domingo, 27 de octubre de 2013

“Progre” y progresismo



Nelson Acosta Espinoza

Los "progre" constituyeron una fauna urbana típica de mediados de los años setenta. Un progresista en la Venezuela de esos años, por ejemplo, se reconocía por ciertos signos culturales, pelo largo, chaqueta de pana,  barba y, ocasionalmente, gafas redondas (a lo John Lennon). En cierto sentido, conformaban una pequeña  "tribu" que arrastraba la resaca de la derrota política y militar que los sectores democráticos propinaron a la izquierda de inspiración marxista. Con los años, envejecieron y enrolaron  la exitosa clase media que definió el dispositivo político y cultural de la democracia venezolana.

Hoy en día el término reaparece en el escenario político y cultural del país pero con un sentido diferente al que denotaba en la década del setenta. El progresismo en su versión actual, en oposición a los antiguos "progre", intenta formular un relato político alternativo al del socialismo del siglo XXI que de cuenta de la diversidad cultural del país y estimule una nueva comprensión de las distintas formas de vida que conforman al Ser venezolano.

Sus fuentes de inspiración son diversas. Visiblemente se nutren de dos: la llamada tercera vía, cuyo exponente teórico más visible es Anthony Gidden (Londres, Inglaterra, 1938) y Mangabeira-Unger (Río de Janeiro, 1947). Brevemente, el primero de estos dos académicos, propone un sistema económico de economía mixta y el reformismo como ideología de gobierno. La tercera vía, rechaza por igual, a la filosofía del laissez faire y la que pretende controlar totalmente el mercado. Mangabeira, por su lado, promueve una "izquierda reconstructiva", que se diferencia de la "recalcitrante" y  la "humanizante". "La recalcitrante busca desacelerar la marcha de los mercados y de la globalización y regresar a un tiempo de mayor involucramiento gubernamental y de programas sociales más fuertes. La humanizante (o reformista) acepta al mundo en su forma actual, toma a la economía de mercado y a la globalización como inevitable y apunta a humanizar sus efectos a través de políticas de transferencia". En su libro, The Left Alternatively The Future of American Progressivism (El futuro del progresismo estadounidense: una iniciativa para la reforma política y económica.), presenta un programa para democratizar la economía de mercado y profundizar la democracia. La izquierda reconstructiva, a su juicio,  se orientaría hacia la coexistencia experimental de diferentes regímenes de propiedad privada y social en el marco de una economía de mercado.

Desde luego, estas son referencias intelectuales de orden teórico. En un plano más práctico el progresismo pudiera definirse como un relato federal y federalizado. ¿Qué queremos decir con estas expresiones?  Veamos. Federalizar el discurso implicaría despojarse de esa óptica que homogeniza al país y que le impide dar cuenta de la diversidad cultural y política que caracteriza a Venezuela. Un relato federalizado supondría, entonces, asumir una definición de los venezolanos desde las regiones: soy venezolano en tanto larense, carabobeño, apureño, zuliano etc. Este relato, desde luego, iría acompañado por  propuestas como  la de las autonomías regionales y el federalismo fiscal, entre otras cosas. En fin, ser progresista en la Venezuela actual, es apostar fuerte por la organización federal del país.

Los "progre",  de cuño reciente, se visten con nuevos atuendos teóricos. Esta izquierda  reconstructiva, reconstruye (perdonen la redundancia) su visión del país. Hoy florece, con distintos colores, en estados como  Táchira, Lara, Zulia y Carabobo.  Se inicia, así, la formulación de un nuevo relato político. Las puertas que dan acceso al siglo XXI político comienzan abrirse a la esperanza. Por cierto, si usted aún es "progre" y tiene el pelo largo, no se lo corte.




No hay comentarios: