domingo, 28 de junio de 2015

La oportunidad para vencer


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SIMON GARCIA.

En los últimos dieciséis años perdimos la oportunidad de oro para integrarnos al mapa de las naciones punta en indicadores del desarrollo y calidad de vida. En vez de un salto, protagonizamos el retroceso más escandaloso del planeta. Pagamos duramente los errores de quienes no supieron detener sus fracasos. 

El despilfarro de astronómicos recursos se produjo porque un pequeño grupo de gobernantes, delirando con usar un gran capital para derrotar al capitalismo, abrió internamente los grifos al más corrosivo de los populismos y externamente financió respaldos en organismos internacionales o seguidores con el fanatismo ( o el oportunismo) suficiente para adoptar el mal llamado socialismo del siglo XXI como modelo.

Es improbable que volvamos a ganar el premio de elevados precios petroleros. Esa restricción exigirá sacrificios que el nuevo liderazgo debe exponer junto con los señalamientos de cómo salir del hueco. También tendrá que probarse con la inevitable sustitución de la locomotora petrolera y la urgencia de formular un plan económico basado en más trabajo, mejor emprendimiento, mayor productividad y un compartido compromiso sobre cómo reorientar aportes, sacrificios y beneficios. 

El primer deber de todos los demócratas es recuperar la democracia tanto en las instituciones como en la sociedad y extenderla a otros ámbitos donde en los últimos años se ha sembrado autoritarismo. La vía electoral, pacífica y constitucional es el medio pertinente y a la mano para iniciar esa recuperación. 

La cúpula gubernamental, ante su cantada debacle electoral, amenaza con desconocer la voluntad popular y usar la violencia para evitar que la Asamblea Nacional sea rescatada por las fuerzas democráticas de cambio. Existen señales de que en ese despropósito no la seguirá la mayoría del chavismo, en especial los no maduristas. 
El cambio de modelo y de políticas es un clamor también de la base popular del gobierno. Lo único que podría darle algún oxígeno a las locuras y desacatos gubernamentales es que las fuerzas llamadas a levantar una alternativa se distraigan con escaramuzas para obtener ventajas particulares y que los principales líderes se muestren incapaces de unir a todos los venezolanos en una causa cuyo triunfo exige atenuar los egos partidistas durante un considerable tiempo.
Resultaría imperdonable debilitar la unidad, abrir diferencias con el pretexto que sea en una coyuntura que requiere crear una identidad donde todos, militantes partidistas e independientes, ciudadanos de diversas convicciones políticas, puedan reencontrarse para contribuir a definir un nuevo ciclo político en el que puedan convivir y competir proyectos rivales de país. Más allá de contarse en una elección lo que debe contar es Venezuela. 
Por otra parte, no es momento para descuidar el hecho de que no es automático que el descontento universal se traduzca en apoyo electoral a los diputados que la MUD está presentando. Para el venezolano común la idea de ganar no pasa por fortalecer a un partido o a un líder, sino por superar la crisis sin que el desarrollo económico sacrifique la solidaridad ni la igualdad pueda ser burlada por la posición económica o el disfrute del poder.
La gente reclama políticos y partidos que piensen y hagan, con el perdón de la redundancia, política de un modo diferente. La MUD tiene una gran oportunidad para intentarlo y hay que ayudarla. Exigirle y echarle una mano para que sus logros sean triunfos de país. 

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