Nelson Acosta Espinoza
La situación
económica es desastrosa. Los anaqueles de los supermercados y otros negocios
dedicados al ramo de distribución de alimentos se encuentran vacíos. Se han
cumplido las predicciones que alertaban que el país se encontraba enrumbado
hacia una situación de crisis de naturaleza humanitaria. Se enfrenta una
escasez que pone en peligro la salud y bienestar de los sectores populares. Esta
circunstancia afecta por igual a los sectores medios de la población. En fin,
el chavismo-madurismo logró lo impensable: al estilo cubano estamos atravesando
nuestro “periodo especial”.
Es bueno
recordarlo. En ese lapso, los cubanos se vieron afectados por un severo
racionamiento, una destrucción de su industria y reformas en el sector agrícola
que termino por arruinarlo. En general
el empobrecimiento de la población generó problemas de salud y una
desmoralización generalizada que se expresó en migraciones (balseros) y
prostitución de la juventud, entre otros males.
Ahora bien, ante
este panorama ¿Cuál ha de ser la conducta política apropiada de parte de los
sectores democráticos? O en términos más generales ¿Qué espera la población que sufragó mayoritariamente el 6D por la MUD?
Vamos a intentar
responder esta interrogante. La respuesta apunta a un terreno movedizo y
sujeto, desde luego, a diversas interpretaciones. Me permito postular lo siguiente.
Ambas agrupaciones, oposición y oficialismo, optaron por la confrontación y, su
consecuencia inmediata, la polarización.
El gobierno no
ha dado un paso atrás. No ha enviado señales en busca de un entendimiento que
pudiera sentar las bases para una salida acordada a la profunda crisis que
confronta el país. Por el contrario, bajo la dirección del diputado Cabello se
intentó un “fujimorazo” para desconocer la institucionalidad del parlamento.
Previamente, el gobierno se apoderó del Tribunal Supremo de Justicia, en un
jugada de corte antidemocrático y sin fundamento legal. La oposición, por su
parte, desde la primera intervención en la Asamblea Nacional de su Presidente,
el diputado Ramos Allup, anunció una política orientada a precipitar la salida
del Ejecutivo. En cierto sentido envió señales que advertían que la bancada de
la oposición no estaba en disposición de abrirse a un proceso de negociación.
La precipitada salida de los cuadros del parlamento pudiera verse como símbolo de
esa política.
Pareciera,
entonces, que los actores políticos se encuentran atrapados dentro de la lógica
de la polarización. Esta narrativa, ojo es importante insistir sobre este
punto, no interpela a la mayoría de la
población que voto por un cambio que abriera horizontes de futuro. Tengo la
impresión que los electores que hicieron posible este cambio no están siendo
escuchados con la debida atención. La polarización no ayuda a construir la
nueva mayoría que sustentara los anhelos de cambios que anidan entre los venezolanos.
Se aproxima un
nuevo ciclo electoral (elecciones de alcaldes y gobernadores). Estos comicios
se van a dar en el marco de una situación desastrosa desde el punto de vista
económico. Déficit fiscal que sobrepasa los 18 puntos del PIB; cuatro tipos diferentes
de cambios; caída de la actividad económica que alcanzó más de 10 puntos de PIB
e inflación por encima del 270%.
La coyuntura es
apropiada para formular una estrategia que despolarice. Sería pertinente,
entonces, ir a la búsqueda de acuerdos políticos que proporcionen soporte
para enfrentar los retos políticos y económicos que demanda esta desastrosa
situación económica.
Brevemente, un
comentario sobre lo sucedido en la Asamblea Nacional el día viernes 15 de este mes de Enero. La ocasión: el discurso
anual a la Nación. No hubo sorpresas. El Presidente Maduro reiteró su confianza
en el esquema económico y político que se ha venido implementado a lo largo de
esta década y media de revolución bolivariana. Lo novedoso, hasta cierto punto,
fue la presentación de un decreto de emergencia económica – propuesta diseñada
para gobernar por decreto durante los próximos dos meses (prorrogables)- el
objetivo sería compartir con la oposición el costo político del desastre en el
cual estamos sumidos.
Por su parte el
Presidente de la Asamblea Nacional, Ramos Allup, respondió todas y cada uno de
los argumentos esgrimidos por el Presidente. En el inicio de su intervención apuntaló el carácter autónomo del poder legislativo. “Que nadie se equivoque. Este es
ahora un poder constitucional autónomo que va a debatir, controlar y legislar”.
Por otra parte, reafirmó la voluntad de diálogo; “Si hay rectificación y diálogo sincero
estamos dispuestos a sentarnos a conversar. Bienvenido el diálogo, pero que sea permanente, avisó”.
Desde luego, no
es fácil implementar una estrategia de esta naturaleza. Sin embargo, incrementar
la presión social pudiera constituir un
mecanismo que ayude a disolver la polarización política. Siempre y cuando se
encuentre en sintonía con los anhelos de la población que se pronunció el 6D.
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