sábado, 23 de abril de 2016

¿Hacia una política opositora alternativa?


Asdrúbal Romero M.
I-Introducción

Con relación a la falta de coherencia en las estrategias de la oposición democrática, solemos escuchar a muchos despachar el asunto con cierta ligereza, diciendo que ello se debe, fundamentalmente, a la confrontación y el reacomodo de los proyectos políticos personales que en su seno conviven. Lo más seguro es que tal confrontación exista y se renueve constantemente con nuevas aspiraciones, pero no debiera tratarse sólo de eso. Existe un factor de escisión de naturaleza más profunda, el cual está vinculado a la visión que tiene cada agrupación política sobre cuál es la mejor estrategia para alcanzar el ansiado objetivo de cambiar el modelo de gobierno. Estas diferencias de visión estratégica le han dado calor a un debate que se ha hecho visible a la opinión pública desde inicios del 2014, etapa en la cual alcanzó su mayor calidez. Se trata en este documento de revisar la evolución en el tiempo de ese debate, a la luz de los dos polos extremos dentro de los cuales se ha dado su dinámica.

II- la estrategia de tempo más lento

Constituye una de las posiciones extremas del debate. En esta estrategia se parte  de la premisa que la estruendosa caída de la economía se encargará por sí sola de propinarle la gran derrota al gobierno. El haber violado por tanto tiempo las más elementales leyes de la economía se les vendrá avasallantemente en su contra, pronostican, tal cual las aguas de un río crecido cuyo cauce hubiese sido cambiado y retornan con una fuerza indetenible, llevándose por delante lo que encuentren, para reposesionarse de su cauce original. No se han equivocado: este fenómeno ya inició su devastación. En el ínterin de esperar que esa caída libre surta sus efectos,  se ha venido trabajando para aprovechar electoralmente el descontento. La ruta es fundamentalmente electoral. Tratar de lograr en cada elección un mayor número de votos hasta constituir una mayoría insuperable -incluso mediante los tramposos mecanismos instituidos por el oficialismo-, que depare finalmente el triunfo.

Paciencia y salivita: la primera para esperar el derrumbe y la segunda para capitalizar los votos. Primero Justicia es la agrupación que más se identifica con esta estrategia -no necesariamente en un 100%-. Además, con una convicción reforzada por el triunfo del 6D. ¿Se dan cuenta que este era el camino? -parecieran decirnos con rebosante satisfacción-. Por ello, han continuado impertérritos en defender la mayor conveniencia de la agenda electoralista. Por la vía de los acuerdos internos, se afanaron en obtener el control mayoritario de la agenda legislativa, lo cual han aprovechado para presentar unas leyes cuyo objetivo es el de batirse tête à tête con el oficialismo en el campo de las dádivas populistas. ¿Cómo se explica que quienes critican la política del incremento desmedido del gasto público como causante de la galopante inflación,  sean los mismos que proponen una ley que implica una erogación mil millonaria en la depauperada circunstancia que se encuentra el erario nacional? Me refiero a la Ley de Cesta Ticket para Jubilados y Pensionados, muy necesitada y beneficiosa para un sector de la población, pero…

Cabría preguntar también: ¿Cree usted que la Ley de Otorgamiento de Títulos de Propiedad a Beneficiarios de la GMVV es un asunto prioritario en el marco de la profunda y tenebrosa crisis que aqueja al país? Podría continuar refiriéndome a otras leyes distractoras de lo que debiera ser el principal objetivo de la AN: el cambio de modelo de poder. No sin cierta razón, el articulista Orlando Viera-Blanco habla de un “populismo engominado”; de un querer parecer más chavistas que Chávez de cara al evidente propósito de continuar ganando votos para los subsiguientes eventos electorales, sea este el Referéndum Revocatorio, si es que el Gobierno no lo obstruye hasta convertirlo en inoficioso, o las próximas elecciones regionales, donde las típicas estrategias del país que se niega a cambiar su relato rentista, les podrían aportar una jugosa cuota de poder como partido. Todo esto en el contexto de una crisis cuya voracidad a pasmosa rapidez amenaza con terminar de fulminar las pocas esperanzas que les quedan a los supuestos clientes electorales.

