sábado, 10 de septiembre de 2016

“Federalismo es derecho a la diferencia sin diferencia de derechos”




Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigos lectores, en esta oportunidad voy a pretender especular sobre un tema un tanto alejado de la cotidianeidad política. Me refiero a intentar colocar sobre el tapate un tópico relacionado con las posibilidades de ensayar un nuevo tipo de ordenamiento del estado venezolano. Desde luego, esta preocupación no es nueva; tan sólo ha sido relegada.

Para comenzar, enunciemos las siguientes interrogantes. ¿Es pertinente iniciar una reflexión de esta naturaleza? ¿Este momento es el apropiado? Formular estas incógnitas tiene sentido. Después de todo, los sectores democráticos del país están empeñados en una lucha por la realización del referéndum revocatorio. Y, en el fragor de esta disputa, queda poco espacio para pensar y formular un nuevo proyecto de país. Lo que quiero resaltar es lo siguiente: en el marco de esta contienda, lo fundamental es lo inmediato y, “bajar” a la población temas relacionados con las distintas propuestas de país, no está en la agenda de los actores políticos que participan en esta batalla. Esta “urgencia” disimula diferencias sustantivas existentes dentro del bloque democrático en relación al futuro del país.

Intentemos, entonces, calificar la naturaleza de la crisis que confronta la nación. Soy del criterio que es histórica. Esta condición se hace presente cuando las ideas sobre las cuales se sustenta el accionar público se agotan y no pueden dar respuestas a los desafíos que implica la emergencia de nuevas circunstancias. Desde luego, para que la ruptura se produzca sería imprescindible que existan actores colectivos que tengan conciencia de esta situación y actúen de acuerdo a estos escenarios.
Una condición es fundamental. Hay que desarrollar una nueva narrativa que dé cuenta de los aspectos que caracterizan la crisis y avizore los elementos que prefiguren el futuro. En Venezuela se han agotado los viejos relatos a través de los cuales se analizaban los problemas del país. La idea de un estado centralizado y omnipotente (petro estado) está concluida. Se requiere, entonces, elaborar una nueva narrativa que dé cuenta de las complejidades y contradicciones que definen la actualidad política, cultural y social de la nación.

Vamos a detenernos brevemente en este tópico. Me interesa identificar las contrariedades que cruzan nuestra vida como nación. En su resolución, sin duda, se encuentra la salida a este impase histórico. En principio me permito postular que unas de las contrariedades de mayor peso es aquella que se expresa en la disputa entre un relato centralista, autoritario y, otro, que apuesta a la diversidad federal y a las autonomías políticas. Si se observan los conflictos cotidianos en la sociedad venezolana (hospitales, seguridad, costo de la vida, vías de comunicación, carcelarias, educativas, etc.), encontraremos que los ciudadanos perciben a estos problemas desde una óptica que apunta hacia la descentralización de las soluciones.

Sin embargo, es probable que no se comprenda a plenitud la naturaleza de esta contradicción. De hecho algunos actores políticos no la asumen en su complejidad y riqueza política. Ello es debido, a mi juicio, a que estos sujetos políticos se han constituido al interior de un marco cognitivo o relato centralista.

Parece apropiado recalcar lo siguiente. Nuestra nación no es homogénea como usualmente se cree. Existen marcadas diferencias lingüísticas, gastronómicas, religiosas, institucionales, en fin, culturales entre las diversas regiones que conforman el país. María Lionza de Yaracuy confronta a la Chinita zuliana; el pastel de morrocoy compite con la mantuana hallaca. Bolívar, recordemos, emigra hacia el oriente del país.

Un relato federalizado supondría, entonces, asumir una definición de los venezolanos desde las regiones: soy venezolano en tanto larense, carabobeño, apureño, zuliano etc. Esta narrativa, desde luego, deberá estar acompañada por propuestas como la de las autonomías regionales y el federalismo fiscal, entre otras.

En fin, “federalismo es derecho a la diferencia sin diferencia de derecho".

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