sábado, 15 de octubre de 2016

Politizar el sufrimiento y dolor ciudadano.



Nelson Acosta Espinoza

La situación política en el país tiende a complicarse aún más. En realidad, este creciente enrevesamiento alcanza a todas las instancias de la vida nacional. La nación se dirige en forma apresurada hacia un despeñadero con consecuencias impredecibles. Perdonen, los amigos lectores, el tono pesimista de este párrafo. Este sentimiento proviene de los últimos acontecimientos acaecidos en la vida pública del país.


Para la Sala Constitucional de TSJ la Asamblea Nacional no existe. Esta posición ha sido corroborada con la decisión de acuerdo a la cual la aprobación del presupuesto se llevará a cabo mediante su presentación ante esta Sala. Acción que se llevó a cabo el pasado 12 de octubre.


Especialistas en el tema han formulado diversas interrogantes sobre esta última decisión del ejecutivo. Veamos. ¿Sobre qué criterio y procedimientos  la Sala Constitucional controlará el presupuesto? ¿Tiene esta instancia la experticia para acometer esta tarea? ¿Es válido el presupuesto aprobado por la Sala Constitucional? Las respuestas a estas interrogantes pueden resumirse de la manera siguiente. Primero, de acuerdo a la constitución nacional esta aprobación carece de validez. Segundo, se trata de un presupuesto paralelo. “Es decir de un presupuesto que no deriva de la fuerza del Derecho, sino del conjunto de actuaciones de la Sala Constitucional y del propio gobierno que han desconocido, jurídicamente, a la Asamblea Nacional”,


¿Qué conclusiones políticas podemos extraer de esta última violación al ordenamiento legal del país? Aquí nos enfrentamos ante un dilema. Pareciera que afrontamos a un régimen que ha decidido quitarse la careta y presentar en forma visible su talante autoritario. Lo he puesto en forma condicional porque a mi juicio es necesario matizar esta caracterización. Después de todo, los demócratas tienen una presencia importante en gobernaciones y alcaldías. Y, desde luego, existe una mayoría de la población que desaprueba a este régimen.


La prueba de la disposición de enfrentar cívicamente esta coyuntura la tendremos en la marcha convocada para finales de este mes de octubre. Se espera que sea masiva y muestre en forma contundente la voluntad de los ciudadanos de defender su derecho a solicitar la convocatoria del RR este año 2016. Sin ánimo de equivocarme esta demostración será vital y abrirá, de ser exitosa, nuevos senderos de expresión para la oposición democrática.


Voy a finalizar este breve escrito con una reflexión. Me parece que estamos llegando a un punto donde sería necesario preguntarse si el antichavismo-madurismo debe seguir siendo el único  vector en la construcción de la identidad política del sector democrático. ¿No debería la oposición, por ejemplo, superar esta posición e interpelar a los ciudadanos con un nuevo relato que  marque distancia con los que han sido dominantes en el país en las últimas décadas?


Entiendo que es una interrogante que exige una respuesta un tanto compleja. Me parece que estamos llegando al punto de intentar introducir nuevas formulaciones en la práctica oposicionista en el país.


Estas preocupaciones tienen su origen en la constatación del marco discursivo donde se desenvuelve la mayoría de la oposición del país. Comparten tesis que la realidad ha probado su inviabilidad y, por ahora, no han podido elaborar una alternativa que de repuestas a las demandas de la población.  Masa de ciudadanos que soportan la tragedia de este socialismo del siglo XXI.


El rechazo del modelo político actual no es suficiente. Es vital elaborar una respuesta a partir de la cual se pueda generar una nueva identidad en los sectores populares del país. De no trazar  y caminar por esta ruta se estaría expuesto a la tentación restauradora.


Un punto de partida podría ser politizar el sufrimiento y dolor que sufre la inmensa mayoría de nuestros compatriotas. Desde luego, proceso este que debería adelantarse con nuevas claves identitarias.


Sin dudas, la política es así.
















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