III-la estrategia de tempo acelerado

Precisamente, la urgencia de la crisis nos hace apuntar nuestro foco hacia el otro polo de las estrategias, que involucra la máxima aceleración para intentar forzar el cambio a la mayor brevedad posible. Tuvo su mayor auge en los inicios de este debate, pero, triste es reconocerlo, en la actualidad, cuando las circunstancias más la justifican: ninguna agrupación en el seno de la MUD pareciera querer asumir del todo su cabal representación. Excepción hecha de María Corina, que con meritoria valentía sigue insistiendo, pero cuya voz pareciera ensordinada por esa imagen de chica rica que no ha logrado, lamentablemente, superar. Exceptuándola a ella, ni siquiera Voluntad Popular se percibe hoy día tan identificada con la visión estratégica que sí representó en el reciente pasado su líder: Leopoldo López.

Me referiré, particularmente, a él como el actor político más emblemático de una visión tendiente a exaltar la urgencia del cambio, sin detrimento de otros que también la hayan argumentado. Tanto su formación adquirida en universidades pertenecientes al exclusivo club de las diez más prestigiosas a nivel mundial, como su muy probable conexión con los más avanzados centros de pensamiento  (think tanks) en los Estados Unidos, me aportan la convicción que Leopoldo sí accedió a una visualización adelantada de la crisis tal cual ha evolucionado y quiso ahorrarle al país este derrumbe.  Esta crisis sistémica que azota a una patria empobrecida era perfectamente predecible y muchos lo advertimos. Ahora, cuando todos la padecemos y tomamos conciencia de su magnífico poder destructor de todas las capacidades de este país; cuando valoramos su naturaleza sistémica que avanza a una velocidad de generación de deterioro proporcional a la magnitud del que ya ha creado –inestabilidad exponencial: como la caracterizamos los sistémicos-; cuando vemos imágenes de pueblo canibalizando vehículos de aseo urbano en busca de alimentos así sea descompuestos; cuando leemos las noticias de los neonatos que mueren todos los días en los hospitales, de los que mueren por no conseguir la medicina que necesitan o como resultado de la creciente inseguridad en las calles; cuando somos testigos de cómo los más elementales servicios públicos van colapsando, creo que deberían ser muy pocos los que todavía se atrevan a señalar a LA SALIDA como una propuesta signada por el aventurerismo político que no tenía su razón de ser.

Habría sido inmoral para cualquier político que, adelantado a su tiempo, accediese a una visión de este ingente dolor que hoy se aposenta en los corazones de millones de compatriotas, no intentarlo como lo intentó. Hasta donde yo pude ver –tuve que salir del país en viaje ya planificado el mismo día que Génesis Carmona murió en la Guerra Méndez-, la convocatoria siempre estuvo orientada a la protesta pacífica y la movilización en las calles. Mecanismos ambos a los que un pueblo maltratado tiene pleno derecho a recurrir en cualquier país del mundo donde impere constitucionalmente una democracia. Que si no tuvo la suficiente paciencia para cabildear su visión con sus pares políticos; que si escuchó cantos de sirena que no se cumplieron; que si quiso pasársela de vivo y jugar “adelantaíto”, todo eso queda para el debate especulativo entre los políticos.

Lo cierto es que después: el llamado pacífico se desvirtuó, también es menester reconocerlo, pero quién puede atreverse a afirmar que en el desarrollo de esa iniciativa política no entraron factores extraños a pervertirla: desde sectores radicales convencidos de que su accionar casi de guerrilla urbana era lo conveniente y lo correcto hasta elementos infiltrados por el propio gobierno. ¿Y quién podría atreverse a criticar a esos sectores radicales cuando personeros importantes del Régimen han reconocido su prestancia a organizar su milicia guerrillera en un escenario político rotado exactamente ciento ochenta grados con respecto al actual?

