; la batalla del bien contra el mal; justicia e injusticia; libertad y opresión. La neurociencia enseña, igualmente,  que esas narrativas culturales se encuentran fijadas en los circuitos neuronales de nuestros cerebros y que pueden ser activadas y puestas en funcionamiento de modo automático e inconsciente.

En concreto. Tenemos una oportunidad de poder condensar todas estas vivencias dramáticas que experimenta la población en una consigna de naturaleza política. Por ejemplo, “en octubre: revoca el hambre”. Aquí se articula la propuesta política con una necesidad sentida por la población.

Es un ejemplo y pudiera constituir punto de partida para la elaboración de una narrativa política para la oposición democrática. Esperemos que así sea.

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