Asdrúbal Romero M.
Soy un firme convencido que el eje central de la propuesta política que debiera presentársele al país tendría que sustentarse en el federalismo descentralizador. De la redistribución del poder político hacia las regiones que ello implica, se generarían los escenarios para una mayor eficiencia y control ciudadano de la gestión pública, mayores índices de participación y desarrollo de ciudadanía e, incluso, el surgimiento de liderazgos emergentes que pudiera fungir de contrapeso al excesivo poder central. Por esta razón, accedí a la invitación que me hicieran los fundadores del Observatorio Venezolano de las Autonomías para ejercer la presidencia pro tempore de esta ONG.
Ahora bien, para que la propuesta federalista asuma un cierto protagonismo en el debate político a nivel nacional, luce lógico y natural que su empuje provenga de las regiones. A estas alturas del proceso tendiente a lograr un cambio en el país, nos gustaría ver unas plataformas políticas fortalecidas en el ámbito regional, dispuestas a asumir con mayor autonomía y responsabilidad la gestión política en el plano local. A estas alturas, quisiera ser testigo del accionar en los distintos estados, o al menos en los estados más importantes, de unas mesas de la unidad democrática (MUD) regionales más funcionales y consustanciadas con el rol político que ellas, ya, deberían estar jugando en sus respectivos ámbitos.
Esa funcionalidad a la que me refiero, demandaría, entre otras iniciativas, el fortalecimiento organizacional de las MUD regionales con comisiones técnicas, de forma similar a como lo implementó la MUD central. Lo bueno hay que imitarlo: en Caracas se integraron comisiones en las que participaron muy distinguidos profesionales expertos en distintas áreas y de cuyas deliberaciones se nutrió la mesa de los partidos. Seguro estoy que en la mayoría de los estados también se puede contar con gente muy valiosa y además interesada en participar en la regionalización de los grandes temas. Aquí en Carabobo, por ejemplo, sería muy interesante instalar una comisión de seguimiento de la gestión de gobierno de Francisco Ameliach. En verdad no sé si será por su inclinación a mantener un bajo perfil comunicacional, que no logro enterarme de los resultados de su gestión; lo curioso es que, al parecer, tampoco existe una oposición que se ocupe de señalar los aspectos negativos, porque tampoco nos hemos enterado de éstos, aunque supongo que los habrá, habida cuenta de lo endiabladamente complicado que está el país.
Así como se debe imitar lo bueno, las MUD regionales deberían intentar superar las debilidades que todavía aparecen en la lista de los “debe” de la MUD central. La más notoria, ya lo señalaba muy oportunamente José Antonio Gil Yépez en su libro Cómo ganar o perder la elección presidencial de 2012: la falta de acompañamiento a la sociedad civil en su lucha social. Lo reitera Jesús Petit Da Costa en su blog: hay un divorcio evidente entre la “partidocracia”, ocupada en las municipales, y la sociedad civil que sufre las inclemencias de una crisis económica y social sin precedentes. Y esto es consecuencia de la falta de incorporación efectiva a la alianza de los partidos de los diversos entes representativos de ese quehacer civil, académico, social y económico que deambula fragmentado, en espera de una dirección política que le confiera organicidad a su lucha.
Retorno a Carabobo para señalar un ejemplo de este divorcio: los universitarios estamos librando una lucha agónica; ¿y qué han dicho al respecto los personeros de la MUD carabobeña? ¡Nada! ¡Mudez total! ¿Ha visto usted a alguno de ellos acompañarnos en nuestras actividades de protesta?
Las MUD regionales, por ser entes políticos más cercanos a la sociedad, deberían tener una mayor potencialidad para hacer suyos los problemas de la gente y encauzar su descontento. No sé si esto esté ocurriendo en otros estados del país, pero no aquí en Carabobo, definitivamente. Cuando uno indaga sobre las posibles causas para esa reinante orfandad política, obtiene informaciones que apuntan a una obstinante lucha interna por el poder. Es verdad que la MUD carabobeña nunca ha funcionado como debiera. Antes de las elecciones presidenciales de octubre, y las regionales para elegir gobernadores, se rumoraba que la MUD era teledirigida desde la Quinta de Carabobo (casa del gobernador) con una cierta inoculación de sustancias anestésicas. Se produjo un vacío y la designación de un nuevo coordinador, el alcalde Vincenzo Scarano, pero por ser él un evidente contendor de la lucha política por el trofeo del poder regional, no pareciera ser el personaje indicado para alcanzar los consensos que se requieren, no sólo en aras de canalizar una selección concertada de candidatos a las municipales sino igualmente de desarrollar esa inmensa tarea de dirección Política (sí, con P mayúscula) que se demanda en este estado.
¿Se requiere entonces de un Aveledo para Carabobo? Todo pareciera indicar que sí. Aclarando que la referencia al apellido involucra la búsqueda de un líder integrador que no aspire a cargos de elección en el contexto regional, con la suficiente capacidad negociadora para lograr consensos y la visión necesaria para estructurar una plataforma política regional con la suficiente fortaleza para hacer verdad la consigna: la política para Carabobo la hacemos los carabobeños. Si no alcanzamos esa madurez política, ¿cómo podemos darnos a respetar de los que siguen sosteniendo la tesis de que Venezuela debe ser dirigida con una óptica centralista? ¿Cómo así le damos fluidez a la propuesta federalista?
Algunos me acusarán de contradecirme. En un artículo previo señalé que la transición de Aveledo al frente de la MUD central debía concluir –a pesar del respeto que me merece su ejecutoria-. ¿No se suponía acaso que la oposición había conseguido, finalmente, su líder indiscutido? Debería haber sido Capriles quien se pusiera al frente de la vocería de la oposición. Reconozco haber puesto en revisión esta tesis mía –aplazo explicar mis razones para otro artículo. En todo caso, en Carabobo, hoy día no contamos con un liderazgo que se aproxime al de Capriles.
Conseguir al equivalente a un Aveledo es, en consecuencia, un asunto urgente.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo. Voy más allá, la MUD no es más que la excusa de las autocracias partidistas que se niegan a re dimensionarse al meno, pragmáticamente y una serie de franquicias políticas que dan pena. Aquí en Lara, es algo parecido a Carabobo.
Jorge Ramos Guerra
ardive@gmail.com
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