Los procesos eleccionarios tienden a propiciar la articulación de
lógicas distintas. Por ejemplo, electoral y política. La primera, responde a las urgencias
que se desprenden de la necesidad de derrotar electoralmente al adversario
político y, la segunda, permite dar
respuesta a la “pulsión” de obtener y transformar las estructuras de poder de
una sociedad en un momento histórico. En situaciones de estabilidad
institucional la electoral evoca a la lógica política y aquella juega un rol
hegemónico. Es en este escenario donde prevalecen las técnicas de
mercadeo, triangulación y esquemas
dirigidos a persuadir y seducir a los potenciales electores.
Por su parte, la lógica
política predomina en coyunturas de
inestabilidad o transición y su despliegue tiene como propósito acceder para
modificar las instancias de poder. Lo electoral, en consecuencia, tiende a subordinarse a lo político; esta última dimensión
proporciona los contenidos sustantivos que deberán dirimirse en la contienda electoral.
Ilustremos lo anterior a través de dos frases
emblemáticas de procesos electorales acaecidos en nuestro pasado reciente. Por ejemplo, la consigna “este hombre si
camina” (Carlos Andrés Pérez, 1973) era de naturaleza electoral. No expresaba
una oferta diseñada para alterar radicalmente la estructura del gobierno. Por el contrario, connotaba la voluntad de
restaurar para centralizar el poder del
estado. En extremo opuesto, se sitúa la sentencia “hay que freír en aceite las
cabezas de adecos y copeyanos” (Hugo
Chávez Frías, 1998). Este lema designaba una reivindicación de naturaleza
política: desplazar del poder a la vieja élite partidista. Modificar
sustancialmente el tradicional arreglo político que históricamente había
prevalecido en el país. Reivindicaciones particulares (agua, electricidad,
vialidad, ingreso, salud, etc.) no constituyeron lo medular de su oferta. Chávez “surfeó” sobre el
descontento que la población sentía en relación a la dirección política. En este sentido, conjugó armoniosamente las
lógicas política y electoral. De ahí se desprende, en parte, la razón de sus tempranos éxitos electorales.
Ahora bien ¿cuál de
estas lógicas es la dominante en la actualidad? ¿Cómo conceptualizar el dilema
que enfrenta el país? ¿Esta disyuntiva es de naturaleza electoral o política? ¿Qué
está en juego? Sin duda, es política la
lógica que prevalece y está en vilo el destino del país. En consecuencia,
confrontar al poder no tan sólo sería inevitable sino que constituiría la
estrategia apropiada. Este es el marco dentro del cual las consignas
electorales de la oposición adquirirían su verdadero significado. Vale decir,
comunicar con claridad la decisión de ser alternativa al poder constituido.
Términos como porvenir, paz, progreso, etc. adquieren peso significativo en la
medida que se subordinen a la lógica política. En caso contrario, no pasarían
de ser abstracciones sin capacidad de discriminar en lo electoral y lo
político.
“Gobiernas tú”, por
ejemplo, es una consigna que expresa con nitidez una alternativa distinta a la del chavismo.
Además de su obvio contenido político da pie para la construcción de una
narrativa que enlace las
reivindicaciones particulares (empleo, seguridad, salud, educación, vivienda,
etc.) en una cadena que produzca un sólo significado: desplazar al chavismo
para distribuir el poder.
En fin sí “gobiernas
tú”, darás respuestas a los problemas que te agobian.
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