Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigos lectores, voy a insistir sobre el tema
tratado en el artículo de la semana pasada. Tengo la impresión, corroborada por
algunos comentarios emitidos por personas amigas, que no supe explicar
apropiadamente la tesis de la despolarización y la federalización de la
política. Algunos articulistas, vieron en mi argumentación un desconocimiento a
los esfuerzos unitarios realizados por la MUD. Permítaseme afirmar en clara
voz. Muy lejos se encuentra mi elaboración de esa apreciación. Todo lo
contrario. He intentado, en esos breves escritos, aportar ideas para hacer más
efectiva, política y electoralmente, la estrategia diseñada por este organismo
de coordinación política. Bien, vamos al grano.
Comencemos con
el tema de la polarización. Voy a tomar, como ejemplo, dos graffitis que
expresan dramáticamente el contenido perturbador de este fenómeno político: “Con
hambre y desempleo, con Chávez me resteo” “prefiero ser puta que chavista” (pancarta portada
por una mujer de clase media en una manifestación en la ciudad de Miami). Disculpe el amigo lector lo
escatológico de la frase. Pero me permite ilustrar el clima emocional
polarizante que existía en el país en esos momentos. Desde luego, la intensidad
de este fenómeno ha bajado. Pero en lo esencial, a mi juicio, aún persiste en
vastos sectores de la oposición.
¿Por qué es
necesario vencer este fenómeno político? ¿Cuál es su esencia? En forma breve,
esta anomalía implica la concentración de los miembros de una sociedad en dos
opciones, aparentemente irreconciliables, del ejercicio de la política y, desde
luego, del poder. Esta narrativa produce formas de exclusión y de rechazo
basadas en la adherencia a uno de los dos polos. En el caso venezolano, su
existencia ha favorecido al gobierno y, ha impedido, una conexión de los
sectores democráticos con la masa de votantes chavistas insatisfecha con las
políticas del gobierno que, debido a esta
práctica polarizante, aún se adhieren al
extremo gubernamental.
Un primer paso
para salir de esta trampa jaula es no responder a los “embelecos” discursivos
diseñados por el gobierno. Y, para poder sortearlos, sería necesario
elaborar un esquema narrativo que haga
de los problemas reales de la gente su base argumentativa. Generar nuevos
vocablos y esquemas interpretativos que permitan abordar a la población
desafecta de las políticas gubernamentales. Ello requiere, desde luego, un gran
esfuerzo intelectual y, agregar al tema de la unidad, esta arista discursiva
sobre la cual debería subordinarse las postulaciones electorales.
Aquí caemos en
el tema de la federalización del discurso político. Persiste en sectores de la
MUD una visión centralista de la política que le impide volcar su atención
sobre la diversidad cultural, social y política que prevalece en el país y que
nos distingue como venezolanos. Su narrativa expele un fuerte tufo capitalino.
Confunden Caracas con
Venezuela. No asumen la heterogeneidad cultural y política que nos caracteriza
como nación y, por otro lado, “hablan”
desde un racionalismo positivista que deja a un lado las determinaciones
culturales y emocionales necesarias para convencer y construir una nueva
mayoría nacional.
A riesgo de molestar a algunos amigos voy a
señalar lo siguiente. El personalismo, falsamente radical, que exhiben algunos
miembros del sector democrático, no ayuda al diseño de una alternativa que
enamore a los venezolanos situados en las dos aceras en que se ha dividido el
país. Este déficit unitario expresa la carencia de una visión que dé cuenta del
país realmente existente. No del político, sino del país federal. Es necesario que
la oposición se reconcilie con la diversidad que constituye lo venezolano. Es
indispensable, entonces, emocionar para
convencer. Sin duda, la política ahora
es así.
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