martes, 14 de agosto de 2012

"Burundanga" para Fidel

Soledad Cales

Fidel Castro cumple hoy 86 años, y está de suerte. Por primera vez desde hace decenas de años podrá escuchar en la radio algunos clásicos de la música cubana que hasta hace poco han estado vetados en ese medio. Músicos de la envergadura del pianista Bebo Valdés, el saxofonista Paquito D’Rivera y los cantantes Celia Cruz, Gloria Estefan o Willy Chirino no se podían programar, ni en radio ni en televisión. No llegaron a estar nunca oficialmente prohibidos, pero todo el mundo sabía que existía una lista negra —se dice que figuraban unos 50 artistas— que más valía ignorar, como si los incluidos ahí no existieran. Las autoridades han comunicado por fin que sí, que adelante. Lo han dicho a su manera: del mismo modo que los censuraron, ahora los permiten. Nunca de manera pública.

Sea como sea, Fidel y el resto de los cubanos podrán escuchar ya sin ninguna amenaza, por ejemplo, el chorro de voz de Celia Cruz. Que le radien al jefe supremo Burundanga, uno de sus éxitos, seguro que le hace gracia: “Songo le dio a Borondongo, / Borondongo le dio a Bernabé, / Bernabé le pegó a muchilanga, le echó a burundanga / les hinchan los pies…”. Los tiempos cambian y seguro que Fidel entiende ya que una letra de tanta virulencia contrarrevolucionaria no tiene ya poder para torcer el destino de su régimen. Incluso, y puesto que siempre lleva el chándal, que se ponga a bailar y que lo disfrute. ¡Feliz cumpleaños!

Ya desde muy pronto la revolución empezó a mirar torcido a cuanto supusiera un motivo de placer o entretenimiento que influyera negativamente en la construcción del socialismo. Nada de distracciones, la nueva sociedad exigía seriedad y compromiso. Fue célebre el caso de un cortometraje que Castro prohibió en 1961. Se titulaba P. M., contaba la manera de divertirse de un grupo de habaneros y lo rodaron Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera. Fue aquella censura la que terminó condenando al exilio al hermano de este último, Guillermo Cabrera Infante.

Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada”. En la fórmula de Fidel no entraban los músicos que, por el simple hecho de vivir fuera (y al margen de sus ideologías), cuestionaban los logros del régimen comunista. Terminar con la lista negra es una buena señal: disfrutar con los de fuera deja de ser una opción política.


El País 13/Agosto 2012

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