sábado, 3 de septiembre de 2016

1-S ¿nuevo gobierno ya?




Nelson Acosta Espinoza

Bien, estimados lectores, la denominada Toma de Caracas se llevó a cabo exitosamente. Aproximadamente un millón de ciudadanos de todo el país mostraron su decisión de luchar por la realización del referéndum revocatorio este año. Las avenidas previstas para el desplazamiento de esta marcha fueron colmadas en su totalidad. Sin temor a equivocarme puedo sostener que la del 1 de septiembre ha sido la concentración más grande en nuestra historia. Desde luego, en esta demostración popular estuvieron presentes otros temas relacionados con la situación económica, la carestía de la vida de los venezolanos y, en general, la destrucción a que ha estado sometido el país y sus habitantes. Sin embargo, privó un ambiente de alegría, optimismo y de fe en el futuro del país.

La concentración finalizó a las 2 de la tarde con la lectura de un comunicado en la que se detalló una suerte de hoja de ruta para el futuro próximo. De entrada, se convocó a un cacerolazo para la 8 de la noche de ese mismo día. El miércoles 7 se ejercerá presión en todas las sedes del Consejo Nacional Electoral con el objeto de  que se anuncie la fecha definitiva de la segunda etapa del revocatorio. Y, para el 14 de Septiembre, se espera realizar una movilización en todas las capitales del país.  De no obtener respuestas satisfactorias a la solicitud del revocatorio se volverá a las calles con la finalidad de demandar la inmediata realización de la consulta.

El oficialismo, por su parte, congregó una escuálida manifestación y el Presidente Maduro realizó sus acostumbradas amenazas y achacó responsabilidad de la crisis a los “enemigos” de siempre: la burguesía y el imperialismo. Un discurso degastado que no logra interpelar a la población.

En fin, el 1 de septiembre se mostró con claridad de qué lado se encuentra la mayoría del país y el alto grado de conciencia que existe en la ciudadanía. En otras palabras, los venezolanos quieren un nuevo gobierno ya.

Con esta última frase, de aliento voluntarista, intento expresar la necesidad de formular un proyecto nuevo de país que dé cuenta de las ansias, angustias y sufrimientos de la población. Una idea o conjunto de ideas que canalicen, por ejemplo, esa enorme energía societaria que se expresó el 1S y dibuje un futuro distinto al presente inmediato. Salir del gobierno, es imprescindible. Pero también es imperativo formular una utopía.

En fin, ¿es posible para los demócratas imaginar una utopía, una sociedad ideal del siglo XXI, que sirva de referente e inspiración para políticos y ciudadanos? En otras palabras, ¿es viable conjugar un proyecto utópico con un programa político de aplicación más inmediata?

En esta línea de reflexión es bueno recordar que la tradición utópica ha estado íntimamente relacionada a los orígenes del pensamiento democrático en nuestro país. Históricamente varias generaciones de pensadores y escritores contribuyeron al utopismo con obras literarias. La generación del veintiocho y treinta y seis, por ejemplo,  elaboraron ideas de futuro que se concretaron posteriormente. En la década de los setenta hubo una eclosión utópica en las artes visuales. Desafortunadamente, la reflexión política quedo rezagada y permitió que una suerte de distopia ocupara su lugar.

El pasado 1 de septiembre se ha iniciado una marcha hacia la construcción de un nuevo modelo político. En lo inmediato, desde luego, se encuentra la solicitud del referéndum revocatorio. En lo mediato, si queremos que esta energía societaria no se pierda, será imprescindible formular una utopía que alcance los corazones y mente de los venezolanos. En ese orden. De no suceder así, perderíamos una nueva oportunidad de construir un nuevo futuro para el país y se alentaría iniciativas de carácter restaurador de lo ya vivido.

Debemos ser optimistas. La historia demuestra que los sueños de hoy pueden ser las realidades de mañana.

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