sábado, 12 de marzo de 2016

Aceleremos la transición política

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Mostrando DSCF2192.JPGNelson Acosta Espinoza

Estimados lectores, en esta ocasión voy a reproducir en su totalidad un documento elaborado por un conjunto de profesores (activos, jubilados; docentes, investigadores; autoridades y ex autoridades) de la Universidad de Carabobo de fecha 9 de Marzo de este año. Su encabezamiento, “Es indispensable intensificar la lucha pacífica y constitucional por una transición política” constituye un llamamiento a los sectores de la oposición a acentuar la resistencia civil. Sin lugar a dudas, ha llegado el momento de requerir una militancia ciudadana que respalde y acompañe, en la calle, las iniciativas que se desarrollan en el parlamento.

Me voy a permitir, brevemente, formular unas observaciones. Me parece que es indispensable combatir el electoralismo. ¿Qué entiendo por esta práctica? Una suerte de pulsión administrativa que relega a un segundo plano la necesidad de  poseer una concepción alternativa de país a la que ha sido dominante durante estos años. Igualmente, sería preciso elaborar una narrativa que seduzca a la población que aún se siente interpelada por el chavismo. Ambas iniciativas se refuerzan mutuamente y podrían facilitar la tarea de traducir el descontento “de la inmensa mayoría de los venezolanos en  fuerza y voluntad para el cambio político”.

Bien, aquí va el documento.

(también puede obtenerlo en formato PDF aquí.)

“El Grupo de Pensamiento Universitario, en el marco de las actuales circunstancias, ha venido reuniéndose con el propósito de reflexionar sobre el futuro de la universidad y el país. Hemos indagado sobre el porvenir más inmediato de esta institución en una situación tan crítica como la que vivimos. El número de estudiantes en las aulas se ha reducido significativamente. Los profesores, a pesar del permanente maltrato salarial, dictan sus clases, cuando se puede, en condiciones muy poco cónsonas con la academia. La vida universitaria se ha reducido a eso,  en un contexto de progresivo cierre técnico, hábitat intolerable y carencia casi total de insumos. Esta deteriorada universidad es un reflejo de lo que ocurre en el país.
 
Coincidimos con la opinión de muchos expertos, en que la intensificación de la crisis del país se viene generando con una aceleración que tiende  a reducir el tiempo del que disponemos para producir un cambio político. En materia de salud, el tiempo ya no se cuenta en horas sino en vidas perdidas. Vivimos bajo la amenaza de un colapso eléctrico y con él, la de muchos otros servicios. Las proyecciones sobre la inminente insuficiencia de provisión de alimentos para toda la población son dramáticas. Y, hablando de  insuficiencias,  la más peligrosa de todas es la ausencia de una voluntad por parte del oficialismo para transar soluciones a corto plazo.

Lo ha dicho con precisión el Padre Ugalde, hay sectores políticos dentro del oficialismo que “prefieren la ruina total del país, antes de reconocer su fracaso y abrirse a las reformas necesarias para que tengamos comida, medicinas y seguridad…”.

La dirigencia democrática tiene la responsabilidad de resolver la ecuación política de este tiempo.  Es la oportunidad para un liderazgo colectivo que traduzca el descontento de la inmensa mayoría de los venezolanos en  fuerza y voluntad para el cambio político. Le hacemos un llamado para que se le hable al país, con contundencia, claridad y solemnidad, de ese dantesco futuro que nos promete la terquedad del Gobierno al insistir con un modelo de conducción del país ya fracasado.

Experiencias históricas – la nuestra y de otras regiones del mundo- muestran que en situaciones de esta naturaleza se requiere de una militancia cívica activa y organizada. Es tiempo de que el liderazgo político la organice, la convoque y la dirija. Hablamos de participación masiva, de resistencia pacífica, hablamos de calle con bitácora constitucional y democrática. No hay espacio para intereses políticos personales y subalternos.


Los universitarios tenemos una vieja tradición de lucha. Respaldados por esta historia creemos que es necesario intensificar la lucha pacífica y constitucional por una transición política a la brevedad posible. El no hacerlo implica el riesgo de precipitarnos hacia un escenario muy complejo en lo social y económico. Y además anarquizado  en lo político, cuando el pueblo reclame con similar acritud  tanto a quienes nos condujeron a este despeñadero, como a quienes no quisieron asumir la responsabilidad histórica que este advertido tránsito hacia una crisis humanitaria demanda”

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