Nelson Acosta Espinoza
Bien, amigos lectores, la oposición ha puesto en movimiento el
procedimiento del revocatorio. En su primera fase ha resultado un total éxito.
En cierto sentido, perdonen el pesimismo, este instrumento constituye una de las últimas cartas que
ofrece la maltratada democracia venezolana. Es por ello que hay que apostar a
su triunfo. El revocatorio promete iniciar un camino para la superación
pacifica de la crisis de mayor magnitud que ha padecido la república en toda su
historia.
Ojo, es fundamental no olvidar otras formas de oposición al régimen. Parece
prudente prepararse para la emergencia de escenarios complejos desconocedores
de la lógica democrática. En este sentido, juzgo apropiado como tarea de la
oposición, la elaboración de una nueva propuesta de país. Salir de Maduro, de
su combo y el socialismo del siglo XXI no es suficiente. Y, sin otros aditamentos,
una política de esa naturaleza pudiera conducirnos a otra frustración histórica.
Intento enfatizar, que toda esa energía social que hemos visto en estos
últimos días, hay que colocarla como soporte de una nueva oferta de país. En
otros términos, es tarea de urgencia, la elaboración de un nuevo relato que
proporcione sentido de propósito y horizonte de futuro a los ciudadanos. Con
especial atención, a la población más golpeada por este desastre económico.
Expresado en forma sencilla: es imperativo trasladar la atención de la agenda
electoral a la de naturaleza social. O, mucho mejor, subordinar lo comicial a
lo social.
El referéndum ofrece una oportunidad para publicitar, en forma de consignas,
las razones por las cuales hay que salir de este régimen. La nueva narrativa
opositora, por ejemplo, debería girar en torno a las consecuencias que implica
una profundización de la actual crisis económica y social.
Instituciones dedicadas a estos temas (FMI) predicen un futuro
inflacionario de terror, Se habla de índices superiores al 2000% con una
tendencia a acentuarse en un futuro próximo. Estos organismos especializados
alertan que este futuro se hará realidad de mantenerse las actuales políticas
económicas.
En lo coyuntural pudiera resumirse
la situación de la manera siguiente. Pérdida progresiva de legitimidad del
poder ejecutivo; reacciones violentas de la población (Maracaibo) sin una
orientación política apropiada y, un liderazgo opositor, que no se alza para
situarse a la altura de las circunstancias que demanda la situación económica y
política de la nación. Una contradicción marca la conducta opositora: por un
lado, constituye una coalición frágil y, por el otro, se comporta como una
mayoría política que todavía no lo es.
El país se aproxima hacia un colapso total. No peco de pesimista. La
naturaleza de esta crisis es histórica. Sus signos de advertencia vienen de
tiempo atrás. Desafortunadamente, la clase política, no los asumió en el pasado
y permitió que la crisis siguiera su curso.
Fin de época. Ojala la dirigencia
opositora lo asumiera de esta forma. Esperemos que la MUD comprenda, en forma
apropiada, la naturaleza de la crisis que confrontamos. Y, en consecuencia, forme parte de la vanguardia
que asumirá la tarea de sustituir este régimen en lo político, económico y
cultural.
Voy a asumir las palabras del padre Luis Ugalde escritas en un reciente
artículo. En este escrito Ugalde reclamaba la necesidad de estadistas “capaces
de crear un relato de esperanza novedoso y transformador donde la muerte se
convierte en vida por el esfuerzo de la gente”.
El momento actual demanda un liderazgo con ese perfil: innovador y comprometido
en la construcción de una nueva narrativa. Una apuesta, en fin, que fundamente
iniciativas políticas creativas que sirvan de contrafuertes a la marejada
política que se avecina. No es sabio hacer oposición con los códigos del
pasado.
En otras palabras, es tarea de todos reinventar la política. Desechar los
vicios del pasado y abrirse con optimismo hacia el futuro.
Sin duda, la política ahora es así.
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