sábado, 20 de febrero de 2016

La política de la calle


“No es noble la rebelión por sí misma, sino por lo que exige”.
 Albert Camus


 Manuel Barreto Hernaiz

La hiperinflación, el hambre, las terribles angustias y calamidades que hay que afrontar en pos de cualquier medicamento, la corrupción y la incontrolable inseguridad llegaron a los límites insoportables, lo que hace que el termómetro de la protesta social se encuentre en un punto de ebullición. 

Sin embargo, el causante de esta terrible tragedia nacional -el régimen y sus secuaces- de nuevo da muestras de una actitud pendenciera e intolerante que lejos de ahuyentar a los indignados ciudadanos, propicia el conflicto. 

Continúa el Gobierno potenciando la sempiterna teoría de la conspiración, del golpe de Estado, siguen con ese estirar de arrugas en que ha devenido la manera de gobernar de este absurdo régimen; sin embargo, sus estrategias están claras, pues ante los problemas que agobian el país y frente a esa sensación de que la administración Maduro tiene muy poca competencia para encararlos, ellos mismos provocan el conflicto político, al propiciar protestas, al exacerbar con persecución judicial el descontento por los abusos de poder y provocar la ira de la ciudadanía. 

De nuevo, es el Gobierno quien propicia la irracional conducta política, al persistir en ese estéril enfrentamiento en la Asamblea Nacional con unos diputados demócratas que han llegado para rescatar el país de la mayor crisis de su historia, y al pretender desconectar el descontento y el malestar general de una fuerza social que amenaza seriamente al continuismo. 

Hoy vivimos tiempos de turbulencia, de incertidumbre, de absurda confusión en los que mucha gente, perdida en la angustia y cansada de buscar afanosamente el sustento diario o la desaparecida medicina, no sabe dónde ir, ni a quién acudir. 

La experiencia histórica nos indica que al encauzar energías de sus integrantes en conseguir objetivos perfectamente válidos y aceptados por la sociedad, la vía pacífica tiene más efectividad que la violenta en términos promedio. 

Sin embargo, no se puede descartar que el uso combinado de la fuerza, protesta o reclamo moderados, junto a métodos preferentemente pacíficos, tal vez sea la estrategia óptima a seguir para algunos de estos movimientos. 

Para la profesora Margarita López Maya, la protesta o acción colectiva viene a ser una acción fundamentalmente racional y política, que se considera un instrumento utilizado en un momento determinado para interpelar a la autoridad y con ello alcanzar ciertos fines colectivos, esa acción social es considerada la política de la calle. 

Si bien las condiciones socioeconómicas son el caldo donde se cultiva el malestar y/o los sentimientos de indignación moral e injusticia, serán, en definitiva, causas de índole sociopolítica, las que impulsarán la movilización, la sostendrán en el tiempo y moldearán sus características. 

La combinación de malestar, inconformidad, de pérdida de credibilidad en los mensajes de un régimen que se presentó como la continuidad salvadora, tan solo ha incrementado la ausencia de esperanza respecto a la posibilidad de su cambio, en sentido positivo para la mayoría de la población, lo que conlleva a una profunda desesperanza, un gran desencanto y desconfianza, que se manifiesta en un generalizada depresión. 

Así las cosas, ya la mayoría de los venezolanos se cansó de esperar una adecuada respuesta a sus apremiantes necesidades, desde las más básicas hasta aquellas que le garanticen su supervivencia. 

El régimen va de salida por no haber controlado sino propiciado la inflación, la inseguridad, la corrupción, la incompetencia administrativa y ejecutiva, por la inocultable tendencia totalitaria desde el poder; y sobre todo, la degradación moral y pública en toda su estructura


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