domingo, 15 de febrero de 2015

Federalizar la política

Nelson Acosta Espinoza
Bien,  amigos lectores, voy a insistir sobre el tema tratado en el artículo de la semana pasada. Tengo la impresión, corroborada por algunos comentarios emitidos por personas amigas, que no supe explicar apropiadamente la tesis de la despolarización y la federalización de la política. Algunos articulistas, vieron en mi argumentación un desconocimiento a los esfuerzos unitarios realizados por la MUD. Permítaseme afirmar en clara voz. Muy lejos se encuentra mi elaboración de esa apreciación. Todo lo contrario. He intentado, en esos breves escritos, aportar ideas para hacer más efectiva, política y electoralmente, la estrategia diseñada por este organismo de coordinación política. Bien, vamos al grano.

Comencemos con el tema de la polarización. Voy a tomar, como ejemplo, dos graffitis que expresan dramáticamente el contenido perturbador de este fenómeno político: “Con hambre y desempleo, con Chávez me resteo” “prefiero ser puta que chavista” (pancarta portada por una mujer de clase media en una manifestación en la ciudad de Miami). Disculpe el amigo lector lo escatológico de la frase. Pero me permite ilustrar el clima emocional polarizante que existía en el país en esos momentos. Desde luego, la intensidad de este fenómeno ha bajado. Pero en lo esencial, a mi juicio, aún persiste en vastos sectores de la oposición.

¿Por qué es necesario vencer este fenómeno político? ¿Cuál es su esencia? En forma breve, esta anomalía implica la concentración de los miembros de una sociedad en dos opciones, aparentemente irreconciliables, del ejercicio de la política y, desde luego, del poder. Esta narrativa produce formas de exclusión y de rechazo basadas en la adherencia a uno de los dos polos. En el caso venezolano, su existencia ha favorecido al gobierno y, ha impedido, una conexión de los sectores democráticos con la masa de votantes chavistas insatisfecha con las políticas del gobierno  que, debido a esta práctica polarizante,  aún se adhieren al extremo gubernamental.

Un primer paso para salir de esta trampa jaula es no responder a los “embelecos” discursivos diseñados por el gobierno. Y, para poder sortearlos, sería necesario elaborar  un esquema narrativo que haga de los problemas reales de la gente su base argumentativa. Generar nuevos vocablos y esquemas interpretativos que permitan abordar a la población desafecta de las políticas gubernamentales. Ello requiere, desde luego, un gran esfuerzo intelectual y, agregar al tema de la unidad, esta arista discursiva sobre la cual debería subordinarse las postulaciones electorales.

Aquí caemos en el tema de la federalización del discurso político. Persiste en sectores de la MUD una visión centralista de la política que le impide volcar su atención sobre la diversidad cultural, social y política que prevalece en el país y que nos distingue como venezolanos. Su narrativa expele un fuerte tufo capitalino. Confunden Caracas con Venezuela. No asumen la heterogeneidad cultural y política que nos caracteriza como nación y, por otro lado,  “hablan” desde un racionalismo positivista que deja a un lado las determinaciones culturales y emocionales necesarias para convencer y construir una nueva mayoría nacional.

A riesgo de molestar a algunos amigos voy a señalar lo siguiente. El personalismo, falsamente radical, que exhiben algunos miembros del sector democrático, no ayuda al diseño de una alternativa que enamore a los venezolanos situados en las dos aceras en que se ha dividido el país. Este déficit unitario expresa la carencia de una visión que dé cuenta del país realmente existente. No del político, sino del país federal. Es necesario que la oposición se reconcilie con la diversidad que constituye lo venezolano. Es indispensable, entonces,  emocionar para convencer. Sin duda,  la política ahora es así.




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