Don Augusto Mijares (1897-1976) |
Nelson Acosta Espinoza
Sucedió en el Palito, en la “ruta de las empanadas “situada en la vía que conduce a Puerto Cabello. Me estacioné para degustar los tradicionales rellenos que ofrecen damas de la localidad y entablé conversación con varias de las señoras que dispensan este exquisito recurso de la gastronomía criolla. Desde luego, el diálogo derivó hacia la cuestión electoral. Los resultados, previsibles.
Lo importante a subrayar de esta experiencia, no es la intención del voto de mis contertulios, sino la valoración positiva e internalización de la palabra socialismo en su vocabulario cotidiano y el poco uso en sus relatos del vocablo democracia para dar cuenta de su situación personal y colectiva. Recordemos que este segmento de nuestra población, a lo largo del período democrático, rechazó sistemáticamente la carga ideológica y el significado de la expresión socialismo. Como prueba empírica de esta resistencia tenemos los esfuerzos infructuosos de la izquierda de la época para seducir a la población con sus fórmulas del socialismo democrático
Por otra parte, este “olvido” del significante “democracia” pareciera corroborar ciertas interpretaciones sobre la evaluación del período democrático (1958-1989). Por omisión, o ausencia de un sentido estratégico, los partidos políticos no defendieron los logros de la cultura democrática y permitieron la satanización de este período histórico. En pocas palabras, en la percepción de sectores populares, democracia está siendo sustituida por socialismo.
No hay duda. Este gobierno ha devenido en un aparato de comunicación que se ha planteado construir una nueva identidad e impregnar nuestro inconsciente colectivo con nuevos valores y nuevas significaciones sustitutivas del poder simbólico de nuestra cultura democrática.
Sin embargo, esta estrategia discursiva muestra un flanco débil. Su relato rechaza y se aleja de lo que Don Augusto Mijares calificó como “lo afirmativo venezolano”. Este desconocimiento y desprecio por nuestras virtudes cívicas brinda una extraordinaria oportunidad para la construcción de un relato alternativo que engarce emocionalmente a los sectores populares.
Una digresión teórica
“Lo afirmativo venezolano” debe ser sustentado por poderosos grupos sociales para tener poderosos efectos políticos y electorales. Debe ser reverenciado, celebrado y defendido. Solo así lograría potenciar su capacidad hegemónica. La antropología advierte que las interpretaciones culturales de la política “son vigorosas hasta el punto que pueden sobrevivir, en un sentido intelectual, a los acontecimientos de la política; y su capacidad de sobrevivir depende del grado en que estén bien fundadas sociológicamente, no de su coherencia interna, de su efectividad retórica o de su brillo estético”. La democracia como cultura ha sobrevivido “a los acontecimientos de la política”. En consecuencia, esta carga emocional positiva es la que puede contrarrestar la negativa que proyecta el gobierno.
Henrique Capriles lo está haciendo bien. En su recorrido por más de 100 municipios del país afirma la cultura cívica que nos caracteriza como pueblo. Esa es la vía: sembrar el concepto de creer en nosotros, en nuestras capacidades como nación. Este esfuerzo, esta “huella”, debe ser reimpresa con vigor, iniciativa y creatividad por los distintos comandos regionales a lo largo del país.
El candidato presidente será derrotado, siempre y cuando se invoque con contundencia “lo afirmativo venezolano”.
De ser así, nuestras empanadas estarán de nuevo rellenas con democracia.
3 comentarios:
De que "democracia" habla? Epistemológicamente, en el transcurrir del tiempo, se ha entendido que la democracia presenta, al menos, dos modelos distintivos: democracia participativa y protagónica; y la democracia representativa (tradicional). POR CUAL TE INCLINAS?
La democracia es una realización histórica y cultural en movimiento. Su concreción depende de la dinámica que le imprimen fuerzas sociales en antagonismo. Distribuir y acercar el poder al ciudadano es un modelo que se vislumbra en el horizonte de lo posible. Federalizar los ámbitos políticos y culturales es una posibilidad, con cierto grado de certeza. En cualquier caso habría que articular a la dimensión política lo "afirmativo venezolano".
Amigo ALISARRA:
Gracias por sus comentarios.
La democracia (del griego demos, el pueblo, y cratos, el poder) es una forma de gobierno donde los ciudadanos toman parte activa en las decisiones. También es una forma de convivencia donde los miembros de la sociedad, libres e iguales, toman decisiones en conjunto.
Pero la democracia no es estática. Con el correr del tiempo, van apareciendo nuevas formas de ejercer la función de la toma de decisiones. La forma tradicional de democracia es a través del voto, que permite elegir a personas que representen a los grupos, que son las que en verdad toman las decisiones. Es decir, se "delega" la capacidad de tomar decisiones. Si el "delegado" cumple bien el mandato, se le premia, en muchos casos, con la reelección. Y si lo hace mal, se le castiga, separándolo del cargo para el que fue electo.
En el nuevo ideario "bolivariano" propiciado por Hugo Chávez en Venezuela, la democracia adquiere una interesante forma: participativa y protagónica. Debemos admitir que estos dos términos, aplicados a democracia, son una novedosos. Participar (DRAE) es "tomar parte en algo". Y protagonizar es "desempeñar el papel más importante en cualquier hecho o acción". Esta forma de democracia no está reñida con la tradicional, como parece indicar el amigo ALISARRA. Por el contrario, la complementa.
Nuestra visión de la democracia es representativa (elección de delegados que gobiernen por mi), participativa (formar parte de grupos donde mi voluntad se exprese libremente) y protagónica (donde el ciudadano, no el gobernante, tienen el papel principal).
Tal es el caso del sistema de gobierno "federal" que propone este Observatorio: queremos que se elijan representantes que gobiernen por mi, pero también queremos acercar el ciudadano al poder de forma tal que la voluntad de los ciudadanos en las parroquias, municipios y estados tengan voz y voto, pero sobre todo autonomía política y económica (autarquía), sin la cual las parroquias, municipios y estados no son verdaderamente libres (caso actual). El desmontaje del sistema tradicional, probado durante siglos, de parroquias, municipios y estados (o provincias, en la España que nos gobernó) para reemplazarlo por "consejos comunales" y "comunas" pudiera funcionar, pero requeriría mucho tiempo y esfuerzo. Creo que es preferible perfeccionar el sistema actual, no reemplazarlo por algo totalmente ajeno a la tradición venezolana.
Por todo esto, su pregunta "¿por cual te inclinas?" está totalmente respondida: "nos inclinamos por las dos formas de democracia (representativa, participativa y protagónica).
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