sábado, 29 de octubre de 2016

¿De esta crisis nacerá algo nuevo?




Nelson Acosta Espinoza

La semana pasa ha sido rica en sucesos de naturaleza política. Estos acontecimientos han revelado el límite final del socialismo del siglo XXI y, en cierta forma, han dibujado los primeros trazos que describen  el inicio de una nueva etapa política en el país.


Voy a intentar resumir estos hechos con sus respectivas implicaciones. En primer lugar, se debe anotar la suspensión del referéndum revocatorio mediante decisión de tribunales penales acatada por CNE. Esta medida, sin la menor duda, implica un golpe de estado y pone en entredicho la legalidad constitucional del poder ejecutivo.


En respuesta a esta suspensión de RR en el país, la Asamblea Nacional enuncio la ruptura del hilo constitucional e inicio gestiones con la finalidad de llevar a cabo un juicio de responsabilidad política contra el presidente Nicolás Maduro. A tono con esta declaración se llevó a cabo la “Toma de Venezuela” y se anunció un paro general de 12 horas en todo el país. Acción que se realizó exitosamente el pasado 28 de octubre.


Para el 3 de noviembre, Henrique Capriles, convoca a una marcha hacia el Palacio de Miraflores. Lo único que evitaría esta acción, según el gobernador de Miranda, “es que el Consejo Nacional Electoral anuncie la fecha de la recolección del 20% de la voluntades a favor de Referendo Revocatorio antes del domingo 30 de octubre”.


Estos hechos y sus implicaciones políticas describen un panorama altamente peligroso para la convivencia democrática. En cierto sentido, pareciera que nos estamos acercando a una crisis de naturaleza orgánica, ¿Qué significa este concepto? O, expresado en otros términos, ¿estamos en presencia del final de una época? ¿La resolución del conflicto abriría las compuertas para el inicio de un nuevo ciclo político en el país?  En fin, ¿qué ha entrado en crisis en la sociedad venezolana?


En principio, parece sabio recalcar que la suspensión del RR tiene implicaciones sustantivas para ambos bandos en pugna, Por un lado, el gobierno se verá ante la disyuntiva de profundizar el sesgo autoritario del  régimen en orden de poder sobrevivir. Esta última afirmación debemos entenderla como la necesidad de ahondar el carácter militar del régimen y renunciar definitivamente al apoyo popular que lo definió en sus inicios. La oposición, por su parte, deberá redefinir su estrategia. Ya no será de naturaleza electoral (los demócratas son mayoría). Todo indica que los pasos a seguir se orientan hacia una rebelión de naturaleza cívica.


En otras palabras, los demócratas están ante una situación que les puede permitir, no tan solo instrumentar una salida a la actual coyuntura (resquebrajar el frente oficialista y obligar a  la restauración de la gobernabilidad democrática) sino, igualmente, plantearse una reestructuración del sistema de poder que ponga fin a toda una época política en el país. Lo que intento recalcar es lo siguiente: estamos ante la oportunidad histórica de ensayar la puesta en escenas de inéditos proyectos políticos que hagan avanzar a toda la sociedad sobre  parámetros totalmente distintos a los que prevalecieron en el pasado.


He señalado que la crisis es de naturaleza  orgánica porque abarca a casi todos los parámetros de nuestra organización social (economía, cultura, mecanismos de distribución de poder, etc.).Tiene ese carácter, igualmente, porque cuestiona los esquemas narrativos convencionales a través de los cuales la clase política tradicionalmente ha interpretado  la realidad nacional.


En otras palabras, hay que estar atento en relación a los intentos de restaurar lo ya vivido. Es vital bloquear esta amenaza. Salir del chavismo es fundamental. Es un inicio. Pero más importante, es la formulación de una nueva narrativa que reemplace a las que fueron hegemónicas en el pasado.


El carácter orgánico de la crisis radica precisamente en que la vieja forma de entender el país agoniza y un nuevo relato político no termina de nacer.


En fin, los nuevos actores políticos tienen una doble responsabilidad. Primero,  empinarse sobre los retos que demanda la coyuntura política y, segunda, posar sus miradas en los desafíos de naturaleza estratégica que ofrece esta nueva oportunidad histórica en el país.


Hoy día, la política debería ser así.

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