domingo, 4 de agosto de 2013

La ruta Mandela



Nelson Acosta Espinoza

“No permitan que la política los separe, pueden perder la patria”. Esta afirmación fue pronunciada por S.E. Thaninga Pandit Shope-Linney, embajadora de la república de Sudáfrica, en el acto formal llevado a cabo con motivo de la conmemoración de los 25 años del conferimiento del doctorado Honoris Causa al líder africano Nelson Mandela. La frase se encuentra enmarcada en su narración sobre la lucha empeñada por el pueblo sudafricano para superar el oprobioso régimen del apartheid. Esta experiencia marcó una ruta en la búsqueda de espacios donde las partes en conflicto pudieran encontrarse y reconocerse. En ese país, el deporte, la música y las artes proporcionaron esos espacios para el reencuentro y la reconciliación y, de ese modo, se evitó que esa nación se embarcara en una guerra civil de negros contra blancos.

William Uri, autor del conocido best seller “El camino hacia el sí” (Getting to yes), es cofundador del Programa de Negociación de Harvard. También es mediador en conflictos internacionales y empresariales. Junto a Jimmy Carter creó una asociación para ayudar a terminar las guerras civiles en el mundo. Ha desarrollado una ingeniosa iniciativa denominada Abraham Path Initiative que busca crear un corredor turístico en Medio Oriente que siga el camino de Abraham, una figura unificadora entre cristianismo, judaísmo e islam.

Estas dos personalidades, ubicadas en contextos distintos, a través de sus respectivas experiencias proporcionan una gran enseñanza: la polarización, por muy extrema que ésta sea, puede vencerse. Se requiere imaginación y creatividad para diseñar la estrategia apropiada que favorezca el encuentro entre las partes en conflicto.

El país se encuentra políticamente polarizado. Distintas instituciones y grupos políticos han llamado la atención sobre la necesidad de delinear una estrategia que propicie la reconciliación entre los venezolanos. La jerarquía católica, el Movimiento al Socialismo (MAS) e importante figuras del acontecer nacional, han hecho de este concepto elemento sustantivo de sus propuestas alternativas. Recientemente, intelectuales y académicos han advertido que el virus de la polarización ha penetrado los relatos mediante los cuales sectores de la oposición describen la coyuntura política. Ramón Piñango, por ejemplo, ha llamado la atención sobre esta radicalización de posiciones dentro de la misma oposición. Señala un distanciamiento entre quienes plantean que la atención política debe concentrarse en las venideras elecciones municipales del mes de diciembre y, los que por el contrario, piensan que el acento debe ubicarse en acciones de calle que acompañen a los ciudadanos en sus luchas sociales. Esta contrariedad se ha agudizado, al punto, que ambos grupos comienzan a construir identidades alternas: un “nosotros” que se contrapone a un “otro” situado en espacios diferentes.

Es imperativo combatir este doble desencuentro. El del país y el que comienzan a padecer sectores de la oposición. La experiencia sudafricana y los experimentos de imaginación política llevados a cabo por William Uri constituyen puntos de partida. Me parece que estamos en el momento apropiado para ensayar alternativas distintas a las usuales para propiciar este reencuentro entre venezolanos. Llamémoslo el momento Mandela; exploremos, por ejemplo, el poder de convocatoria de las artes, música y deportes. Intentemos colocar estas disciplinas al servicio de la reconciliación nacional. 

El acto celebrado recientemente por la Universidad de Carabobo, conmemorando el conferimiento del doctorado Honoris Causa a Nelson Mandela constituyó un ejemplo de cómo desde estos escenarios se puede propiciar el reencuentro de los venezolanos. De ahí, la necesidad de comenzar a transitar la ruta Mandela.

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