domingo, 5 de abril de 2015

''La fuerza de la transición''



                       Simón García
La transición es tema urgente y de política práctica. Urgente porque Maduro, ahogado en su nivel de incompetencia, no logra sacar al país del atolladero donde sus políticas lo han metido. Práctico, porque expresa lo que desea una novedosa mayoría que suma a opositores y seguidores del gobierno.

La fuerza de la transición consiste en ser la última carta de la sociedad para impedir que el Estado arruine al país. En algún punto de nuestra involución, la cúpula oficialista se topará con la disyuntiva de rehacer su modelo o arriesgarse a ser desplazada, total o parcialmente, por una incontenible presión social.

La transición es segura, aunque ahora sepamos poco acerca de su intensidad, su ritmo o su modalidad. Las fuerzas conservadoras en el poder y los integrantes de la nueva clase de los boliburgueses no van a recorrer voluntariamente ni medio centímetro en dirección a una transición que reduzca o ponga fin a sus privilegios.

El alto gobierno le huye a la transición. Sus últimos movimientos indican que prefiere chocar con sus bases populares y perder su apoyo, antes que recortar su hegemonía o adoptar cambios en el modelo. Se resisten a retornar a la democracia y aceptar tanto mercado como sea necesario. Pero en el seno del oficialismo puede haber sorpresas, porque hay quienes están leyendo con realismo el descontento que amenaza con barrerlos.

La oposición requiere formular ya una propuesta de transición pacífica, democrática y progresista, Su presentación unitaria es punto central en la ruta para transformarse en alternativa capaz de albergar a la nueva mayoría plural que refuta radicalmente el modelo de socialismo autoritario.

Lamentablemente en la oposición persisten residuos de la polarización que el oficialismo logró acuñar en la sociedad. Visiones que, nutridas por una comprensible desesperación y que terminan alimentando la desesperanza, reponen la polarización absoluta al ofrecer la transición como un choque de trenes.

Algunos dirigentes fantasiosos buscan mejorar su presencia en el parlamento mientras administran discursos que oponen la calle a los votos. Hay que rebatir sus afirmaciones con una ofensiva de ideas, porque no sólo crean desánimo y desconcierto en nuestras filas sino que bloquean la convivencia con quienes vienen del oficialismo.

En la práctica cumplen el papel de opositores de la oposición, en vez de elevar sus aportes para que la MUD, y los partidos que la integran, acometan el viraje que les permita crecer del descontento, integrar las motivaciones e ideales que portan los que ya no pueden mantenerse en el oficialismo y proponer un rumbo que le de sentido de país a una experiencia de convivencia entre personas que han sostenido proyectos políticos rivales.

Es impostergable que la MUD, el núcleo principal de la oposición realmente existente, presente su agenda sobre la transición. Finalizar la pesadilla requiere ideas de país en las cuales confiar y muchas iniciativas que prefiguren la Venezuela que está por venir.


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