domingo, 27 de octubre de 2013

Un trato para unir a Valencia




Simón García

Valencia seguirá en lo mismo si siguen gobernándola los mismos. El objetivo de ellos no es ocuparse de la ciudad, sino servirle de escalera a una Revolución aparente. Si continúa esa inversión de prioridades, el abandono y la anarquía continuarán devorándose lo que llegamos a tener de bueno en Carabobo. 

El triste final del poderoso Alcalde Rojo, el invitado especial al Consejo de ministros, muestra el agujero ético que le abrió el manejo discrecional de los recursos. Pero evidencia también, que no se trata sólo de un individuo sino de un sistema que crea su casta de intocables.
El equipo dirigente del Psuv perdió autoridad moral. La obra más notoria del primer gerente municipal, la construcción de un roboducto entre las arcas municipales y las suyas, no fue una acción clandestina. Se hizo a la vista de los de arriba con perjuicio de los de abajo. Ahora aquellos imponen el sustituto. 

Politicamente hablando, Flores es la continuidad de Parra. Una piecesilla dentro de un sistema que ha destruido los controles institucionales y convertido el reparto del dinero público en la principal fuente de su respaldo popular. Por eso la solución no estriba exclusivamente en sancionar a un individuo sin cambiar el modelo.

Parra vendió su alma al diablo, fue descubierto y está preso porque la cúpula necesita darle credibilidad a la campaña del combate amateur a la corrupción.  Pero el diablo anda suelto y seguirá haciendo de las suyas. Junto al escándalo local que indigna a tirios y troyanos, porque entre los troyanos también hay gente honesta y que respalda al proceso por convicciones, hay otras situaciones que están enfriando a Flores. Una es la situación económica insostenible que le reduce el mercado a todo el mundo sin preguntarle por el color de su bandería. La otra es el temor de cometer otro gran error histórico: facilitar el plan para acabar con los Concejos Municipales, las Alcaldías, las gobernaciones y las asambleas legislativas. La primera víctima de este plan fueron las Juntas parroquiales.

Pero que haya circunstancias favorables para una victoria de la Unidad, no significa que el mandado está hecho. Se está enfrentando nuevamente no a un partido sino a un Estado que conserva todavía musculatura social. A un competidor que sube al ring con todas las ventajas y triquiñuelas que se puedan imaginar y más.

La solución para Valencia es un cambio de equipo. Un equipo que tenga como prioridad convertir los servicios municipales en referencia para Venezuela. Un equipo que mire globalmente a la ciudad, parado desde las necesidades del sur. Allí comienza la lucha por una ciudad mejor porque sin el bienestar de más de la mitad de la población que yace o sobrevive calles abajo de la avenida Lara no habra ciudad educadora ni recetas modernizadoras que valgan. 

Cocchiola, el candidato de la unidad, es la única opción que permite superar la histórica hemiplegia de la ciudad  y unir a Valencia en torno a un nuevo trato para mejorar la vida de todos, armonizar intereses contrapuestos y elaborar un consenso progresista que logre hacer de Valencia una ciudad de primer mundo.

La clave es votar y hacerlo bien. Es decir, por todos los candidatos de la Unidad, aunque tengamos un reparo o una duda. Valencia y el país necesitan ese triunfo.




No hay comentarios: