sábado, 5 de marzo de 2016

CAMBIO Y TRANSICION EN VENEZUELA Consideraciones teórico conceptuales*

Argenis Urdaneta

Cambio
Lo primero a tener en cuenta es que el equilibrio del sistema se haya en perturbación constante. Mientras el sistema está en equilibrio hay interrelación funcional de sus variables. Por lo que el equilibrio genera estabilidad con cierto grado de autarquía y cierta suficiencia para su sostenimiento, pero también produce cierta resistencia al cambio.
En los estudios del sistema político se han introducido dos conceptos importantes (sistema abierto y sistema adaptativo)  
Sistema abierto: tipo que se antepone al de sistema cerrado. Implica una importante relación con el medio ambiente, sin que ello signifique dependencia. En él se da un flujo constante de cambios, de manera que el funcionamiento normal de instituciones genera insumos de variedad y tensiones, lo que se expresa en un proceso continuo de reorganización.
Sistema adaptativo. En este tipo de sistema la idea de cambio social se hace importante, en razón los mecanismos selectivos de adaptación. Y hay dos maneras de entender ese cambio, desde la perspectiva evolucionista las transformaciones se dan en largos periodos, mientras desde la perspectiva del cambio se trata de periodos más cortos.
Existen dos tipos de cambio: 1) cambio de equilibrio (no afecta la estructura del sistema, hay adaptación); 2) cambio de estructura (transformaciones de mayor alcance).
Transición
Consiste en el paso o tránsito de un punto, estado o situación a otro. Significa un cambio o mudanza en un modo de ser o estar. Supone una etapa no permanente entre dos estados.
En política, está referida al tránsito entre sistemas, regímenes, situaciones, gobiernos. Pero en este último caso es más una transmisión que una transición. La transición política es un  proceso complejo, de duración y alcance indeterminados. Para su estudio hay que tomar en cuenta el referente histórico y el análisis contextual, debido a que, generalmente, los cambios derivan de acumulación de tensiones, inconformidades, insatisfacciones, desesperanzas, que alimentan la posibilidad de transformación, o la necesidad colectiva de culminar un periodo e iniciar otra fase. Además, hay que distinguir los cambios que producen transiciones de aquellas modificaciones producidas en ese proceso.
Los factores que contribuyen a las transiciones son diversos y varían según el país. Situaciones de presión social y polarización política, dispersión de actores políticos, crisis política e institucional, inestabilidad e ingobernabilidad, crisis de credibilidad, pérdidas de apoyo, pérdida de cohesión política, descrédito y deslegitimación del sistema hasta de parte de sus propios defensores.
Los procesos de transición pueden ser previstos, sospechados, intuidos, y hasta puede contribuirse a su aceleración, retardo o freno; pero no predefinir, predeterminar, y menos decretar. Esos procesos se dan, se viven; y a veces conducen a nuevas situaciones no esperadas por los actores en el proceso.
Se distinguen tres tipos: [1] por transformación, reforma o tutela, situaciones en las que hay mayor peso de reformistas en el gobierno y moderados en la oposición, [2] por reemplazo, ruptura o colapso, situaciones en las que la interacción clave se da entre moderados y radicales en la oposición, y oposición – gobierno, y [3] pactada o por traspaso, con el papel relevante de los moderados de ambos bandos. Se hace otra clasificación equivalente que distingue: [a] por autoexclusión, [b] por colapso y [c] por transacción.
Contexto: la Venezuela post Chávez
Posibilidad de cambios
El cambio de equilibrio sería la opción natural del sector gubernamental; no obstante, su actuación expresa una importante resistencia al cambio, lejos de buscar formas de adaptación que permitan preservar el sistema, se reacciona con la utilización improvisada de diversos mecanismos inconstitucionales para contrarrestar la acción del nuevo parlamento; tarea en la que el TSJ, lejos de actuar como árbitro entre los órganos ejecutivo y legislativo, se asume como órgano político en favor del primero contra el segundo, por lo que pareciera no ser factible las posibilidades de cambio de equilibrio. Mientras que las posibilidades de cambio de estructura, que era una aspiración de los diversos factores de la oposición, ha derivado en una estrategia definida unitariamente por ella.
Perspectivas de transición
Algo de historia
En el siglo XX se destacan dos momentos de transición. En 1936 se inicia el periodo Postgomecista, en el que los sucesores contribuyeron a la creación de ciertas condiciones para un posible tránsito a la democracia, pero la experiencia de los años 40, se convirtió en el tránsito (no deseado) hacia una nueva dictadura militar. Con el golpe de Estado de 1945 se inicia un breve periodo de tránsito que incluyó una constituyente (1946), una Constitución de avanzada, elección universal, directa y secreta del Presidente, y un nuevo golpe de Estado (1948).
