sábado, 12 de marzo de 2016

Las disyuntivas del PSUV

                                                         
Simón García
Sería una simpleza suponer que la conducta del PSUV ante la crisis sólo le concierne a esa organización. Es en la práctica el partido único de gobierno y no tiene por qué convertirse en un obstáculo para los cambios que incluso sus partidarios quieren. 
El PSUV es el sistema de creencias en un proyecto llamado a emancipar al pueblo de la opresión de los ricos y al país de los EEUU, a redimir a los excluidos y llevar a cabo la venganza social contra los responsables de las desventuras humanas de la mayoría. Es la escenificación simbólica de un Robin Hood que logra la vuelta de tortilla anhelada en la nostálgica canción española del tomate, sólo que con pobres sin pan para comer.
El PSUV se está marchitando por déficit de proyecto, por los errores de Maduro y por el desmoronamiento que le ocasiona las evidencias de una crisis que no pide carnet. Se está contrayendo a una masilla de reserva para las maniobras internas y la competencia entre una docena de dirigentes que hoy están ocupados en apuntalar sus parcelas de poder.
Los militantes del PSUV comprueban que la lealtad de seguidores y votantes no es a prueba de crisis. Por más que sigan repitiendo vehementemente que los cajeros del Banco de Venezuela no funcionan porque otra vez la oposición los dejó sin plata, en la intimidad de su conciencia saben que el verdadero responsable del “cajero en mantenimiento” es su dueño: el gobierno.
La causa de la desilusión no es la ideología sino el estómago vacío. El gobierno no sabe,  y no podrá hacerlo aplicando las mismas políticas que los vaciaron, cómo llenar los anaqueles. Si no cambia no aguantará el terremoto que le está cuarteando sus bases. Su desplazamiento constitucional y electoral será cuestión de tiempo.
Es evidente que entre los millones de venezolanos que votaron por Maduro hay gente de ideales, de trabajo y de valores. Es también seguro que en Venezuela no hay cinco millones de corruptos por el sólo hecho de haber votado por el PSUV, como dicen que le contra argumentó Fidel a Chávez ante su artificial presentación de la oposición como oligarcas. Es imposible que dentro del PSUV no aumenten y salgan a la luz pública las insatisfacciones y críticas a las políticas de Maduro.
Es muy difícil, por temible que sea la jerarquía vertical del PSUV, que la cúpula insista en bloquear al revocatorio, sin que esta contradicción con la propaganda oficialista que lo exalta como el logro más relevante de la democracia participativa, se convierta en una astilla interna.
No está negado que en el PSUV surjan presiones para que su gobierno adopte medidas que impliquen un viraje en materia del modelo económico, en los esquemas de control autoritario que han fracasado y en la insistencia a criminalizar a la oposición.
Si la cúpula gubernamental le impone al PSUV la defensa conservadora de sus privilegios estará incubando nuevas derrotas políticas y electorales en su camino. Si al contrario decide contarse y acatar el mandato del soberano, sea de respaldo o rechazo, estará abriendo la posibilidad de encontrarse con la mayoría de la población que ahora respalda claramente la ruta de la MUD. Así es la democracia.  


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