sábado, 23 de abril de 2016

EL NO DEL 19 DE ABRIL

“Debe hacerse en cada momento, lo que en cada momento es necesario”.
 (José Martí)
 Manuel Barreto Hernaíz

Desde muchachito escuchando la historia de Emparan y el cura Madariaga indicando al pueblo qué hacer… ¡No! No y mil veces ¡NO! debería ser la respuesta ciudadana a tanta locura hecha gobierno; a la miseria en la que tiene sumida al 80% de la población; a la miserable corrupción que trajo escasez y hambruna; a la incapacidad de llevar adelante los más sagrados derechos contemplados no sólo en nuestra constitución, que por cierto fue una y mil veces maldecida al llamarla “Bicha”, sino en la declaración de los Derechos Universales del Hombre; decir ¡NO! a esa aberración maniquea de dividirnos como Nación en dos toletes irreconciliables, que sembró el odio, el resentimiento y la fractura entre sus ciudadanos; de decir ¡NO! a la insoportable oscuridad por la comprobada incapacidad de estos sinvergüenzas; de decir ¡NO! a las absurdas colas que se originaron por descuidar criminalmente la Seguridad Alimentaria del país y por propiciar la más abyecta corrupción entre la multiforme fauna (en uniforme o en la metamorfosis del bachaco) que se enriquece con el hambre del pueblo…

Hoy 19 de Abril, era el Día del ¡NO!...Pero…

¿Será que nuestra dirigencia política se tomó en serio lo del puente?

Esa apatía en lo pertinente a la toma de posiciones respecto más que a la política, a los asuntos públicos, en la que vivimos atrapados millones de ciudadanos, sea probablemente reflejo de una actitud cotidiana de desinterés, o de temor ante las embestidas intolerantes del régimen y del escepticismo relativo a cualquier tipo de justificada y constitucional protesta…¿Será que “el librito MUDO” dice que no hay que gastarse en tales manifestaciones, que los cartuchos son exclusivos para las contiendas electorales?

¿Por qué la MUD CARABOBO no reacciona con firmeza ante el marasmo ocasionado por el régimen, que hace un buen rato nos condujo a un estado de descomposición que ha rebosado todos los límites imaginables?   


Muchos se preguntan: ¿Por qué es tan leve la reacción ante la infame vida que este régimen nos hace transitar; por qué ante esas violentas represiones y abusos de todo tipo que estamos sufriendo son tan tímidos los reclamos? Produce, más que extrañeza, perplejidad, que ante comprobados casos de corrupción, de terribles vejaciones, de comprobadas triquiñuelas, de sempiternas burlas a la ciudadanía, a la cual precisamente le han robado su futuro, y aquí y ahora no suceda nada...


¿Acaso un país postrado, timorato e incapaz de darle la cara a las penurias que sufre y se acrecientan día tras día, merece su desesperanza y angustia? Así están las cosas. Esta sensación subjetiva de falta de energía física o intelectual, o de ambas, se convierte en apatía; es la sensación de que nada va a cambiar, que todo esfuerzo es en vano, que todo va a seguir igual. Y eso hace posible que el régimen haga lo que le dé la gana, que aplaste a quien quiera y como quiera.

Basta de permanecer como espectadores pasivos e impertérritos ante la terrible travesía hacia el marasmo total; basta de tolerar y abandonar hasta esas mínimas actitudes de dignidad, en pos de cualquier producto básico; toleramos, ad nauseam, la compra  o el cierre de medios de comunicación, a sabiendas que no hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión; que el ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades, sino un derecho inalienable del ciudadano.

Pareciera que saber la verdad ya no importa. No es un secreto que el gobierno se apoya en las cualidades más lamentables de nuestro pueblo: el resentimiento, la envidia, la viveza, la irresponsabilidad y hasta el coloquial “pataebolismo”; y por otro lado, está claro que este régimen parece dispuesto a sacrificar lo que sea con tal de atornillarse en el poder y conservar sus privilegios. Así las cosas, este es el momento de colaborar en una fase fundamental en la recuperación de un país que anhela paz, tolerancia, seguridad; de un país íntegro, competidor, donde más que socialismo de ningún siglo tengamos la prosperidad que tan sólo el trabajo y el esfuerzo garantizan; este es el momento de perseverar en el logro de un país sin tiranías y sin tiranos. Y no es cuestión de impaciencia o impulsividad, es cuestión de persistir pues las circunstancias así lo indican. Hemos tropezado muchas veces con la misma piedra, pero ahora si la tenemos marcada. Una de las pocas maneras para que este régimen no se sienta que es intocable, es haciéndole sentir el peso de la ciudadanía ya que no sienten el peso de la ley, pues hace rato  ellos la controlan; sin violencia, pero con determinación; sin tocarles pero sin dejarles respirar. Una hormiga no para un bus, pero llena de ronchas al que la conduce…

Es el momento de dejar atrás esa lamentable paradoja que indica que el régimen se desgasta pero la oposición no se vigoriza. Es el momento de tejer la deshilachada bandera que ha sido mancillada por la perversidad, la  aquiescencia, y por la vulgar complicidad; que cada día es ensangrentada por la tiranía despiadada que auspicia y actúa con brutal violencia.
  
Ya es el momento de que todos los ciudadanos demócratas digamos un contundente ¡NO! – con o sin cura Madariaga- a este miserable gobierno que no respeta ni protege la libertad de la ciudadanía, lo que nos indica que hemos dejado atrás lo que se considera una verdadera democracia... Y esa es la realidad que hoy tenemos que enfrentar, ya que el miedo al riesgo y el silencio cómplice frente a la maldad, son una de las tantas nefastas condiciones que afectan a nuestra Nación.


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