Nelson Acosta Espinoza
Como era de esperarse, el año se inició con turbulencias de naturaleza
política. Al oficialismo le cuesta asimilar la derrota electoral sufrida en las
pasadas elecciones parlamentarias. No logran articular, en forma apropiada, una
conducta política a la altura de un parlamento, ahora sí, de talante
democrático. Hasta el momento han exhibido, en el debate
parlamentario, respuestas cónsonas con su naturaleza autoritaria.
En esta semana, este espíritu de confrontación llego a su altura máxima. El
diputado Diosdado Cabello rechazó que la mayoría parlamentaria haya
juramentado a tres diputados del estado Amazonas, cuya investidura el
Tribunal Supremo de Justicia había suspendido cautelarmente.
Insistió, que la Asamblea Nacional, tras esta decisión “no tiene
legitimidad de ningún tipo”. La consecuencia de una afirmación de esa
naturaleza es obvia: se intenta estimular artificiosamente una confrontación
entre los dos poderes fundamentales de la democracia del país: Asamblea
Nacional vs. Ejecutivo.
Esta provocación se produce en el marco de una situación económica de
extrema gravedad. El año 2015 cerró mostrando los peores indicadores económicos
de nuestra historia reciente. La inflación alcanzó niveles nunca antes
experimentados y la escasez se ha profundizado al punto de comenzar a
configurar un escenario de naturaleza humanitaria. Por otro lado, la actividad
económica descendió por la baja productividad y la caída del consumo de la
población. Con estos antecedentes este año promete ser aun peor ante las
decisiones del gobierno de no tomar medidas para superar esta crisis.
La reciente designación del sociólogo Luis Salas Rodríguez como Ministro de
Economía Productiva quien tendrá la responsabilidad de coordinar el gabinete
económico, revela la negativa del gobierno de introducir cambios en su
estrategia económica. Antes por el contrario, el nuevo ministro es un ferviente
partidario de la tesis de la “guerra económica” como causante de los problemas
que confrontan los venezolanos. Para este ministro carece de sentido “seguir
hablando de inflación y escasez cuando de lo que estamos hablando es de
especulación, usura y acaparamientos”.
Bien, entre la postura política asumida por Diosdado Cabello y
la tomada, en el ámbito económico por este ministro de economía, no queda mucho
espacio para el entendimiento y la necesaria reconciliación entre los
venezolanos. Pareciera que el sector “duro” del oficialismo
apuesta por la confrontación.
Sin embargo, la dirección política de la oposición debe insistir en la
construcción de espacios para la coincidencia con sectores moderados del
oficialismo. Estos grupos existen y demandas fórmulas de entendimiento. La base
electoral que dio el triunfo a la Mesa de la Unidad aspira conductas de esta
naturaleza. La profundidad de la crisis demanda imperativamente la formulación de
políticas de este corte. Desde luego, con firmeza y sin vacilaciones.
Esta debería ser la conducta política que deberá exhibir la MUD para poder
enfrentar con éxito las confrontaciones que se avecinan.
Un articulista recordaba recientemente que los primeros meses del año,
históricamente han sido escenarios de tormentas políticas. Mezcla de “resaca
económica con rompimientos de naturaleza política”. El siglo pasado se
caracterizó, entre otras cosas, por las convulsiones políticas que se
sucedieron en esos meses. Recordemos, el programa de febrero del General
Eleazar López Contreras; los trágicos sucesos de los años 1989 y 1992.
En fin, estamos ante la presencia de una mezcla explosiva: tozudez del
oficialismo y grave situación social y económica: Se
está arribando al fin de este ciclo del socialismo del siglo XXI.
Esperamos que la inteligencia política que ha mostrado la MUD se
prolongue en el tiempo y su dirección política haga gala de ella para sortear
con éxito esta grave situación que confronta la población del país.
Hoy más que nunca, la política es así.
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