La otra experiencia es la democracia que inicia en 1958. El proceso vivido a finales de los años 50 estuvo signado por un sentimiento, clima o ambiente de unidad (superación de los errores de los 40), luego identificado como “espíritu del 23 de enero”, que unido a cierto descontento en las FA, provocó la aceleración del desgaste del Gobierno de Pérez Jiménez. La transición de los 50-60 (incluida la pacificación) creó bases sólidas que permitirían vivir el más largo periodo de gobiernos civiles en nuestra historia. Siendo relevante un conjunto de acuerdos entre los que destaca el Pacto de Punto Fijo (1958), la firma de la Constitución (1961) y el Pacto Institucional (1969), el cual, a diferencia de los otros, se mantuvo vigente hasta 1999 con su aplicación en la instalación del Congreso.
Pero, en las décadas 80-90 se vive una crisis importante, que incluye expresiones de antipolítica y el deterioro de los partidos políticos. El último periodo presidencial de esa experiencia podría considerarse como tránsito al régimen chavista.
Opciones: democratización – militarización 
En 2014 se pasa de la violencia simbólica a la física. A mediados de ese año el tema de la transición adquiere mayor relevancia que en el año anterior, cuando Maduro sustituye a Chávez. Ese año se desvelan las debilidades del gobierno de Maduro para atender la crisis, e inicia una espiral de conflictividad de menor intensidad y menos violencia que la de comienzo de año. La crisis económica (2015-16), consecuencia de políticas desacertadas, obliga a ajustes muy difíciles de implementar en ausencia de apoyo suficiente. La acción gubernamental deriva en inactividad y exceso de propaganda (hipótesis de guerra económica), teniendo como norte la opción por “el modelo”. Se atiende a los efectos en lugar de las causas. En estas condiciones la falta de solución reproduce crisis. Y como máxima expresión de esa orientación se decreta la emergencia económica (estado de excepción) y se anuncian improvisadas medidas económicas.
El debate político sobre la transición tiende a girar en torno a la democratización como respuesta alternativa a la militarización en marcha. Proceso de militarización de la sociedad y la Administración Pública, iniciado en los gobiernos de Chávez, que aumenta en el de Maduro, siendo su expresión extrema la creación de una Compañía anónima militar.
La ausencia de “líder indiscutido” provoca fisuras en todos los sectores, con disminución de apoyos para el régimen y con fragilidades en la oposición. Lo que incide en el manejo de la crisis. Así, las expectativas de transición tienden a convertirse en retos.
La crisis socio-económica, por su magnitud podría generar un estallido social, pero la producción de estallidos diversos y pequeños tiende derivar en amortiguación del gran estallido, que podría no producirse, conduciendo a una posible adaptación en el comportamiento social. Por lo que no se puede apostar a que la profundización de la crisis produzca, necesariamente, ese estallido, y que éste opere como detonante de cambios.
El triunfo electoral del 6D, producto de una estrategia unitaria convertida en alternativa ante un deficiente gobierno, produce una nueva mayoría parlamentaria (2/3) con la que se puede tomar decisiones difíciles, y con la que se rescata el papel del parlamento en el equilibrio propio del juego democrático. Nos obstante, el sector gubernamental mantiene la estrategia de utilizar al TSJ para confrontar la acción parlamentaria con la improvisación de mecanismos inconstitucionales; y esto expresa un comportamiento de resistencia al cambio.
La posibilidad de transición por transacción no es descartable, debido al rol de la disidencia y el impulso de personalidades, podría ser un efecto de la política de reconciliación y verse reflejada en acuerdos inevitables como el caso Guyana.
La posibilidad de la militarización o transición a un régimen propiamente militar podría ser un proceso gradual o derivar de una salida de facto.
La transición a la democracia o democratización (redemocratización), también podría ser un proceso gradual o acelerado por medios institucionales en el marco de una dinámica cambio – resistencia. Así se ha planteado la posibilidad de la ausencia absoluta del Presidente, lo que obliga a una nueva elección para completar el periodo. Mecanismos: 1) ANC, lo que significaría un nuevo comienzo, expresión de la magia de mitos; 2) referendo revocatorio: lo que puede producirse, mediante solicitud (firmas / CNE), una vez alcanzada la mitad del periodo (10-01-16), y la revocación sería consecuencia de obtener un número mayor de votos que para su elección; 3) renuncia (acto voluntario), en lo que podría incidir la disidencia y las contradicciones internas, y hasta pudiera provocar una transacción; 4) enmienda constitucional (breve modificación que se aprueba por referendo), que tendría el objeto de disminuir el periodo presidencial y eliminar la reelección indefinida.  
* Centro de Estudios Políticos y Administrativos (CEPA) FCJP-UC
Observatorio Venezolano de las Autonomía (OVA)
Foro: LA TRANSICIÓN POLÍTICA EN VENEZUELA



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