Pero, de lo que se trata no es de revivir el pasado. Si he tenido que retroceder en el tiempo ha sido para facilitar la iluminación de estas dos visiones estratégicas contrapuestas. Porque una, la de tempo acelerado, tuvo su realización más álgida en los inicios de 2014 y pareciera, aparentemente, haber perdido fuerza frente a la prevalencia en el momento actual de la visión de tempo lento. Insisto: el debate siempre se ha movido entre esos dos extremos. En cualquier instante de tiempo, cada agrupación se ha posicionado sobre algún gris de esa infinita escala de gradación de grises entre el blanco y el negro que representan ambos extremos. Con el transcurrir del tiempo, las agrupaciones se han ido desplazando sobre esa escala. Voluntad Popular, por ejemplo, se ha alejado de su posición inicial, casi polar, como si hubiese perdido un tanto su perfil, ab initio más combativo. Lo que me ha llevado a preguntarme cuán satisfecho pueda estar su líder de ese desplazamiento, si es que está suficientemente informado, porque la prisión de Leopoldo no tiene nada que ver con la que la Cuarta República le brindó a Chávez que podía, los fines de semana, rodearse de la devoción de sus correligionarios.

IV-En el momento presente

Continuando con las interrogantes: ¿Cómo ha sido el desplazamiento de AD? ¿Dónde se posiciona en la actualidad?

¿Y Primero Justicia? En mi opinión: se ha mantenido más apegado al extremo suave de la agenda electoralista. No se puede negar que en algún momento haya tenido más argumentos a su favor para mantenerse en esa posición y que ello no le haya rendido buenos frutos a la Oposición. Pero en las circunstancias actuales,  después de todo el bloqueo del TSJ a cuanta iniciativa pueda salir de la AN y del desdén con el que los funcionarios de alta jerarquía se niegan a ser interpelados para permitirle a la AN el cumplimiento de su función de control: ¿Se justifica que siga siendo el polo atractor de los demás partidos hacia la estrategia de tempo lento? En verdad, creo que ya va siendo hora de que revise su visión estratégica. En todo caso, ya se hace necesario reavivar ese debate.

La crisis ya se ha develado en su poderosa malignidad y no se detendrá en su destrucción.  La curva de deterioro exponencial ya sobrepasó el codo de arreciamiento y desplegará sus nefastos efectos a mayor velocidad. Las predicciones de inflación para 2016 de diversos organismos multilaterales oscilan entre el 275 al 720%: en promedio los precios decembrinos de los artículos alcanzarán entre casi cuatro a ocho veces su valor en enero de este año. Hay que pasearse por lo que esto significa con el empobrecimiento acumulado que ya tenemos. Los tiempos se acortan y la paciencia del pueblo se agota. ¿Llegaremos a alguna elección? Sinceramente, no creo. Y si llegáramos, cuidado si el descontento de la gente no se haya revertido también contra una MUD inmovilizada peleando por candidaturas. Y si no llegamos debido al surgimiento de un estallido social: 
¿Respetarán los actores intervinientes en esa coyuntura política  a una oposición que no ha sabido darse a respetar ni ejercer su liderazgo político?

No puede ser que el Presidente de la Federación Médica Venezolana se vaya a la Plaza Alfredo Sadel con los presidentes de los colegios médicos de todas las regiones, a protestar por el lastimoso estado de la salud en Venezuela y que CNN cubra esa manifestación en la que no se observe la participación de la MUD. ¿No quisieron asistir? ¿No se les informó? ¿La FMV no quiso dejarse acompañar de la clase política? Y si es así: ¿Cuál es la razón que privó para ello? Deben analizarla.

Soy parte de un clamor. Lo escucho en cuanta reunión participo. Ya es hora de que la MUD se convierta en la gran articuladora de las demandas sociales y económicas del pueblo venezolano. Ya es hora de que lo organice para la protesta pacífica con la continua movilización en las calles. Las aspiraciones personales que se decanten en el desempeño de los liderazgos, de cara a la activación de un proceso tendiente a un cambio que no admite más espera. Esta debe ser la verdadera criba de los liderazgos que aspiren a competir en cualquier elección futura. Si no ocurre así, me temo que el debate entre los dos polos estratégicos que hemos revisado aquí se recrudecerá y de no producirse un nuevo acuerdo: la unidad podría estallar en pedazos porque ella como consigna, por sí sola, no tiene el suficiente peso como para eternizarse en un chantaje. Y si no ocurre tal debate, entonces benditos sean los que salgan a organizar una política opositora alternativa.


No hay comentarios: